Partida Rol por web

Todo el grupo terminó por aparecerse en la misma entrada del MACUSA, pero a diferencia de lo que sería lo habitual tras cruzar las puertas giratorias, el lugar estaba completamente vacío, como si ni un alma estuviese en la sede. El silencio imperante hacía presagiar que algo realmente siniestro estaba por ocurrir, haciendo que la sensación de opresión y ansiedad en el pecho fuese realmente molesta. ¿Qué había sucedido con todos los agentes, funcionarios y demás personal autorizado que deberían estar custodiando el lugar y vigilando la posible entrada de enemigos?

Aunque varios hechizos reveladores y contrahechizos generales como el Finite Incantatem fueron ejecutados por los presentes en las inmediaciones, nada parecía indicar que hubiesen magos oscuros escondidos, lo cual empezaba a resultar francamente extraño y perturbador. ¿Dónde estarían todos? Las respuestas empezaron a cobrar sentido por sí mismas tras subir la larga escalera de mármol y llegar al lobby principal, donde los primeros cadáveres repartidos por el suelo y marcas inequívocas de lucha empezaron a revelarse frente a ellos, pero lo que resultaba más extraño era la presencia de casquillos de bala en dirección al pasillo que daba entrada a la sala del pentagrama, y los numerosos agujeros en los cuerpos de los magos y brujas que habían tratado de acercarse. ¿El enemigo los había tomado por la espalda?

De pronto, desde las galerías superiores se empezaron a escuchar pasos apresurados acercándose y el sonido inequívoco de armas de fuego de los nomaj siendo cargadas, como si tratasen de rodearles desde todos los frentes aunque no se mostrasen abiertamente, pero justo defendiendo la puerta principal de la sala de pentagrama, el escuadrón Montgomery reconoció un rostro familiar rodeado de dos matones a su lado, de alguien que ya habían enfrentado horas antes.

- Vaya, vaya vaya... ¿pero a quién tenemos aquí, señores? Ni más ni menos que el grupo de malnacidos que no han dejado de interferir en nuestros asuntos... - mencionó apuntándoles con una pistola un tipo trajeado al que Richard Montgomery reconocería como Salvatore Maranzano, líder de la mafia italiana - El señor Montgomery y su escuadrón de inútiles, si no estoy equivocado. ¿A qué debemos vuestra visita? ¿No entendéis que el señor Grindelwald ya es el amo y señor de este lugar? Aunque mirándolo desde el lado positivo, estáis ahorrándonos el tener que daros caza por toda la ciudad... Casi podría decir que esto es simplemente perfecto... ¿Últimas palabras?

Cuando ingresamos al lugar, todo parecía en orden, al menos hasta que dimos con los primeros cuerpos y un grupo de mafiosos decidió honrarnos con su presencia.

El maldito gángster se dio el lujo de ponerse a hablarnos con una absoluta superioridad, lo que terminó de cabrearme más allá de cualquier punto de negociación, este lobby sería su tumba y la de todos sus hombres.

Con mis ojos llenos de furia observo al gángster mientras sujeto mi varita con fuerza y le dirijo unas palabras a Woodbridge antes de ponerme en movimiento buscando cobertura.

Woodbridge sabes que hacer, yo voy a redecorar todo este maldito lobby, espero que el personal de limpieza no se moleste por el desastre. - digo mientras inicio el ataque buscando una columna tras la cual cubrirme al tiempo que me permitiera un ataque limpio contra mi objetivo.

Esta vez no habrían prisioneros, le cortaría la maldita cabeza de un solo tajo y luego haría explotar a sus subordinados con una bombarda máxima, no había duda en mi, sólo una clara intención de matar.

Hubiera escupido al suelo si no fuese una persona tan educada. Si algo despreciaba más que a los vampiros eran a aquellos que usaban armas nomaj contra la comunidad mágica, y los italoamericanos eran expertos en ello...

Volví a mirarlos... y volví a reprimir las ganas de escupir como muestra del más absoluto... desprecio...

Los volví a mirar... y esta vez si... escupí... - ¡puagh! mafia...

Estudié las alternativas... ¿Atacar? No era especialmente bueno en ello... ¿esconderme? No, demasiado cobarde... ¿huir? No, jamás, no era una opción... ¿qué hacer? Entonces lo recordé... recordé mi juramento. Recordé quien soy y en que soy bueno. Realmente bueno. Soy un medimago, uno de los mejores del mundo. Y junto a mi tenía una de las mejores combatientes del MACUSA, la señorita Rhydderch... mi prioridad debía ser ella.

Y no hizo falta que Riley me impeliera a ayudarla, ya había tomado una decisión... y eso haría... la salvaría... si.

Señorita Rhydderch, ¿es tan amable de acompañarme a mi laboratorio? Debo... chequearla, una vez más, para que pueda unirse a la lucha en plenitud. Por el camino le explicaré - entonces me giré hacia Roman Glasier, afortunadamente ya había "despertado" pero continuaba mirando todo y a todos con cara de no saber muy bien que hacer. Bien, yo le daría un cometido. De los más importantes, y que además le proporcionaría una buena exclusiva... si sobrevivíamos a todo esto.

Señor Glaser, también necesito de su presencia, ¿le importa acompañarnos? Le prometo que solo le llevará unos minutos y después podrá volver a subir a presenciar el desenlace del enfrentamiento.

Miré entonces al jefe Montgomery y éste me devolvió una sonrisa, asintiendo, sin duda conocía cuales eran los puntos fuertes de cada miembro de su escuadrón, y contaba además con su confianza. Él sabía que yo jamás abandonaría la lucha si no fuera estrictamente necesario. Y lo era.

Comenzamos entonces los tres a movernos rápidamente hacia las escaleras antes de que los tipejos inmundos se diesen cuenta de lo que ocurría.

Camino al laboratorio les expliqué a mis acompañantes cual era la situación...

Bajamos las escaleras todo lo rápido que la prudencia nos permitía. Sería absurdo que alguno cayera rompiéndose el cuello por ahorra ¿qué? ¿un par de segundos? Paso firme y seguro.

Entramos al laboratorio tras acreditar mi identidad (no era sencillo acceder a él si se carecía de ella, era muy celoso con mi trabajo, y ni siquiera los más altos cargos podían entrar sin mi permiso, amen de varios hechizos protectores que solo yo conocía).

Dentro me encontré con mis chicos, Thomas y Mariah. Ellos siguieron trabajando en el cometido que les dejé encargado, ajenos a todo lo que había ocurrido varias plantas por encima de sus cabezas.

Fue un fallo por mi parte no haberlos avisado de lo futil de su tarea en estos momentos, aunque cuando todo estuviera solucionado ya habría tiempo de pedir disculpas.

