Partida Rol por web

Tanya era un slime; tocases una u otra parte de su cuerpo, era la misma sensación para ella. Por lo mismo, no se sintió acosada, y al parecer la pelirroja aprovechó eso con creces, y Tanya, inocente, se dejó mimar por quien la trataba con "amabilidad". La mujer la mimaba y le endulzaba el oído, cosa que hasta el momento Vlad no había hecho. La slime pegó más su gelatinoso cuerpo a la vampiresa y la miró con sus ojos brillantes.

—¿De verdad de verdad? —sin embargo, al ver a la lamya, Tanya tembló. ¿Estaba molesta porque pensaba que Tanya le quitaría a su ama? Entonces, ¿la mujer era hermana de su amo? Cerró uno de sus ojos cuando la mujer pegó su mejilla. Carmilla era buena con Tanya, y la mimaba. El amo Vlad había sido bueno con ella, pero no la había mimado. En realidad, la única que lo había hecho era Livia— Tanya... —Xiao Mei se había ido, y seguramente el amo pretendía abandonarla allí. Pero Livia... ¿Livia también abandonaría a Tanya?

Después de escuchar el nombre de la maid que la había mimado tanto como Carmilla y que le decía cosas agradables, un muro bajó y la vio. Los ojos de Tanya brillaron. Inocentemente, miró la situación en la que Livia estaba, y aunque no entendió muy bien lo que estaba sucediendo, solo sabía una cosa: ¡Livia estaba allí!

—¡Liviaaaaaaa! —sin pensarlo dos veces, se escurrió de entre los brazos de Carmilla y salió como un moquito volador hacia Livia para lanzársele encima.

La maid, que se veía como una niña disfrazada de sirvienta, parecía tener muy claro que debían hacer para salir de allí, pero la incorpórea joven y la panda no tenían intención alguna de dejarlas salir, y si aquel lugar donde se encontraba junto a la desconocida niña de cabellos grisáceo verdoso era extraño, más extraño era que aquellos pandas comenzaran a… rapear? Mientras la chica panda y la incorpórea se lanzaban contra ellas con intenciones no amistosas; quiero decir, llevan unos cuchillos peligrosamente afilados a cada mano, intenciones de abrazar no tienen, de eso estoy bastante segura.

La angélica sirvienta, con su angélica e inocente sonrisa, trataba de evitar el confrontamiento, mientras intentaba recordar porque aquel nombre que le resultaba tan molestamente familiar, pero la verdad es que era bastante difícil teniendo en cuenta que la panda no tenía intención alguna de darle un respiro para pensar.

– mmm…. Parece que hay algo que te molesta, estoy segura de que si lo hablamos lo podemos solucionar – Intentaba dialogar Gabriel con su habitual sonrisa, pero su contraria no parecía tener intención de escucharla – ahh… si simplemente tuviese algo para apaciguar un corazón tan lleno de ira… – Se lamentaba el ángel.

Azrael, Azrael. Aquel nombre se repetía una y otra vez en su cabeza, tratando de recordar quien era, todas sus energías se concentraban recordar, como una película, rebobinaba hacia atrás todos sus recuerdos en busca de aquel que le brindase algo de luz sobre aquel nombre, pero no había forma de dar con la persona a la que pertenecía y eso le molestaba enormemente, algo le decía que aquel nombre era de suma importancia y que era el motivo de su presencia en la tierra. No dio con la persona a la que pertenecia ese nombre, pero si recordó algo sumamente importante.

En un tono serio completamente diferente a la Gabriel usual pronuncio – Yo soy Gabriel, yo soy el arcángel de la justicia, y mi deber es juzgar el bien y el mal… – Y tras un breve silencio la mira desafiante – Y mi juicio decreta que has de ser pacificada – el arcángel levanta su falda para sacar un enorme bazuca que apolla sobre su hombro listo para descargar toda su artillería contra la panda.

Gabriel aparenta ser una chica joven de no mas de veinte años. Desborda una belleza divina que podría decirse que ha sido esculpida por los dioses, aunque tendría sentido sabiendo que es un ángel, esa percepción es mas debida a su dulce encanto natural y su siempre presente sonrisa iluminadora. Su rostro tiene una forma afilada, de mejillas sonrojadas y de nariz y labios pequeños, lo que mas destaca de ella es su estilo de peinado poco usual entre los ángeles, un estilo de pelo corto, pero que a su vez sus cabellos caen de tal manera que tapa uno de sus violáceos ojos, tonalidad parecida a la de su pelo. Gabriel presenta una figura bastante desarrollada, en la que lo que más destacan sus grandes pechos, calidos blanditos y perfectos para depositar la cabeza al ser abrazada. Además no podemos olvidar de lo que mas destaca en ella, una grandes alas que sobre salen de su espalda, blancas como la nieve y de plumaje suave, aunque no suele utilizarlas mucho para desplazarse, es… como si se le olvidaran que están ahí.

