Partida Rol por web

LVPERCALIA.

¡Adeptos!

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09/11/2009, 13:31
Isabel Fernández

Isabel trata de entrar en la casa en cuanto Alberto abre la puerta. Los nervios son tales, que Isabel se acelera toda tratando de entrar como sea sin haberse percatado de que Silvia había tropezado al entrar. Isabel tropieza tras Silvia cayéndose de bruces y dándo con su boca entreabierta por el susto contra el suelo.

- Tiradas (1)

Tirada: 1d100
Motivo: des x 3
Dificultad: 27-
Resultado: 94 (Fracaso)

Notas de juego

uuu que tirada mas horrible

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10/11/2009, 14:05
Francisco Jose Gonzalez "Pacojó"

  Pacojo intenta retirarse siguiendo a Silvia e Isabel, a tiempo de ver como sus compañeras tropiezan entre si y caen al suelo despatarradas. Maldiciendo Francisco intenta moverlas empujándolas para que se metan en la casa, pero el dolor rampante de su mano herida le hace lanzar una exclamación de dolor y instintivamente se aparta.

http://www.comunidadumbria.com/fckeditor/editor/cs...); ">

Sin opción para huir, se encara contra las atacantes intentando cubrir a los demás bloqueando la cancela de la entrada con su corpachón.

- Tiradas (1)

Tirada: 1d100
Motivo: desX2
Dificultad: 18-
Resultado: 97 (Fracaso)

Notas de juego

Pues entonces la mía es aberrante XDDD

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11/11/2009, 13:05
Director

La mirada angustiada de Alberto ha ido reparando alternativamente ora en el desplome sucesivo de sus compañeros ante el umbral, ora en la jauría que ya les han dado alcance. Venciendo su estupor, se decide a sortear a Francisco José, quien se ha afanado inútilmente por levantar a las mujeres y ahora trata de protegerlas, y la emprende a patadas con una de las que llega.

Su arrojo es recompensado y un chasquear de costillas rotas prende en el aire cuando su empeine impacta contra el costado izquierdo de la oponente, imposibilitándole que pueda echársele al cuello. Francisco José, mientras tanto, ha logrado mantener a raya mediante puntapiés y puñetazos a la otra enloquecida en cabeza, una chica de escasa edad con un grumo de sangre en el lugar de la boca.

-¡Adentro, adentro! –está gritando el muchacho.

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11/11/2009, 13:31
Director

Dando saltitos como un púgil preparándose para el asalto, Alberto empuja a Francisco José hacia Silvia e Isabel.

-¡Entra, rápido, ayúdalas!-vocifera de nuevo.

Y enseguida, salta y logra sacudirle un patadón en pleno rostro a la cría que acosa al arqueólogo; su nuca se estampa contra la fachada y un repiqueteo de dientes fracturados acompaña al de la lluvia cuando su faz se despide hacia delante con violencia.

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13/11/2009, 10:29
Silvia Montes

Aunque torpemente he conseguido incorporarme. No me atrevo a mirar atrás, mi mirada se centra únicamente en el umbral de la casa, donde puedo ver a mi hija en el suelo. Ya voy mi vida... Soy consciente de que Alberto arriesga su vida por nosotros, intentando mantenerlos a raya...  Pero soy incapaz de volver a asestar un golpe, mi pulso tiembla, y mi corazón se estremece con cada sonido que llega a mis oidos. Miro a mi lado, y veo a Isabel en el suelo, intentando incorporarse.

Venga, date prisa.... Le digo a la mujer al coger de su mano y estirar de ella. Finalmente conseguimos entrar en la casa y me giro con el cuchillo bien cogido en mi temblorosa mano. Y con el firme propósito de no dejar entrar a ninguno de esos seres al interior.

- Tiradas (1)

Tirada: 1d100
Motivo: ayuda
Dificultad: 45-
Resultado: 17 (Exito)

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13/11/2009, 19:10
Director

Aquella mujer rubia, bien parecida y ensangrentada como un matarife ha conseguido transmitirle su coraje a aquella mujer fornida, de brazos y muslos como troncos, cuyo rostro orondo y severo tan sólo presenta un rasguño a causa del tropiezo.

En este momento se entregan a un reconocimiento instantáneo del nuevo entorno mientras la algazara y las carreras persisten justo ahí fuera.

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13/11/2009, 19:50
Director

Aún asomada al quicio, en un vistazo involuntario, Isabel alcanza a distinguirlo bajo la lluvia, avanzando desde el comienzo del pueblo: una figura que se sacude forzando las articulaciones como una marioneta sin hilos y que levita, el contorno de un hombre que levita en dirección al tumulto.