Los presenté a todos de manera rápida y me centré en Alma.

Señorita Rhydderch, si es tan amable - la cogí y de la mano y con suavidad la invité a que se tumbara sobre una camilla. Le desabroché un par de botones de la camisa para poder bajarsela un poco y dejarle al descubierto el cuello y parte del hombro. En otras circunstancias me hubiera asombrado de la tremenda belleza de la joven aurora, pero el momento me impedía hacerlo.

En resumen, si tiene lo que creo que tiene y lo que la señora Goldstein ha insinuado, su sangre está... mancillada, infectada con la ponzoña del principe Salieri. Eso, irremediablemente, la pone en un proceso de conversión... digamos que el punto final a todo será su definitiva transformación en uno de ellos. Una vampyr. Además, creará un vínculo tan fuerte con su... "creador", que puede tardar varios cientos de años en atenuarse, con lo cual usted se convertirá en sierva de él. Eso es algo que no podemos permitir, y no creo que usted quiera permitirlo.

Ahora bien. Existe un modo de revertirlo. Y ahí es donde entro yo. Bien. Lo que voy a decirle ahora solo lo saben unos pocos... muy pocas personas... - en ese momento miré a todos, incluso a mis compañeros del laboratorio, que se mantenía a la expectativa. Ni siquiera ellos sabían lo que iba a revelar.

Soy un dhampiro... mi familia y yo mismo, llevamos infinidad de generaciones dándoles caza, impidiendo que su número crezca de manera que haga inviable la convivencia de todas las especies mágicas, incluida la suya propia. Puedo revertir el proceso, extrayendo la sangre... pero es un proceso muy complicado, extremadamente exigente... y con pocas posibilidades de éxito. Puede acabar conmigo, con usted, o con nadie, puede acabar convertida en vampiro, o como mal menor, en dhampiro...

Morderé su cuello, Alma - en ese momento pasé a tutearla - y chuparé su sangre. Con ello, espero poder extraer toda la ponzoña vampira. El riesgo es... el riego es que debo luchar contra mi instinto. Contra todos... para que se haga una idea... imagine el hambre más atroz que haya vivido y situese frente a una mesa repleta de manjares. Imagine ahora que se ha sumergido bajo agua y cuando está a punto de ahogarse, comienza a respirar el aire más limpio y puro que pueda imaginar. Y ahora, imagine una noche romántica y pasional con la persona que más le atraiga del mundo, lleve su excitación al punto justo anterior al climax... bien, pues todo ello sumado, multiplíquelo por cien... y será algo parecido a lo que experimentaré al chupar su sangre... debo controlarme y creame, es muy duro hacerlo.

No puedo prometer mantener la concentración para no dejarme llevar... si eso ocurre... usted moriría, Alma... y Glaser, incluso Thomas y Mariah estarían en peligro...

Y ahí entra usted, Roman... si ve que llego a ese punto... debe separarme de la señorita Rhydderch... máteme si es preciso, pero debe de hacerlo, sin dudarlo. Hubiera preferido al señor Riley, pues necesito a alguien que no vacile ante tal situación. ¿Cree que podrá hacerlo, Roman?

En ese caso... comencemos...

De nuevo Abelen había sido el causante de su desdicha, oh... como le odiaba, si Jonathan no lo descuartizaba lo haría ella... En los ojos de la joven mujer se reflejó el odio que sintió, pero al menos, el saber que James había sido atendido y seguramente ya estaría a salvo le hizo poder volver a su cometido como auror, debían ir al MACUSA sin perder más tiempo.

Cuando llegaron a la sede y vieron los cuerpos sin vida perforados por heridas de bala lo supo, no había duda de que los seguidores nomajs de Grindelwald estaban allí, y los vio, eran los mafiosos.

Segundos después Jonathan ya corría a atacar al cabecilla sin esperar nada más y Woodbridge invitaba a Alma bajar a su laboratorio y poder tratar la maldición que acechaba su vida. Así Diana se desplazó a una de las naves laterales, con la intención de poder resguardarse del tiroteo que sin duda vendría a continuación, e ir avanzando entre ellas, para poder apuntar hacia sus oponentes con mayor "tranquilidad y precisión". Mientras se movía, alzó su varita y lanzó un poderoso fumos hacia sus adversarios, sin duda aquella nube de humo les impediría acertar en sus disparos y les daría una preciosa ventaja a ellos para poder resguardarse.

Décadas como periodista de guerra, y por primera vez desde que salió de ese maldito campo sintió que no estaba preparado para lo que podría pasar. Esas malditas atrocidades estaban jugando con los cuerpos, más que solo matarlos. Sintió una mezcla de horror y angustia, hasta que el crujido de la espalda de Rosetti le hizo reaccionar.

La cabeza le iba a estallar, pero se obligaba a no cerrar los ojos, así sus dientes crujieran por la presión que hacía sobre estos. Su visión se tornó borrosa, pero se obligó a enfocar la vista.

Vio a alguien llevarse a Petri. Los rostros apenas eran sombras reconocibles en medio de puntos de colores y una vertiginosa sensación de mareo, pero a base de blasfemar contra los vampiros se obligó a mantenerse consciente.

Ni para salvarle la vida Woodbridge era capaz de decir bien su apellido, pero pasó a segundo término: le salvó la puñetera vida.

¿Últimas palabras?

Escupió un gargajo de sangre al suelo. La cabeza le martilleaba, pero era consciente de la situación. Era incapaz de hablar, pero asintió a Woodbridge, pese a que le dolieran las sienes al mover la cabeza; le debía la vida, después de todo.

Conteniendo las maldiciones que quería lanzar por el infernal martilleo en su cabeza al caminar, pero se obligó a correr. Cuando estuvieron abajo, con los puños apretados se obligaba a sí mismo a mantenerse ecuánime.

Entendió, por fin, el dilema y peligro que aquella medida desesperada significaba para el auror. En un gesto silencioso, pero que era un mundo para alguien que tras años de tortura rehuía todo contacto físico, puso una mano en el hombro de Woodbridge. Era una silenciosa afirmación, que pocos entenderían. Roman, tras su encierro, evitaba todos los lazos afectivos. Salvo Petri, no permitía a nadie entrar. Porque cuando alguien se volvía su amigo, se volvía capaz de todo, y ello le costó años de su vida.

No te mataré, pero te separaré de ella. Juró. Nunca dejaba a nadie detrás.

Montgomery mostró su desagrado al reparar en la presencia de Salvatore Maranzano, el líder de la mafia italiana al que ya había visto en el Madison Square Garden y más tarde en la azotea del edificio vecinal de Calvin Jones. No había podido salvar la vida del muchacho, pero aún podría vengarse acabando con esos spaghettis.

