Partida Rol por web

Más allá de las montañas de la locura

Capítulo 4: viaje por mar.

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25/04/2014, 17:32
Alexander Peabody

¿Y bien...? - pregunta como para si mismo Alex mientras dibuja con atención algunos diagramas en un cuaderno extraido de su inseparable bolsa de cuero, fijándose de vez en cuando en la radio desmontada que tiene ante si - Creo que podríamos empezar por buscar a un hombre de ascendencia alemana, o que podría trabajar para germanos, de entre los miembros de la tripulación; interrogaría en primer lugar a uno de los camareros, que adolece de un inconfundible acento alemán; no sé su nombre, pero es delgado, pequeño y nervudo, y posee una voz fiera y recia.

En cuanto a los expedicionarios - continúa, dibujando a un tiempo - Avery Giles, Charles Myers, Charlie Porter, Mickael O'Doul y Samuel Winslow, por su amistad con éste último, han sido mencionados por la Srta. O'Connel en un agudo análisis de la situación; ¿Por qué no registrar a fondo sus camarotes y equipajes, de manera discreta...?. Debemos actuar con premura...

Creo que podemos confiar en Paul Turlow, el primer oficial; además, ha sido el encargado de contratar al personal y podría ser de gran ayuda...

Notas de juego

Todo esto asumiendo que solo están presentes los miembros de confianza de la expedición y ninguno de los aludidos, por supuesto.

Venga, vamos al turrón. Yo propongo lo siguiente:

Alex y Pooster: reunirse con Turlow, coger una lista de la tripulación, preguntarle en concreto por el camarero de acento alemán y tratar de sorprenderle interrogándole mientras alguien registra a fondo camarote y equipaje del mismo en busca de pistas.

Los demás podrían repartirse registros, y concretar lo de las trampas. Además, sería interesante lo de hacer guardias, pero escondidos, eso si, porque si no no parece que sirvan de nada. Sugieron Peabody - Menez, Hirsch - O´Connel y Kleiver - Pooster como turnos (por el orden en que me aparecen los pj´s, jejeje).

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25/04/2014, 18:53
Aramiker Menez

- ¿Ácido sulfúrico?- Repitió Menez extrañada. - ¿De dónde ha podido sacarlo?- Desconocía totalmente si algo así era normal que estuviera presente en un barco. Suponía que no, pero por preguntar que no fuera.

- Estoy de acuerdo con Herr Kleiver, es necesaria una buena criba.- Como periodista estaba acostumbrada a ello y sabía que era un trabajo costoso que llevaba su tiempo. Debían ser meticulosos y no descartar totalmente a nadie por si en algún momento debían volver a atrás y comenzar de nuevo desde el principio.-Sr. Peabody, si va a hablar con Turlow, le rogaría que le preguntar cuáles de los tripulantes tiene ascendencia alemana, centrándonos en lo que que tengan algún antecedente más sospechoso. Me inclinaría por los que tienen una situación económica, digamos, tambaleante. Pedidos de anticipos, retrasos en las facturas, ese tipo de cosas. También por lo que tienen envíos de dinero o pertenecen a movimientos sindicales. Ya tenemos una lista que lo resume de la que pueden hacer uso.

- Otra cosa. ¿Existe un registro de las comunicaciones, tanto entrantes como salientes, del Gabrielle? Digamos que si alguien está contratado para sabotear nuestra expedición puede que tenga que informar o dar cuenta a alguien externo. Estaría bien saber quien está recibiendo asiduamente correspondencia o comunicaciones del exterior.

- Quizá sea una idea loca fruto de mi ignorancia al respeto pero, ¿se podría hacer uso de los perros para las guardias de las bodegas? Quizá puedan identificar el olor del saboteador, del ácido o incluso del que dejó las flores en nuestro camarote.- Se quedó mirando a Maggie pues es la que más tiempo había pasado con los perros y la que más les conocía.

Notas de juego

Resumiendo:

- Procedencia del ácido sulfúrico. Del barco o de fuera?

- Con respecto a la tripulación, además del camarero, tiraría de los que andan necesitados de dinero.

- Investigar quien recibe correspondencia y registro de comunicaciones entrantes y salientes del Gabrielle.

- ¿Guardias con perros? Encontrar olor en las radios, flores...

-Sobre la trampa. Veo difícil ponerla en práctica hasta que no tengamos un grupo de sospechosos más reducido. No sé como lo veis.  Las guardias en las bodegas, si no me equivoco, solían hacerse con gente de la tripulación. Se podrían realizar las guardias con los sospechosos para ver sus reacciones. Por ejemplo, no decir que se han encontrado las radios saboteadas y descubrirlas con los sospechosos para ver cómo reaccionan.

 

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26/04/2014, 00:14
(Starkweather-Moore, líder) William Moore

Moore apuntaba las guardias, para así controlar qué y cuándo se hacía en el barco. Bien.

Guardias de cuatro horas.