Su el típico uniforme de maid, con su pasada, sus volantes y sus adornos, salvo que este, en vez de tener los usuales colores negro y blanco, su colores son es azul cielo y blanco.

La arena se mezcló con la fina capa de aceite que cubría al demonio formando algunas zonas barrosas, consiguiendo que torciese su gesto en una mueca de disgusto.

Estamos atrapados por Sphinx, sólo hay dos elementos con los que interactuar: un espejo y un dragón. Bueno, y tú y tu espejo.

Trató de razonar, mientras se quitaba arena de encima. Sus armas no servían demasiado contra la arena.

Hemos visto que aceptar el espejo te cambia. ¿Te gustó lo que viste en el espejo?

Su pregunta iba directamente dirigida hacia Ruby, finalmente tosió un poco de arena... estaba empezando a cabrearse, de hecho le estaba empezando a controlar su odio. Se dirigió hacia el dragón con paso firme. Estaba furiosamente calmado.

Escucha, montón de arena con aires de grandeza ¿Quién demonios te ha dado permiso para tocar a una de las doncellas del amo? Quizá no la conozca, quizá sólo sea una aspirante... ¡Pero es mi deber como mayordomo velar por su seguridad!

Las sombras envolvieron su mano mientras con un gesto un látigo metálico se dirigió raudo como un rayo con una punta digna de un kunai hacia su objetivo, moviéndolo con presteza para tratar de deshacerlo e impedir que se llegase a recomponer. Por algún motivo, se imaginaba a aquel ser como una lagartija con demasiada arena encima.

Livia escuchó lo que dijo el apuesto nigromante y se sintió indignada. ¿Cómo podía compararla con alguien que tenía cola? Se cruzó de brazos e hizo pucheros, a la par que retiró la mirada un momento - ¿Cómo puedes compararme así con alguien con cola? Que yo ni cola tengo – y a pesar de aquel despliegue de ternura, el nigromante no cayó.

Livia vio cuando Tanya se lanzó hacia ella y le dijo a los zombies algo que, extrañamente escucharon – Alto – y recibió a Tanya, quien se lanzó como un espaguetti hacia ella, abrazándola y acariciando su cabecita con ternura -. Eres tan bonita como siempre. ¿Estabas asustada? – y le sonrió dulcemente a la maid slime. Después de eso, miró a Carmilla reconociéndola y su mirada se enserió, mostrándose inconforme con ella y su presencia.

- Por supuesto – decía Carmilla, pensando que Tanya aceptaría la propuesta que le había hecho mientras se pegaba a ella para sentir su gelatinoso cuerpo contra el suyo y “brindarle consuelo” a la maid que lloraba.

Claro que eso se terminó cuando Tanya salió volando hacia Livia y la vampiresa pelirroja suspiró decepcionada, aunque sus ojos se iluminaron de nuevo al ver hacia dónde se dirigía la slime. Salió corriendo mientras la lamya la seguía deslizándose por la arena con destreza.

El nigromante observaba la escena sin poder creer que sus zombies se hubieran detenido. Le gritó a su horda - ¡¿Pero qué hacen?! ¡Ataquen! – y entonces, unos tres zombies se giraron hacia él y le dijeron algo entre gruñidos que este parecía entender. Asentía de vez en cuando y luego dijo – Bueno, es cierto. A veces es importante dejar que las personas resuelvan sus diferencias o no podrán dar todo de sí en un combate… - y luego se exhaltó de nuevo - ¡Pero apenas terminen, atacamos! – gritó.

El rostro serio de la maid lamya y del nigromante giraron del uno al otro un momento y ambos se vieron impresionados de verse - ¡Dasatos! – gritó de nuevo el escandaloso nigromante.

Dasatos suspiró – Eres tú, Roger. No esperaba que nos encontráramos aquí -.

- ¿De qué hablas? ¡Estoy aquí por tu culpa! -.

- Tú decidiste entrar aunque te dije que Carmilla-sama iba a recluirse -.

- ¡Ese no es el punto! ¡Me abandonaste y casi me matas! -.