-Me alegro que me reconozca -dijo Montgomery, con sorna, sonriendo a las palabras del mafioso-. Esta ya es la tercera vez en que nos cruzamos y le aseguro que no va a haber una cuarta.

El jefe auror estuvo a punto de echarse las manos a la cabeza cuando vio que un impulsivo Riley se lanzaba a atacar al jefe mafioso a pecho descubierto, habiendo alrededor de una docena de mafiosos por toda la sala, armados con armas de fuego y decididos a acribillarles a balazos desde la planta superior. Definitivamente había perdido la cabeza y, si nadie lo ayudaba, lo iban a acribillar de un instante a otro. Por suerte, Selwyn, más previsora, se disponía a lanzar un Fumos que les permitiría curbrirse.

Montgomery no dudó sobre qué tenía que hacer. Echó a correr como no había corrido nunca para aprovechar una cobertura lateral y, mientras avanzaba, apuntó a las galerías superiores para provocar que estas se vinieran abajo, con los mafiosos aún en ellas, y acabar con aquella desventaja numérica a la que se enfrentaban.

-Bombarda Máxima -musitó.

Ida, Jonathan la sujetaba desde la cintura cuando logró recuperar la conciencia e intentaban escapar de la guerra campal en que se había transformado aquel lugar. Alma sin embargo, solo podía dar un paso a la vez y eso significaba un gran dolor, era cómo si vidrio molido corriera por sus venas. Un sudor helado la recorría y extenuada intentaba seguirle el paso al auror hasta llegar a MACUSA. No pudo dejar de pensar que estaba tan cerca de su venganza, pero su cuerpo no reaccionaba. ¿Qué era lo que había pasado? Solo recordaba el inicio de la batalla y a Grindelwald jalando de su brazo. 

Ese roce había sido tan familiar...

a tropezones llevaría a MACUSA, levantando pesadamente la cabeza, apuntó su varita hacia aquellos hombres que los amenazaban, pero su pulso temblaba, cada vez era más consciente de su fin y que no podría concretar lo que tanto había deseado, erradicar de ese mundo a Grindelwald y a su peste. Soltó un suspiro ahogado, Jonathan y el resto iba a pelear, cuando la voz de Woodbridge la envolvió y tomó su mano. Era casi tan helada como la de ella, pensó al mirarlo y con un lacónico movimiento de su cabeza, lo siguió.

En el estado en que estaba solo sería un estorbo para Jonatan y el resto, así que mientras el medimago debía sujetarla por la cintura para llevarla a un lugar más en calma, ella voltearía su rostro y con un sentido silencio, gesticuló un breve adiós a su amigo. Al parecer para Joshua no estaba todo perdido y buscaría la forma de salvarla y ella se aferraría a esa idea, aunque no había escuchado todo lo que habían conversado hasta ese momento. 

No ofreció mucha resistencia la aurora, como un cachorrito obedeció a Joshua y se recostó en la camilla, el hielo dentro de ella era insoportable y cada vez se le hacía más difícil fijar una idea, solo se iba sumergiendo más y más en la oscuridad en la que aquel príncipe la hizo caer, sin embargo lograba escuchar lo que Joshua le decía, ahora era más claro su comportamiento cuando la perra insulsa de Grindelwald arrojó aquella sangre al suelo. Era el hambre. 

— confió... en ti — sujetó la mano de Joshua y esbozó una sonrisa suave, muy suave aunque no menos hermosa a pesar de la palidez mortuoria que se asomaba sobre sus mejillas cual mal presagio — sí no hay otro camino... prefiero tomarlo... estamos muy cerca... estoy muy cerca de... de hacerlo pagar — Joshua comprendería en ese instante que solo la venganza habitaba en la cabeza y en el alma de la aurora y que aquel esfuerzo que haría podría simplemente alargar en unos cuantos minutos más la vida de Alma, pues su destino sería enfrentar a Grindelwald y de seguro tan solo sobreviviría uno tras aquello. Lastimosamente, la balanza indicaba que era mucho más seguro que el mago oscuro saliera victorioso de aquella batalla. 

— ya... no tengo miedo... — anunció con renovada motivación tras un breve silencio, el riesgo era enorme, incluso si lograba liberarse de la ponzoña, su aliado podría matarla o el mismo proceso podría hacerlo. O incluso, podría quedar maldita también. Apretó la mano de Joshua, — si todo sale bien, debemos salir a beber algo... pocos son los que me muerden el cuello... y por lo menos... antes me invitan a algo — se ríe, antes de quejarse del dolor que sentía, era hora, así que los centímetros que separaban a Joshua del cuello de Alma se volvieron una eternidad para la joven, hasta que su piel se desgarró ante los colmillos del dhampiro. Se quejó, sus brazos sujetaron al hombre y lo rodearon, estirando de sus ropas, otro quejido seguido de un gemido en realidad más placentero, pues lejos de sentir dolor, lo que sentía era un extasis que iba en aumento y que hacía desaparecer el frío que antes se estaba propagando por su cuerpo. 

jaló un poco más de sus ropas,  el placer aumentaba. Había leído por ahí que el dolor y el placer no eran muy distintos y de seguro se refería a una experiencia como aquella. Sus labios se entreabrieron y fue consciente cómo nunca de su entorno, de las sensaciones y cómo sus sentido vibraban ante el aroma y el roce de Joshua que de seguro también disfrutaba de aquella tórrida experiencia. Sus dedos se agarrotaron y su vientre explotó ante aquellas sensaciones que se arremolinaban en él. Luego todo se volvió una placidez extrema, mientras el supor de un cansancio cándido la comenzó a rodear, sus brazos comenzaron a aflojar dándose cuenta que Joshua estaba llegando a aquel punto donde debía detenerse o asesinarla. Glaser debía estar atento y ahora que ella dejaba de moverse y cerraba sus ojos, daba cuenta de ese punto.

luego de eso, todo fue oscuridad simplemente.

no supo cuánto tiempo fue, pudo ser una eternidad o incluso otra vida cuando Alma abrió los ojos de golpe y recuperando el aliento se sentó en la camina sobresaltada. Su mano fue a su pecho, el que... ¿latía? Sí, un ligero murmullo, pero ahí estaba. Sus pulmones se llenaron de aire de nuevo y tuvo que dar dos o tres bocanadas de aire para saber que funcionaban. Su mirada se enfocó en sus colegas que aún atónitos salía de la sorpresa de saber que había sobrevivido aunque por unos instantes había dejado de respirar. En esos instantes pensaron que la habían perdido, pero no, ahí estaba, sentada, respirando.

