Partida Rol por web

Jane observó con horror la llegada de más hombres armados, y no pudo reprimir el impulso de llevarse una mano a la boca al ver cómo el criminal del caballo acababa huyendo con impunidad. 

Sra. Darling le recomiendo que no se mezcle con esa gente, suelen dar bastantes problemas. Tombstone es una ciudad peligrosa si no se sabe distinguir a los buenos de los malos. No se fíe de nadie que entre en ese saloon, incluido el sheriff o mejor dicho del sheriff, especialmente, no se fíe 

 La viuda dirigió una mirada de horror hacia su jefe. Si no podían fiarse del sheriff, ¿qué clase de lugar era aquel? ¿A quién iba a pedir ayuda si alguien cometía algún delito?

No, todo aquello estaba terriblemente mal. Ignorando las palabras del señor Duncaster, Jane recogió sus faldas y atravesó la calle, esquivando transeúntes y jinetes, para entrar al Saloon. Si había algún herido, había que atenderle rápidamente. Y si algo había aprendido en aquel nuevo continente, es que los hombres preferían dejarse morir desangrados antes que pedir auxilio. Entró en el local invadida por la timidez y la resolución, y sin mirar hacia nadie en concreto, observó el resultado del tiroteo.

-¿Alguien necesita asistencia médica? -Preguntó en voz alta, aunque ligeramente temblorosa.

Está bien, de acuerdo. Entonces no vio nada desde el otro lado de la barra, ¿me está diciendo? Vaya matanza, la verdad es que no esperaba ésto.

 - Ha sido todo muy rápido, Sheriff, yo estaba tomándome una cerveza cuando escuché como uno de los hombres del Sr. Hoover empezaba a disparar a los demás. Me cubrí debajo de la mesa. Luego empezaron a dispararse entre ellos.

- Qué raro, el sr. Hoover no suele parar por esta cantina, es todo tan extraño. Además está Evans también, ¿qué harían aquí? - El sheriff se acerca a la mesa del fondo, la de los pistoleros, va con Patt hablando de espaldas a ti.

Cuando llegas a la cantina descubres una auténtica masacre, hay un hombre en la puerta, por la parte de fuera mirando al poco de traspasar la puerta hay 2 hombres tirados de espaldas, no se mueven. Pero al fondo, el escenario empeora, hay un total de 9 cuerpos esparcidos por el local. A parte, está el tabernero que está sirviéndose un vaso de whisky, seguramente para templar los nervios, así como 2 hombres al fondo en pie de espaldas a ti, uno vestido con ropajes oscuros y el otro lo más significativo es que lleva una escopeta en la mano. Así mismo, hay un vaquero al lado de la barra (pj Thomas Marston).

Al fondo de la cantina y de espaldas, te encontrarías a estos 2 hombres, aunque no los verías de frente y no han percibido tu presencia.

Jane cruzó la calle con paso decidido, y con la misma decisión cruzó las puertas de la cantina. Sin embargo, su resolución se interrumpió repentinamente al ver el dantesco espectáculo que se extendía ante ella. Se pudo percibir a la perfección cómo su rostro variaba la expresión de fría seriedad a una palidez espectral y una mortal preocupación.

-Santo Dios... -murmuró, deteniéndose en el umbral de la puerta.

Durante unos segundos repasó con la mirada el suelo del lugar, donde se esparcían los cadáveres, pero pronto tragó saliva e hizo de tripas corazón. Si había alguien herido, necesitaría auxilio inmediato. Comenzó a revisar los cuerpos uno por uno, buscando algún signo vital.

-He venido a ayudar -advirtió, mirando a los hombres que había en pie y armados-, no soy sanitaria, pero...

Pero alguien tiene que hacerlo. 

-Así es, sheriff -asintió Marston a las palabras de Cox-. Escuché los disparos y que alguien salía corriendo hacia la puerta, pero no vi nada. Lamento no poder ayudarle. -El pistolero desconocía si ese era también el caso de Pat, pues no sabía si el hombre de negro había participado en el tiroteo o había permanecido al margen cubierto por la mesa como había asegurado, pero prefirió no decir nada al respecto.