De 0:00 a 4:00 Peabody, de 4:00 a 8:00 Menez, de 8:00 a 12:00 Hirsch, de 12:00 a 16:00 O'Connel, de 16:00 a 20:00 Kleiver y por último, de 20:00 a 24:00 el señor Pooster ¿Correcto? Si no les parece mal, Packard y yo actuaremos como comodines, Packard durante las horas del día y yo durante las horas de la noche, cuando se de el caso de que el que se encuentre de guardia sea imprescindible para algún otro menester.

Contamos con dos tesis para organizar la criba, no lo olvide Menez. Una es casi demasiado evidente, y es la del origen alemán. Otra es la de posibles relaciones con miembros de la anterior expedición, que no está tan clara. Quizá las dos sean válidas, quizá solo una de ellas, quizá una tercera que nos haya pasado desapercibida. Les sugiero que se basen en lo único que será infalible: la de la oportunidad. Es decir, que deberían volver a revisar los equipos y anotar si están bien, y cuándo los revisaron. De averiguar en el futuro que uno de ellos ha sido saboteado, revisando sus notas y teniendo suerte podrían averiguar en qué margen de tiempo se ha llevado a cabo el sabotaje y, por tanto, se pueden comenzar a tachar nombres de la lista por el sencillo método de averiguar coartadas de los sospechosos... ¿dónde estaban durante ese tiempo? ¿Estaban con alguien? ¿Qué hacían? ¿Tuvieron oportunidad de realizar el atentado? Lo más lógico es que así no pillen al saboteador, no directamente, al menos, pero si que será posible ir tachando algunos nombres.

O'Connel, esa idea que ha tenido Menez es muy buena. ¿Podría usarse un perro para eso? Ya se que no han sido entrenados para seguir rastros, pero... ¿Preguntará a sus compañeros del equipo de perreros?(*)

Notas de juego

(*)En términos de juego: no habiendo sido entrenados para eso, la tirada de seguir rastros usándolos como "herramienta" tiene considerables malus. Pero se puede intentar.

Sería una tirada de seguir rastros al 20% del porcentaje que se tenga.

Dejo una pequeña ronda más, por si se os ocurre alguna otra idea, y a ver si mañana hago una narración más extendida en tiempo de juego.

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26/04/2014, 02:05
Maggie O'Connel

- Me parece difícil, pero podemos probar... El problema es si puedo fiarme de alguno de ellos, dado que más de uno me pareció sospechoso... Creo que lo intentaré con mi nada discreto aspirante, espero al menos que no me desee la muerte quien quería colarse en mi cama.

Notas de juego

Mañana posteo algo más.

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26/04/2014, 15:02
Guardián de los Arcanos

Notas de juego

En puridad tú misma podrías hacerte cargo, aunque está claro que es mejor tirar dos... Tienes un buen bono en seguir rastros y sabes tratar con los perros, ya que has estado bastante presente en la creación de la manada y tienes bono de conducir/adiestrar. Esta tirada funciona solo de manera confusa (seguir un rastro falso) si la pifias mucho. Caso de un fallo simple, sencillamente no has encontrado un rastro.

Por lo que conoces de las aptitudes de la gente del equipo de perreros, sabes que Silkes es un buen rastreador (quizá no tan bueno como tú, pero es bueno) y que el mejor adiestrador es, en realidad, Snabjorn, que tiene habilidad de adiestrar separada de conducir trineo (puede adiestrar perros para muchas y variadas disciplinas, además de trineos). Eso elimina, teniendo en cuenta las habilidades puras y duras, al que supones que es tu pretendiente, (o uno de ellos :)) Pulaski.

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27/04/2014, 03:03
Guardián de los Arcanos

De las dos radios, una de ellas quedó completamente reparada. La otra, aunque funcionaba, tenía estropeados los mandos, de manera que era muy incómodo usarla, ya que había que accionar el dial con unos alicates, así que había que esperar conseguir el repuesto adecuado en Melbourne o en algún lugar del Canal de Panamá.

Hirsch volvió preocupado. El muchacho debió ver algo durante el huracán que lo tiene trastornado. De momento hemos tomado contacto con él, y es posible que en un par de días consigamos que salga de su camarote. Parece un extraño caso de agorafobia.

Junto a Pooster, al que tocaba guardia, O'Connel había consultado con Pulaski y había elegido a uno de los perros para ayudarle. No era posible un rastreo sin auxilio del poderoso olfato de los animales, ya que no había manera de dejar huellas duraderas en el suelo del Gabrielle. No hubo suerte. El animal estaba contento de que le hubieran dejado salir de su jaula, y respondía más a los gañidos y ruegos de sus compañeros de manada, así como a los humanos que le estaban permitiendo tener una interesante experiencia que a los intentos de que olfateara las radios y el lugar donde estaban. No hizo, al final, sino señalar a Pooster, cuyo aroma, evidentemente, debía estar por ahí bien patente.

Pulaski se comportó en todo momento con corrección, y sin asomo de nervios. De ser el enamorado de O'Connel, sin duda no daba el tipo de romántico empedernido... aunque de estas cosas nunca se sabe todo hasta no haberlo visto de cuerpo presente, por así decir.