— ¡¿qué ha pasado?!— preguntó con sus bríos renovados, llevando su mano a su cuello en donde aún estaba la herida de la mordida y la sangre escurría, pero ya lentamente. El frío de la muerte, sin embargo, seguía ahí, enraizada en su cuerpo, pero en vez de debilitarla como antes, parecía darle más energía, una fuerza que no conocía. Sus ojos asustados se enfocaron en Joshua, esperando una explicación. 

Todo se precipitó en un suspiro, y sin pensárselo dos veces, fue Riley quién inició la carrera hacia el líder mafioso Salvatore Maranzano, sin ni si quiera responder a sus palabras. Con suma habilidad, Jhonatan acortó la suficiente distancia como para lograr ejecutar desde lejos un poderoso Sectum, el cual voló raudo y preciso sin darle el tiempo suficiente para reaccionar, decapitándolo en el acto. Durante un largo segundo el mafioso siguió consciente, como si Riley hubiese fallado el conjuro, incluso logrando que Salvatore sonriese confiado de que nada le había sucedido. Sin embargo, una línea recta de sangre no tardó en manifestarse en el cuello del delincuente, desplazándose la cabeza hacia adelante hasta caer abruptamente en el suelo, terminando de colapsar el cuerpo sin vida tras aquello.

La dantesca visión dejó alucinando a los mafiosos provistos de las Thompson, como no creyendo lo que acababan de ver sus ojos, pero como si entendiesen que las vidas se les iban en ello de no reaccionar, los gritos de "Fuego" no tardaron en ser proferidos desde los distintos flancos.

Las balas empezaron a volar desde todas las direcciones, siéndoles arduo complicado a los aurores recién llegados lograr cubrirse a tiempo, pero las providenciales acciones tanto del jefe Montgomery haciendo derruir con una potentísima Bombarda una de las galerías elevadas donde estaban apostados varios mafiosos, cayendo desde gran altura la inmensa mayoría o quedando desequilibrados. Y el denso Fumos de la joven Selwyn, quién nubló la visión de los gángsters de la otra galería elevada, evitaron que lo que podría haber sido una masacre en contra de los aurores, estuviese siendo todo lo contrario.

Tanto Glaser, Woodbridge como la joven Rhydderch se habían perdido escaleras abajo hacia el nivel inferior, quedando en manos del viejo auror el salvarle la vida a la atractiva agente de campo, Nott y Petrov seguían siendo un mero lastre, y solo Porpentina Goldstein y Theseus Scamander eran los únicos activos que podían ayudar al escuadrón Montgomery, aunque a duras penas podían más que levantar barreras defensivas para evitar ser acribillados.

- Esto es una jodida locura, jefe Montgomery. ¿No cree que deberíamos aguardar a la llegada de refuerzos antes de avanzar hacia la sala del pentagrama? Aún con los estragos que acabamos de provocarles, siguen superándonos en número esos malditos gángsters... - expresó la joven Goldstein, más para sí misma a modo de desahogo que no aguardando una respuesta directa del que momentáneamente era su superior. El señor Riley ha quedado ahora mismo en medio de la nada, joder. ¡Theseus, proporciónale una cobertura para que pueda regresar hasta nuestra posición, tras esa columna tarde o temprano será alcanzado! ¿Alguna respuesta de Albus Dumbledore y de la Confederación Internacional de Magos? Dijeron que vendrían en nuestra ayuda, ¿no? - y en efecto, la mayoría de las balas no dejaban de golpear en la columna tras la que a duras penas Riley había logrado parapetarse.

- En efecto, están por llegar de un momento a otro. Nuestro deber es lograr contenerles y no permitir que salgan del MACUSA bajo ningún concepto... Hoy daremos caza y reduciremos a Gellert Grindelwald, el mago oscuro más poderoso de todos los tiempos y a sus acólitos... - mencionó el auror Scamander, quién ejecutó en ese instante un Depulso contra los dos mafiosos restantes que tenían a tiro al apuesto interrogador, para permitirle una cobertura a Riley, aunque sin mucho éxito. ¡Cuidado Riley, a tus tres en punto!

Fue entonces que se produjo un fuerte terremoto con epicentro en la sala del pentagrama cercana, el cual por suerte impidió que Riley fuese tiroteado a traición. Como si se hubiese fragmentado la tierra en dos mitades y desde los más profundo del mismísimo infierno estuviese aflorando la más densa y oscura maldad, el edificio al completo empezó a moverse, siendo necesario que todos los presentes se sujetasen y pusieran a cubierto. Todos intuyeron que algo muy malo estaba por llegar, pero la realidad fue mucho peor de lo esperable... La puerta de entrada a la sala del pentagrama se entreabrió a los pocos segundos, justo cuando el temblor que removió desde sus cimientos a la sede finalizó, apareciendo en vista de todos las mismísima presidenta Picquery. No obstante, sus pasos eran erráticos y torpes, su mirada perdida en la nada, y cuando dio la impresión de levantar la cabeza y que iba a hablar algo, solo un profundo sonido gutural fue emitido por su boca.

Lo peor de todo fue ver como algunos de los cadáveres de los mafiosos abatidos por el jefe Montgomery, e incluso el cuerpo sin cabeza de Salvatore Maranzano empezaron a moverse dando espasmos y amenazando con incorporarse. ¿A caso iban a levantarse los muertos de un momento a otro? ¿Había empezado el apocalipsis? ¿Estaría sucediendo lo mismo en otros puntos a o ancho y largo de la ciudad de New York?

- Por las barbas de Merlín... Decidme que no es verdad lo que estoy viendo... - exclamó Cantankerus Nott abrazándose a sus piernas en posición fetal, temblando de miedo y emergiendo lágrimas de sus ojos. joder, joder, joder...

Muy al fondo, en el interior de la sala del pentagrama, viendo a través de la pequeña abertura que la puerta dejaba entre ver, todavía pudieron observar como las llamas iban extinguiéndose del pentagrama central, el cual claramente había sido utilizado como círculo mágico en un ritual de magia negra. ¿Dónde estaban Grindelwald y sus acólitos? ¿por qué no podían verles allí dentro?