Marston observó que la posición de los cuerpos no se correspondía con el origen de los disparos. ¿Habrían sido el tipo de la manzana y el del periódico? ¿Habría sido Pat? Marston estaba comenzando a dudar acerca de quién había matado a aquellos dos hombres por la espalda.

Justo entonces vio entrar a aquella diminuta joven y la preocupación que se mostraba en esos instantes en su rostro. Al escuchar sus palabras, Marston carraspeó. Sin duda, la muchacha parecía albergar buenas intenciones, aunque llegaba demasiado tarde al escenario del tiroteo.

-No hay mucho que pueda hacer, chica -dijo el pistolero a sueldo, caminando hasta la recién llegada desde la barra. Hablaba en tono duro, frío. Definitivamente aquella muchacha no era el tipo de mujer con la que solía tratar Marston y, por tanto, no poseía modales para ello. Su pequeño tamaño y que tuviera cara de niña hicieron pensar al pistolero que tal vez fuera una chiquilla que no llegaba a la veintena. Le echaba unos quince o dieciséis años como mucho, aunque claro, Marston siempre había tenido muy mal ojo para las edades-. Estos hombres están muertos. Si quiere examinarlos, puede echarme una mano, pero dudo que pueda ya hacer algo por ellos.

Marston se aproximó hasta los cuerpos de los dos hombres que habían recibido disparos por la espalda, observándolos con detenimiento pero sin agacharse junto a ellos. No los registraría, al menos no por ahora, sobre todo estando el sheriff presente.

-No hay mucho que pueda hacer, chica 

-Señora -corrigió, mientras veía cómo el extraño avanzaba de forma algo errática hacia ella.

Sin embargo, lejos de amedrentarse, alzó la barbilla con orgullo y esperó a que el pistolero terminara su perorata.

 Estos hombres están muertos. Si quiere examinarlos, puede echarme una mano, pero dudo que pueda ya hacer algo por ellos.

 Jane dirigió entonces una mirada a su alrededor. Lo cierto es que no había gemidos ni paroxismos de dolor en ninguno de los cuerpos que había extendidos a sus pies. Quien les hubiese disparado, lo había hecho a conciencia. Sin embargo, no dejó que la evidencia pusiera freno a su esperanza, y deshizo el lazo de su bonnet, liberando sus cabellos del sombrero. Era negro, como todo su atuendo visible, aunque el polvo y la vejez les habían imprimado un color algo grisáceo. Dejó el bonnet rápidamente sobre una mesa, y acto seguido, Jane se arrodilló junto a uno de los cadáveres, inclinando la cabeza para apoyar la oreja sobre el pecho del finado, esperando escuchar algún latido.

Nada.

La joven avanzó hacia el siguiente, repitiendo el mismo proceso. Cuando tampoco escuchó el pulso, miró hacia Marston.

-¿Ha sido usted? -Le preguntó, en el mismo tono que emplearía una institutriz que le hubiese descubierto cambiando el azúcar por la sal a la hora del té.

Marston se agachó junto a los cuerpos de los dos caídos que habían sido disparados por la espalda después de que lo hiciera la joven. No lo hacía por bondad ni porque quisiera comprobar si los hombres continuaban con vida, sino que intentaba hallar en ellos cualquier cosa de utilidad sin que el sheriff o Pat se percatasen de ellos. A simple vista, sólo sería un pistolero que trataba de tomar el pulso de los dos muertos.

-¿Qué os hace pensar que yo dispararía a dos desconocidos? -preguntó a la muchacha, con curiosidad-. Nadie me ha pagado por ello, y acabo de llegar a Tombstone. No me metería en líos. -Sonrió con malicia mientras se apartaba ya de uno de los cadáveres-. No tan pronto, al menos, señora.

Puso especial énfasis en aquella última palabra. Seguía sin creer que aquella mujer con conocimientos de Medicina pudiera estar casada o haberlo estado con alguien. Ya fuera por su rostro juvenil o por su escasa altura, Marston estaba convencido de que no podía ser muy mayor. Aunque tenía que reconocerle algo, y era el arrojo con el que había entrado en el saloon tras los disparos y el tono severo con el que se dirigía a él.