Peabody y Menez tuvieron una noche tranquila, perdidos en algún rincón de alguna de las bodegas, elegidos al azar.

De Turlow, Peabody y Pooster habían confirmado la lista que se tenía de la tripulación, así como muchas de las notas que se habían añadido, que conocía de memoria. Sobre el camarero con acento alemán, no pudo decir sino que era un inmigrante, nacido en alemania, y que no tenía malas referencias, ni tampoco faltas graves, aparte de alguna borrachera sin mayor importancia. Al parecer era bien aceptado en la tripulación, y era relativamente nuevo en esto de la marina: todavía no había cruzado el ecuador en ninguno de sus viajes. Recibía correspondencia regularmente de su familia en Alemania y de su esposa en Nueva York. No tenía motivos para sospechar de él, aunque tampoco para descartar su participación en los sabotajes. En cuanto a la correspondencia en general, había mucha, y muchos intercambios y depósitos de cartas y paquetes no solo para la tripulación, sino también destinados a otros barcos con los que estaba calculado que se cruzaran en algún momento. Era cosa común recalar en algún puerto y buscar a los oficiales de uno u otro barco, para entregar estos paquetes. De otros tripulantes desconocía su ascendencia, aparte de saber que eran norteamericanos, o de nacionalidad no alemana por su acento. Sin embargo, cualquiera podía tener dichos lazos con cualquier país de Europa o del resto del mundo, eso en los Estados Unidos era una cuestión muy común: todos en este país eran inmigrantes, excepto los indios.

A decir de Turlow, cuando se le consultó, las comunicaciones por radio estaban estrictamente controladas. Además de la sala de radio, había juegos de micro y altavoz en el puente de mando y en la cámara de oficiales, de manera que era posible, en cualquier momento, escuchar todo aquello que se hablara simplemente subiendo el volumen. Comunicaciones por medio de morse eran más difíciles de fiscalizar, sin embargo hubiera sido evidente al instante cualquier mensaje de morse escrito en clave cifrada, ya que los oficiales y el capitán tenían mucha soltura y podían reconocer sin esforzarse partes de mensajes, y palabras. Otro tipo de mensajes en clave más primitivos, como palabras cuyo significado tuviera doble sentido o similares tretas, si que eran muy complicadas de descubrir.

Día 17, domingo.

Pasada la noche le tocó guardia a Hirsch. 

El capitán, Vrendenbourgh, ya que era domingo, redujo las guardias y los trabajos a lo mínimo para dar solaz a los hombres. Así, el barco se transformó en un lugar más bullicioso, donde muchos de los marineros llevaban traje de bonito, iban bien afeitados y se disponían a asistir al oficio religioso que, como amo absoluto del barco, tocaba dar al capitán.

Era este el momento de poner en práctica las demás ideas que se habían barajado: registros discretos, interrogatorios... Muchos tripulantes tenían guardia, y dejaban su camarote vacío. Muchos expedicionarios estaban dando sus cursillos, así que andaban por cubierta o en alguna de las cámaras comunes, ocupados.

Era, imprescindible ser discretos, ya que un barco es siempre un lugar estrecho, superpoblado y poco dado a la intimidad, así que, tras conseguir el permiso del capitán para tener la llave maestra de los camarotes...

- Tiradas (6)

Notas de juego

Aviso que haré tiradas de discrección y, caso de fallar, de ocultarse para todos los que deseen investigar discretamente los camarotes :)

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27/04/2014, 12:58
Alexander Peabody

Notas de juego

Peabody se ofrece para los registros, tiene unas razonables dotes de discrección y ocultarse, aunque no sobresalientes. De todas maneras, se asume que alguien montará guardia y avisará si viene alguien, etc.

Prestará especial atención a la correspondencia, ya que tenemos un registro de la misma: lo que pone y si se ha hecho desaparecer alguna que debería estar.

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27/04/2014, 22:34
Maggie O'Connel

O'Connell creó un pequeño paquete que introdujo bajo el colchón, cerrándolo con cera. Cuando consultó a Pulanski sobre con qué perro intentarlo le dejó caer el sabotaje de la radio, pidiéndole discrección absoluta, y diciéndole que estaba nervioso porque si el saboteador se enteraba de que ella guardaba una copia del diario del anterior capitán, podría correr peligro. Avisó de que había dado inicio a su plan al resto del grupo de confianza. Al fin y al cabo, si tenía que contarla a Pulanski lo de la radio para obtener su colaboración, tenía excusa para contar también lo otro.

Más allá de eso, poco más podía hacer. Eso sí, se ofreció a participar en los registros. Tenía una buena excusa, si la pillaban podía decir que estaba buscando quién le podía haber enviado las flores. Además era buena escondiéndose y buscando cosas en cualquier lado. No en libros, pero si en habitaciones... o en nieve, tenía un ojo muy entrenado.

