Partida Rol por web

LVPERCALIA.

10:31. Aldea del Rey.

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02/02/2009, 15:07
Director

Sin embargo, las intenciones de Isabel jamás llegan a materializarse: en lo que dura un pestañeo, la chica se ha levantado, sin que pudiera constatarse la ejecución coordinada su incorporación, sino más bien alzándose de repente como un tentetieso, al advertir la proximidad de la oronda auxiliar de clínica. Detrás de ella, escucha la voz asustada de su compañero, aunque amortiguada por la lluvia que azota sus oídos y un zumbido insidioso que comienza a deslizarse por ellos:

-¡Cuidado, Isabel!

La chica está allí de pie, sobre el puente, a unos seis metros de distancia, cabizbaja, con el cabello imposibilitando el contemplar su rostro, y manotea el aire en una, dos, tres ocasiones, como sacudida por espasmos.

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02/02/2009, 15:22
Isabel Fernández

Aterrorizada doy un salto atrás al ver como se levanta la joven dejando escapar de mi boca un chillido de pánico.

Camino unos pasos hacia atrás mirándola y luego me giro echando a correr hacia Alberto.

Vámonos de aquí! VAMONOS YA ! ! !

Empiezo a correr hacia el pueblo lo más rápido que mis piernas y mis kilos me dejan.

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03/02/2009, 02:51
Director

Alberto no puede detenerla, pero se queda rezagado, dudando y profundamente extrañado por la reacción de Isabel.

-¿Isabel, qué ocurre? Tendríamos que hacer algo, ¿no? Parece que está... como ida –grita.

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03/02/2009, 08:15
Isabel Fernández

Calla y corre! - me limito a contestar en un modo un tanto brusco a Alberto dando unos pasos hacia atrás para cogerle del brazo y tirar por él. - Vamos!!

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03/02/2009, 13:51
Director

La urgencia de Isabel termina por decidir a Alberto. Sin embargo, un gorjeo enervante que comienza a brotar a sus espaldas, variándose en una risa histérica y convirtiéndose por fin en un escalofriante aullido los lleva a girar la cabeza. La chica está allí sobre el puente, a menos de quince metros, cabeceando en el aire y la expresión de su rostro ajado no puede ser sino la de una demente.

Isabel y Alberto corren por la carretera con el corazón latiéndoles en sus pechos como pájaros abatidos, perseguidos por una salva de alaridos, y ni la lluvia puede borrar de sus retinas tan sobrecogedora visión.

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03/02/2009, 14:26
Isabel Fernández

Corro más rápido de lo que jamás creí que pudiera correr. Parece que nunca vayamos a alcanzar el dichoso pueblo. No entiendo qué demonios está pasando ni por qué nos tiene que pasar todo esto a nosotros. Ahora mi  única preocupación es correr.. y correr... llegar cuanto antes a aquel pueblo y pedir ayuda.

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06/02/2009, 12:45
Director

Sus suelas repican sobre el asfalto mojado hasta que el aullido deja de escucharse. Completamente empapados, los dos auxiliares de clínica embocan la desviación hacia la Aldea, un camino hormigonado y estrecho.

Antes de internarse por él, Alberto otea la carretera, en busca de un coche.

-Nada, no hay ni un carmen –proclama. –Isabel, ¿qué cojones está pasando? ¿Por qué…? –Iba a preguntar: “¿Por qué hemos salido corriendo como locos?”, pero parece tenerlo muy claro al evocar las visiones recientes. Concluye: –Vamos, apresurémonos hasta la Aldea, hay que pedir ayuda. Pero sin correr más, por favor, estoy un poco mareado…

A unos doscientos metros, pueden asomarse en una curva que desciende y distinguir ya el pueblo.

Al fondo, divisan lo que los lugareños llaman La Luna, una zona de roca caliza rica en minerales de hierro, de relieve irregular y anómalo, y que fue explotada como mina desde antes de los romanos hasta mediados del siglo XX. La explotación minera había sido básicamente a cielo abierto, de ahí el relieve irregular, extraterreste. Los túneles que pueden apreciarse en la actualidad son básicamente para las vías por las que las vagonetas sacaban el mineral de la zona minera, y unían la Aldea y el Cerro del Hierro con el puerto de Sevilla. Con el hierro extraído de estas minas se forjaron las rejas que limitan las fachadas de la Real Fábrica de Tabacos o la estructura del puente de Isabel II sobre el Guadalquivir. A medida que se aproximan, distinguen la estación y los raíles abandonados.

