Partida Rol por web

Salimos el día 15, Butterfingers. No parece escuchar eso de "improvisada", pero adopta un tono ligeramente más frío. Por cierto, mañana temprano usted saldrá en tren hacia Chicago. Usted, los pilotos, Halperin y DeWitt, el ingeniero, Miles y otro mecánico, Longfellow, deben ir a examinar los tres Boeing 247 que vamos a llevar. Durante la comida ya conocerán a todos sus compañeros.

Mientras esperamos a ver si nos llama, podríamos asistir a las conferencias he esta dando de forma que podamos obtener la mayor información posible, con las cosas buenas, malas y cosas que no parezcan tener en cuenta. Quizás este prevista alguna mientras esperamos. 

Estimado amigo, veo que la aventura le domina y en este caso, yo creo que tambien jugare a este juego. Se que ya tienes experiencia, en las expediciones, en mi caso es mi primera vez. Que tal es la convivencia conJames Starkweather, complicada no?

Tim no duda en acercarse a los sandwiches y tomar uno de carne fria con lechuga y queso,

por lo que se, varias veces...mmnnun, ñam, ... ha salido con menos gente de la que iba en un inicio, supongo que se viven situaciones criticas y que hay puede entrar mi experiencia profesional sobre el campo. Debe de ser muy frio o muy poco centrado para vivir con ello y aparentar tanta serenidad, verdad?

Moore ignora claramente las alusiones a Starkweather. Su actitud es la del que ha escuchado alguna palabra malsonante o una ventosidad de un buen amigo, y decide hacer como que no ha escuchado.

Señores, para que volvamos todos los que vamos hay que trabajar, y yo me encargo de velar por eso, así que, si no tienen más preguntas, el señor Sykes les está esperando.

Los cuatro estáis pensando ya en ir a alguna taberna, club o drugstore para tomar un bocado, y enteraros de cuándo tiene previsto Starkweather hacer alguna aparición pública.

De la casa y hacia la casa hay un cierto tráfico de personas. Por ejemplo, un pequeño utilitario aparca con pulcritud justo al lado del portal, frente a la acera. El conductor es un hombre de unos cincuenta años, vestido con un costoso traje y abrigo, y que porta, además, una maleta. El hombre franquea seguro la entrada. Su actitud es la de un hombre de negocios, y se comporta como si tuviese una importante cita. Avanza por el paseo, se aproxima a la casa y desaparece de vuestro campo de vista.

Luego sale el jardinero con un montón de restos de poda, que pone cuidadosamente en unos contenedores situados al efecto. Os vigila muy desconfiado, especialmente a O'Maley, que ha estado a punto de ponerle un ojo morado.

El guardia de la puerta (que ha dejado pasar al hombre de la maleta) tampoco os quita ojo. Es, evidentemente, un guardia privado.

En la casa se abren y cierran algunas ventanas, sobre todo del área del servicio (suelen ser las que se encuentran bajo el tejado), y pasan algunos coches.

El hombre del maletín vuelve a salir, acompañado de un joven robusto, con gabardina y sombrero. Se dirige hacia un coche negro y grande que hay aparcado calle abajo, no demasiado lejos. El vehículo arranca antes de que lleguen a él y se aproxima, de manera que se introducen en él a mitad de camino.

Por delante de vuestro taxi pasa una anciana con un vestido de verano, más apropiado para alguna jovencita, demasiado pintada y demasiado rica para el mal gusto que muestra al ponerse joyas.

Del lejano puerto llegan las sirenas de los barcos, lejanas, como un recuerdo de otro lugar muy diferente del que estáis pisando.

En ese momento os dais cuenta los cuatro de porqué habéis mirado al viejo del maletín... lo conocéis, al menos por la prensa y las fotos. Es Nicolai Roerich, un famoso noble ruso, arqueólogo, pintor, historiador, orientalista. Es el fundador del Instituto de investigaciones Himaláicas (relativo al Himalaya), situado en el valle de Kulú, Himalaya occidental. En dicho instituto se realizan investigaciones sobre botánica, bioquímica, zoología, medicina... colaboran en él científicos de talla mundial, como Einstein, por ejemplo, además de muchos otros de todas las naciones, razas, credos y regímenes políticos. Todo un encuentro, vaya.

Peter Sykes está en la cámara del barco, rodeado de perchas, baúles y cajas abiertas. En la entrada se encuentran seis personas, esperando ser tallados, como si estuvieran en el ejército, pero con más años y mejor humor.

Una persona de espaldas es lo primero que veis, entre las sombras, ya que tapa la luz del fondo del pasillo. Habla con una voz muy extraña, ronca. Cuando se da la vuelta para saludaros y dejar pasar, ya que os ha escuchado, no podéis reprimir un leve respingo de impresión, porque tiene la cara completamente llena de cicatrices.

Ah, aquí llegan los nuevos, supongo. Yo soy Gilmore, soy ingeniero de perforación, les haré hermosos agujeros en el hielo y la roca ¿saben?

