Partida Rol por web

Mis amigas se preparan para combatir también y sonrío al ver la Luz a su alrededor. Tenemos muchas cosas de las que preocuparnos, pero mi corazón se caliente al sentirlas a mi lado. 

No me gusta esa Urashi de sombras y no me gusta lo que hace con el látigo. Menos mal que Arashi se carga a esas horribles marionetas que han salido de los espejos. ¡Y ahora es mi turno! Me preparó y clavo los ojos en las ondas del látigo, para dar un salto justo a tiempo y meterle una patada eléctrica entre onda y onda.

—¡PATADA RAYOOOO! —exclamo, dejando que la electricidad recorra mi cuerpo y me ilumine con pequeños chispazos azulados.

Siento la Luz brotar desde mi corazón y llenar toda la estancia. Contra estas criaturas malvadas, la amistad y la justicia son un arma. Un arma que brota directa desde el corazón.

Mimi consigue calcular el tiempo exacto entre onda y onda del látigo, colándose entre ellas y asestando una patada en la mandíbula a aquella servidora de la Oscuridad. En ese momento la electricidad recorre todo el cuerpo de la sombra, llegando a provocarle un pequeño espasmo. No llega a soltar su látigo, sino que este continúa siendo una amenaza...

... Y con eso es con lo que no ha contado Mimi. Al retirarse no puede calcular bien el tiempo, y la sombra lo aprovecha para tirar con fuerza de su arma, haciendo que se enrede alrededor del cuello de la magical girl. Las llamas oscuras empiezan a quemar su cuello y puede sentir cómo la propia arma parece susurrar algo cerca de su oído...

-Sanará- repito, convencida. -Sanará- Dormilón es muy sabio, le sonrío y acaricio el hocico. Bastan sus palabras de ánimo para sentirme más segura. Incluso tanto, que su negativa a mi ofrecimiento no me causa dolor ni la veo como un rechazo. 

-Tienes razón. Primero he de quitarme esta mancha oscura. No es nada, ¡soy Sanadora! Es pan comido - y mi propia sonrisa me envuelve en una tímida y tibia luz.

Pero las cosas con el señor Kimi no van bien. Está muy alterado, seguro que la presencia de la Oscuridad le afecta y está intentando aprovecharse de sus debilidades, frustraciones y el miedo.

Ese miedo que huelo, que apesta. Bueno, es su aliento en realidad. 

Observo las tinieblas del interior, los fugaces resplandores. Miro esa mano que tanto dolor causa a mi amiga. No es correcto. No está bien. Sin embargo creo que insistir al bedel provocará más rechazo en él. 

He de ayudar a Momoka. He de auxiliar a mis amigas.

Cuando tira de Momoka de esa forma tan cruel, camino unos pasos al lado.

-Nosotras no hablamos así, señor Kimi. Míreme, soy Aoki Sayaka, me conoce. Todo el instituto sabe quien soy, siempre me ponen como un referente de la clase de estudiantes y personas que se forman aquí. Y ella es Momoka Miura, incapaz siquiera de tener un mal pensamiento. 

Le pongo una mano con ternura en el antebrazo- Usted no es así. Usted es buena persona. Es ese lugar, las sombras nos ponen nerviosos y en ocasiones alteran nuestra percepción de las cosas. Alejémonos de aquí, estoy de acuerdo. Pero, por favor, se lo ruego, está haciendo daño a mi amiga - y no lo voy a consentir-. Ella toca en nuestra banda, y este sábado damos un concierto en el instituto. Van a venir hasta los profesores. Espero que usted también.

La dulzura en mi mirada es auténtica, mi bondad resplandece en mis iris que se reflejan en los suyos. -Por favor. -hago una petición con sumo respeto inclinando la cabeza y el torso. 

La palabras de la sombra de Urashi me han tocado fondo, aunque no vaya admitirlo, pero no pienso dejar que me afecte. He de decir que aunque mi disposición es buena, me quedo parada mientras que mis amigas toman la iniciativa por mi. Aquel movimiento de látigo y la aparición de las marionetas me dejan bloqueada, porque aún flotan en mi mente aquellas palabras y dudo, no sé qué hacer con todo aquello. Por suerte Arashi sí, ella siempre sabe qué hacer. ¡Es la mejor! Aquello me anima a prepararme para lo siguiente que pueda venir mientras Mimi va a por ella, pero algo sale mal y la ha enganchado con su látigo. Debo quitarle aquello de encima, ya. ¿Pero cómo? «¡No pienses Katsumi, hazlo ya!»

- ¡Kiaaaaaaaaah! -Salto hacia adelante quedándome con las rodillas flexionadas y los dedos índices extendidos apuntando hacia el látigo- ¡DISPARO ARCOIRIS!

Un leve torbellino multicolor se levanta a mi alrededor y se enrosca por mis brazos hasta concentrarse en la punta de mis dedos, me centro en ello para que todo mi poder salga correctamente disparado hacia mi objetivo.