Todo se precipitó en un suspiro, y sin pensárselo dos veces, fue Riley quién inició la carrera hacia el líder mafioso Salvatore Maranzano, sin ni si quiera responder a sus palabras. Con suma habilidad, Jhonatan acortó la suficiente distancia como para lograr ejecutar desde lejos un poderoso Sectum, el cual voló raudo y preciso sin darle el tiempo suficiente para reaccionar, decapitándolo en el acto. Durante un largo segundo el mafioso siguió consciente, como si Riley hubiese fallado el conjuro, incluso logrando que Salvatore sonriese confiado de que nada le había sucedido. Sin embargo, una línea recta de sangre no tardó en manifestarse en el cuello del delincuente, desplazándose la cabeza hacia adelante hasta caer abruptamente en el suelo, terminando de colapsar el cuerpo sin vida tras aquello.

La dantesca visión dejó alucinando a los mafiosos provistos de las Thompson, como no creyendo lo que acababan de ver sus ojos, pero como si entendiesen que las vidas se les iban en ello de no reaccionar, los gritos de "Fuego" no tardaron en ser proferidos desde los distintos flancos.

Las balas empezaron a volar desde todas las direcciones, siéndoles arduo complicado a los aurores recién llegados lograr cubrirse a tiempo, pero las providenciales acciones tanto del jefe Montgomery haciendo derruir con una potentísima Bombarda una de las galerías elevadas donde estaban apostados varios mafiosos, cayendo desde gran altura la inmensa mayoría o quedando desequilibrados. Y el denso Fumos de la joven Selwyn, quién nubló la visión de los gángsters de la otra galería elevada, evitaron que lo que podría haber sido una masacre por parte de los aurores, estuviese siendo todo lo contrario.

Tanto Glaser, Woodbridge como la joven Rhydderch se habían perdido escaleras abajo hacia el nivel inferior, quedando en manos del viejo auror el salvarle la vida a la atractiva agente de campo, Nott y Petrov seguían siendo un mero lastre, y solo Porpentina Goldstein y Theseus Scamander eran los únicos activos que podían ayudar al escuadrón Montgomery, aunque a duras penas podían más que levantar barreras defensivas para evitar ser acribillados.

- Esto es una jodida locura, jefe Montgomery. ¿No cree que deberíamos aguardar a la llegada de refuerzos antes de avanzar hacia la sala del pentagrama? Aún con los estragos que acabamos de provocarles, siguen superándonos en número esos malditos gángsters... - expresó la joven Goldstein, más para sí misma a modo de desahogo que no aguardando una respuesta directa del que momentáneamente era su superior. El señor Riley ha quedado ahora mismo en medio de la nada, joder. ¡Theseus, proporciónale una cobertura para que pueda regresar hasta nuestra posición, tras esa columna tarde o temprano será alcanzado! ¿Alguna respuesta de Albus Dumbledore y de la Confederación Internacional de Magos? Dijeron que vendrían en nuestra ayuda, ¿no? - y en efecto, la mayoría de las balas no dejaban de golpear en la columna tras la que a duras penas Riley había logrado parapetarse.

- En efecto, están por llegar de un momento a otro. Nuestro deber es lograr contenerles y no permitir que salgan del MACUSA bajo ningún concepto... Hoy daremos caza y reduciremos a Gellert Grindelwald, el mago oscuro más poderoso de todos los tiempos y a sus acólitos... - mencionó el auror Scamander, quién ejecutó en ese instante un Depulso contra los dos mafiosos restantes que tenían a tiro al apuesto interrogador, para permitirle una cobertura a Riley, aunque sin mucho éxito. ¡Cuidado Riley, a tus tres en punto!

Fue entonces que se produjo un fuerte terremoto con epicentro en la sala del pentagrama cercana, el cual por suerte impidió que Riley fuese tiroteado a traición. Como si se hubiese fragmentado la tierra en dos mitades y desde los más profundo del mismísimo infierno estuviese aflorando la más densa y oscura maldad, el edificio al completo empezó a moverse, siendo necesario que todos los presentes se sujetasen y pusieran a cubierto. Todos intuyeron que algo muy malo estaba por llegar, pero la realidad fue mucho peor de lo esperable... La puerta de entrada a la sala del pentagrama se entreabrió a los pocos segundos, justo cuando el temblor que removió desde sus cimientos a la sede finalizó, apareciendo en vista de todos las mismísima presidenta Picquery. No obstante, sus pasos eran erráticos y torpes, su mirada perdida en la nada, y cuando dio la impresión de levantar la cabeza y que iba a hablar algo, solo un profundo sonido gutural fue emitido por su boca.

Lo peor de todo fue ver como algunos de los cadáveres de los mafiosos abatidos por el jefe Montgomery, e incluso el cuerpo sin cabeza de Salvatore Maranzano empezaron a moverse dando espasmos y amenazando con incorporarse. ¿A caso iban a levantarse los muertos de un momento a otro? ¿Había empezado el apocalipsis? ¿Estaría sucediendo lo mismo en otros puntos a o ancho y largo de la ciudad de New York?

- Por las barbas de Merlín... Decidme que no es verdad lo que estoy viendo... - exclamó Cantankerus Nott abrazándose a sus piernas en posición fetal, temblando de miedo y emergiendo lágrimas de sus ojos. joder, joder, joder...

Muy al fondo, en el interior de la sala del pentagrama, viendo a través de la pequeña abertura que la puerta dejaba entre ver, todavía pudieron observar como las llamas iban extinguiéndose del pentagrama central, el cual claramente había sido utilizado como círculo mágico en un ritual de magia negra. ¿Dónde estaban Grindelwald y sus acólitos? ¿por qué no podían verles allí dentro?

A Abelen le estaba costando bastante estar ahí adentro, malestar y asco, y en cierta forma, bastante ira por lo que presenció, el gigantesco mortifago prefería usar la fuerza bruta a la magia negra.

Estaba incómodo, con la varita en una mano, y el puño americano en la otra, listo para dar lucha y salir de ahí, ahora le resultaba una locura este plan, escapar era la mejor opción para el silencioso oso polar, no era cobarde ni mucho menos, pero debía sobrevivir a esta lucha.

Aunque no exento de riesgos, Joshua Woodbridge había asumido que la única opción que tenía para salvar la vida de Alma era succinar la ponzoña vampírica, aunque aquello implicase que quizá el proceso no saliese según lo esperado o que en el peor de los casos, su sed de sangre le llevase a un frenesí incontrolable que pusiese en riesgo a todos.

Advertidos todos de lo que iba a suceder, y asintiendo Alma al viejo auror con en ánimo de aferrarse a la vida, Joshua empezó a succionar la sangre de la fémina, presenciando todos una escena de los más atípica, morbosa y sensual. Los gemidos de placer y los movimientos sutiles ruborizaron por completo a Mariah, quién precisó apartar la mirada al ver como su cuerpo reaccionaba por instinto ante tal escena. Quién se mantuvo atento e impasible fue Roman Glaser, quién era consciente de que llegado el momento, debería intervenir si la situación se salía de control y el dhampiro se excedía.