- Claro porque estuviste a punto de convertirme en un zombie. ¿Estás loco? – decía de forma brusca, aunque era como si la arena hiciera destellar su piel.

- ¡Nimiedades! ¡Verás cómo ya te he superado cuando mis zombies te ataquen! -.

- Creo que eso suena a lo opuesto – y Dasatos regurgitó hasta el punto de sacar de su boca una enorme arma de mástil con decoraciones de escamas de serpiente.

Los zombies se fueron contra esta y aunque esta atacó con su arma y partió a un zombie en dos, este solo volvió a unirse con sus propias manos. Cinco o seis zombies se lanzaron contra ella y, aunque la situación parecía desfavorable, por un momento las escamas de la lamya se alzaron y sus pupilas se afilaron más para poco después escurrirse por la tierra con una velocidad sobrehumana. Jadeó un poco.

- Estuvo cerca. ¿Pueden pelear? ¿O tendré que pedirles que se vayan? – dijo en un tono bastante brusco. Dasatos no parecía ser tan cálida como Livia… era un poco más… masculina que las maids que conocían.

Mientras Ruby gritaba por el amo, el dragón resoplaba señalándolo de nuevo. Este seguía arriba, atrapado entre las cadenas de la esfinge.

- ¿Es tonta? – pensó el dragón.

El enorme coletazo del dragón levantó otra gran cantidad de arena, haciéndoles más difícil de esquivar. Si bien Ruby acudió a su suerte de gato para esquivar, no pareció conseguirlo. De hecho, la cola la golpeó de lleno, lanzándola contra una de las paredes invisibles. Aunque ella intentó buscar alguna abertura en las paredes, no hubo caso, pues todo el lugar parecía cerrado y con solo suficiente espacio como para que cupieran ustedes y el dragón.

Zuri, por su parte, sufrió el mismo destino, pues aunque el mayordomo tenía ya arena pegada a su cuerpo, el coletazo de arena lo golpeó en la barbilla, haciendo que se elevara por los aires y se golpeara contra el techo. El dragón reía y algo de arena les caía encima, como si se tratara de su saliva. Hartos, ambos decidieron sacar sus armas. Ruby sacó un enorme trapeador de un bolsillo y se dispuso a limpiar el polvo… Los espíritus de las maids desde la antigüedad aplaudían por el compromiso de esta maid con su labor y al parecer ellas bendecían aquel trapero, pues cuando limpió el brazo del dragón, este absorbió la arena y lo deshizo. El dragón rugió enojado por ser trapeado.

El mayordemon sacó su látigo de la nada, el cual envolvió al dragón, inmovilizándolo temporalmente, aunque eso no quería decir que no fuera a atacarlos a ambos nuevamente. De hecho, abrió su boca y de esta salió un tornado de arena en forma de llamarada que los cubriría a ambos si no hacían algo al respecto.

Con Livia mimándola, prácticamente se había olvidado por completo de Carmilla. Al menos de momento. En esos momentos Tanya solo hacía pucheros mientras asentía a la pregunta de Livia, siendo una imagen graciosa que la chica, dada la proporción de ambas, fuese quien consolara a Tanya como una niña.

Lo cierto fue que, tal y como un moquito, Tanya se quedó pegada a Livia sin reparar entre lo que sucedía entre el nigromante y su amiga. No era capaz de leer la hostilidad en el ambiente. Pero lo que no le pasó desapercibido fueron los gritos del molesto hombre, cosa que la hizo estremecerse y abrazarse más a Livia mientras temblaba con un flan. Aquello no hizo más que acrecentarse cuando el ambiente comenzó a caldearse más y la lamya comenzó a luchar contra los zombis... después de sacar aquella lanza en su interior, cosa que le hizo pensar a Tanya si la lamya era como ella. Después de todo, ella también podía regurgitar cosas. Claro que aquella reflexión quedó en segundo plano cuando Dasatos les dijo aquello con ese tono tan poco amable. Asustada, Tanya se escondió detrás de Livia y se hizo bolita, literalmente, mirando por un momento a Carmilla con unos saltones y llorones ojos.

Tras chocarse contra la pared, la pequeña vampiresa cayó al suelo de culo. Una única gota de sangre cayó de su nariz, después del golpe que se había dado. Vivi apretó los dientes, mostrando sus pequeños colmillos en una mueca de rabia al escuchar a la fantasma. Sus ojos centellearon un momento mientras se levantaba y se limpiaba la sangre con el dorso de la mano, lamiéndola después para devolverla a su sitio. 