Se supone que la horrible mueca con la que os recibe es una cálida sonrisa de bienvenida.

Me harán un favor si me llaman Colt, amigos, así todo irá mejor. Pero si no hay más remedio... Alan Huston, mecánico.

Este acaba de interrumpir una, al parecer, interesante narración sobre cómo estalló un depósito de gasolina en medio del hielo, y los bonitos colores que resultaron de todo ello.

Les queda un rato por esperar, me parece -ríe socarrón-, hay cola.

El tipo a su lado gruñe un poco, dice en voz baja: por mi pueden colarse, me da igual...

Pero se repone e intenta poner buena cara. Patrick Miles, ingeniero aeronáutico. Y ofrece su mano.

Bu... bu... buenos días. Lawrence Longfellow, ta... también mecánico.

Parece regordete y bastante tímido, aunque hace un instante se reía de buena gana de las palabras de Colt Huston.

Halperin. Piloto. Buenos días.

El tipo parece muy tranquilo. Su mano hace un largo viaje hasta la que debe estrechar, y la estrecha firme pero tranquilamente. Luego, emprende el viaje de vuelta hasta la siguiente o hasta su bolsillo, para que Halperin, metódico y calmo, vuelva a apoyarse de nuevo en la pared del pasillo donde se mantiene mirando todo y sin reaccionar, a no ser que haya reflexionado lo suficiente como para enseñar el colmillo con una leve sonrisa a algún comentario gracioso.

Otro piloto por aquí. Muy serio, casi malhumorado, como para hacer pareja con Miles, el ingeniero. Ralph Dewitt.

Asoma por la puerta la cabeza de Peter Sykes.

Venga, ya está, pase el siguiente que ya me aburro de tanto solaz y esparcimiento ¿no te fastidia? Venga señor gruñón, venga a que le mida los miembros, hehehehe. Ah, buenas, soy Sykes, serán los de ayer, los nuevos, supongo. Hagan cola que enseguida estamos. ¿Tenemos fotógrafo ya? Si es que si, creo que luego hay que ir a buscarlo para que nos inmortalice, ¿no?

Cuando a cada uno le toca, Sykes le hace ponerse en ropa interior tras un biombo y le obliga a probarse un sorprendente número de prendas, algunas de seda, otras de pelo de algo sumamente espeso. Parece muy bien dotado para las relaciones públicas, es un hombre agradable, pero da la impresión de que es muy serio en su trabajo.

Mide la altura, el peso, la cintura, el pecho, el cuello, la entrepierna, el número del calzado, la talla de sombrero, de guantes y otras medidas, algunas sorprendentes. Conviene que esto se haga bien, dice si hay el más mínimo gesto de impaciencia o aburrimiento. Salvará su vida, se lo aseguro.

Tras apuntar todo en una pequeña libreta, os da sugerencias sobre cómo hay que utilizar cada una de las prendas (forros polares, botas, guantes, pantalones, parka, capuchas y monos: más de seis kilos de ropa en total), y hace que os probéis algunas piezas más mientras va tomando medidas al siguiente de la cola.

Un día o dos más, dice, y tendremos los equipos preparados. Las botas de esquí y los guantes todavía no nos han llegado, pero ustedes -por todos, en general, la verdad- tendrán que hacer todo su trabajo con guantes cuando lleguen, para acostumbrarse. Sacarse los guantes es algo que no se hace en el polo, si no quieren perder un dedo.

Después de la sesión de corte y confección, toca fotografiar a todos con algún traje polar que de el pego sin provocar golpes de calor, a causa del grosor de los mismos.

Es un momento alegre y bullicioso en el que aparecen tanto Moore como Starkweather, y en el que conocéis no solo a todos los miembros de la expedición, sino que, además, es fotografiada toda la tripulación del SS Gabrielle, menos el capitán, del que todavía no se sabe nada.

Moore está tan serio e impávido como siempre, pero Starkweather se muestra simpático y expansivo. Se sabe el nombre de todo el mundo, y a algunos ya les llama por el nombre de pila, les palmea la espalda y les tutea.

¿¡Lo habéis visto!? ¡Era Nicolai Roerich! digo girándome hacia el resto un poco sorprendida.

Si él ha entrado allí, eso quiere decir que estará dentro Acacia y está tiene entre manos algún otro tipo de investigación ¿o estará tratando de hacer lo mismo que nosotros? ¿desacreditar a Steakweather en el propio campo de la ciencia?

Oh, Dios. Roerich... conocí a su hijo, en el Himalaya. Es todo un personaje. ¿No podríamos ir a saludarle?

Con una sonrisa asiento a Charlenne dándole un golpecito en el brazo Claro que sí, vamos. Además, así tendremos una excusa para hablar con él.

Girándome hacia Nadine Venga, vamos a ver si logramos hablar con Nicolai y averiguarmos algo de Acacia de paso. La intención es que ella fuera la que rompiera el hielo, mucho más acostumbrada a alternar con hombres buscando temas de conversación para hacerse la interesante.