Partida Rol por web

Vuestros ojos notan cada vez mejor las formas de las escasas construcciones que conforman Lila, la pequeña población que se encuentra en vuestro camino a por el cristal. Una parte de vosotros espera que lo que ha ocurrido en Kala se haya quedado allí, pero al llegar a Lila, veis que no es algo singular. Se respira un aire cargado, desolado.

Las puertas y ventanas están cerradas. Las contraventanas... También cerradas. Os internáis en el pueblo con el corazón en un puño, conteniendo las lágrimas al no ser los únicos que os enfrentáis a la pena de saberos solos en un mundo que un malvado brujo desea poseer como si de una pequeña colección de piedras se tratase.

Conforme avanzáis, veis una casita en un rincón, junto a una pequeña arboleda. No tiene contraventanas y una luz amarilla, y cálida que os invita a acercaros cuando, con la llegada del atardecer y la bajada de temperaturas, notáis una bajada de las temperaturas.

Como si junto a vosotros se encontrase, como si fuese la voz de una prematura conciencia, escucháis en vuestra mente al Espíritu de la Esperanza.

- ¡Vamos, chicos! ¡Vosotros podéis contra ese malvado de Malakae! - Dice animado. - ¡Y recordad, "La" significa pueblo en las lenguas de nuestros ancestros! Puede que os sirva de algo en vuestros viajes y... Si no... Pues... ¡Es una curiosidad que os sacará más de una sonrisa cuando leáis los carteles!

Entre risitas, os deja de nuevo, pero esta vez, vuestros corazones ya no derraman tantas lágrimas como a vuestra llegada a Lila.

Selena iba caminando por medio del pueblo. La joven niña cierva esperaba que en Lila las cosas hubieran ido mejor que en su aldea natal, Kala... Pero no hubo suerte, no fue así y el silencio se apoderaba de todo, pero no iba a permitir que le invadiese la tristeza... No, no, no..., tenían que luchar y seguir adelante....

- Hace frío y ahí hay una casita que refleja colores amarillos..., ¿será quizás el fuego de una hoguera?.... - Le comentó a sus amiguitos de viaje -...quizás haya alguien haciendo un caldito..., o mejor...¡un chocolate caliente!.... - Selena todo lo solucionaba comiendo chocolate y es que no había mejor cosa en el mundo, ¿tenías un mal día?, una pastillita de choco, ¿se te rompía un juguete?, dos pastillitas de chocolate, ¿te enfadabas con alguien?, tres pastillitas.... Solo no comía aquel dulce cuando le dolía la tripita, algo que solía pasar cuando comía más de la cuenta.

El espíritu de la esperanza dejó un mensaje grabado en la mente de los jóvenes aventureros. Una palabra que provenía de sus ancestros, quizás necesario para hacer un trabalenguas en el futuro y si no... ¿qué más daba?... Era bonito aprender.

- ¡Buenas tardes!.... - exclamó la niña ciervo llamando a la puerta... Toc, toc, toc -...¿hay alguien?... ¡somos aventureros que venimos desde Kala!..., por favor, hace frío aquí fuera.... ¿nos pueden abrir?

Natalia se empieza a acercar a la casita junto a los otros, pero cuando ve a Selena acercándose le dice: -¡Cuidado! Puede ser una trampa de Malakae -y después propone -¿Y si vamos a mirar por la ventana para ver si no es una trampa? Hay que tomar precauciones... Hay que tener en cuenta que el hechicero puede estar planeando algo y si no te presto mi manta para que nos tapemos a la noche.

Le muestra la manta en su bolsita y luego agrega: -Si miramos y no es una trampa podemos entrar, ¿Qué te parece?

Selena miró a Natalia y le sonrió con dulzura, ambas eran muy parecidas, con sus pelitos largos, sus cuernecitos pequeñitos y hermosos saliendo de sus cabezas. Y tras escuchar sus palabras asintió, era muy buena idea.

- Vale Natalia..., mejor miremos por la ventana... - Aunque sus palabras ya habían sido dichas y había llamado a la puerta..., ¿les habrían escuchado los de dentro?

La niña ciervo se acercó a la ventana, se puso de puntillas para cotillear en el interior del hogar, completamente curiosa. En realidad estaba deseando dormir allí dentro, había una lucecita acogedora que le hacía recordar las tardes de invierno en casa junto a sus padres...., su mamá y su papá ¿estarían bien? ¿le echarían de menos?... Estaba segura de que sí, tanto como ella a su familia.

