Partida Rol por web

No puedo quitar la vista de encima de la cuerda que envuelve sus pechos como si fueran un regalo para desenvolver.

Asiento estando a punto de comenzar a quitarme la chaqueta cuando logro reaccionar.

– Tenemos que ir a un sitio privado estamos en la entrada.

La mañana pasa y los "amos" se sientan todos en el salón alrededor de una gran mesa, esperando que las maids hayan preparado algo de comer. Pero como parece que no hay nadie por ahí en ese instante parecen andar un poco desesperados...

El salón tiene sillas majestuosas y una gran mesa de roble en torno a ella. Hay una candela para calentarse y una televisión al fondo. Unos ventanales dan a un jardín interno. Es un lugar acogedor.

- ¿Dónde se han metido?.- Digo cerrando los ojos y concentrándome mientras me froto la barbilla. Era muy extraño que tuvieran un servicio tan deficiente.

Mantuve la compostura mientras me sentaba en mi silla, estaba incómodo por la compañía, pero tenía que portarme correctamente, ante todo estaba la educación.- Deben de estar preparando la comida.- dije a Axel en un tono adivinatorio.

- ME DA IGUAL, TENGO HAMBRE.- dije cansada de esperar.- ¿A QUIÉN TENDRÉ QUE CASTIGAR?.- digo poniendo una sonrisa sádica. Aunque no tuviera hambre las maids tenían que demostrar que hacían su trabajo, o las "castigaría" por malas.

Utsukushi entra a la que fue su antiguo hogar, ya que es una antigua conocida de las Maids que allí habitan, había vuelto para asegurarse de que la herencia no cayeras en manos equivocadas. Escuchas ruidos de voces provenientes del salón comedor, y es un tanto extraño que nadie te haya abierto la puerta ¡y encima que esté abierta!

Ves el revuelo que se está formando y corres a la cocina a preparar algo rápido y rico, pero no es tan fácil pues la cocina es un arte culinaria que requiere mucha concentración y calma, cosa que vuestros huéspedes no tienen ahora mismo. La cocina está en perfecto estado y estás tú sola en ella, que es otro punto en contra, pues si al menos te ayudara alguna Maid... por cierto, ¿dónde estarán? ¡Da igual! Hay que preparar la comida.

Azumi llega a la cocina, lo cierto es que su idea era ir allí para comprobar como las demás estaban haciéndolo, pero no había nadie, eso no le importo demasiado, a fin de cuentas, ella no era alguien que se alterara por tonterías como esas. Con tranquilidad observa los instrumentos de cocina, ella no era especialmente buena sobretodo porque no apreciaba especialmente bien los diferentes sabores. Coge varios ingredientes y abre el libro de recetas, tenía que preparar algo rápido, así que se fue a la sección de” Recetas para preparar en 5 minutos”; y empezó a seguir los pasos, una tortilla dulce con sopa de verduras como acompañamiento de un plato de pasta.

Con cuidado fue elaborando las cosas, primero cociendo la pasta mientras iba haciendo la salsa, según el libro era buena idea usar tomate triturado, freírlo con un poco de cebolla y orégano, cuando lo tuvo terminado la pasta estaba a punto de estar lista, mientras terminaba aprovecho para hacer la tortilla, mezclado los huevos con un poco de azúcar y la sopa fue en realidad sobres instantáneos que encontró.

Azumi comienza a cocinar como una loca pero de forma muy inteligente. Como es muy habilidosa es capaz de preparar una comida rápida pero no por ello falta de sabor, sacando un sobresaliente, debido a las congratulaciones de los comensales. Parece que ha logrado calmar el apetito y la furia, pero por muy poco. Azumi respira y se quita el sudor de la frente... 

- Vaya, ha tardado pero ha merecido la pena. ¡Está de muerte!.- guiño un ojo a la sirvienta.

- La verdad es que sí, si le echáramos un poco de ojo de tritón, mi especia favorita, incluso le restaría sabor.- digo mientras tomo una gran cucharada.- No pongas esa cara, es una planta.

No digo nada mientras como la comida que me han preparado. Estoy aún muy enfadada por no haberla traído a tiempo. Cuando acabo de comer miro a la sirvienta y le digo.- Quiero que vengas a mi cuarto cuando acabes de recoger la cocina.

Parecía que la comida le había salido mejor de lo que ella misma pensaba en un primer momento, Azumi se inclina y dice en un tono de voz bastante neutro ante los agradecimientos:

• Muchas gracias… es mi deber…

No dijo mucho más, cuando Erika dijo aquello asiente, parecía que era la única que no le había terminado de gustar, aun así, no importaba, deseaba verla y eso haría, por lo que cuando terminaron se dirigió hacia la cocina para terminar de recoger todo lo que había dejado por medio.