Notas de juego

Jo, siento insertar esto hacia atrás, pero has avanzado dos veces la trama en dos días :)

Guardián: tranki, haces muy bien. De hecho, si pasa alguna vez en la que revista verdadera importancia, se editan post, se retrocede y lo que haga falta. Ya os he dicho que posteéis en retrospectiva sin problemas.

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28/04/2014, 19:39
Rudolf Kleiver

Notas de juego

Rudolf también se ofrece para registrar los camarotes. Si bien no es especialmente discreto, es pulcro y extremadamente metódico, con lo que se tomará su tiempo (siempre que no interfiera en sus estrictos y extraños horarios "rituales"). No le gusta demasiado el asunto de "conspiración alemana" para referirse al tema y prefiere obviar esa parte de la investigación.

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28/04/2014, 20:07
Aramiker Menez

Día 17, domingo.

El domingo el bullicio del barco era diferente, mucho más agradable gracias a que el capitán reducía la carga de trabajo al mínimo. Menez se paseaba por el Gabrielle con sus característicos andares. En su cabeza bullían multitud de preocupaciones, pero nada en su expresión denotaba nerviosismo alguno. Por una parte Maggie había puesto en práctica su plan. No le hacía mucha gracia pues compartían camarote y, si el saboteador resultaba ser peligroso, podrían correr peligro. El caso es que ninguno de los caballeros había puesto pega alguna, pero no iba a ponerse ahora en el papel de damisela asustadiza. Por otro lado comenzarían los registros de los camarotes, algo harto difícil dentro de aquella lata de sardinas. Ya se lo habían advertido, pero ¿quién?, Starkweather, si la mente no le jugaba una mala pasada. En el barco hasta las paredes tenían ojos y orejas. Su papel sería avisar a sus compañeros por si alguien se acercaba o, si se llegaba a dar el caso, entretenerlo. 

Pero ahora Menez andaba en otro asunto.  Quería seguir su intuición periodística y tratar de averiguar si había algo extraño en la comunicaciones entrantes y salientes del Gabrielle, ya fueran escritas u orales. Mientras caminaba buscaba con la mirada al radio, Macilvaine para tener una amistosa charla con él.

- Buenas tardes, Macilvaine. ¡Qué bueno tener un poco de tiempo libre! ¿No? La monotonía del navegante va a acabar conmigo jeje.- Miró al hombre con curiosidad sin poder evitar desviar su mirada hacia la mano con la que la otra vez había hecho el símbolo obsceno.- ¿Cómo va con los trabalenguas?¿Nota mejoría?- Hizo referencia a su curso de dicción al que había invitado personalmente al radio.-A mí asistir al de Laroche me está resultando de lo más enriquecedor. Si se descuida puede que un día me vea sentada en su puesto, ¿se imagina?, jejeje.¡Qué va! Es más complicado de lo que imaginaba.-Menez se había puesto un vestido elegante, no para echarle los tejos al radio sino por respetar las tradiciones de los marineros. Donde fueres haz lo que vieres.- La verdad es que, encerrados aquí en el barco, en medio de la nada, está bien poder ser el nexo de unión con el exterior.¡Cómo hecho de menos el teléfono!- No quería provocar otro ataque de agorafobia en un miembro de la tripulación así que desvió el tema hacia donde le interesaba.- Seguro que tiene miles de anécdotas con las que entretenerme esta aburrida tarde. No sé, que cosas curiosas ha escuchado por la radio. Seguro que llegan mensajes de lo más variopinto.- La mujer adoptó una pose que decía cláramente que no le iba a dejar escapar con facilidad.

Notas de juego

Pues Menez se presta para hacer guardia y avisar a la gente de si aparece alguien cuando estén hurgando en los camarotes. También se ofrece junto con Peabody a estudiar los registros de correspondencia y los de las comunicaciones por radio. 

Aprovecho un rato para hablar con Macilvaine.

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29/04/2014, 22:39
Guardián de los Arcanos

Mcilvaine conversó de nimiedades con Menez con mucho gusto. Y estuvieron un buen rato: era hombre bastante sencillo y con temas de conversación muy muy básicos: baseball, football, vacas, radios... No. Al parecer no había más comunicaciones de las necesarias por radio: era importante mantener una cierta disciplina en el mar, aunque por señales de bandera se podían decir cosas ciertamente curiosas, y había todo un argot para ellas: pequeños atajos para decir "que os den por culo" (Con el perdón de la expresión, añadió) y lindezas parecidas. La verdad, con el curso iba bien. Se divertía de lo lindo con lo que, en realidad, estaba siendo un perfecto curso para evitar sincerarse, al más puro estilo Menez. Circunloquios, eufemismos, halagos, cambios de tema... Estaba entusiasmado.

Con los registros el problema no era tanto que los perpetradores fueran descubiertos en flagrante delito, no, sino que nadie dedujera, en el pequeño universo lleno de gentes aburridas, que pasaba algo extraño. Ya fuera por no dejar las cosas tal y como debían, ya fuera porque los movimientos por los pasillos fueran dignos de ser estudiados por un marino ocioso y desconfiado... en realidad, para los que habían estado en instituciones cerradas tales como universidades, colegios, hospitales y demás, era claro que el peligro de ser descubiertos aumentaba en relación directa con la suspicacia, la densidad de la población y el tamaño del lugar, lo que transformaba el Gabrielle en un sitio singularmente dificil.