Durante un largo minuto Woodbridge se alimentó de Alma, disfrutando enteramente de la experiencia, pero en el momento oportuno, retirada ya la maldición del Príncipe Salieri, fue capaz de reaccionar y apartar sus incisivos del cuello, haciendo acopio de todas sus fuerzas y apretando los puños para no abalanzarse y continuar con aquello.

- Wow, menudo espectáculo... Jamás imagine ver a mi jefe de laboratorio mordiendo el cuello de una atractiva dama, aunque he de decir que hacía ya un tiempo que sospechaba de su condición... - confirmó con una sonrisa el asisente de Woodbridge, denotando por su mirada que estaba sorprendido por lo que acababa de presenciar, pero que iba a ser una tumba al respecto de lo visto. ¿Cómo ha ido? ¿Está fuera de peligro?

Woodbridge supo de inmediato que a pesar de que la joven estaba fuera de peligro, su acción conllevaría serias consecuencias en la mujer. Los ojos de Alma habían cambiado ligeramente su coloración a un tono más bermellón, y como dhampiro experimentado, no tardó en percatarse de que acababa de transformar a la joven Rhydderch en una dhampiro. ¿Estaría bien aquello? ¿Qué sucedería si se descontrolaba y empezaba a alimentarse en breves por la imperante necesidad que siempre afloraba en los neófitos? Sin duda, no podía desentenderse de ella, un lazo mucho más íntimo que el de amantes se había fraguado inconscientemente entre ambos, y aunque quisieran evitarlo, los dos ya sabían que sus destinos estaban ligados.

Alma no tardaría en experimentar una extraña sensación en su cuerpo, como si todos sus sentidos estuviesen agudizados y tanto su condición física como la magia inherente en su persona desde su nacimiento se hubiesen potenciado. Sentía que podría ser capaz de cualquier cosa, incluso de destruir a Grindelwald sin ningún esfuerzo, y es que no solo se potenciaron sus sentidos, si no que algunos sentimientos de su antigua yo se habían grabado a fuego. El odio hacia Gellert Grindelwald ahora era superlativo, y el amor que sentía por Riley se había amplificado hasta poder considerarse una obsesión. ¿Podría manejar en un futuro aquellos efectos secundarios a su nueva condición como dhampira?

Aún estaban analizando la nueva situación todos los presentes, cuando de pronto un terremoto con epicentro en el salón del pentagrama les sorprendió. Los mismos cimientos de la sede habían sido removidos, y aunque no fuesen capaces de asegurar que sucedía fuera del laboratorio en el que se encontraban, un mal presagió los invadió e incluso creyeron que desde lo más prfundo de su ser algo resonaba con fuerza. ¿A caso habían sido abiertas las puertas del Abismo? ¿Se había desatado el apocalipsis que tanto temían?

De pronto, un sonido sordo como de golpes con los puños contra una pared les hizo mirar en una dirección concreta de la estancia, y fue Mariah la que rompió el tenso silencio.

- Oye Thomas, ¿no estaba dentro de ese depósito el cuerpo del sujeto al que acabamos de hacerle la autopsia? ¿Cómo se llamaba? A ver... - y tomado el informe sobre la mesa, releyó la identidad del sujeto -  Vannie Higgins, varón caucásico de 32 años, irlandés afincado en Brooklyn. Trabajaba como lugarteniente de Bill Dwyer y como estibador en uno de los astilleros del señor George Shelvin... Ejem... Murió ayer por la madrugada a las 03:45h, aquí mismo entre las paredes del MACUSA, causa de la muerte desangramiento tras cortarse las venas con una lanceta. Se adjunta el testimonio de una enfermera que afirma haber sido noqueada por la espalda cuando trataba las quemaduras de tercer grado ocasionadas por un Fiendfyre... Aquí mencionan que las quemaduras fueron auto-inflingidas y que ¿el señor Woodbridge? fue quien le salvó la vida inicialmente usando un Fiendlocke y practicándole unos eficientes primeros auxilios, tras ser interrogado, Porpentina Goldstein lo condujo hasta la sala médica donde fue puesto en observación...  - y con gran sorpresa miró a Joshua para que confirmase aquello -  Como sea... ¿Deberíamos abrir y ver que sucede aquí dentro? - y con dudas reflejadas en su mirada, miró al jefe Woodbridge y su compañero de laboratorio, esperando confirmación. ¿Sería prudente ver que estaba ocurriendo allí dentro?

Estaba salivando, Joshua estaba en silencio, pero el hambre, una que antes no había sentido jamás, la estaba corroyendo por dentro, al igual que esa sensación de supremacía. Su cuerpo estaba tenso, cada músculo agarrotado y su vista se perdió en la sangre que tenía Joshua en los labios. Se mordió su propio labio mientras, absorta se le antojaba de manera desmedida su propia sangre. 

Afortunadamente el temblor la sacó de aquella ensoñación, aunque el hambre no se iba ni tampoco esa sensación de salir corriendo y asesinar a quien se le colocase por delante. El hambre, los deseos de venganza y el amor por Ed y por Jonathan se volvían tan intensos que lograban nublar su cabeza. 

— ni se te ocurra abrir esa puerta — jadeando se puso de pie, tuvieron que ayudarla para mantenerse en pie, aún mareada por la fuerte experiencia vivida, pero con sus sentidos absolutamente desbordados, enfocó su mirada carmín en aquella mujer y luego en la puerta — Grindelwald consiguió lo que buscaba —  ahora, miraba a Joshua, su corazón latía, y si no fuera por lo que le estaba pasando, se le saldría del pecho ahora que lo contemplaba. Nuevamente, el aroma a sangre la perdió por unos segundos y sus pupilas dilatadas mientras lo miraban, aumentaban esa belleza desbordante de aquella mujer. 

—  ah... rayos... —  murmuró, para despertar —  son inferis... cualquier que caiga muerto, quémenlo o coártenlo en pedazos, no... dejen rastros para que no lo usen en nuestra contra —  dio un paso, volviéndose a tambalear sujetándose del brazo de Joshua —  debemos ir con todos... el apocalipsis se ha desatado y nos lo estamos perdido, — sonrió de medio lado, aunque las piernas le temblaban aun, solo por eso no había salido corriendo.