- Voy a hacer que desees haber muerto del todo... - siseó, recuperando poco a poco la compostura. 

El enfrentamiento de Gabriel y la chica panda quedaría en segundo plano, pues la atención de Viviana estaba puesta en la fantasma. Llevándose la mano al interior de la chaqueta de su traje de sirvienta, donde probablemente podría caber algo más de pecho si lo tuviera, Vivi sacó dos kunais, haciéndolos girar en sus dedos, preparada para el ataque.

Por un momento escuchó las palabras del ángel a su lado, girándose un instante preocupada por la luz que pudiera irradiar aquel ser celestial... Pero no, por suerte solo era un bazooka... ¡¿Dónde lo llevaba todo este tiempo?! Intentando dejar eso de lado, la vampiresa lanzó sus dardos contra la fantasma justo cuando se lanzaba contra ella, esperando que pudieran atravesarla.

Abrazar a la slime era algo realmente agradable. Era blandita y suavita, tanto tanto ¡¡O quizás más!! que sus peluchitos, razón por la que no la separó de ella. Simplemente se dedicó a consolarla y tranquilizarla mientras observaba el espectáculo que estaba dando la lamia y el nigromante. Sin poder evitarlo soltó un largo y sonoro suspiro ¿Por qué todos eran tan tan taaaaaan escandalosos y belicosos? ¿Acaso desconocían lo que era solucionar las cosas sin golpes y gritos? Livia frotó su mejilla contra la contraria y la miró desde abajo con ternurita.- Livia está aquí, tranquila ¿Si? Siento haberte dejado sola ¡¡Pero al arena me tragó!! Plub... Y desaparecí ¡¡Pero ya estoy aquí! -Se puso de puntillas para palmear un par de veces la cabeza de la maid, y tras eso, pero sin separarse o soltar a su amiga... Se giró hacia el circo de zombies.

- ¡Ajá! Entonces la chica con la que me comparabas era ella.... ¿EN SERIO? Ni siquiera nos parecemos ¡¡Ni un poquito!! -Hinchó los mofletes cual niña pequeña. Pero su rostro seguía viéndose enternecedor e incluso adorable.- Sois terriblemente escandalosos... ¿Necesitáis luchar? ¿Seguro? -Preguntó a la par que llevaba uno de sus dedos hacia los labios y los golpeaba de manera lenta.- Está claro que tenéis que hablar.... Y resolver algunas cosas ¡¡Pero dejar de ser belicosos!! -Miró al nigromante unos segundos y le sacó la lengua.

- ¡¡Está claro que te encanta ella!! ¡¡Dile alguna cosa bonita!! ¡Vaaaaaaamos! Si tras tanto tiempo encerrado no las has olvidado... Por algo seráaaaa -Dijo entre risillas. Aunque al ver que Tanya se escondía detrás, esta la miró y le ofreció la mano. No quería que su amiga pasase un mal rato... Y por ello intentaba solucionar aquello sin golpes.

 -¡¡Y tú!! -Señaló molesta a la hermana de Vlad, incluso la miró enfurruñada cual gatita.- ¡¡Controla a tu maid!! Quizás debería darle clases de seducción o de... Hm... Ehm... ¡¡Bueno de lo que sea que se usa cuando está enamorada de ese tonto peliblanco!! ¡¡Acabarán haciéndose daño, jolinas!!

Miró de nuevo a Tanya, y sonrió. No quería meterse en esa batalla, y eso que la había empezado ella... O más bien, la habían empezado esos tonto zombies contra ella. Pero tampoco estaba bien dejar a Dasatos sola solísima, por eso con un suave chasquido de dedos hizo abrirse un portal chachioso lleno de brilli brilli ¡Hasta los unicornios sentían envidia de ese maravilloso portal mágico! Metió la mano para sacar de el un libro... Un libro menos kawaioso en realidad.

- Buenos díiiiiiias Libroooooo ~ -Acarició al libro, pero este sólo roncaba... Un ronquido suave y parecido a un silbido. La joven lo agitó y de sus páginas parecían caer letras y purpurina a millares. Pero ese libro no se despertaba, no no, cuanto más lo llamaba, más roncaba él.- ¡¡Despierta libro!! ¡Estamos en un combateeee!! -La joven maid lo colocó sobre una de sus palmas y con la otra mano intentó hacerle de todo. Desde cosquillas, hasta golpes... Y lo único que consiguió fue que el mismo atrapase la mano de la joven en un gran mordisco baboso...-¡¡LIBROOOOOOO!!-Exclamó molesta la maid mientras intentaba liberar su mano de aquel agarre...Pero era imposible. Libro dormía demasiado profundo, y encima ahora ella era prisionera de él y sus babas....