Peabody pasó un mal momento cuando uno de los marinos en cuyo camarote investigaba volvió para coger un peine y revolver un rato en sus cosas. Consiguió meterse como pudo tras la puerta, y de milagro no fue descubierto.

O'Connel no tiene problemas en su operación. Entra y sale con admirable precisión y discernimiento, de manera que nadie se da cuenta de la jugada.

Kleiver entra al camarote de Stanley Rupert, un maquinista... como un elefante en una cacharrería. Se escucha un ruido bien audible, al dejar caer algo en el camarote, que es triple y que está atestado de cosas. Para Menez, que está vigilando, medio minuto después, es patente que un grupo de marinos bajando las escalerillas se acerca con intenciones nada halagueñas grabadas en su rostro. Uno de ellos es el propietario del camarote, y los otros deberían ser sus compañeros. Se encuentran el propio Stanley, Gregory Stanislaw, Lucios Morelli, Wylie Loden y Hugh O'toole. Ponen cara de extrañeza cuando ven a Menez en la camareta de distribución, justo en la zona donde menos se la esperaría, en las profundidades de la popa del barco, en la zona de la marinería. La intrépida periodista tiene que pensar con toda rapidez...

- Tiradas (5)

Notas de juego

La situación, en los planos del gabrielle es la marcada en la popa con los camarotes 4.

Tachánn...

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30/04/2014, 20:05
Alexander Peabody

Una vez finalizados los registros acordados con mucha suerte y ningún éxito, le correspondía el turno al Sr. Kleiver, que se había empeñado en realizar personalmente los de los camarotes triples.

Ya no era de ninguna ayuda, y su presencia podía suscitar más sospechas que otra cosa, así que Alex decidió entonces hacer un poco de ejercicio. Recorrió la cubierta una y otra vez a toda velocidad, lo que parecía provocar el buen humor de los tripulantes con los que se cruzaban, o eso le parecía a él; siempre, claro está, que no fueran cargados y se encontraran en su camino.

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30/04/2014, 20:14
Aramiker Menez

Sabía que los registros no iban a salir bien, y menos con aquel alemán estirado haciendo de intrépido detective. El estruendo cometido le hizo encoger el cuello, de por sí ya corto, haciéndola parecer aún más diminuta y cheposa. Ni se molestó en ir a ver en qué cubo de hojalata había metido el pie Kleiver sino que puso atención a los pasillos para ver si venía alguien. Gracias a eso pudo advertir pasos rápidos por las escaleras. Se fue directa a ellas hasta toparse con aquellos tremendos hombretones, cinco nada menos. Pocas veces se había visto en una tesitura semejante.

-¡Oh!- Se hizo la asustadiza para luego añadir con alivio.-¡Gracias al cielo, esto es un laberinto!-Tras los primeros preparativos del Gabrielle Menez había cogido fama de perderse entre los intrincados pasillos del barco, así que sería bastante creíble que andara algo perdida. La menuda mujer agarró el fuerte brazo de Sanley Rupert para darse apoyo y asegurarse de que le impedía pasar. Aunque no era tan mayor su aspecto le ayudaba a parecer desvalida. Ahora debía explicar a donde quería llegar y dar tiempo a Kleiver para escabullirse al exterior.- Estoy buscando el camarote de Orlgelfinger.- Observó las expresiones de los caballeros para saber si lo conocían o no, sin darles demasiado tiempo para responder.- ¿Saben quien es no? El joven ayudante del meteorólogo...ya saben...ehm...el del ataque de nervios. Bueno no sé si debería hablarles de esto...no todo el mundo sabe que...nah, nada, perdonenme.- Dejó caer la noticia como un anzuelo en las calmadas aguas de un lago. El Gabrielle se comportaba un poco como la aburrida audiencia de la revista de Menez. Les dabas un buen titular en letras grandes para despertar su interés y después ya podías desarrollar el tema, que podía ser más insulso de lo anunciado. Seguramente la noticia ya habría recorrido el barco y todo el mundo sabría que Orgelfinger andaba recluido en su camarote por una especie de ataque de nervios. Pero poder enterarse de información privilegiada al respecto, como hacía ver Menez que poseía, podía darles su minuto de gloria frente a otros compañeros. Esperaba que eso fuera suficiente para disuadirles de acudir a su camarote- ¿Me harían el favor de acompañarme? Es urgente que lo encuentre.- Remarcó la palabra "urgente", como si no pudiera decir que eran órdenes de arriba.

Sacó una libreta y lápiz de su bolso y fingió leer unas indicaciones.- Sé que andaba por aquí, el camarote, pero no sé ya si era en la popa- Señalando adelante.- o en la proa.- Señaló atrás.- Jajaja. ¡Menuda soy! No me extraña que no me dejen ir sola por ahí. Así les podría hacer unas preguntas al respecto, es un asunto harto extraño. Si el camarote está por aquí seguro que han tenido relación con el pobre chico. ¿Notaron algo raro en él ultimamente?

