Partida Rol por web

Nils tomó la nota (sin leerla), llamó con voz potente y, una vez Maggie se hubo acercado a la puerta de la tienda, le pasó la nota.

A Menez no le había hecho falta descansar tanto como a los otros. Tampoco estaba tan mal. Algo amoratada por una u otra pelea y golpe recibido, un pie semi-congelado pero la cabeza le iba perfectamente, o eso creía ella. Así que, al igual que a a Greene, a ella se la veía más ratos despierta y en alguna esquina en busca de intimidad, leyendo manuscritos, sus notas, como si estuviese preparando un jugoso artículo.

Menez negó con la cabeza al escuchar a Moore decir que habría una expedición de rescate. Estaba obcecada en no volver allí y mucho menos para salvar a uno de los alemanes. Era inevitable que sintiera algo de culpa por abandonar allí al siempre divertido y educadísimo Sutton, pero  no era Pooster. Timothy estaba ya muerto y sólo pro él sería capaz de volver allí.

- ¿Una nota de Peabody?- Dijo mostrando su sorpresa y tendiendo la mano para leer la nota. No perdonaba el estúpido sabotaje que Alexander había cometido contra su propia expedición, pero no era menos cierto que, de no haber sido por aquel ingenioso joven, no habrían descubierto al jonás del Gabrielle.- Algo de razón tiene.- Devolvió la nota a Moore en cuanto terminó de leerla.- No podemos meter al Sr. Peabody en el mismo saco que a Danforth o Williams. ¿Dónde lo tienen?-  Ahora que Pooster había muerto, Peabody era lo único que le quedaba que lo relacionaba con él.- Me gustaría hablar con él.

- Con respecto a la nota... creo que los que estuvimos en la torre sabemos a qué se refiere cuando menta al "Oscuro"... algo reposa allí, quizá en el fondo de un foso al que no llegue a bajar del todo. La única expedición de rescate que deberíamos llevar a cabo es cargar un avión bien de combustible y estrellarlo contra esa demoníaca torre con la esperanza de que se derrumbe para siempre.

Todos los ratos en que se sentía lo suficientemente despejada, Menez estudiaba el manuscrito de Williams, pasándolo a limpio a su propia letra, mucho más profesional y estilizada, tratando de rellenar las partes incompresibles con sus amplio conocimientos sobre temas parecidos.

También se interesó pro el estado de la traducción del diccionario Carambolo-Alemán-Inglés que hacía Moore.

- ¿Ha acabado ya? Me gustaría echarle un vistazo. 

Chester tenía el corazón partido. Por un lado, tenía un nuevo motivo para volver a la Torre Maldita. La nota planteaba una opción que ni siquiera se le había pasado por la cabeza: que hubiera un tercer monstruo, aún desconocido, debajo de aquella ciudad. Que fuera entonces aquella criatura nunca vista la causante del terremoto, o la súbita subida de temperatura, o el extraño comportamiento de la masa borboteante de carne que llamaban Shoggoths. ¿Podía la Expedición permitirse el lujo de -quizás por acccidente- haber despertado a un monstruo aún más terrible y después desentenderse del asunto? No, aquello no le parecía nada bien. 

Pero por otro lado, temblaba solo de pensar en lo que podía esperarles allí abajo. Temía que su mente no fuera capaz de resistir la visión de una nueva y horrible criatura extraterrestre. De hecho, estaba seguro que su cordura se rompería en pedazos ante lo que fuera que se ocultaba en los oscuros sótanos de la ciudad.

¿Qué debía hacer, entonces? ¿Asumir su carga y dirigirse a una muerte segura, o abandonar sus responsabilidades para con el resto del grupo -y de la humanidad entera- y volver a casa? ¿Cómo podía tomar esta decisión? 

No podía. Simplemente, no podía. Y como él era incapaz, dejó que fuera otro quien tomara la decisión por él.

¿Qué hacemos, Charlene? ¿Vamos a descubrir qué se oculta bajo la ciudad, o nos volvemos a casita?

La tormenta arreciaba tras las lonas.

Supongo, Menez, que cuando acabe la cuarentena podrá visitarle en su encierro sin problemas. Depende de que él desee recibirle, en realidad. Tenga, tendió la libreta con las notas de Meyer. Es un trabajo desordenado, naturalmente, pero muy revelador.

