Partida Rol por web

El mediano recibió un nuevo ataque del hombre tiburón, pero su compañero acabó con él de un garrazo. Confundido, Orégano se debatió unos segundos entre si atacar al hombre tiburón o centrarse en los shaguahines que le atacaban. Finalmente optó por esto último. 

La verdad es que la cosa no estaba como para andar fijándose demasiado en nada que no fuera lo que tenías delante y cuando vi caer a la criatura, abatida por la flecha, prácticamente me moví haciendo un pequeño salto que más parecía que estuviera bailando, para posicionarme y así lanzar otra flecha al siguiente que tuviera más cerca. 

No tenía tiempo de levantar la vista y ponerme a contar cuántos quedaban, sólo esperaba que mis compañeros resistieran en el avispero que nos acabábamos de meter. 

- Son como una plaga...- Murmuré mientras soltaba la flecha. 

Los sahuagines parecían desconcertados porque aquel brutal hombre tiburón les estuviese atacando y devorando a los suyos. Continuaban atacando y peleando, pero se notaba que con menos decisión. Boerth, el hombretón que había podido ayudarles había recibido un profundo corte en el vientre mientras que el resto de la tripulación parecía mantener la posición, incluso la capitana estaba ganando algo de terreno en el castillo de popa.

- ¡Asquerosa y pesada babosa acuática! - dijo Orégano mientras esquivaba un nuevo ataque - La tía Antonia decía que para la cara lo mejor era restregarse una babosa muerta, que las babas esas que tenéis son una maravilla. Estoy deseando ver qué hacen con la cubierta del barco. La van a dejar reluciente. - lanzó una nueva estocada, esperando acabar con el maldito enemigo que no le dejaba en paz. 

Aquel era uno de esos momentos en los que no tienes claro qué es lo que está sucediendo a tu alrededor, pero eres consciente de que tu vida está en juego. La verdad, es que a mí en aquel momento ya se me había apagado la "cosa" de pelear y se me había activado la de sobrevivir, que no, no era lo mismo, pues el instinto de autoprotección era bastante más fuerte. 

- Sois unos pesazos. ¡Dejadme en paz! 

Sí, eso de tenerlos tan cerca me estaba poniendo un poco nerviosa, pero mi idea era no dejar que me hicieran más daño así que de nuevo solté una flecha. 

- ¡Toma y aléjate! 

Seguro que terminaban pensando que era una especie de zumbada que les hablaba mientras lanzaba flechas. 

“No son babosas, son peces feos”

Quiso decir Dudel, pero estaba demasiado concentrado en su magia, hilar el tapiz de la realidad con la música era algo extremadamente complejo, una sola nota discordante, un cuarto de tono que difiera en esa música de la creación y el hechizo se podía romper. Había logrado apresar al más peligroso, así que no pensaba soltar su control mientras pudiese, sin importar lo herido que estuviera, por suerte su prima se estaba encargando de protegerle mientras él se concentraba en aquellas palabras que manipulaban la mente de aquella criatura sedienta de sangre.

Ph'nglui mglw'nfah Cthulhu R'lyeh wgah'nagl fhtagn!

Susurraba en un cantico casi inaudible para la mayoría de las criaturas, mientras por alguna extraña razón que no alcanzaba a comprender, le parecía irónico que con aquellas palabras pudiera manipular a aquellos hombres pez, no sabía muy bien donde había aprendido aquellas palabras, puede que en uno de aquellos extraños sueños que solía tener. Simplemente, un día despertó conociéndolas y por alguna razón, se prometió a sí mismo no pronunciarlas, salvo que estuvieran en peligro mortal.

Albahaca revolvía su bastón pero no tenía el efecto demoledor que esperaba así que se concentró en un área, que los saguajines tenían delimitada para darse confianza unos a otros en una especie de línea de ataque, el lugar se fue revolviendo al tiempo que los ojos de Albahaca cambiaban de amarillo a un tono pálido hasta ser casi blancos y finalmente Thunder, dando un golpecito con su bastón entre sus pies sobre la cubierta de madera, sonido aplacado por el efecto devastador del conjuro

Un atronador y ensordecedor sonido surgió del área, una onda casi visible que se oiría a mucha distancia pero que con suerte giraría por completo las tornas de aquel combate

Orégano seguía luchando con la criatura, malhiriendola. Igual que Lyeneru. Las tornas habían cambiado desde que Dudel había conseguido controlar a aquella monstruosidad con cabeza de tiburón, pero el final del combate fue anunciado por Albahaca. Un ruido atronador sonó en el barco haciendo que todo el mundo dejara de combatir. Un dolor profundo en sus oidos, como si tuvieran metida la cabeza en la campana del templo. Algunos sahuagines no aguantaron y cayeron al suelo muertos. Otros al ver aquello se dieron media vuelta y saltaron por la borda. La propia Tres Pendientes le dio una estocada a uno de los hombres tiburón antes de que saltara por la borda. Al cabo de unos segundos el único enemigo vivo que quedaba era el hombre tiburón que controlaba Dudel. Lleno de heridas parecía estar luchando en su cabeza para poder lanzarse contra el primero que pillase y devorarlo.