Notas de juego

Menez intenta entretenerlos lo suficiente para que Kleiver salga al exterior, creo que hay unas puertecillas que te llevan fuera y que desde las escaleras no pueden ver los hombres.

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30/04/2014, 20:44
Guardián de los Arcanos

Por supuesto, señorita Menez, venga con nosotros. Es por aquí, dijo uno de los hombres, aunque echaban vistazos rápidos hacia la puerta de su camarote, claramente desconfiados. Subieron por las angostas escalerillas, dejando que la periodista les precediera. Cuando el último, Wylie Loden, iba a cerrar la pequeña trampilla que impedía que nadie cayera por el hueco en un descuido, pegó un salto de pura sorpresa y gritó: ¡el saboteador! ¡Es el saboteador, muchachos, baja por la trampilla en dirección al túnel! ¡A por él, chicos! Y apartó con impaciencia a Menez mientras volvía a abrir la trampilla, para bajar de nuevo a toda prisa y intentar reducir al señor Kleiver, que en un desacertado intento por escabullirse, había salido del camarote, cerrado la puerta con la llave maestra y bajado por el túnel que discurría a lo largo de la quilla para salir como Pedro por su casa en la sala de máquinas.

Los otros saltaron tras él igualmente, como gamos.

- Tiradas (1)

Notas de juego

Kleiver, hijo, dime qué haces...

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01/05/2014, 02:46
Rudolf Kleiver

Había consultado una segunda y una tercera vez sus notas. No parecía que los ocupantes del camarote triple tuviesen nada que ocultar. Kleiver se había tomado su tiempo, como si no estuviese haciendo nada ilícito o fuera de lo común. Comprobados los colchones y las cajas de enseres personales, Rudolf se disponía a salir por la puerta cuando recabó en una frase anotada probablemente con lapicero en el techo. Vaya... eso sí que era interesante. Recordó sus tiempos en el ejército cuando era común marcar las literas, las paredes de los aseos y cualquier cosa que la desbocada juventud llamase a hacer. ¿Y si el tal Herr Rupert había escrito algo interesante? Pipa en labio y libreta en mano trepó por la escalerilla de la litera para tumbarse en el camastro y leer lo que el joven marinero había escrito en la pared. No era una cita de Goethe, desde luego. Una simple y llana obscenidad sexual. Había perdido el tiempo y por fin, consultando su preciso reloj, se dio cuenta que había que salir del camarote.

¿Quién iba a predecir que la escalerilla de descenso no estaba bien atornillada? Cuando el veterano topógrafo apoyó su peso para descender del camastro, uno de los tornillos cedió y Rudolf cayó sobre sus cuartos traseros con gran estrépito. No pudo reprimir un Grosse Scheisse! (¡Mierda!) bien audible al apoyarse contra un montón de latas que rodaron junto a él. ¡Esto en un barco alemán no habría pasado! ¡Escocés tenía que ser! Ach so! (¡Claro!)

El alemán se incorporó como pudo y aunque escuchó la aguda voz de Frau Menez al otro lado de la puerta, no se percató de nada raro y salió con tranquilidad al pasillo que discurría por la quilla, dando dos vueltas con la llave maestra que le habían proporcionado. Fue entonces cuando la voz del marinero Loden empezó a subir de tono y el ruido de las pisadas bajando hacia su posición puso en alerta a Rudolf, que empezó a comprender que pasaba algo. Si le confundían con el saboteador la sospecha se extendería por el barco. Das ist allerhand! (¡Esto es el colmo!)

Por un instante pensó en entrar de nuevo al camarote o incluso en otro, pero no había demasiado tiempo para dicha reacción, así que aunque su conciencia alemana le impelía a decir la verdad, sabía que aquello no era lo que Maggie O'Connel esperaría de él. Así que decidió hacerse la víctima. Al fin y al cabo él era un respetable ciudadano europeo que comía patatas hervidas con pimienta varias veces al día y fumaba una pipa de madera sin llama. Eso no lo haría ningún saboteador...

Con decisión se guardó como pudo la llave maestra en el interior de los calzones y se lanzó al suelo, fingiendo que alguien le había arrollado, atacado o avasallado al salir del camarote de Stanley. Se llevó una mano a la cabeza y procuró ser lo más convincente posible haciendo de hombre mayor golpeado.

— Ach! ¡Ay! ¡Por allí! - dijo señalando en la dirección opuesta de dónde venían los marineros. - Alguien me ha golpeado... 

- Tiradas (1)
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01/05/2014, 14:06
Guardián de los Arcanos

Peabody estaba llevando a cabo su muy particular maniobra de distracción, a base de hacer sano ejercicio a lo largo de la cubierta principal. Se había puesto sus pantalones cortos y su camiseta de tirantes, además de sus zapatillas deportivas. Todo ello ponía de relieve su menudo cuerpo, fibroso y nervudo. Poco hacía sospechar su habitual aspecto la gracia digna de un trapecista con que se movía.

