Partida Rol por web

Gorka vio aquellos jinetes que galopaban a toda velocidad hacia ellos y se paró a observar su proceder. Acto seguido, retomó la marcha.

- Muchacha, Isaac, no parece buena idea detenernos - aseveró el vasco. No tienen por qué ser una amenaza, pero si lo fueran, que no vayan a pensar que tenemos algo que temer. Y ya debemos andar cerca de Toro, conviene continuar y llegaremos lo antes posible.

Mientras decía esto, se palpó las ropas para asegurarse que tenía su cuchillo a mano, porque bien sabía que en cualquier momento podía tener necesidad de él.

¿No vendrán a por tí, no? -preguntó Isaac, sin dejar de mirar a los jinetes que se aproximaban-, esa historia de la mujer que contaste... -hizo referencia a tu historia de vida-.

Las figuras de los dos caballos al galope dejaron ver más pronto que tarde el aspecto de sus dueños. No eran sino soldados, vistiendo armaduras en el pecho y brazos y piernas, y sendas lanzas sujetas a las riendas de sus caballos.

Uno de ellos llevaba una espada y un escudo, además. Tras unos instantes os alcanzaron y tuvísteis que deteneros del todo, puesto que se colocaron delante de vosotros. Aún estando encima de los caballos, os hablaron.

¿Quiéne sois? ¿Dónde vais? -preguntó directamente uno de los dos-. Parecían tener cara de pocos amigos. 

- Buenas tardes tengan sus mercedes - Gorka dudaba qué decir a esos soldados. Podía traicionarle su mala lengua y meterse en un lío, por lo que prefirió decir poco y cerca de la verdad -. No hay nada que ocultar, vamos a Toro esta familia y yo. Me llamo Gonzalo y en mi caso les puedo decir que voy en busca de trabajo. El camino nos unió a esta familia y a mí, por lo que les dije que mejor fuéramos juntos por si algún salteador les salía al paso no fueran solos un viejo y una moza.

El que preguntó centró entonces su vista en tí. Isaac había quedado en silencio un poco, tal vez sorprendido o tal vez buscando algún tipo de estrategia. Suerte que tú hablaste y la atención (suerte para él), quedó centrada en tí. Al que te miraba parecían convenirle tus respuestas, pero el otro, que permanecía callado, miraba a Isaac. Le miraba... le miraba y mucho.

¡Es él! -gritó, al tiempo que desenvainaba su arma y arremetía contra el grupo-. El otro tardó un poco en reaccionar, tal vez igual que tú, pero enseguida os enzarzásteis* en un combate. Todos vosotros (los soldados agresores incluidos), estábais sobre las bestias.

Viendo la reacción del soldado que acusaba a Isaac, Gorka se quedó helado. Hijo de las mil putas, pensó para sus adentros... Tanto acusarme y resulta que el peligro era él. 

Iban a apresar al judío y Gorka se quedaría sin la recompensa prometida, que a fin de cuentas era lo único que tenía ahora en mente. Y pensándolo bien no tenía nada que perder, los soldados eran dos y ellos tres, si la cosa iba mal sólo tendría que salir corriendo que ya tendrían que quedarse los dos a apresar al viejo y la muchacha... Así que, ¿por qué no jugar las cartas?

Perdón, perdí de vista las iniciativas... Ataco yo y con mi segundo movimiento intento parar para proteger a Isaac.

Turno 1:

Al ver que los dos soldados pretendían cargar contra Isaac, a quien por alguna razón habían reconocido, te interpusiste entre el judío y el primero de los armados, y lograste hendirle el bracamante en una de sus piernas...

Daño (crítico): 14 (/2 por pierna) (ignora armadura): 7 puntos de daño.

El tipo cayó del caballo a un lado, doliéndose irremediablemente, y quedándose postrado unos instantes... El otro sacaba su arma, una lanza que pretendía usar contra tí ahora...

El primer envite había salido mejor de lo previsto, bien agradecido iba a tener que estar el viejo. A buen seguro iba a resultar que tenía más secretos que él mismo.

Viendo cómo se retorcía en el suelo el soldado caído, llamó la atención del otro que se abalanzaba sobre él a lanzazos. Bajo a trompicones de la mula y trató de ponerse lejos del alcance de su furibundo ataque. Aguantó el tipo hasta que intuyó sus movimientos y de un brinco agitó su cuerpo para tratar de no ser empalado... 

- ¡¡Isaac!! Vaya amigos que tienes - bromeó el vasco con poca gracia.