-¿Es usted de Tombstone, señora...? -le preguntó educadamente, con el mismo tono seco con el que se dirigiría a un cliente que iba a contratar sus servicios.

Los dos hombres que están al fondo, se giran cuando aludes a ayudar a los heridos, parecían bastante absortos en la conversación que mantenían. Llegas a escuchar parte cuando te acercas.

 - Ésto era lo que le faltaba a la ciudad, con esos dos cadáveres acabará llenándose ésto de marshall y no podré hacer nada, pero tú podrías hablar con la viuda de Hoover a ver si...

(Pat Harris) - Vaya, vaya pues señora creo que todos están más para allá que para acá, pero si gusta puede confirmarlo por usted misma.

 - ¿Venía usted con alguno...? - indica los dos hombres tirados de espalda sobre el suelo.

Marston decidió guardarse en los bolsillos la carta de la chaqueta del primer individuo, así como los ciento diecinueve dólares y la armónica plateada que también había encontrado. Nunca había sabido tocar demasiado bien la armónica, pero podría tratar de aprender si se lo proponía o venderla por algo de dinero.

En cualquier caso, se llevó los objetos al bolsillo. No iba a leer la carta en presencia de Pat o el sheriff, por lo que aguardaría un poco antes de salir del Saloon y echarle un vistazo.

 ¿Qué os hace pensar que yo dispararía a dos desconocidos? Nadie me ha pagado por ello, y acabo de llegar a Tombstone. No me metería en líos. No tan pronto, al menos, señora.

 Jane frunció el ceño al ver la ligereza con la que el hombre hablaba y se movía entre los muertos. Quizás él no les hubiese disparado, pero tampoco le era ajena la muerte.

¿Es usted de Tombstone, señora...?

Sabía que él había alargado la última palabra como forma de preguntarle su nombre. Pero no iba a darle su nombre así como así a un desconocido, sin que les hubiesen presentado antes, sin poder estrecharle la mano, y mucho menos en mitad de una matanza.

-He llegado esta mañana en una diligencia -respondió ella simplemente, mientras se movía de un cadáver a otro-. 

Pat Harris: Vaya, vaya pues señora creo que todos están más para allá que para acá, pero si gusta puede confirmarlo por usted misma.

-En eso estoy, señor -respondió, mientras apoyaba la cabeza torpemente en la espalda de uno de los cadáveres. Este había terminado sobre su vientre, por lo que tuvo que acomodarse entre sus omoplatos para poder escuchar algo.

A los pocos segundos, alzó la cabeza, sorprendida, y acto seguido, volvió a depositarla en la espalda del cuerpo, como queriendo asegurarse de algo. Alarmada, sacó rápidamente algo del bolso: un espejito, y lo puso bajo la nariz del hombre. El cristal no tardó en opacarse con una tenue respiración. 

-¡Este hombre está vivo! -Exclamó la mujer, intentando darle la vuelta para examinar sus heridas. Sin embargo, el cuerpo era demasiado pesado para sus brazos-. ¡Que alguien busque a un médico!

A Marston le sorprendió que uno de los hombres que la joven había examinado se encontrase con vida. Aún seguía siendo un completo extraño en Tombstone, sin posicionarse en favor de una compañía u otro, por lo que aquel era un detalle que no lamentaba, pero del que tampoco se alegraba. Que un hombre hubiera sobrevivido al tiroteo podía ser una buena oportunidad para estar al tanto de lo que verdaderamente había sucedido mientras Marston se hallaba parapetado tras la barra.

-Sheriff, me temo que uno de los muertos sigue muy vivo -le comentó el pistolero a Cox, mientras observaba a la joven que intentaba examinar las heridas del moribundo-. Tal vez debería llamar a un médico, sheriff. -Dirigió una rápida mirada a Pat Harris. Tal vez al hombre de negro le interesase que ese herido no dijese nada más.

Pese a que no quería tomar partido por el momento en el conflicto entre las dos compañías, Marston no iba a negarle a la mujer con conocimientos médicos la posibilidad de que intentase salvar una vida.