-¡Eh! ¿Estais todos bien?-gritó la capitana desde lo alto de la popa.

-¡Capitana, Dilyu está herido! ¡Esa cosa casi le arranca el brazo!-dijo la semiorca y la capitana fue corriendo a socorrer a su compañero. 

Aquella emboscada había sido peligrosa y por poco pierden la vida. Y el plan era sumergirse bajo el agua para enfrentarse a esas cosas en su propio terreno. Tendrían que prepararse bien si querían sobrevivir y arrebatarle el cetro a aquellos Sahuagines.

Dudel se dejó caer al suelo, agotado por aquel ejercicio mental.

Seguia hablando entre susurros.

Llegaron a un litoral de lodo, fango y ciclópea mampostería que no podía ser otra cosa que la sustancia tangible del terror supremo de la tierra: la ciudad cadavérica y de pesadilla de R'lyeh, construida hacía incontables eones por repugnantes figuras que procedian de las estrellas sin luz. Allí yacían el Gran Cthulhu y sus hordas, ocultos bajo bóvedas cubiertas de fango verdoso; enviando de nuevo, tras incalculables ciclos temporales, aquellos pensamientos que extendían el miedo por los sueños de los más sensibles, a la vez que apremiaban a sus fieles a lanzarse en pos de un peregrinaje por su liberación y la restauración de su imperio en la tierra.

"Uno no podía estar seguro de que el mar y el suelo fueran horizontales, de modo que la posición relativa de todo el resto parecía variar fantásticamente. "

...aquel lugar onírico que vio era anormal, no euclidiana y asquerosamente impregnada de sensaciones de otras esferas y dimensiones distintas de la nuestra...

-Ahora no dejo de ver esa maldita ciudad hundida, y una especie de pulpo antropomórfico gigante y muy feo que parece estar Muerto pero soñando... Arghhh... Por eso odio este hechizo.

Dijo mientras se ponía las manos en la cabeza.

Realmente estaba agotado, tanto física como mentalmente, aunque se dio cuenta de que aún le quedaba poder para hilar magia, le sorprendió lo fuerte que se había vuelto en un par de semanas, cuando aquellos peces le atacaron por primera vez a duras penas sobrevivió usando todo lo que tenía en su mano.

Desde el suelo levanto la mano, sin demasiada energía.

-Si esta muy mal, traedlo aquí, puedo sanar sus heridas… si logro levantarme.

Dijo con un hilo de voz mientras intentaba recobrar el aliento.

Cuando albahaca terminó con el último de los guerreros del mar y levantó la vista para buscar a su hermano, la escena le pareció de lo más surrealista. 

El mediano estaba dando saltos encima del hombre tiburón, diciendo toda clase de maldiciones y tacos posibles. Escupía constantemente sobre los cadáveres de los muertos, gritando sobre cómo se había desperdiciado una comida tan sabrosa, y con un debate en voz alta sobre si debían comerse animales que tenían manos y patas, y sobre el límite de lo que es humanoide y no. 

Mientras movía el rapier de lado a lado, como si se tratara de una escena de épica de un teatro. Sin embargo, la "mediana" estaba segura de que la escena era de lo más triste si se veía con cierta perspectiva. 

Albahaca respiró hondo, ayudó a los marineros heridos- ¿Como vamos a bajar ahí abajo?  Hemos salido vivos de milagro, la mejor opción es saber donde producirán el próximo advenimiento... e interrumpirles, igualmente necesitaremos pócimas, pero les pillaremos después del ritual, estarán agotados y sus fuerzas luchando contra los costeros, tal vez con el cetro consigamos revertir su efecto antes que el próximo ritual termine

Al menos, esa es mi idea, en lugar de bajar ahí dando palos de ciego sin saber en qué lugar de su fosa se esconde.... ¿Alguien sabe de un adivino? ¿Queda algún hombre pez vivo al que podamos interrogar?