Notas de juego

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13/11/2009, 19:54
Isabel Fernández

Qué coño es aquello????????? - exclama Isabel sin dar crédito a lo que veía. Cuando creía que con aquellas "mujeres" ya lo había visto todo, se percata de la presencia de aquel extraño ¿hombre? 

Pero lo véis? joder? pero... qué cojones! 

Notas de juego

imagino que puedo hacer un comentario, pues no implica acción ninguna

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13/11/2009, 22:32
Director

El grito de Isabel hace que Alberto, ufanado de sus golpes exitosos y confiado en poder dominar a esos espantajos, vuelva la cabeza, incurriendo en una distracción fatal: la mujer que había herido surge de su aturdimiento como una pantera y le escarba con las uñas en la cara, el cuello, el pecho, y brotan los caños de sangre al tiempo que una de las más viejas se abraza a sus piernas y con certeros mordiscos le descarna los muslos. Superado por el dolor y la sorpresa, el muchacho es derribado y rodeado por las otras dos que en vano habían tratado de acometerle.

Francisco tiene sus propios problemas: la niña, ajena a la agonía de sus quijadas en ruinas, deja babas ensangrentadas a lo largo de las mangas de su impermeable, obstinándose en morder hasta el hueso.

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15/11/2009, 11:29
Director

El salón en el que se encuentran podría pasar por un almacén de muebles viejos y polvorientos. Una serie de cuerdas lo atraviesan de parte a parte soportando jamones y chacinas, así como algunas hoces. Al fondo se advierten dos puertas abiertas, una que comunica con una pequeña habitación igual de atestada y la otra con una cocina mugrienta.

Alicia se mantiene petrificada al pie de un angosto hueco de escaleras.

Notas de juego

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15/11/2009, 22:22
Isabel Fernández

Isabel, sin dudarlo, se dirige a trancas y barrancas en busca de un par de las hoces que cuelgan. Las coge mirándolas con la cara ya desencajada por la histeria mezclada con el pánico de la situación. Ese rostro no era el de la Isabel de siempre, sino el de alguien que poco a poco estaba perdiendo la poca cordura que le quedase.

Girándose vuelve hacia la puerta para ayudar a Alberto y a aquel hombre. No... esas bestias no pueden salirse con la suya.

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16/11/2009, 17:16
Silvia Montes

Las palabras de Isabel me hacen volver rápidamente la cabeza. Horrorizada puedo ver como Alberto y Francisco se estan llevando la peor parte... Por un momento me quedo aturdida, sin saber qué hacer. Mi corazón clama con correr junto a mi niña, pero no puedo dejar a los dos hombres solos... Mierda! Cariño, no te muevas!!! Le grito, mientras me lanzo junto a Isabel. En mi mente solo hay un propósito... Matar!!! Siento como mi sangre hierve, como la adrenalina se apodera de mis sentidos y claman por descuartizar a esas personas que nos estan acosando. Ahora es la ley del mas fuerte, vive o muere. Es lo único que importa, y por mi parte no pienso ponérselo fácil.

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18/11/2009, 00:15
Francisco Jose Gonzalez "Pacojó"

 Francisco observa aterrorizado como las mujeres posesas se abalanzan sobre el infeliz Alberto que tumbado en el suelo poco puede hacer ya por defenderse. En un momento dado tan dantesca escena le lleva a recordar el cuadro de “Diomedes devorado por sus caballos” del perturbador pintor francés Gustave Moreau.

Sabe que en esos momento debería estar regurgitando lo poco que le quedase en el estomago. Si es que a esas alturas le quedaba algo. Pero la adrenalina y su endeble instinto de supervivencia le impelen a permanecer centrado en resguardar su propia vida. Por muy patética que fuera, era la que le había tocado vivir y aun no estaba dispuesto a dejarla escapar.

Asqueado, presta atención a la repugnante presencia de lo que antaño fue una niña, que intentaba en vano hincarle el diente, mientras inútilmente le babeaba sanguinolentamente la manga del grueso impermeable.

-          ¡Apártate de mi engendro!- Exclama furibundo.

Lanza de nuevo un puñetazo al rostro de la muchacha, pero su mano impacta dolorosamente contra el cráneo de esta, sin que se inmute. Apartando rápidamente la mano intenta retirarse hacia el portal de la casa. Si entrasen en ella tal vez aun tendrían una vaga esperanza de sobrevivir.