Hay ya datos preliminares acerca de esa pregunta, Field, que nos aclaran el panorama y las posibilidades que tenemos. No nos será posible realizar esa expedición sin la ayuda de los alemanes. No sin poner en peligro la vida de todo el personal del campamento Lake. Tengan en cuenta que usaríamos los dos aviones.

Parece que se han captado mensajes alarmantes del campamento base alemán en la costa, en la Tierra de la Reina María, por cierto. Muertes y muchos daños. Es posible, por tanto, que ni siquiera puedan ayudarnos de desearlo. Tampoco estoy seguro de que nosotros deseemos pedir su colaboración, para empezar.

Sabemos, por lo que han podido escuchar los radios, que su campamento estaba cerca de un sistema de túneles.

Estoy dispuesta a financiar personalmente la ayuda de los alemanes, pero solamente si todos los presentes accedemos. Ya no confío en ellos, aunque pienso que desean, al menos, dar con Meyer, o con las notas que pueda haber dejado, y siguen necesitando de nuestros aviones para cruzar las montañas. Por otro lado, es posible que ya no haya combustible ni oxígeno que el dinero pueda comprar.

Por cierto, me gustaría leer ese texto Dyer, y que me devolvieran mi propio texto. ¿Quién los tiene?

Oye Larry, estoy intentando escuchar lo que dice el señor Moore, joder. ¿No podrías dejar de silbar?

Por mi, vamos, señor Moore. A por ellos.

¿Yo? Pero si no estoy silbando.

Ciertamente, por debajo del ruido de la tormenta, parece oírse un silbido aunque, claro, también está el eterno silbido de las montañas. Es difícil saberlo.

Señor Moore, lo siento mucho, pero yo no iré. No podría... No iré. Lo siento.

Eres realmente... - dejó en el aire Charlene, dirigiéndose a Field; por la mirada de arrobamiento que le dirigió, parecía ser algo positivo lo que dejó por decir - Te honra, desde luego. Pero míranos, mírate ¿En qué podríamos ser de ayuda?. Apenas puedo moverme, y tú... - hizo una significativa pausa - Tú no estás bien, ¿No lo entiendes...?. No creo que haya más de media docena de personas en este campamento en condiciones de regresar allí, y aunque tuvieramos los medios, que no lo creo, ¿Qué demonios creen que podríamos hacer allí, aparte de dejarnos matar de la manera más terrible...?
 

Respecto a Peabody, no sé que decir. Antes de ver todo lo que hemos visto le juzgaba duramente, como creía que merecía. Después de lo que hemos vivido, ya no puedo pensar en los términos de ética en blanco y negro que solía usar. Desde luego, algo de razón tiene, aún dentro de sus delirios, que por cierto resultan ser bastante lúcidos y corresponderse, de una manera extraña, con la realidad.

- Yo también me retiro. Mi cuerpo no da más de sí y, aunque lo diera, después de lo que he visto no volvería allí por nada del mundo.- Y menos por Meyer.- Tengo trabajo que hacer aquí. Poner en orden mis ideas y comenzar a escribir, eso es, sí, escribir como antaño, de puño y letra. Cuando pase la cuarentena iré a hablar con Peabody, tengo que contarle lo de...lo de Tim.- El rostro de Menez se arrugó aún más de lo normal.- Yo ya he dicho lo que creo que deben hacer con esa torre. Si se fijan, los Antiguos gustaban de representar hasta el más mínimo detalle en sus grabados pero...de esa torre no hay nada, nada de nada. Un tabú, lo cual sólo puede explicarse con que le tengan pavor.No les digo lo que le tendríamos que tener nosotros si somos sólo sus "hijos". Justo debajo de la torre está ese foso. Como he dicho no llegué al final pero de allí abajo emanaba algo, no sé cómo describirlo...aterrador. Pero qué no ha sido aterrador desde que cruzamos las montañas.- Menez ignoró la petición de Acacia. Ella tenía el texto pero si Moore no decía nada ella no iba a entregárselo.- Quizá los que nos quedemos, ayudándonos con el nuevo diccionario que hemos hecho, podamos revisar las fotos y ver si sacamos algo en claro.