Lo cierto era que tanto la chica panda como la fantasma estaban listas para luchar y mientras la panda se abalanzó hacia Gabriel, la fantasma fue hacia Viviana, como si hubiera estado esperando ese enfrentamiento entre ellas. Por lo mismo, era cuestión de tiempo para que eso pasara.

La fantasma se rio ante la amenaza de Viviana y solo le dijo – Habla la que tampoco está viva – y así, las dos maids de armas arrojadizas iniciaron su enfrentamiento. Los kunais de Viviana se enredaron un momento entre sus dedos, por lo que perdieron parte de su potencia inicial y se clavaron en el suelo a unos cuantos pasos de la vampiresa. La fantasma se rio sin disimular ni siquiera un poco y dijo - ¿Y con ese lanzamiento tan patético planeas detenerme? Que tu puntería es igual que tus pechos: inexistentes – y después de reírse por un buen rato, corrió a toda velocidad empuñando sus cuchillos con fuerza. Los cruzó a toda velocidad, por lo que Viviana se echó para atrás con dificultad y pudo ver cómo un mechón de cabello de sus siempre organizadas coletas fue cortado a la par que una pequeña cortada aparecía en su mejilla. La fantasma se rio.

Por otra parte, la chica panda seguía moviendo la cabeza al ritmo del rap y negó con la cabeza a la invitación de Gabriel. Salió corriendo hacia esta, pero fue entonces que Gabriel recordó convenientemente su identidad para luego sacar su arma de purificación: la pacificadora. Una bazooka enorme que había guardado… en alguna parte de su falda. De seguro era un poder de ángel o algo así.

La apuntó hacia la panda, quien se sorprendió un momento y, tras la poderosa explosión que desató, una gran cantidad de arena se levantó tras su rastro para luego dirigirse hacia su objetivo. La chica panda  saltó y cayó sobre la bala para luego impulsarse sobre ella y saltar a darle una patada a su angelical rival. Esta patada hizo que el ángel besara el suelo y no por voluntad propia, por lo cual su cabello y, sobre todo el mechón que cubría uno de sus ojos, quedaron llenos de esa condenada arena. ¿Y qué pasó con la bala de la bazooka, se preguntarán? Si miraron hacia atrás, vieron que los dos pandas se habían tirado al suelo para esquivarla y esta estalló tras chocar contra una pared. Al disiparse la explosión, la pared seguía como si nada.

Cuando Tanya se hizo bolita y miró a Carmilla, esta se quedó mirándole un momento sin decir nada y luego estalló de emoción - ¡Pero qué ternurita! - y se abalanzó a abrazarla de nuevo mientras frotaba su cuerpo contra ella, disfrutando la sensación. Era realmente pervertida y lo peor es que era posible que la slime no se diera cuenta.

Dasatos suspiró - Por favor. Los amos no luchan, para eso nos tienen a nosotras. Así que no recurras a Carmilla-sama - y así, Dasatos sacudió su arma de mástil para seguir golpeando zombies indiscriminadamente, pero estos resultaron ser más veloces y se abalanzaron sobre la lamia, cubriéndola en una cortina de cuerpos decadentes que la tapó por completo.

A su vez, los zombies se arrojaron sobre Carmilla y Tanya, sumiéndolas en aquella montaña de cuerpos malolientes y putrefactos, recargando todo su peso sobre ambas. ¿Serían derrotadas por ese nigromante que no sabía conquistar ni amenazar a otros? 

Por su parte, Livia sacó ese libro que comenzaba a... ¿Roncar? Sí, y muy fuerte. Era un libro un poco maleducado, al parecer. Fue entonces que el nigromante miró a Livia después de que le dijera todo eso y se mostró molesto - ¡¿De qué hablas?! ¡Aunque tengas un bonito vestido que entalla tu figura, no me engañarás! - y era un insulto, ¿verdad? - ¡Eres tan mala como ella! ¡Cada que le digo algo bonito, ella me rechaza! - y como si respondieran a su ira, los zombies se fueron sobre Livia y empezaron a halarle el cabello y otros a rasguñar su tersa piel. La vampiresa estaba en problemas, eso seguro.

El ser alcanzado por aquel montón de arena dopado le hizo sentir... furioso consigo mismo. Mientras intentaba neutralizar al dragón dedicó un momento para ver cómo se encontraba el amo.