Albahaca buscaba la aprobación de sus compañeros, necesitaban aquel cetro, pero no a cualquier precio, y si bajaban ahí, no regrasarían los cuatro, y era un precio que Albahaca de ninguna manera estaba dispuesta a pagar

-Joder, va a ser difícil pero nadie dijo lo contrario-dijo la capitana mientras pasaba cerca de todos los tripulantes para ver como se encontraban. Ella misma tenía algunas heridas menores pero no parecía darle importancia. Finalmente se acercó a los 4 aventureros que discutían sobre si bajar allí sería una locura. Quizás lo fuera pero la capitana parecía decidida-. Aunque esperemos a que ataquen en otro lugar, quizás el resto de lo que queda de Palma Flora, no creo que su lider salga de las profundidades. Ya visteis el poder de Uk'toa, si se lo propone podría hundir el barco en un abrir y cerrar de ojos. Esperar a que actuen ellos no es una opción. Además, Albahaca, ¿que pasaría si muriese gente? No creo que pudierais vivir con ello. No, curaos y tomad las pociones, yo bajaré con vosotros para ayudaros. Sabemos que están bajo nuestro barco, acabaremos con ellos. Es ahora o nunca-dijo la capitana animándoles.

Dudel miro algo consternado a su prima albahaca, si se hubiese podido levantar le hubiese dado un capón.

Aunque se alegró que Tres pendientes hablara por el en aquel momento.

-Por supuesto, somos héroes que van a ser inmortalizados, no podemos dejar que ataquen a otros deliberadamente solo para aprovechar que estén débiles, el objetivo es evitar más víctimas, aunque sea por pura estrategia, antes me peleo contra ellos con uñas y dientes.

Volvió a intentar levantarse consiguiéndolo finalmente y se acercó a su prima para poner una mano en el hombro.

-Nos hemos vuelto muy fuertes en poco tiempo, estoy seguro de que podremos con ellos y con ese maldito bicho, y luego, podremos dedicarnos a reconstruir palma flora en otro lugar y a volver a tumbarnos a la bartola en la playa.

Si por estar bien entendía "estar vivos" parecía que sí, aunque había habido momentos en aquel combate en el que yo lo había visto todo un poco negro, la verdad. En cuanto nos quedamos sin enemigos delante colgué el arco y guardé la siguiente flecha que ya tenía en la mano para agarrarme una de esas heridas que tenía y que no tardarían en dolerme más en frío. 

- ¡Puto bichos asquerosos! - Gruñí antes de acercarme a donde estaba Dudel, que se agarraba la cabeza como si no la aguantara. 

- ¿Estás bien, Dudel? - Yo no me había enterado de mucho de lo que había pasado por la cubierta, pero es que cuando te están zurrando y estás devolviéndolas y tratando de curarte, la vida te da justo para respirar y vamos, porque el cuerpo lo hace solo, sino... Eso sí, se me podía ver hecha un trapo. 

Al decir lo de que había alguien muy malherido, Dudel se ofreció a curarlo. 

- Si el no puede yo al menos podré sanarlo lo justo para que no muera... - Yo también necesitaba curarme, pero bueno, si ese estaba peor lo curaría primero a él. 

Estaban todos muy animados y a mí me dolían hasta las pestañas. 

- Te habrás hecho fuerte tú. - Le respondí. - Yo me he convertido en una herida andante cada vez que nos enfrentamos a esas cosas. - Le señalé mi ropa que estaba más roja que de su color y la sangre era mía. - Los tiburones me van a oler sin que meta un pie en el agua. 

Me dejé caer al suelo y apoyé la espalda en un barril que había allí atado. Necesitaba recuperar el aliento. 

- ¿Qué es una pelea si no recibes unas cuantas heridas, prima? - dijo Orégano que se movía contento de un lado a otro. Parecía que el cabreo se le había pasado. Y además, tenía una enorme cicatriz de bocado de tiburón que había conseguido superar gracias a su experiencia peleando - ¿Sabes lo que se liga con estas cicatrices? - Algo que parecía poco probable, aunque no era el mediano menos atractivo que conocíais. 

Los mofletes de Albahaca se hincharon, dejando su boca pequeñita en tanto que cogía una de las lámparas del barco y la dejaba frente a sí. Bien, como dijo aquel tunante, que ya diera con sus pies en el calabozo por borracho, la suerte está echada

El plan entonces es entrar en la fosa a torta limpia hasta encontrar a su líder y cogerle el báculo, un plan fácil de recordar, cuando estéis listos.

Albahaca dedicó un pequeño descanso a recuperar algo de su concentración, su libro... no podía llevarlo bajo el agua o se haría pedazos al mojarse... no tenía más remedio que dejarlo escondido en el camarote de la capitana, sin que esta se enterara, y rezar porque el barco no se hundiera cuando salieran fuera.

El grupo se curó y descansó como pudo unos minutos*. El ataque había sido rápido y peligroso y varios marineros estaban heridos igual que los cuatro aventureros. El sol comenzaba a iluminar con tonos naranjas la superficie del agua. Era desolador. Donde antes estaba la pequeña isla de Flora, donde iban a descansar, a visitar amigos, bañarse en la playa u observar la competición de caza de tiburones ahora no quedaba nada, salvo el mar revuelto y algunos restos de madera flotante a la deriva.