-¡¿Refuerzos?! ¿Qué refuerzos, Goldstein? ¡No queda nadie que pueda ayudarnos! -exclamó Montgomery, sabiendo que en esos instantes estaban solos contra el peligro. Dodge había sufrido graves heridas la noche anterior, Rosetti estaba muerto, de Grimmson no sabía nada desde que se había marchado al piso franco de Riley, y Abelen... era un completo traidor. Y por desgracia, la ausencia de Rhydderch y Woodbridge les deja muy reducidos en número-. ¡Hay que aguantar todo lo que podamos a esas cosas y no dejar que salgan de MACUSA! ¡Usad solo hechizos de fuego contra los mafiosos que quedan en pie! ¡Así no se convertirán en inferis al morir!

Cuando la puerta de la sala del pentagrama se abrió, el jefe auror divisó a la presidente Picquery, aunque a juzgar por sus torpes pasos y el sonido gutural que brotaba de su garganta, supo que posiblemente ya no quedase nada humano dentro de ella. Si todos los no-majs marcados con la estrella de cinco puntas se encontraban en ese estado, desde luego no podían permitirse perder ni un segundo.

-¡Eh, señor Nott! ¡Esto es tan real como la vida misma y si no hace algo por defenderse, esos seres le alcanzarán antes de lo que espera! -le espetó a Nott, con brusquedad, esperando que al menos sus palabras fueran suficientes para que, en caso de que Nott y Petrov no luchasen, al menos sí huyesen de allí cuanto antes para no ser devorados-. ¡Riley, Selwyn, Goldstein, Scamander, solo hechizos ígneos! ¡Prioricen a los mafiosos que siguen en pie!

Montgomery apuntó en dirección a los mafiosos italoamericanos que aún seguían en pie, sabiendo que por cada cadáver que dejasen, un inferi más se alzaría. Solo las llamas podrían detenerlos.

-Fiendfyre -murmuró, apuntando en dirección a los mafiosos de las Thompsons.

No sabía (ni tenía forma de saber) de los motivos de la auror para hacer semejante petición. Se sentía estúpido e incluso un poco avergonzado de sí mismo, y por ello, más en deuda. Preparó su varita, alistándose para lo que sea que pudiera pasar, y contuvo un juramento.

Casi parecía un momento erótico entre dos amantes. Se habría volteado, pero era consciente de que aquel éxtasis era una ilusión y que debía de vigilar, atendo a cuando tuviera que separarlos. Pudo compartimentar, viendo aquello como lo que realmente era: un momento delicado donde se jugaban dos vidas. Por un momento, la mujer cayó, y pensó que quizá ya era tarde. Entonces, ella jadeó por aire, reanimada de improviso.

– ¡Detente ya! – llamó a Woodridge, colocando una mano en su hombro para intentar hacerlo reaccionar, o empujarlo, y si eso no funcionaba ir a medidas más extremas como atestiguaba su varita. Sabía que el auror había pedido en serio que hiciera hasta lo imposible por separarlos si este no podía detenerse.

No fue necesario: él mismo logró hacerlo. Lo tomó de los hombros, para distraerlo y asegurarse de que Woodridge volvía a ser el mismo.

No sabía qué era exactamente Woodridge, pero si supo que aquello era delicado: quizá era un vampiro, quizá había una maldición o un mestizaje oculto, pero no necesitó más para saber que debía ser un secreto. Su percepción de quien hasta hace poco le era insoportable, cambió: él mismo llevaba la cruz de la “sangre sucia”, y esto era más grave.

– ¿Qué necesitas? – preguntó, lacónicamente. Se refería a qué necesitaba Woodridge para controlarse, de ser necesario.

Más los cimientos de la tierra parecieron moverse.

Escuchó con atención los detalles de la autopsia. Pese a que las mujeres eran multifuncionales por naturaleza, él había aprendido a repartir su atención: tienes que hacerlo cuando balas de muggles silban a tu espalda y costados mientras escribes apresuradamente los detalles de la escaramuza del día en una guerra ajena. Ahora, volvía a estar en un campo de batalla de un país extranjero.

– Iré yo primero, a reconocer el terreno. – aquel inusual par debía aun estar descontrolado por la experiencia recién vivida.

¿Cómo se puede explicar el titánico esfuerzo que requiere separarte del cuello de una vampiresa neonata? ¿Acaso le puedes explicar a un ciego que es el color verde? ¿Acaso una persona que jamás ha experimentado el sentido del olfato puede entender el significado del olor a tierra cuando caen las primeras lluvias? No... la respuesta es no. 

Empirismo, tal y como exponía Hume.

Así que cuando me separé de la señorita Rhydderch, lo hice en un estado mental que rozaba la locura, un descenso a los abismos de la conciencia donde gustosamente me hubiera sumergido. Tan solo una férrea disciplina entrenada de manera rigurosa durante toda mi vida me permitió mantenerme cuerdo.

Sonreí a Alma, con la cual había compartido un momento tan íntimo que nuestras vidas quedarían ligadas para siempre.

Me giré hacia Glaser, que me había agarrado del hombro, con suavidad pero a la vez con firmeza, dándome a entender que estaba listo... y le sonreí, dándole las gracias de manera silenciosa, no era cómoda la posición en que lo había puesto, y sin embargo... ahí estaba.

Me acerqué a uno de los armaritos privados que tenía en el laboratorio. Un sencillo hechizo murmurado en casi completo silencio me permitió abrirlo y extraer varios viales con un líquido oscuro, rojizo, que mantuve semiocultos mientras me acercaba de nuevo a Alma.

Alma... es complicado... 

Guardé nuevamente silencio... tenía mucho en la cabeza, había que decir muchas cosas y apenas si teníamos tiempo, pero no podía obviarlo, sería muy peligroso, e imprudente. Alma necesitaba saber... conocimientos básicos sobre su nueva condición... y el resto de presentes, bueno, se habían ganado el derecho a saber también.

Señores... soy un dhampiro. Supongo que ya lo habrán supuesto. Alma estaba... infectada, tras el mordisco de Salieri, e iba a convertirse en una vamphyr en poco tiempo. La única manera de revertirlo era extrayendo la sangre mancillada. Es algo extremadamente difícil de realizar y, uno de los riesgos, es que acabe convirtiéndose en la misma criatura que trata de salvarla. Eso es lo que ha ocurrido aquí ahora.

Alma, querida, te he liberado del influjo de Salieri, eres libre, dueña de ti misma, pero se ha creado un vínculo entre nosotros más fuerte aun si cabe. Hasta que domines tu nueva condición, soy responsable de tus actos... en realidad... de ahora en adelante eres responsabilidad mía... hija... 

Eres... no se como decirlo rápido de modo que lo entiendas... eres más vulnerable de lo que crees. Tienes una sensación increíble que te recorre por dentro... desconfía... es producto de la reciente conversión... es una ilusión. Si, eres más poderosa, pero a la vez te hace mucho más débil... debes de actuar como... como antes de esto... no te dejes arrastrar al frenesí... cuando aprendas a dominar tu poder, en ese momento si podrás, y verás como le sacas partido.