Tenemos que unir fuerzas, señorita.

Intentó persuadir a la maid pelirroja. Se sentía sucio y molesto, preocupado. No quería que nada de eso se mostrase, así que sonreía tratando de ser amable, sin embargo algo en su interior bullía con rabia y su verdadera esencia quería mostrarse. Por el momento conseguía mantener ese oscuro compañero a raya.

Se le erizó el pelo felino de rubi mientras intentaba recomponerse del golpe, con las orejas hacia atrás enfadada, mirando molesta al dragón. 

- ¿Cómo....me llamaste-Nya...?- decía con un tic en un ojo y una sonrisa forzada.

Miró a Zuri.

- Solo por esta vez-nya. Por el amo-Nya. Y para darle una lección a ese dragón feo-nya- Por alguna razón cada vez que pronunciaba el Nya, algo en su aura parecía palpitar

Dicho eso y aprovechando que estaba atado, corrió hacia el dragón y de su bolsillo sacó una enorme manguera del tamaño de un cañon que apuntó hacia el dragón y dijo.

- Una buena trapeada necesita, agua. Nyaaaaaaaaaaaaaaaaaaaa- y dicho eso daría un saltó felino para atrapar su trapeador y continuar con su tarea, siempre, metiendolo en su bolsillo donde al parecer tenía en alguna parte un bale de agua gigante o algo....porque salia limpio cada vez que lo sacaba.

La forma en que Livia le hablaba a Tanya podía ser exagerada, pero lo cierto era que a pesar de la forma que había adoptado, Tanya era una criaturita inocente a la cual apenas dos neuronas le hacían sinapsis, por lo cual entendió perfectamente cuando Livia la consoló y le habló así, asintiendo llorosa mientras rebotaba. Por mucho que quisiera entender lo que sucedía, lo cierto era que no podía, así que se mantuvo al lado de su amiga mientras sus sollozos se calmaban.

Detrás de Livia, miró a Carmilla por ayuda, ignorando la regla que parecía ser tan evidente de que los amos no luchaban. Si bien Dasatos no le contestó de forma agresiva a Tanya, esta sí que lo sintió así por lo sensible que estaba, así que aspiró los moquitos y sus ojos se volvieron dos huevos fritos mientras Carmilla frotaba su cuerpo contra ella, sin que Tanya se diese cuenta de que la pelirroja era una completa pervertida. Quiso darle la mano a Livia, pero Carmilla no la dejó. Y cuando Livia sacó a su libro y aquel peliblanco odioso mandó sus zombis hacia ellas, Tanya gritó el nombre de su amiga mientras ella y Carmilla se perdían bajo la montaña de zombis. 

Mientras los zombis babeaban y buscaban por todos los medios dañarlas, Tanya arropó a Carmilla con su propio cuerpo para que no la dañaran, mientras miraba en todas las direcciones con los ojos llorosos. ¿Por qué las atacaban? ¿Por qué aquel tipo era tan malo con ellas? En nada más que un acto reflejo, y mientras lloraba, el cuerpo de Tanya comenzó a inflarse como si de un pez globo se tratara, sin que esta se percatara de su arma interna.

Gabriel, con un semblante serio, apoyo sus manos sobre la arena, y mientras estas se hundían, se fue levantando poco a poco, con total tranquilidad, se limpió la arena de la cara, luego dirigió su mirada a la chica panda, y cargo de nuevo a “la pacificadora” sobre su hombro dispuesta a lanzar un nuevo proyectil, clavando su mirada en el objetivo. No intercambio palabra alguna, no había nada que añadir, tras unos segundos sus alas se extendieron y se alejó de espaldas para dejar el máximo espacio posible entre ella y la panda en menor tiempo posible.

El combate entre la panda y el ángel no era nada equilibrado, puesto que mientras la angelical figura necesitaba mantener cierta distancia de su oponente y tomarse unos segundos para no errar el tiro, la panda tan sólo requería acercarse a ella para dejarla fuera, además de todo era bastante rápida. Gabriel utilizaba sus alas para mantener las distancias, pero tampoco podía alzar el vuelo sin saber cuánta altura tenia disponible. Todo lo que hacia la angelical figura era planear a unos milímetros elevados del suelo arenoso, de espaldas para no perder el contacto visual, a la máxima velocidad que sus alas le permitían surcar, colocarse en posición y apuntar.

El bazooka resonó, un nuevo proyectil era disparado dejando una gran humareda a su paso.