¡Vaya, vaya! El pueblo vecino. O no tan vecino, depende. La cosa es...que no hemos sido los únicos en ver los efectos del malvado malvadísimo brujo. No parece haber nadie que nos dé la bienvenida, ni parece haber rastro de caos. Es un ambiente pesado, eso sí. Oír al espíritu de la esperanza me da ánimos, la verdad. Hace que me olvide por un momento de lo que pasa y piense en algo de historia. 

Natalia y Selena ya se me han adelantado. ¡No me puedo quedar atrás! Parece buena idea entrar por la puerta pero también puede que sea una trampa. La manta de Natalia sería buena idea pero no creo que entremos todos ahí.

-Sí, miremos por la ventana.- dije, ya que las sorpresas malas no son lo mío. 

Me puse al lado de Selena de puntillas e intenté ver algo, si podía. Si no, siempre podía dar un par de saltos, a ver qué tal. Sea como sea, si entramos mejor, que empieza a refrescar. 

El pequeño poni comenzó el camino a paso lento, con algo de miedo en su corazón, pero con cada palmo que se alejaban de Kala la curiosidad fue entrando en él y comenzó a adelantarse ligeramente, luego quedarse parado contemplando alguna maravilla como el reflejo de la luz entre las hojas de un árbol que no conocía, y después recuperaba de nuevo el terreno perdido trotando hasta unirse de nuevo al grupo, para finalmente volver a avanzar de más en su ímpetu por ver y descubrir cosas nuevas.

La visión de las casas, y los postigos cerrados en éstas, hizo que dejase sus correrías y avanzase junto a todos mirando alrededor, tratando de ver a alguien. La voz hizo que se detuviera y mirase en todas direcciones, buscando al Espíritu, pero a él tampoco lo vio, por lo que se apresuró para volver a ponerse al ritmo de todos. Y de repente lo vieron, una casa con luz tiliando a través de sus ventanas les invitaba a acercarse y así lo hicieron.

Oscar fue tras las chicas y cuando éstas se acercaron para mirar por la ventana él se quedo frente a la puerta en la que Selena ya había picado, si alguien salía a abrir no debería encontrarse a la nada, lo educado era que al menos uno de ellos se quedase para presentarse. Eso es lo que le habían enseñado sus padres y lo que hizo.

Fior realizó todo el camino atento a que ningún animal salvaje pudiera hacer su aparición, para eso llevaba su escudo, se había propuesto defender a todos sus nuevos amigos para que pudieran deshacer el mal que había hecho Malakae y así recuperar a sus padres, los suyos y los de todos, por supuesto.

Las palabras del Espíritu de la Esperanza resonaron en su cabeza - Así que "La" significa pueblo, ¿qué significará "Li"? - se preguntó para sí.

Cuando llegaron a Lila ya estaba algo cansado y con sueñito, estar atento todo el camino era muuuuy cansado, así que cuando la temperatura bajó y Selena acudió rauda a la casita iluminada le pareció una gran idea. Deberían empezar a buscar un sitio para dormir, ahora que habían dejado sus confortables camas en Kala.

Al ver que el grupo se desplazaba hacia la ventana y Oscar permanecía sólo en la puerta, se acercó también. Si era una trampa como decían algunas, seguro que su escudo podría ayudarles. Aunque no empuñó su lanza, pues si había pasado allí lo mismo que en Kala y les habría un niño podría asustarse.

Me quedo aquí contigo, Óscar. - avisó al poni al ponerse a su lado.

Sigo al grupo guardando las distancias, pendiente de poder encontrar algún gusano extraño, aunque no fue el caso. Antes de que me diese cuenta ya habíamos llegado a Lila donde hay varias casitas, todas hechas de piedra.

- Así que "la" significa pueblo... - Pienso para mis adentros. - ¿Y "Li"?

Veo, como los demás, la casita con la luz titilante, pero no me acerco, me quedo... Guardando la retaguardia. Por si acaso. Tanto si es una trampa como si no... Prefiero quedar atrás.

- Con... Cuidado, chicos. - Les digo medio gruñendo.

Os acercáis a la puerta de madera de la pequeña casita de piedra. Selena toca la puerta antes siquiera de plantearse, como bien le indica Natalia, que quizá puede tratarse de una trampa. No pasa nada. Os acercáis a otear por la ventana, desde donde podéis ver una salita con una chimenea, una mesita donde reposa fruta que tiene un aspecto delicioso. Un chinero donde hay platos y copas guardados, podéis ver también cuatro sillas de madera y una puerta que separa esa salita de otra habitación que no podéis ver.