Me asome con cuidado a la puerta. No esperaba que nadie fuese a recibirme ni que la puerta estuviese abierta.  

¡Como ha caído la disciplina en esta casa! 

Entré y caminé con precaución, acercándome hacia los ruidos. Mi corazón latía con fuerza. ¿Se enfadaría el amo de la casa por verme allí? ¿Se enfadaría por que hubiese entrado sin permiso? Hacía tiempo que me había ido, pero aun sentía que estaba al servicio de la casa. 

Caminando sin hacer ruido me dirigí al salón, toqué a la puerta y esperé a que me invitasen a pasar. Entrar hasta allí ya había sido suficiente osadía como para encima pasar al salón sin ser invitada. 

La puerta se abre y ves a tres personas muy bien vestidas sentadas alrededor de una mesa acabando de comer, mientras Azumi está recogiendo los platos. ¡Qué alegría! una antigua compañera acababa de llegar. Pero Azumi debía acudir a la habitación de Erika, que comenzaba a ponerse de pie para marcharse a su habitación.

- Parece que tenemos una nueva fichaje.- digo mientras paso por al lado suya en dirección a mi habitación, no sin antes guiñarle un ojo al pasar.

Terminando de recoger Azumi se da cuenta de la presencia de alguien más, se trata de Hana, una antigua compañera que tuvo que ausentarse, cuando Erika se disponía a marcharse hace un comentario y ella se acerca y dice:

-Señorita ella es Utsukushi Hana, una antigua trabajadora que tuvo que ausentarse.

Mira a la Maid y dice en su habitual tono algo distante:

- Utsukushi-san, podrías terminar de recoger la comida de los señores por favor, yo tengo que acudir a la habitación de la señorita Erika en estos momentos.

Para salir justo después en dirección a la habitación.

Agaché la cabeza e hice una pequeña reverencia cuando me presentaron. No conocía a aquellas personas, pero estaba claro que tenían que ser los amos. Agaché la mirada con timidez y sonreí cuando Erika me guió el ojo. Acababa de llegar y ya volvía a sentirme como en casa. 

-Claro, Azumi-san, descuida, yo lo recogeré - respondí con entusiasmo. Apenas había llegado y ni siquiera había tenido tiempo de instalarse, pero me alegraba volver a trabajar allí. 

Llegué hasta la mesa y comencé a recoger los platos. 

-Confío en que la comida haya sido de su gusto... me llamo Utsukushi Hana, desde este momento estoy a su servicio igual que mis compañeras. Solo tienen que decir que es lo que desean o necesitan, y haré todo lo posible por complacerles - Me sentía impaciente por que reclamasen algo. Hacía algún tiempo que nadie me daba una orden y me sentía... extraña. Por suerte todo eso se había acabado, estaba de vuelta a casa y tenía amos a quienes servir. 

Utsuki termina de recoger todo y los señores se relajan en el sofá, mientras Azumi y Erika se retiran a la parte de arriba de la mansión. Los señores se ponen a hablar de negocios, mientras piden que te retires. Ya no queda nada por recoger en aquel lugar.

Terminé de recoger la mesa y me despedí de los señores con una sutil reverencia. Volví a la cocina con una sonrisa dibujada en el rostro.  Aún no había parado para ver donde dormiría, pero daba igual. Me puse a fregar los platos y me perdí en mis pensamientos. Había echado mucho de menos aquella casa y aquella cocina. Y a las chicas. ¿Me habrían echado ellas de menos?

Cuando terminé me quedé pensando en que hacer. Quizá era momento para descansar un poco... ¡NO! ¡Claro! Los nuevos amos apenas me conocían. ¿Que mejor que terminar de presentarme con una buena comida? Aún era por la tarde así que tenía tiempo de preparar una cena deliciosa. ¡Seguro que iba a encantarles! Prepararía un asado de pavo con salsa de arándanos. Eso les gustaría, seguro. Rápidamente me puse manos a la obra. Estaba un poco oxidada tras un tiempo sin cocinar, pero muy ilusionada. Seguro que saldría bien. 

Pronto tenía la salsa preparada, una guarnición de verduras cortada y lista en la nevera y pan recién horneado. El pavo estaba en el horno, y solo faltaba esperar a que fuese la hora para sacarlo y presentarlo todo junto. Me temblaban las manos de emoción. La cocina siempre había sido lo que mejor se me había dado y esperaba no fallar ahí...

¡Oh, casi se me olvida! ¿Como podía ser tanto tonta? ¡Falta un vino con el que acompañar la comida! Me fui corriendo a la bodega en busca de una botella apropiada y volví con ella a la cocina.