El torbellino arco iris sale de la punta de los dedos de Katsumi y llega hasta el látigo, pero lo hace de una forma tan débil que no logra empujarlo, ni hacer nada más que iluminar durante un instante esas llamas oscuras.

Los ojos de la criatura se posan entonces en Katsumi. Mientras tanto sigue tirando con fuerza del látigo, estrangulando cada vez más a Mimi.

—Tu amiga va a morir —dice sin mover la boca, con una voz que suena en el lugar, pero tiene un eco especial dentro de la cabeza de Katsumi—. Va a morir, y será tu culpa. Por débil. Por inútil. No eres nadie. Eres sólo una impostora. Será ella quien lo pague, pero la causa eres tú.

Primero me alegro, porque noto cómo mi patada rayo la electrocuta y le hace daño, ¡yay! Pero enseguida me doy cuenta de que he calculado mal o, más bien, que solo he calculado cómo llegar y no cómo marcharme después. «Uh-oh», pienso, un instante antes de que el látigo se cierre en mi cuello. 

—¡Arg! ¡No! —exclamo, al intentar liberarme, pero pronto ya no puedo hablar más porque se aprieta demasiado y me empieza a faltar el aire. 

No puede ser. La criatura es demasiado fuerte y es superinjusto. Y si me mata de verdad entonces seguro que ataca a mis amigas y otra vez que no habré podido defenderlas. Escucho los susurros del arma, que llegan directas a mis oídos, con un sonido sibilante.

«Eressss un fraude, Mimi, un essssstorbo.
Ni sssssiquiera eressss capaz de golpearnossss.
Vamossss a asssfixiarte y luego iremosss a por esa pelirroja que tanto te importa.
Acabaremosss con ella y con todassss tuss amigasss.
Y no podrásss hacer nada, porque caíssste la primera».

Noto cómo me late la sien y la sangre galopa veloz en mis venas. Se me llenan los ojos de lágrimas, pero no son de tristeza: son de rabia. Ahora sí que estoy enfadada. Esta mierda de monstruo no va a poder conmigo. No podrá con mis amigas, tampoco. Juntas somos mucho más fuertes que la Oscuridad, por eso siempre intenta separarnos. ¡Pero me niego! ¡No me da la gana! 

Aprieto las mandíbulas y me agarro con ambas manos al látigo, cerca de mi cuello. No va a poder con nosotras, ¡somos la Luz, somos la Justicia! ¡Y le voy a patear su cara de culo en nombre de la Justicia! Libero un ataque de rayos, directamente por las manos, para que recorra el látigo y alcance a la gilipollas esta de Urashi oscura. Si la original ya era lo peor, su versión chunga no mejora en nada.

Veo como mi ataque no surte ningún efecto y sacudo mi cabeza confusa, está muy claro que no estoy centrada, tengo que estar centrada, necesitamos que esté centrada. Entonces me preparo para volver a intentarlo pero entre los nervios de lo que pueda ocurrirle a Mimi y mi fallo, tardo en centrarme el momento suficiente como para que mi mirada se cruce con la de aquella sombra. Un momento que aprovecha para decirme aquello que no quiero escuchar.

- ¡Cállate! -Le grito asustada cuando habla así de lo que va a hacer con Mimi, incapaz de concentrarme.- ¡N-no es verdad! No... yo no... Mimi... -La miro ya llorando intentando volver a arremolinar mis poderes.- L-lo siento... ¡Lo siento!

Mimi se agarra con fuerza como puede al látigo, la miro, no quiero se muera por mi culpa, no quiero ser así, no quiero que nadie más pague por mi torpeza. Siento algo muy al fondo que no me deja parar de llorar, porque me recuerda la mayor culpa que tengo, la de que mis padres se divorciaran y me dejaran atrás, las discusiones constantes sobre mi, sobre mi carrera y la carga que les suponía. Y aunque yo creía que eso era algo que había quedado muy atrás, la voz de la sombra me lo recuerda con fuerza. Estoy intentando con todas mis fuerzas que no pase y miro a Mimi justo en el momento en el que desata de nuevo su poder.

- ¡Arashi! -Llamo a mi amiga, no sé ya muy bien por qué, quizá porque me queda algo de esperanza en que ella me saqué de ahí.

Y yo que creía que conseguiría asustarla con mi brillante entrada. Pues no, parece que no le basta que acabe con sus amigos oscuros para rendirse a la luz de mi corazón. Sé que tengo que pensar algo más, algo con mucha mucha más Luz, pero claro con eso solo consigo perder el tiempo y ver como las cosas no están yendo bien del todo. La Urashi oscura ha atrapado a Mimi y encima está menospreciando a mi mejor amiga. No, no y no, no voy a dejar que se metan con la mejor persona del mundo ni tampoco que mate a Mimi, eso sí que no.

Golpeo con mi puño la palma de mi mano y concentro toda la luz que puedo. «Luz que brilla en cielo, dame fuerzas», me digo mientras noto como si mi cuerpo ardiera. La mejor defensa es un gran ataque, eso lo sé por eso se va a enterar de que nadie se mete con mis amigas. 