Mientras vosotros oteáis, Fior el fauno y Oscar el poni se acercan a la puerta, para esperar educadamente a que quienes están dentro abran.

Pasan algunos minutos hasta que esto ocurre. Os abre un córvido antropomórfico que parece tener unos 15 años. No se ve si sonríe o no, pues sus ojos no transmiten nada y su pico pocas más emociones más es capaz de transmitir. Os invita a entrar con él agitando su brillante ala de color negro. Hambrientos y con frío os decidís a hacerle caso, pues creéis que no es posible que todos podáis guareceros en la mantita de Natalia, y así es.

Entráis en la casita. Lo que nadie os dijo ni podíais esperar es que, al penetrar en la casa, ésta fuese el doble de grande de lo que parecía, con imposibles escaleras de piedra. Laberíntica. Entráis en una ilusión en la que los colores que conocíais como naturales dejan, inexplicablemente, de existir. Os veis desbordados por luces que salen de luces que no existen. Hay una cantidad ingente de estímulos que os llaman a correr, saltar... ¿Volar?

El cuervo... Deja de ser un cuervo. Se transforma en... Otra cosa. Se transforma en un Tirkus, una criatura de color negro. Antropomórfica, capaz de moverse por aire, escamosa, con una amplia sonrisa. Habéis escuchado historias de ellos de pequeños, pues es la bestia con quien os decían que debíais iros a dormir, pues sólo salía una vez puesto el sol y el veneno alojado en sus uñas quemaba los deseos, sentimientos y recuerdos de aquel a quien se las clava.

No podéis evitar sentir miedo. Un miedo... Enorme. Muy distinto al que os hizo sentir el veros solos, sin vuestros padres o abuelos... El miedo a olvidar y dejar de sentir amor o alegría...

Natalia dice bajito para sus compañeros  -Chicos corran, si nos clava las uñas podemos ser su cena.

Oscar siguió al córvido con un agradecimiento, vio algo raro en que no hablase pero lo achacó a la pérdida sufrida y entró, sus cascos resonaron por la extensa habitación. Espera, ¿extensa? pero si habían entrado en una acogedora cabaña... Fue en ese momento cuando la situación se precipitó.

Las escaleras, los colores, las sensaciones, todo daba vueltas alrededor del fascinado poni que miraba a todos sitios tratando de no dejarse llevar por esa irrealidad, pero entonces el pequeño que les había abierto se transformó en un ser de pesadilla y el joven unicornio apretó los dientes tratando de no entrar en pánico y hacer algo útil.

Fior pasó encantado, aunque el chico-cuervo parecía un poco mayor no se trataba tampoco de un adulto, por lo que Lila podría encontrarse en la misma situación que su aldea.

Sin embargo el interior de la cabaña parecía extraño, mucho más grande de lo que parecía desde fuera. Tras esto, extraños colores comenzaron a cambiar y su propio anfitrión se transformó en algo diferente... ¡un Tirkus!

Sus padres siempre le contaban historias de estos seres para que se fuera a dormir, había llegado a creer que era un mero invento suyo para que se portara bien. Por un segundo el miedo a la criatura le hizo dudar, pero mirando a sus compañeros, consiguió el valor suficiente como para interponerse entre el Tirkus y el grupo, alzando su escudo y empuñando su lanza esta vez, en dirección a la criatura, como intentando que no se acercara.

Chicos, ¿qué hacemos?

El vistazo que le echó la niña ciervo al interior de la casa fue detallado hasta que sus ojos se posaron en la fruta... ¡qué aspecto tan delicioso tenía!... Su mami siempre decía que la fruta era muy sana, y las manzanas coloradas eran su perdición, eso sin olvidar el melón, las cerezas, los melocotones, las fresas... Y conforme más pensaba en comida, mucho más le rugía el estómago.

Cuando la puerta se abrió apareció un cuervo con aspecto de persona. A Selena los cuervos no le gustaban porque según se decía, traían mala suerte, pero aquel era muy educado, así que no iba a ser maleducada y entró en el interior de la casa junto con el resto de los niños. Y fue entonces cuando el hogar le sorprendió de verdad, ¡era enorme! con luces extrañas que salían de otras luces, escaleras de piedra por todas partes... Selena quería investigar el sitio, pero no le dio tiempo puesto que el cuervo se transformó en algo que daba muy muy muy....mal rollo....