La aldea, tras la caída de la minería, sufrió el despoblamiento; los residentes fijos nunca habían alcanzado el centenar. Hoy en día habitarán muchos menos.

La lluvia sigue cayendo, el pueblo se mantiene recogido sobre sí mismo.

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06/02/2009, 17:05
Isabel Fernández

Sigo caminando hacia el pueblo a paso bastante rápido, pero sin correr, por Alberto. Le ayudo a caminar más aprisa, imagino que se encontrará fatal después del accidente. Al ver el pueblo tan cerca mis pasos aumentan el ritmo por la necesidad de llegar cuanto antes y dejar todo aquello atrás.

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12/02/2009, 23:17
Director

A unos quinientos metros del pueblo, se encuentra la casa del Parrita. Así se la conoce por la rústica pérgola hirsuta de sarmientos que presenta en uno de los laterales y donde los locales más reputados compartían vasos de mosto y tomaban decisiones. En esto que Isabel y Alberto distinguen que una de las hojas de la puerta principal está abierta.

-Vamos a cobijarnos ahí dentro, Isabel –sugiere el muchacho, haciendo más breves sus pasos.

El agua les chorrea a ambos sobre el rostro.

Notas de juego

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14/02/2009, 15:55
Isabel Fernández

Camino a prisa junto a Alberto mirando cada poco hacia atrás inconscientemente... Con miedo a que aquella mujer.. o lo que fuese... Miedo a que nos siguiera...  miedo a que se nos presentase de golpe y porrazo ante nosotros. Corriendo sin pensarlo entro con Alberto en la casa de Parrita cerrando la puerta tras nosotros.

 

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15/02/2009, 19:34
Director

El lugar queda en penumbras. Ambos tratan de abarcar el espacio en que se encuentran con una escrupulosa mirada. Se encuentran en un modestísimo salón. A su izquierda, se abre una habitación, por cuyos postigos cerrados se cuela algo de la lóbrega luz diurna. Un poco más allá hay un pasillo, en el que se distingue una puerta que comunica con una pequeña cocina. Al final del pasillo, una puerta de madera que da a una terracita sombreada por la vid, golpea en su marco, mal encajada. Enfrente, hay dos puertas más: una aparece entornada y la otra es la de un cuarto de baño. Se diría que no hay nadie o, por lo menos, nadie los ha oído irrumpir. Sólo se oye el batir de la puerta y el sonido de la lluvia sobre las tejas.

Notas de juego

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16/02/2009, 22:20
Isabel Fernández

Me adentro en la casa despacio. El sonido de la puerta golpeando el marco cada poco hace que mi pulso se acelere más si cabe... Miro a Alberto y sin mediar palabra continúo avanzando. Me asomo a la habitación de la izquierda ¿Hola? ¿Hay alguien?

No se si prefiero obtener una respuesta o no ... si la obtengo ¿qué le voy a decir? ¿qué hacemos aquí? invadiendo una casa ajena... huyendo de... ¿de qué? nos tomarían por locos santo dios !

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17/02/2009, 08:19
Director

Pero nadie responde, y, además, aguzando un poco más el oído, distinguen un sonido insidioso, una especie de chasquido, de crujido, de restallido, procedente de la habitación que tienen enfrente, aquélla con la puerta entornada.

Pero nadie responde, y, además, aguzando un poco más el oído, distinguen un sonido insidioso, una especie de chasquido, de crujido, de restallido, procedente de la habitación que tienen enfrente, aquélla con la puerta entornada.

¿Son segundos los que pasan, minutos, de lúgubre y reconcentrado silencio? Es imposible determinarlo. Alberto es quien lo rompe:

-¿Tendrán teléfono, Isabel?

Notas de juego

Sería la habitación 2.