Como hacía bastante calor, el sudor manchaba sus ropas y el sol enrojecía lentamente su piel poco acostumbrada a estas latitudes.

Hirsch estaba de guardia en las bodegas. Había llamado a su lado a Pooster y a Greene, para poder conferenciar a solas sobre el mal que aquejaba al joven becario en meteorología, Orgelfinger.

O'Connel estaba con sus más fieles camaradas, los perros. Junto a ella estaba Pulaski, sin interferir ni ser pesado, quizá comentando algún particular sobre la marcha de las relaciones de manada, pero colaborando en la limpieza de las jaulas y en el término de las labores de vinculación entre los expedicionarios y los animales.

En cubierta había acabado el oficio religioso, y todo el mundo se encontraba en actitud relajada. No había cursos en domingo. Se tocaba alguna melodía con los instrumentos musicales de la expedición o los que hubieran traído los aficionados por cuenta propia. Se leían novelas de la más variopinta temática. Se intentaban captar ondas de radio de los noticieros o, sencillamente, se cotilleaba sobre diversos temas... los más candentes, sobre todo entre los marineros (quién sabe de dónde había partido el rumor) las palabras que constituían la monomanía del "pobre muchacho", Orgelfinger: las ratas abandonan el barco cuando se hunde. Era lo que, al parecer, había gritado en sus peores momentos, aunque ahora se encontraba mucho más calmado.

También se hablaba de la Expedición de los Dementes. Habían llegado más informes: al parecer habían tenido problemas con las autoridades colombianas, problemas que habían sido resueltos un poco entre Nueva York, donde estaba el abogado de la expedición, y el mismo Gabrielle, desde donde Starkweather había movido algunos hilos. El tema es que, como su siguiente parada fuera Quito, capital de Ecuador, y habían estado en guerra hasta hace algunos meses, habían despertado suspicacias poco convenientes. Por otro lado, Abermale, el meteorólogo, había estado enfermo o trastornado por algo que pasó durante el huracán, en el que tuvieron un accidente de naturaleza eléctrica. Probablemente víctimas de un rayo. El enfermo se encontraba mejor.

Fue en ese momento cuando cuatro de los maquinistas aparecieron en la cubierta principal desde la zona donde estaban sus camarotes, en la cubierta inferior de popa, con el señor Kleiver agarrado por varias partes de su chaqueta.

Buen intento, compañero, había dicho uno de los marinos cuando Kleiver intentó hacer la jugada de "sigan al ladrón" al verse rodeado.

¡Capitán, aquí está Jonás! ¡El saboteador! Dijo otro. ¡Estaba merodeando en nuestro camarote, seguro que intentaba agujerear el casco con un taladro o algo así! Todos llevaron al supuesto Jonás hacia la cubierta del puente, donde Vrendenburgh estaba de guardia con el timonel. El pobre Jonás, o señor Kleiver se sintió taladrado a su vez por las curiosas miradas del común de los mortales...

- Tiradas (2)

Notas de juego

Lo peor de todo este episodio ha sido el 90 y tantos que ha sacado Menez en su Charlatanería... que es la habilidad a la que estás recurriendo.

- Tiradas (1) 

Tirada oculta

Motivo: ¿Elocuencia? ¿Actuar? Debo tener un 0 en ambas

Tirada: 1d100

Resultado: 46

Recordad, es muy sencillo, las habilidades sociales son cuatro:

- Charlatanería para mentir, confundir, engañar.

- Persuasión en tanto digas la verdad o creas que dices la verdad.

- Psicología como percepción general en lo tocante a relaciones sociales-humanas.

- Psicoanálisis como modo de curar trastornos mentales concretos o para subir cordura (con el límite del podx5 de cada pj)

Ya que en este caso Kleiver intentaba engañar a los maquinistas con una treta, la tirada era de charlatanería.

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01/05/2014, 14:39
Guardián de los Arcanos

Te das cuenta con toda claridad de que tu pequeña treta del descubrimiento del diario del capitán Douglas no ha colado. Pulaski la ha cogido al vuelo, aunque ha sido muy discreto. Has pillado el gesto en un golpe de suerte, gracias a un ojo de buey donde has visto su mueca reflejada. Casi parece un gesto de ofendido ante la duda que supone que le tiendas una trampa, pero también ves que la emoción ha sido involuntaria, y que pone todo su empeño en no hacer mucho caso de tales maniobras, suponiéndolas inevitables.

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01/05/2014, 14:45
Dr. Arthur Hirsch

Antes del episodio protagonizado por Kleiver y su captura por parte de los cuatro maquinistas, Hirsch, Pooster y Greene han estado deliberando sobre el trastorno que aqueja a Orgelfinger, con la sana intención de acelerar su restablecimiento.

Hirsch, que se ha ocupado más de la estrategia curativa (en Greene han recaído las medidas paliativas), estudiando sus propias notas antes recabadas sobre el muchacho, tiene ya un diagnóstico preliminar.