Aquel lanzamiento podría haber sido perfectamente una advertencia, o Vivi podría haberse mantenido fría y preparar su siguiente ataque. Pero las burlas de la fantasma fueron suficiente para sacarla de sus casillas.

- ¡QUE NO SOY UNA NIÑA, MOH! ¡TENGO EL PECHO SUFICIENTE PARA LLENAR LAS DOS MANOS! - chilló con una voz más de niña, pero totalmente fuera de sus casillas.

Y estaba a punto de demostrarlo con sus propias manos cuando el ataque llegó hasta ella, más rápido de lo que había sido capaz de predecir. Vio cómo su pelo se cortó y sintió el frío del acero pasar por su mejilla, obligándose a retroceder y tomar algo más de distancia.

- No me... toques... mis coletas... - siseó, volviendo a recobrar la compostura, por lo menos temporalmente.

Aquel susto había servido para mantenerla más atenta. De nuevo, sacó más kunais de su chaqueta, 6 en total. Y de nuevo lanzó varios de ellos con fuerza contra la fantasma... Pero no todos. En el momento en el que esquivó el último, Viviana apareció por detrás de ella, con un brillo rojo sangre en los ojos, dos kunais aún en la mano para usarlos cuerpo a cuerpo.

- Veamos qué sangran los fantasmas...

¡¡No era justo!! Ella quería proteger a su amiga, quería que nada le pasase, pero aquel estúpido libro dormilón no le hacía ningún caso ¡¡Y las iba a matar!! ¡¡Seguro las mataban!! Y y y... ¡¡Y luego se convertirían en comida de zombie!! Zarandeó al libro aún más, pero no la soltaba ¡Claro que no la soltaba! Malo el día que ella había elegido a aquel tonto cómo arma... ¡Cómo compañero de batalla! Se suponía que no te tendrían que abandonar, ni dejar sola, ni.... Ni otras muchas cosas. Pero allí estaba ella, con un libro atrapando su mano y dejándola en ridículo.

El primer tirón de pelo la hizo retroceder un poco, incluso intentó agarrarse a Tanya para no caer, pero no sirvió de nada.- ¡Parad! ¡Me lastimáis! -Gritó molesta, pero lejos de hacerle caso, sobre ella rodó una horda de zombies. Zombies que empezaron a arañarla, mordisquearla y a tirarle del pelo sin ningún tipo de miramiento. Livia intentaba liberarse como buenamente podía, pero finalmente aquella masa apestosa de cuerpos la terminó por aplastar, y ya sólo podía quejarse por los golpes y tirones de cabello.

Sentía que no servía de nada, que su cometido le había sido grande y que ella no era merecedora de estar en ese lugar. Bueno en ese justo sí, pero no cerca del señor Vlad. Sus ojos empezaron a llenarse de lágrimas, y sus labios se fruncieron cómo los de una niña pequeña.- ¡Ay! ¡Quietos! ¡Me hacéis mucho daño! ¡¡PARAAAAAAAAD!! Por favor...-Aquellas últimas palabras las dijo entre lágrimas, pero aquello no había sido más que el inicio de lo que podría llamarse "Llanto de niña pequeña"

El mismo empezó con un suave quejido, pero tras eso su llanto se volvió incontrolable y de sus labios empezó a salir un grito de dolor y desesperación. El sonido era agudo hasta el punto de molestar, y cuanto más lloraba... Más subía el volumen y más gritaba. 

Cuando Zuri se giró a ver al amo, notó que este seguía amarrado por aquella cadena dorada brillante que Sphinx la Esfinge parecía haber usado para mantenerlo allí a raya. O tal vez solo quería desquitarse con alguien. El amo le hablaba, pero la esfinge no le respondía. ¡Qué irrespetuosa!

El dragón no pudo liberarse del látigo de Zuri, el cual lo lastimó de nuevo. El dragón rugió, aunque no perdió aquella tormenta de arena que salió hacia ambos. Ruby había tomado esa manguera de quién sabe dónde y ahora salía agua a presión hacia el dragón.

¡No! ¡Mi debilidad!

Sin embargo, parte de la tormenta de arena logró penetrar el ataque y los lanzó de nuevo contra una pared. Aquella “llamarada” de arena los había cubierto y les había lastimado de nuevo, aunque Zuri apenas y había sentido el golpe, pues logró reincorporarse y aterrizar de pie en la pared. En ese caso, parecía él el gato. Ruby no tuvo tanta suerte, pues, aunque la manguera había dado de lleno en el dragón, la arena sí la había hecho estrellarse de lleno contra la pared.