- ¡Ahhhhhhhh!... - chilló con un timbre de voz agudo -....¡Un Tirkus! ¡Un Tirkus!....¡Mamáaaaaaaa!..... -la criatura negra se movía por el aire mostrando sus escamas negras a la par que Selena se movía por el suelo corriendo en círculos y sin saber bien que hacer, ella era una sanadora, no se peleaba con nadie, ¿cómo podían salir de allí? -.... ¡nos va a comer!....¡nos va a robar los sueños!.....¡Ahhhhhh!..... ¡PROTECCIÓN!..... - chilló casi por inercia apelando su magia interior, y es que aquel hechizo podía provocar que sus amiguitos tuvieran ventaja frente al Tirkus durante 10 minutos, ojalá a alguno se le ocurriera algo mejor que a ella para poder vencer a esa fea y vil criatura.

No parece mal sitio. Seguro que si nos quedamos dentro podemos pasar la noche y esperar hasta mañana. Entramos todos, y ver a semejante cuervo la verdad que asombra. Aunque sea un poco. ¿Me lo parece a mí o ahora que estamos dentro es más grande? A lo mejor las ventanas estaban trucadas, o algo. 

Nuestro amigo cuervo parece que no habla. ¿Será que es tímido? Es normal, pero podemos ser sus amiguitos si nos deja. Fijo que tiene para dejarnos estar un rato. Es un flipe que...no sabría cómo decirlo. ¡Es muy diver todo lo que veo! Nunca había visto cosas así. 

Pero las cosas dejan de ser divertidas. Nuestro amigo cuervo no es un cuervo. ¡Nos ha engañado! Mis papis me hablaron de él en cuentos. Si te coge, puedes decir adiós. Es terrorífico, ¿qué podemos hacer? Con mucho miedo, intento buscar el escudo que me traje o el tirachinas, o algo, no sé. Logro atrapar algo, pero se me cae al suelo del miedo. 

-... 

No sé qué decir, ¿qué hacemos?

Vuestros gritos y movimientos asustados, lejos de conseguir algo en vuestro favor, hacen que la escamosa bestia abra sus fauces en una sonrisa, que se relama hambriento pensando en el festín que pronto podrá darse... Pensando que su laberinto de luces se convertiría en vuestra cárcel... Pero no contaba con vuestra fortaleza. Os subestimó. No seríais carnaza fácil, tendría que enfrentarse a vosotros de otra forma más... Salvaje.

El Tirkus abre los brazos y agita las manos, dejando que las uñas salgan de sus zarpas con furia y se lanza a vosotros, se lanza a por vuestros sentimientos y alegrías como vosotros os lanzáis por vuestro plato favorito.

El pequeño poni logró sobreponerse a la primera impresión que el monstruo y toda la situación le impusieron.

Afianzó sus cortas patitas en el suelo de colores y agachó ligeramente la cabeza mientras se concentraba tratando de que la magia con la que su cuerno estaba imbuido golpease al ser de pesadilla que tenían enfrente.

-No te llevarás a mis papás tú también.

Natalia tiene miedo del monstruo y de que le robe sus sentimientos y recuerdos, no quiere olvidar a su mamá y a su papá... Pero al final se dice que tiene que ser valiente, saca de su bolsa un hacha filosa y se abalanza sobre el monstruo diciendo -¡No nos vas a derrotar!

Si la situación ya no pintaba bien, peor sería cuando el Turkus mostró las uñas, haciendo que Selena entrase en pánico. ¿Cómo iban a luchar contra una criatura así de fea y mala? ¿y si les robaba la alegría?.... La niña ciervo no era una gran guerrera, pero cuando salía a buscar frutas al bosque le gustaba tirar piedrecitas con su tirachinas en el lago, y aquella arma estaba justo en su cinturón.

Selena sacó el tirachinas y disparó a Tirkus -... ¡vamos chicos!...¡él es solo uno y nosotros muchos!...¡deberíamos poder vencerles!... - y a pesar de que quería infundir ánimo, no podía evitar sentir miedo del bicho. Mucho miedo.

Jamie preparó su arco y con gesto cabreado, se dirigió a la criatura.

- ¡Deja a mis amigos en paz! - Gritó el niño.

Tensó una flecha que, en cuando la soltó, se precipitó al cuerpo del Tirkus.