El paciente se encerró en su camarote (que no comparte con nadie, ya que ha quedado vacante la cama que pertenecía a Abermale) aquejado, al parecer, de un fuerte mareo. Sin embargo, casi un día y medio después, cuando el tiempo había amainado y se podía esperar su recuperación, varios de nuestros compañeros llamaron la atención sobre el hecho de que seguía guardando cama. Según las notas de Greene, que fue el que le examinó al principio, sufría de fuertes delirios, o de una fiebre cerebral, acompañados de la actitud del que ha sacado conclusiones de sus delirios y tiene una fuerte predisposición a comunicarlas... en la frase que, tristemente, ha trascendido: las ratas abandonan el barco cuando se hunde. Sin idea alguna de lo que significaba, buscando penetrar en la lógica de su pensamiento, comencé a interrogarle en cuanto conseguimos que saliera de la fase aguda de la crisis.

He tenido que espaciar dicho interrogatorio, y hacer gala de circunloquios y tretas que con más tiempo y un buen sanatorio preferiría haber dejado para más adelante, pero, en fin, el tiempo apremia si deseamos tenerle con nosotros en la Antártida. Caso de no conseguir nada, cabe la posibilidad de que pueda quedar internado en algún hospital de Melbourne hasta nuestro regreso de la expedición.

Del interrogatorio he sacado en claro que sus delirios no están enraizados en el pasado, no forman parte de una enfermedad que estuviera incubándose en su psique, y que el chico ha estado sometido a una fuerte tensión durante sus observaciones del huracán. Debemos tener claro, por tanto, que el paciente ha creído ver algo externo a él que es la causa de su enfermedad. Es posible que algún fenómeno atmosférico extraño haya impresionado su joven mente, haciéndole creer que las nubes estaban plagadas de cientos de criaturas primitivas, enormes, semitransparentes, que volaban hacia el cielo, surgiendo del mar.

Algunas de las frases que ha susurrado: "el cielo estaba cuajado de motas verdosas, muy pequeñas". "Los rayos y los vectores de dirección de las ráfagas de viento saltaban de una a otra". "Eran cientos, miles, cientos de miles, pero estaba tan oscuro que nadie habría podido verlas". "Mi telescopio estaba perfectamente". "Las mediciones de rayos cósmicos se salían de la tabla". "Huían. Huían del planeta en manadas". "En mis sueños más oscuros he sabido que nos abandonaban para siempre. Las ratas. Las ratas abandonan el barco cuando se hunde".

Es esta última frase la que ha repetido en sus fases más agudas. Ahora está tranquilo. Temo que debemos apuntar a facilitar su natural tendencia al olvido. Pienso que debemos purgar sus notas de todo lo que pueda contener que le recuerde este episodio. Me atrevería a añadir que él, a poco que seamos discretos, nos ayudará sin saberlo conscientemente. El trauma ha sido demasiado severo como para abordarlo sin que antes hayan pasado algunos años.

Hirsch guardó sus notas y esperó saber la opinión de Pooster.

- Tiradas (1)
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01/05/2014, 15:16
Maggie O'Connel
Sólo para el director

- De acuerdo Pulanski, tiene razón, no es cierto, pero era mi obligación intentarlo. Tendrá que hacerlo otro, está claro que soy una mala mentirosa... Espero que guardes el secreto. 

Parecía que iba a añadir algo más pero gritos en cubierta cortaron la conversación, por lo que, haciendo un gesto al perrero se dirigieron hacia allí.

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01/05/2014, 15:19
Maggie O'Connel

Maggie llegó casi al mismo tiempo que la comitiva de marineros que arrastraban al alemán.

- El no es el saboteador... la explicación es muy sencilla. Como sabéis es un viejo amigo, él me enseñó cartografía hace años, y orientación. Yo misma lo recomendé tras la muerte de nuestro anterior cartógrafo, llegó después de que se produjesen los primeros sabotajes, así que no puede ser él. Creo que la explicación es más mundana... Alguien me ha dejado un ramo de flores frescas en mi habitación, no sé quien es pero me preocupa, y él estaba buscando quien podría ser. Supongo que pensó que podría ser uno de vosotros tres.

Bueno, no era del todo una mentira, también estaban buscando eso además de lo otro. Después, trató de desviar la atención.

- Fuese quien fuese le agradecería que lo confesase, no estoy molesta pero me preocupa. No voy a tener ningún romance en el barco, y mucho menos otro tipo de encuentros más... recreativos. Me siento halagada por el interés pero quiero asegurarme que no va más allá. El que lo confiese se gana una cena en Nueva York en un buen restaurante, y después saldremos a bailar. No prometo más que eso. Pero será a la vuelta y bajo la condición de que se olvide durante la expedición. Si no, la cita será con mi recortada y ya sabéis como soy capaz de disparar. Además, pagaré yo. ¿Hay trato halagador desconocido? Levanta la mano... La única condición para ello es que no estés casado, naturalmente.

Esperaba que muchos levantasen la mano, y en el jaleo se olvidasen un poco del asunto de Kleiver.