El dragón luchaba con mantenerse corpóreo a la par que el agua le hacía derretirse y el látigo le impedía escapar, pero hubo algo que los sorprendió a todos. De la nada, un hueco estaba siendo cavado en la tierra y, una figura bastante… sexy, emergió de allí. Primero vieron sus orejas, luego su rostro y por último su uniforme de maid, el cual se parecía al de Viviana. Era una maid caballo.

Sacudió su cola para quitarse la arena y suspiró – Vaya, ese hoyo fue difícil de cavar – y sacudió su cuerpo y sus orejas para quitar la arena restante cuando vio por fin que se había metido en la mitad de la pelea y al dragón rugiéndole enojado - ¡AH! – gritó alarmada y arrojó lo que parecía una granada con forma de cabeza de caballo que salió hacia el dragón, mientras este la miraba asustado. Soltó un chillido mientras la granada explotaba, acabando con lo poco que quedaba del dragón. Claro que toda esa arena los cubrió bajo una montaña que les obligaría a nadar a la superficie.

La maid caballo salió mientras relinchaba – Eso estuvo cerca – y al darse cuenta de que no estaba sola, se sobresaltó y se escondió de nuevo bajo la arena – P-p-perdón, yo… Buscaba a C-C-Carmilla… sama… - y su tono de voz se fue apagando por la timidez.

La chica panda parecía lista para seguir combatiendo y cuando Gabriel disparó su bazooka de nuevo, a pesar de su impulso de alas, la panda no tuvo que hacer mucho para ganar ventaja acercándose, solo que esta vez golpeó la bala de la bazooka y, de alguna manera logró con esto que el enorme proyectil se desviara y fuera disparado hacia Gabriel, la cual recibió el impacto de pleno. Eso casi parecía un mal chiste.

Por su parte, Viviana, cuyas coletas habían sido ultrajadas por la fantasma, tomó sus kunais y atacó con fiereza. La fantasma se veía confiada y le respondió con una sonrisa burlona - ¿Y eso te parece suficiente? ¡Apuesto a que tu amo te considera una niña! – y golpeó los primeros kunais para desviarlos, pero no se esperaba el furtivo ataque de la vampiresa, quien le clavó los dos kunais en toda la espalda, atravesándola antes de que pudiera hacerse incorpórea. La maid la miró molesta y dijo con voz temblorosa – I-Idiota… Los fantasmas… no sangran… que tus sesos son del… tamaño de… - y antes de que pudiera terminar su insulto, el espejo se la tragó y esta se volvió un jeroglífico dentro de este.

Poco después, de este mismo espejo, vieron que una figura salió con traje de maid, solo que esta se tropezó al salir. Su cuerpo era voluptuoso como el de Gabriel, aunque… todo en su figura gritaba “sexy”. Era extraño, pero sus piernas torneadas, sus caderas lo suficientemente amplias, su uniforme ajustado… De seguro vendería millones si se promocionara como modelo de artículos para adultos. Claro que tendrían que gustarles los cuernos y la cola de dragón que tenía en la base de la espalda. Su cabello era de un profundo blanco y cuando levantó su rostro, notaron que tenía un largo listón en la cintura que le daba elegancia a su uniforme, así como unos refulgentes ojos ambarinos con pupilas reptilianas. Sí, era una maid dragón… y una muy sexy, por cierto. Esta se levantó cubriendo las bragas que la base de su cola había reflejado por la caída y las miró con una sonrisa – Hola. ¿Han visto a Carmilla-sama? – y lo más gracioso de todo es que la chica panda la miraba mientras sus esbirros seguían rapeando detrás de ella.

La maid dragón se intentó levantar sacudiéndose la arena y tomó algo que al parecer se le había caído al otro lado del espejo. Lo que sacó fue un bata con clavos y dijo – Bueno, soy Vylnys – y tomó los bordes de su falda para hacer una elegante reverencia. Al menos tenía modales, pero… ¡Estaban aún en medio de un combate!

Miró a la chica panda y a sus coristas para decir - Supongo que tendré que ayudarles a luchar porque, conociendo a Carmilla-sama, debe haberse intentado escapar y quedó envuelta en una batalla también - y tomó con una sonrisa el bate entre sus manos mientras apuntaba su arma a la chica panda. Se llamaba Vylnys, pero ¿por qué les quería ayudar? ¿Y quién es Carmilla?