Toma - y le entregué los viales con sangre que había cogido momentos antes - son de mi reserva personal. Afortunadamente mi trabajo me permite tener un acceso ilimitado a sangre, sin causar ningún daño a nadie. Cada cierto tiempo tendrás la urgencia de alimentarte, úsalos, te darán algunas horas... Y guarda en secreto tu verdadera naturaleza. Eso es lo más importante. Siempre habrá quien quiera usarte para su propio beneficio. Puede dar mucho poder... y a la vez generar mucho mal.

Cuando todo esto pase... cuando todo pase te entrenaré, te enseñaré todo... pero ahora no disponemos de tiempo, debemos regresar.

Me acerqué ahora a Glaser.

Gracias, señor Glaser, por estar ahí dispuesto. Si cita el "incidente" en su crónica, le agradecería que mantuviera mi anonimato pero, se ha ganado el derecho a usar la información como mejor le parezca. Ha demostrado ser un hombre cabal e íntegro, y confío en su buen juicio.

Y cuando ya nos disponíamos a subir... los golpes.

Si, señorita MacGregor - dije, contestando a Mariah cuando dijo lo de que fui yo quien curó a Higgins - es correcto. Con una poción multijugos, Vannie Higgins se hizo pasar por Franklin Dodge, y casi consigue su objetivo. Intervine, con el visto bueno del jefe Montgomery para salvarle la vida y que se le pudiera interrogar. Es un alto mando de la organización de Bill Dwyer, así que era importante hacerlo hablar. Sinceramente, no lamento que se hubiera quitado la vida.

Ahora, como bien dice Alma, es un inferi. Grindelwald tiene el Necronomicon... puede hacerlo... les recomiendo sellar la puerta con todo lo que tengan, luego lo quemaremos definitivamente.

Mi ataque fue rápido y brutal, sabía perfectamente que la mejor forma de lidiar con esta situación era romper la cadena de mando, y, como ya no estaba de ánimo para juegos ni estupideces diplomáticas, pues decidí cortar por lo sano cercenando la cabeza del líder mafioso, dejando en claro que hoy no tomaría prisioneros.

Esta noche no era un interrogador, no, esta había vuelto a mis orígenes, lo que significaba que mataría sin misericordia a cualquier idiota que tuviera la desdicha de ponerse frente a mi.

Por fortuna y desgracia, los mafiosos captaron el mensaje y el miedo se adueñó de ellos, por lo que concentraron su fuego en mi posición, panda de idiotas los tenía dónde quería, gastando sus balas sobre mi mientras le daba tiempo a mis compañeros de dar cuenta de ellos sin problemas.

Pero las tornas cambiaron rápidamente cuando los primeros inferis aparecieron, entre ellos una mujer por la que sentía el más absoluto respeto y admiración, la propia presidente Picquery, sin dudas mataría a Grindelwald por esto, no sin antes hacer explotar su brazo para arrancarle la puñetera varita de sauco, lo único que podría salvar a ese infeliz era que alguien le echara el guante antes que yo.

Sin embargo, no tenía tiempo para reflexiones, debía salir de mi parapeto y unirme a la lucha para salvaguardar la vida de los miembros de mi escuadrón, sólo había un conjuro que podía usar para volver a mi lugar. - Protego duo

Una vez con el encantamiento protector sobre mi, abandoné mi escondite y regresé a mi posición para desde allí darle una última oportunidad a los atemorizados gángster de abandonar la reyerta.

¡Eh ustedes! Si en verdad quieren vivir, arrojen sus armas y lárguense de aquí, aún no estoy del todo cabreado, pero falta poco y esos inferis no distinguen de amigos y enemigos.

Es su última oportunidad antes de que me ponga en verdad violento. - digo en voz alta mientras mi escudo repele las balas a mi alrededor.

Vinda Rosier trasladó el cuerpo de Picquery hasta el centro del pentagrama usando un Movilicorpus, tal y como Grindelwald había solicitado, no entrando en aquella figura mágica por las repercusiones que podría llegar a tener. El MACUSA tembló y el fuego emergió, levantándose el cadáver tras cobrar una relativa vida, tal y como había sido pronosticado. El ejército de inferis iba a comenzar siendo una realidad en no demasiado tiempo si aquello seguía así, Gellert habría ganado y se impondría un nuevo orden natural social.

Picquery se levantó y salió de la estancia para realizar su cometido, arrancar las extremidades a los aurores que venían para impedir el ritual, mientras los inferi que estaban en la sede la seguían como una líder con poca capacidad de mando y casi ninguna voluntad. La magia nunca dejaba de sorprender a Rosier.

Vinda miró hacia la puerta de la sala que estaba abierta por donde salía la antigua jefa del MACUSA para imponer orden, sabiendo la vampira que estaban invisibles y que era su momento de actuar, de lo contrario perderían la cobertura que ella misma había creado para proteger a Grindelwald, pero era momento de atacar y su objetivo sería la bruja que mató a Ducan, su elfo doméstico, la que ella no sabía se llamaba Alma Rhydderch, y es que la venganza era un plato que se servía bien frío.

La situación cada vez era más crítica. Un temblor sacudió el edificio y las puertas de la sala del pentagrama se abrieron dando paso a una presidenta Picquery que ya no era ella misma.... Inferis... Estaban jodidos, Grindelwald había conseguido lo que tanto deseaba. Y así fue cuando vio como los mafiosos abatidos gracias a los hechizos de sus compañeros, comenzaron a intentar levantarse.

Diana escuchó las indicaciones de Montgomery y asintió, bien era sabido pro todos que solo el fuego acabaría con aquellos seres, y si esos mafiosos no se rendían como Riley les ordenaba, solo podían atacarles con aquellos hechizos, y su jefe no lo dudó.

La mujer fue entonces ha seguir a Richard imitándole, pero fue entonces cuando notó que algo más sucedía, si es que era posible que la cosa fuese aún peor... Sintió una presencia extraña e instintivamente giró su cabeza de nuevo hacia la puerta del pentagrama, algo más sucedía ahí, además... ¿por qué no era capaz de ver el interior?

- ¡Algo sucede! ¡Homenum Revelio! - gritó hacia la puerta, y todos pudieron ver como comenzaban a aparecer de la nada algunos de los aliados de Grindelwald que salían de la sala del pentagrama e iban hacia ellos. - ¡Vienen hacia aquí!

Los inferi, los mafiosos, y ahora esto... Le superaban notablemente en número. Si no llegaba alguien en su ayuda... estaban perdidos.