-Deje que la ayude, Señora -le indicó a la joven, mientras agarraba con cuidado el cuerpo del moribundo para darle la vuelta y que ella pudiera examinar sus heridas-. No podrá moverlo sola.

Aliviada de encontrar ayuda finalmente, mientras el cowboy lenguaraz hacía su parte, Jane rasgó con destreza la pernera del pantalón del hombre herido y apretó la tela resultante sobre la herida de su vientre, que había comenzado a sangrar al moverlo.

Con la visión de la sangre fresca, la mujer palideció, pero no dejó de hacer presión sobre el disparo. 

Después, alzó la mirada hacia Marston.

-N... no sé hacer más -murmuró, angustiada-.

Hay un hombre moribundo que apenas puede moverse, se encuentra malherido por un disparo en el vientre y es probable que aún recibiendo atención médica no salga de ésta, aún así cuando lo atiendes te habla - era uno de ellos... él era uno de ellos, yo... - quizás esté hablando de quien le disparó o de alguien que estaba allí, parece importante lo que te quiere contar - le reconocí, llevaba la marca... la marca - no parece muy cuerdo en estos momentos, la mirada la tiene dispersa - Carson, busque al capitán - y finalmente muere en tus brazos.

El hombre se encontraba en la mesa donde estaban los pistoleros, de hecho al lado suyo hay dos hombres tirados en el suelo con los revólveres fuera de sus fundas.

Se os acerca el sheriff, rápidamente - ¡¡oh, maldita sea!! Maldita sea Patt, creí que te habías cerciorado de que estaban todos muertos - echa un ojo a los demás por si alguno se mueve.

 -Eso creía, de todas maneras parece que ha cruzado el misisipi, lo que haya tenido que decir se lo habrá confesado a esa mujer.

- Señora, ¿ha dicho algo? - se acerca al cadáver y lo primero que hace es levantarlo por si aún pudiera decir algo más, cuando se da cuenta de que no, lo vuelve a devolver al suelo. Se aparta y se detiene a mirar al resto de hombres que hay a su lado, les da la vuelta para verles la cara - Ésto no pinta nada bien, aquí está el hijo del sr. Hoover y el guardaespaldas de Evans. - Se acerca a la otra mesa donde hay dos cadáveres más, de hombres mejor vestidos y si armas aparentemente - ¡¡Por todos los indios de Arizona, son el sr. Hoover y Evans!! Tenemos un verdadero problema Patt.

 - Era un maldito borracho, no esperarás que dijera algo cuerdo. Sí, estaban hablando en esa mesa con el sr. Roth, seguramente de minas, ya sabes como eran...

- Me da igual de lo que hablaran, pero con estos cadáveres todo el negocio se verá convulsionado - se queda pensativo un momento, como tratando de visualizar la escena - Si ahí estaban Hoover y Evans, y en esa otra mesa el hijo de Hoover y el pistolero de Evans, junto con ese borracho... - se gira para ver el resto de los muertos, pone boca arriba a todos aquellos que estaban boca abajo para ver quiénes era - ¡¡Maldita sea, Pat!! ¡¿Cómo he podido ser tan estúpido?!

- No te sigo Eitham...

 - ¡¡¡El sr. Roth estaba aquí!!! le he dicho que se fuera a su casa, ¡¡él estaba aquí...!! en esa mesa, y en la de al lado tenía a su hombre, que no está... encaja con el que ha huido - patea uno de los cadáveres, está ahora mismo fuera de sí - Tendré que ir a su rancho a buscar respuestas.

 - Aquellos dos (muertos) aún no sabemos quiénes son, ni qué hacían aquí. Igual sería bueno investigar...

- Voy a llamar a los chicos para que limpien ésto, luego nos organizaremos para ir a ver al sr. Roth - se gira para confrontaros (Jane y Thomas), se os queda mirando con cara de pocos amigos - Les interrogaré más tarde, no se vayan de la ciudad.

Acto seguido sale por la puerta, dejando a todo el mundo que había en la cantina atrás.