―¡Rayo solar de la Justicia! ―exclamo, señalándola con mis dos puños y emitiendo toda la luz concentrada de mi corazón.

El rayo que Mimi libera viaja a toda velocidad por el látigo de aquella sombra. Parece que no se lo espera, porque su expresión refleja sorpresa y dolor cuando el rayo impacta en su mano y trepa por su brazo. No llega a soltar el látigo, aunque es evidente que le cuesta mantener el agarre. Podéis ver cómo sus dientes se aprietan mientras los últimos golpes de la electrocución la sacuden.

Sin embargo, una vez que ese momento pasa, Mimi sigue a su merced. La sombra tira del látigo, acercándola, y lo va recogiendo con otra mano. Cuanto más tira del látigo más se aprieta este en el cuello de Mimi y más la obliga a acercarse. La chica puede sentir cómo las llamas negras siguen quemando su piel y susurrándole todo tipo de amenazas mientras ya queda casi al alcance de la mano de aquella Campeona.

La sombra desvía su mirada de Mimi el tiempo justo para comprobar qué está haciendo Katsumi, y sonríe. Parece alegrarse de ver cómo está sufriendo. Cuando mira a Arashi lo hace justo cuando la luz está concentrándose en sus manos. Como respuesta tira un poco más de Mimi, queriendo ponerla entre ella y aquel ataque.

Algo cambia entonces. Justo tras la sombra, mientras observa, Katsumi puede ver algo inesperado en el reflejo de aquellos espejos.

Cuando Sayaka le dice aquellas palabras, Dormilón tarda un momento en responder. Parece estar observando al señor Kimi y también de vez en cuando la entrada del aulario. Está claramente preocupado. Desde su escondite repite algunas de las palabras de Sayaka.

—Sanará —dice, convencido—. Eres una verdadera Luz, Sayaka —le recuerda—. Pero ahora te necesitan. Tus amigas te necesitan.

Las palabras de Sayaka sí parecen hacer dudar al bedel. La mira a ella durante un momento, aún sin soltar a Momoka, y después a esta última. Por un instante parece que ni él entiende muy bien qué está haciendo. Finalmente sus ojos van hacia el lugar por el que tiene agarrada a la alumna, y al verlo con sus propios ojos la suelta de inmediato. Parece confundido.

—¿Pero qué...? —empieza a preguntar.

Desde dentro del aulario se oyen los gritos de vuestras amigas. Reconocéis algunas de las palabras que dicen, y es evidente que están dando lo mejor de sí en medio de un combate. El señor Kimi mira durante un momento hacia el aulario, pero luego niega brevemente con la cabeza. Parece que quiere resistirse a entrar ahí.

—Os venís conmigo —les dice a las chicas—. Vamos al despacho de dirección. Si de verdad no habéis hecho nada malo, no tendréis nada que temer.

Está claro que por un lado sigue molesto, y que aunque las palabras de Sayaka le han sacado de su trance algo en ellas, o su actitud, o alguna otra cosa, le ha molestado mucho.

Sé que le he hecho daño, y no se lo esperaba, he podido verlo en su cara. Pero no afloja el agarre y cada vez me arde más el cuello. 

«Ríndete, Mimi. No puedesss vencer».

Me niego. Me niego a rendirme. Con las manos aferrando el látigo me revuelvo, intento liberarme sin éxito. Pero no me rindo. Mis ojos están encendidos del mosqueo que llevo encima y también tengo un poquito de susto, porque no recuerdo haberme visto tan atrapada nunca. 

«Vamossss, deja de revolverte, no tienesss naada que hacer».

Me empieza a faltar el aire y me noto un poco mareada, la visión se me nubla y por momentos me parece que hay dos Urashis oscilando entre sí. Me fallan las rodillas, aunque ahora mismo no las estoy usando, porque es el látigo el que me arrastra. Hasta me planteo por un instante si no sería más sencillo dejar de resistirme y dejarme llevar. Pero es entonces cuando escucho un susurro mucho más tenue, como una vibración subsónica escondida dentro de los armónicos del siseo de la voz del látigo. 

«Socorro… Ayuda… Acaba… con ella…».

Pestañeo, helada al entender que hay algo consciente en el arma, algo que pide auxilio. ¿Será Urashi? No he reconocido la voz, pero sí he entendido el mensaje. Aprieto las mandíbulas y me preparo. Estoy casi al alcance de su mano y eso significa una cosa: que ella está también al alcance de mi patada-rayo.

—Arrgggghhhh —emito un sonido ahogado cuando concentro la Luz de mi interior para lanzar un golpe con el pie.

Los relámpagos me recorren hasta impactar con un potente trueno al golpearla. Intento apuntar al lugar donde sujeta el látigo, para que lo suelte, pero también quiero hacerle daño y devolverle parte del que me ha hecho ella a mí.