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17/02/2009, 22:03
Isabel Fernández

La angustia se podera de mi. Todos esos ruidos parecen sonar más fuertes en mi cabeza, cualquier cosa por minúscula que sea, en estas circunstancias parece incrementarse mil veces... Me adentro en la habitación asustada, pero dispuesta a comprobar si tienen teléfono como ha sugerido Alberto - Espero que sí... hoy en día todo el mundo tiene que tener teléfono... sí... fijo que lo tienenen - parece que más que convencerle a él intento convencerme a mi misma de que encontraremos un teléfono.

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18/02/2009, 09:49
Director

La puerta rechina sobre sus bisagras. Está oscuro allí dentro, los ojos de Isabel ingieren las motas de luz que se deslizan desde el pasillo, rastreando el interior de la habitación. De pronto, sus espinillas chocan con algo, hay una silla caída a los pies de una cama cuyo armazón es de hierro colado. Se aparta inquieta y, entonces, su sien derecha se topa con algo, un bulto grande que se balancea al choque. Gira la cabeza rápidamente y descubre que hay un hombre ahorcado a pocos centímetros de su rostro, colgado de una de las vigas de madera.

Notas de juego

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18/02/2009, 10:12
Isabel Fernández

Esta demasiado oscuro, así que avanzo despacio, con pasos cortos pero tratando de que sean seguros. Al tropezar con la silla primero doy un pequeño grito pues tengo los nervios a flor de piel, para luego transformarlo en un leve quejido por el dolor de la espinilla.. - Joder! - me giro y .... AAAAAAAAAAA !!!!!!!!!!!!!! Grito ante tal visión, lo primero que viene a mi mente es la mujer de antes, fantasmas o cosas peores! Grito asustada... hasta que tras unos segundos reparo en que tan solo es un hombre... ahorcado... muerto... desfigurado... pero un hombre! un cadáver como tantos otros!

Retrocedo otro poco hasta Alberto - Dios santo! Tiene que haber algún teléfono en la casa, será mejor llamar al a policía, esto no me gusta nada ¿pero qué es todo esto? - Antes de salir del cuarto echo un rápido vistazo, entre la oscuridad, tratando de distinguir algún teléfono.

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18/02/2009, 20:32
Director

Sobre una mesilla de noche Isabel descubre un teléfono.

Alberto irrumpe en la habitación:

-¡Isabel, qué pas…? –La exclamación del joven se trunca cuando su mirada se posa sobre el ahorcado. –Dios mío –alcanza a musitar. - ¿Qué está pasando aquí, Isabel?

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19/02/2009, 08:27
Isabel Fernández

No lo se Alberto, no lo se... y tampoco estoy segura de querer saberlo... todo esto me pone los pelos como escarpias! Será mejor llamar a la policía cuanto antes. Me acerco a la mesilla de noche y descuelgo el teléfono para llamar.

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19/02/2009, 20:32
Director

Isabel se acerca el auricular al oído… ¡para apartarlo inmediatamente: un gemido de tonos agudísimos sale disparado de él y ha estado a punto de taladrarle el tímpano! Inmediatamente, antes de que pueda rehacerse, sus nervios son crispados por un poderoso estruendo. Les bastan unos segundos para reconocer que alguien está aporreando la puerta de entrada.

Alberto, superado el pasmo, se gira para acudir a abrir. De refilón, Isabel distingue un hilillo de sangre escurriéndose de su oreja izquierda.

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19/02/2009, 20:48
Isabel Fernández

Al oir ese gemido suelto el auricular como si ardiese en mi mano mientras yo misma pego otro grito asustada. El aporrear de la puerta me hace dar otro grito. Esto no puede estar sucediendo... Pero qué está pasando aquí ? .... Al ver a Alberto ir hacia la puerta voy tras él mientras le digo en voz baja pero lo suficiente para que me oiga...

ESPERA !!! no!! on sabemos quien puede ser... ten cuidado...  - Me fijo en la sangre que sale de la oreja de Alberto, pero no le digo nada por no preocuparle... Debería de verle un médico cuanto antes.

Quiero salir de aquí cuanto antes, quiero irme .. lejos... estoy bastante asustada.