Transcurridos unos instantes, entra otro individuo (pj: Jonas Wilker, que se encontraba mirando a través de la puerta sin acceder al interior, pero que aprovecha la salida del sheriff para entrar).

- Vaya, menuda matanza ¿han podido ver quién ha sido el primero en disparar? - tal y como veo los cuerpos diseminados por el interior del bar, juraría que todos los disparos vinieron del fondo, pero quien fuera tendría que tener una excelente puntería, a la vez que un buen lugar desde el que cubrirse, porque si habían matado hasta al músico quería decir que varios le habían disparado... con bastante mala puntería, por cierto.

- Tombstone tiene fama merecida de ciudad salvaje, vaya que sí.

Marston observó cómo la joven mujer hacía presión sobre la herida del hombre moribundo, poniendo todo su empeño en tratar de salvarle la vida, solo para reconocerle instantes después que no sabía hacer más de lo que estaba haciendo.

-¿En serio? -El pistolero apenas podía creerlo. Lo cierto es que había visto a la mujer lo suficientemente dispuesta a ayudar como para pensar que tenía experiencia en tratar heridas, si bien podía ser la primera vez que se ocupaba de intentar atender una herida de bala. Marston se apiadó de la muchacha al ver que estaba haciendo todo lo que podía. Él tampoco sabía como tratar el disparo, por lo que pronunció lo que, bajo su entender, eran palabras de aliento-. Haga lo que pueda...

Aun así, el hombre no tardó en fallecer en los brazos de la mujer, mientras farfullaba algo que quizá no todos habrían podido entender, pero que a Marston le daba una ligera idea sobre quién podía haber disparado a ese pistolero fallecido.

-Hizo lo que pudo, Señora -le dijo a la mujer, incorporándose y apartándose del cadáver. Trató de ponerle un poco de sentimiento a su tono, con la mera intención de hacer ver a su compañera que no podía haber hecho más. No obstante, para Marston la muerte de un hombre era lo habitual en su día a día, por lo que su tono no sonó afectado en lo más mínimo-. A veces no se puede hacer más.

Marston escuchó la conversación entre Pat Harris y el sheriff, quien había llegado a la conclusión de que el implicado en el tiroteo había sido el señor Roth. Decidió no intervenir. Para él, la situación estaba clara: Roth estaba vivo y podía solicitar sus servicios en un futuro, Hoover y Evans estaban muertos y no podrían contratarle. Era evidente por quien tomaría partido el pistolero. Justo cuando el sheriff Cox abandona el saloon, un nuevo individuo entraba en el local.

-¿Usted también ha llegado hoy como la señora? -le indicó al recién llegado, arqueando una ceja.

El hombre que había bajo ella comenzó a decir cosas extrañas, a las que Jane trató de poner atención. Quizás una última petición, o una oración o algo por el estilo. Con  no poca sorpresa, la mujer recibió entonces un hilo de palabras encadenadas que no guardaban ningún sentido para ella. Y desgraciadamente, el hombre falleció poco después, convirtiéndose en un muñeco de cera bajo sus manos.

Jane nunca había visto morir a alguien, y durante unos segundos miró a aquel cadáver que hasta hacía pocos segundos había sido un hombre, todavía presionando sobre la herida. 

El sheriff y el otro hombre comenzaron a conversar entre sí, aunque ella no les escuchó. Finalmente, las palabras de Marston la trajeron de vuelta.

"A veces no se puede hacer más." 

Sí. Ella no había podido hacer más. Pero si el sheriff hubiese llamado a un médico cuando se había llevado a cabo el tiroteo. Si le hubiesen atendido antes...

Otro desconocido se dejó caer por la taberna, seguramente en el papel de mirón, y ella aprovechó para ponerse en pie, aún con las manos empapadas en sangre. Les dio la espalda a ambos, buscando algo en lo que limpiarse, y finalmente eligió un trapo sucio que descansaba en la barra. 

Tras unos segundos, Jane se enjugó disimuladamente un par de lágrimas.

-¿Alguno de ustedes sabe de alguna tienda cercana donde pueda comprar algunos artículos de aseo? -Preguntó al fin, tratando de mantener la voz firme.