Charlene tenía razón, como siempre. Estaba bien tener a alguien que, para variar, se preocupara de la salud de Chester. Parecía que el tiempo de vivir alocadas y peligrosas aventuras en los confines del mundo había llegado a su fin. 

Bueno, una familia y hijos también puede ser toda una locura, dicen...

Chester aceptó el consejo de Charlene: no volverían a la torre. Lo que ya le extrañó un poco más fue que Moore no quisiera tener nada que ver con los alemanes: generalmente era hombre de consenso, de buscar la unidad, pero ahora parecía querer dejar a la otra expedición a su suerte. A Chester aquello no le pareció demasiado bien.

Señor Moore, si me permite, creo que sí deberíamos llegarnos hasta el campamento de los alemanes. Quizás necesiten ayuda, y aquí en la Antártida solamente hay dos bandos: la humanidad y el resto. Propongo, pues, que acudamos al posible rescate. No podemos dejarles aquí, en las manos -o peor, las zarpas y los tentáculos- de los moradores de la Antártida. ¿No está de acuerdo conmigo?

Dom se incorpora de su camastro, aun febril y dolorido, con sus pies amoratados y en parte ennegrecidos

Yo de poca ayuda soy, pero si puedo recuperar mis pies con las friegas y volver a nadar sin dolor, cuenten conmigo, estoy mas cerca de la muerte que de la vida, la verdad... pero pienso igual, hemos podido ver y sentir algo que nadie comprenderia y eso me hace sentirme mas humano. hay que ayudar a quien lo precise. Eso es lo que pienso..

No, Field, Pickwell, no estoy de acuerdo. Aunque no tengo queja alguna de Meyer, al menos sus jefes no han jugado limpio. Estos textos de los que habla Acacia fueron robados. Al menos sabemos que uno de ellos, el texto Dyer, fue robado por alemanes. Es cierto que Meyer deshizo parte del entuerto entregándome lo que me pertenecía a mi, y es también cierto que seguramente no sabía que el otro texto había pertenecido a Acacia, pero aun así no está todo claro. Menez, creo que podemos entregar a Acacia su texto, eso como mínimo. En cuanto al otro, se lo dejaré consultar encantado.

En cuanto a la torre, si lo que dice Menez, que confirma Meyer en sus notas, es cierto: el pánico que inspiraba el lugar, no hace menos cierto que fueron los Antiguos los que hicieron esa torre. ¿Qué utilidad tendría? ¿Para qué hicieron la torre, si temían lo que estaba oculto bajo ella? Y otra cosa: ¿por qué desaparecieron de la faz de la tierra para exiliarse en los oceanos? ¿Por qué abandonaron esa ciudad, que era sagrada para ellos? Presumo varios elementos: primero la guerra con aquella raza alada; segundo, una rebelión de sus esclavos; ¿no podía haberse combinado todo ello con algún otro factor? Sabemos que eran una raza vigorosa. Sabemos que sobrevivieron a otras rebeliones y a otras guerras, pero varias de esas contingencias combinadas...

Durante toda esta conversación no haces más que oír una especie de silbido irritante. No te das cuenta al principio, porque el viento fuera de la tienda os hace casi gritar para oír vuestras palabras, y las Montañas, ciertamente, silban como siempre lo han hecho. Pero ahora te comienzas a dar cuenta de que este silbido (irritante e insistente) viene de dentro de la tienda.

Las palabras de Moore parecieron inquietar a Charlene, que se quedó con la mirada perdida durante algunos - largos - momentos. Sin embargo, por fin pareció reponerse, y se limitó a encogerse de hombros. No tenía ni idea de qué podía haberles ocurrido a aquellas criaturas, y aunque a la parte científica de su mente le encantaría saberlo, la parte que trataba de mantener la cordura estaba agradecida por aquella bendita ignorancia.

Dom seguia dolorido y la verdad, le importaba bien poco lo que hubiera pasado o dejara de pasar, solo queria reponerse y salir de alli lo antes posible.

Esa torre deberia de estar fuera de este planeta, ellos deberian de estar fuera... ojala se vayan todos al infierno y ese gran miedo acabe con los carambolos. Malditos.