- Tiradas (1)

Tirada: 1d100
Motivo: aporrear
Dificultad: 50-
Resultado: 96 (Fracaso)

Notas de juego

 En serio estos dados parecen trucados para que salgan 96 todo el rato -_-

Aquí les dejo el cuadro de Moreau.

http://spain.intofineart.com/upload1/file-admin/images/new5/Gustave%20Moreau_L8cvK6.jpg

Y perdón por el retraso, que me despiste y no me di cuenta de que me tocaba TT_TT

 

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22/11/2009, 14:32
Director

Pero Francisco José no puede achacarse enteramente el fracaso de su ataque, sino que más bien, su sistema nervioso se ha ido embebiendo del himno pánico que un heraldo de lo numinoso viene entonando, captable al principio exclusivamente por el paleoencéfalo, y entendible a medida que el orate ha ido agotando la distancia hasta el improvisado altar.

-“(…) y cuando conocieron claramente la orden de Baco las hijas de Cadmo, se precipitaron no menos ligeras que palomas, en carreras acordes con sus pies,
su madre Agave con sus hermanas y todas las bacantes, y por la torrentera del valle y los precipicios saltaban, enloquecidas con la inspiración del dios.

Impelido a volverse, el arqueólogo distingue al hierofante, en el mismo momento que Isabel y Silvia hacen por acudir en su ayuda, y ellas también fijándose en él y aquietándose en pleno umbral: la lluvia salpica en el volumen de su figura, una pura desazón articulada, fantoche que el viento arrastra, el remedo de un varón que levita a medio metro del suelo en dirección a ellos desde el comienzo del pueblo, como un espantapájaros zarandeado por niños invisibles, sólo que la dolorosa extinción de sus ojos y el manantial de sangre copioso, inagotable, de sus ingles, lo delatan como mortificada carne humana. ¿Qué viene declamando con una voz estriada por potencias ctónicas?

-“Cuando vieron a mi señor subido en el abeto, primero piedras violentamente le arrojaban, subidas a una roca como una torre, y le disparaban sus varas de abeto; otras le echaban los tirsos por el aire a Penteo, blanco desgraciado, mas no le llegaban. Situado en mayor altura que la del deseo de ellas estaba el desgraciado, lleno de apuro.

Estando a menos de veinte metros de ellos, las puertas de un balcón en la acera de enfrente se disparan de repente y un hombre emerge y se arroja de cabeza por encima de la barandilla y resuena con sus huesos sobre la calzada.

La niña que acosaba a Francisco José procede a arrancarse el cabello a puñados y se suma a sus compañeras para terminar de despedazar a Alberto, cuyos ojos están vueltos.

Notas de juego

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22/11/2009, 14:34
Director

Silvia percibe con fascinación y horror a partes iguales como el rostro de su ex marido, Vicente, se superpone por unos instantes al del desdichado Alberto, y experimenta el impulso desalmado de convertirse en una de las ménades.

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22/11/2009, 14:34
Director

Isabel percibe con fascinación y horror a partes iguales como el rostro de su padre se superpone por unos instantes al del desdichado Alberto, y experimenta el impulso desalmado de convertirse en una de las ménades.

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22/11/2009, 14:35
Director

-“(…)Saltó desde arriba y desde arriba hacia el suelo cae dando infinitos alaridos Penteo, porque ya cerca de su desgracia se dio cuenta. Su madre la primera comenzó como una sacerdotisa el sacrificio, y cayó sobre él. —Yo, madre mía, soy tu hijo Penteo, el que pariste en la casa de Equión; compadéceme, madre, y por mis faltas no mates a tu hijo—. Ella, echando espuma y estrábicos sus iris girando, sin cuidar lo que debía cuidar, dominada por su Baco, no le hizo caso” -seguía diciendo.

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22/11/2009, 14:35
Director

Francisco José puede reconocer ahora a este recitador de Eurípides conducido por demonios, por más que lo haya conocido pocas veces en su vida: ese rostro, pese a lo demacrado, es imborrable por odioso: ¡se trata del doctor Hilario Benjumea!

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22/11/2009, 14:36
Director

Mas, en el último momento, consigue sobreponerse, si bien un entumecimiento de cuerpo y mente la faculta tan sólo para encontrar refugio.

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22/11/2009, 14:37
Director

Mas, en el último momento, consigue sobreponerse, si bien un entumecimiento de cuerpo y mente la faculta tan sólo para encontrar refugio.