Finalmente, Tres Pendientes se acercó a ellos con las pociones para bajar al fondo del mar.

-Esto nos asegurará una algo más de una hora para bajar ahí y hacernos con la vara de Uk'toa. Tendrá que ser suficiente porque no tendremos otra oportunidad-dijo para animarlos aunque el ánimo del grupo no estaba por la labor-. Pensado así, dentro de una hora habremos vengado a los vuestros y seremos un poco más ricos-dijo esbozando una sonrisa felina y les pasó las pociones.

Tras beberlas el grupo se preparó y se lanzó al agua. Abajo, a unos 100 metros de profundidad estaba la grieta marina donde vivían esos sahuagines que habían destrozado su hogar, el mayor reto de su vida se encontraba allí abajo y no tardarían en descubrir si serían capaces de superarlo o se unirían a los muertos en las aguas de La Costa de las Fieras.

Denzel suspiro, hubiera preferido descansar mas antes de bajar, pero lo cierto es que el tiempo apremiaba, así que saco su tambor, su gaita e hilo algo de música con calma, para recuperar algo mas de vida a la gente que le escuchase.

BAJO

Esta es la cancion
De un mediano dragon

GAITA

Una mediana quiso un dia
Hacer una enorme tortilla
En el gran mercado
Un gran huevo compro.

Puso el gran huevo al fuego
Pues no conseguia romperlo
Cuando no miraba
El gran huevo se abrio

De ahi salió un dragón
Algo enano pero un dragón
Se quedaron 
sin tortilla 
Nooooooo

No se comieron al dragon
No querian una indigestion
Lo criaron
Lo cuidaron
Yyyyy….
Le dierón jamooon.

BAJO

La mediana lo crio
Como madre lo cuido
El dragón creció
Como bardo se formo

GAITA

Tenia primas y primos
Algunos eran algo rarillos
Los quería mucho
Cual trucha al trucho

Su prima Albahaca
Era una mediana muy rara
Verde y muy lista
Aunque algo canija

También estaba Lyeneru
La mediana elfa Lyeneru
La encontraron 
En la playa
Siiiii

Luego estaba Oregano
El mediano Oregano
Que tiraba
Muchas piedras 
Aaaa…
Los tiburones

BAJO

Aun tenia mas
Pero tengo que acabar
Necesito descansar
Y una siesta echar.

Tras la música decidió descansar un poco mas antes de ir a por aquellas criaturas.

Dudel intento sumergirse, como tantas veces había dicho Orégano, el era un bicho de fuego, y meterse al agua iba contra su naturaleza, así que bajar le costo esfuerzos y horrores, casi hubiera sido mas sencillo si hubiera cogido un ancla o una piedra gorda, y aun así, no le resultaba nada sencillo bajar, aquello era mas complicado de lo que creía.

Al llegar abajo finalmente suspiro con algo de melancolía y con mucho de agotamiento, aquello había sido el hogar de toda su vida, y ahora tenían que luchar en el, para vengar a los suyos.

-Supongo que será mejor que nos movamos, tenemos bastante prisa.

Dijo algo mas seco de lo habitual, algo irónico, ya que se encontraban bajo del mar

Después de descansar, Orégano se estiró. Le había sentado bien el haber combatido contra aquellos seres y estaba muy contento de poder seguir adentrándose más en aquella venganza particular contra el fondo marino. Al fin y al cabo, eran marisco con ganas de guerra. Y todo el mundo sabe que en esa guerra, el marisco acaba en la cazuela. Era el destino, que decía que ellos saldrían victoriosos. Y por ello, Orégano estaba más que feliz. 

Se remangó los brazos, se tomó la poción y saltó al agua con gran agilidad. Todo aquello le había sentado de maravilla y se veía que su capacidad de movimiento y de reacción eran ahora mucho mejores que antes. 

Tras todo lo que había sucedido, teníamos que ponernos en marcha, aunque estaba claro que estando tal y como estaba no llegaría demasiado lejos dentro de un agua infestada de aquellas criaturas verdes. No es que conociera demasiados conjuros y sabía que sería el último con el que podría contar, pero era ahora cuando me hacía falta ¿no? 

Mientras escuchaba la canción de Dudel de fondo, usé un conjuro de curar para cerrar mis heridas, aunque por mi ropa no podía hacer nada. 

- Está claro que voy a tener que ir a todas partes, incluso al fondo del mar, como si fuera una vagabunda. 

Así, mi primer intento de sumergirme no fue demasiado bueno, pero es que estaba más que un poco preocupada por lo que me iba a encontrar ahí abajo sólo con ver las que liaban cada vez que salían del agua.