Partida Rol por web

Nandan se retorcía una y otra vez las manos con el afán de ganar un poco de calor en aquel inhóspito lugar. De mano a mano y de ojo a ojo, pues las legañas se pegaban indolentes y no salían. El despertar había sido brusco. Al principio se había dejado achuchar por el calor del saco y luego los ruidos bien pensó que había podido ser el bueno de Sutton saliendo a orinar. Luego los gritos y el zarandeo violento lo sacaron de la placidez.

El muchacho bostezaba tratando de apretar la mandíbula para que no se notase, mientras asistía a la charlita de Moore. El hombrecillo era poco más alto que él y embutido en las pieles y protecciones contra el frío bien podría ser una morsa delgada, casi tísica, que berreaba, ahora a Sutton y a la pequeña Menez. Nandan se había prestado a acudir como voluntario. No quería quedar mal con su padre; lo había visto brillar en la exposición del plan y para el joven, Starkweather era su faro, un adalid de virtudes. Él mismo había corrido a la tienda a llevarle el armatoste que había empleado en África para cazar paquidermos. Y él mismo también había sido el primero en ofrecerse a acudir en ayuda del Tallahasee. Aquel barco con nombre de ciudad cálida de la Florida, no parecía pertenecer al mundo antártico que pisaban. 

Su decisión, a casi nadie le había importado, pero Nandan podía ser útil averiguando la posición gracias a sus burdos mapas, dibujos y conocimiento de la posición de las estrellas. Su esperanza de ir con Starkweather senior, sin embargo, se truncó al encuadrarle con el gruñón de Moore y los americanos. Vio la resignación en los ojos de Maggie al darse cuenta de que sería uno de los primeros en proteger frente a las inclemencias del tiempo, dada su torpeza innata en aquellos asuntos.

Sin embargo quizá fruto de su inconsciencia adolescente no tenía miedo y tampoco entendía las reticencias del británico y de la menuda periodista. Esa inconsciencia hizo que ignorase las supuestas jerarquías impuestas y mientras guardaba torpemente sus útiles de dibujo con los guantes, soltó lo primero que se le ocurrió.

—Está bien caballeros, un poco de calma. Usted, señor Moore debería ser un poco más condescendiente. Somos un equipo y seguro que trabajaremos todos bien estando de mejor humor. Así que cállese un momento, por favor—el muchacho sacó su sonrisa cautivadora y tranquila—Menez, puede ser una oportunidad única de documentar ¡y yo quiero que usted venga! Y sir Sutton, esta misión es muy importante para los... para Starkweather. Ya hay gente suficiente para salvaguardar el campamento si esto fuera una trampa, y desde que han llegado los Dementes, ha quedado claro que usted es uno de los vínculos fundamentales de unión entre Chester y Pickwell. Olvide las palabras arrogantes de Moore. Unidos haremos las cosas más rápido y seguramente con mucha más inteligencia.

Acto seguido se dio cuenta de su imprudencia y aunque había terminado la frase con unos enormes ojos verdes de súplica, enseguida los entornó y bajó la cabeza al pensar que quizá estuviese metiendo la pata. Pero aquello parecía haber despertado a su padre, el que él había imaginado durante tantos años de anhelo, y estaba seguro que si iban todos, todo sería mucho más eficaz.

En cuanto al equipo, asumiendo que la ropa de abrigo, sacos de dormir, provisiones y cosas así para un caso de emergencia se dan por hechas, se lleva su pistola y munición. Revisa el equipo de los mecánicos y electricistas para asegurarse que no habrá problemas para reparar la radio y lo que haga falta.

El semblante de Peabody era tan serio que la negrura de sus pensamientos parecía querer aflorar a través de su cara. Apenas intercambió unas palabras con nadie. Revisó con detenimiento su propio equipo, así como que se dispusiera de las herramientas y recambios necesarios para reparar la radio del campamento, presumiblemente averiada.

Con la cara seria miro de reojo al vastago de Starkweather y pienso: Y al chaval este quien le ha dado vela en este entierro, creo que tiene un poco distorsionada la realidad si piensa que Anthony es el que hace que tenga amistad con Chester, ademas seria mas un estorbo y una irresponsabilidad dejar que viniera con el grupo.

A ver Nandan, que yo sepa no estas al mando de nada como para empezar a impartir ordenes, por lo que yo en tu lugar estaria calladito en una esquina observando como debe actuarse.

Si no hablo exploto...Y ahora mirando al señor William Moore, Si me lo permite, Señor Moore, si lo que queremos es prestar auxilio, lo que debemos llevar es gente CUALIFICADA para salvar vidas y solventar posibles riesgos, no veo como podria ayudar en esto la señora Menez o el señor Sutton, maxime estando todavia convalecientes, y no es por hacerles de menos ni mucho menos. Ya se incorporaran cuando este calmado el tema y no corran mas riesgos de los necesarios. Esto tambien incluiria al "fogoso" Nandan.

Otra cosa bien distinta es que queramos hacernos la foto como los salvadores de la Lexington, para lo cual ademas llevaria a cheerleaders y majorettes.

En lo que a mi respecta me siento en deuda con ellos, nos prestaron auxilio cuando estabamos en condiciones precarias esperando su llegada, por lo que me apunto al rescate... si soy necesario, claro.

Una vez dado mi punto de vista doy un paso atras para dejar que exponga su punto de vista cualquier otra persona, mientras voy haciendo una lista mentalmente con lo que voy a llevar...

Mis dos 45, el juego de heramientas, planos y equipo de posicionamiento, ropa de recambio, comida para 5 dias, un botiquin del avion, pistola de señales con bengalas, el equipo de supervivencia, cocina de campaña, combustible...

Había cosas que una mujer como Menez no podía aguantar y una de esas estaba teniendo lugar delante de sus narices.

- Sr. Pickwell...- Se encaró todo lo menuda que era hacia el piloto.-...estoy harta de desprecios, ¿sabe? Valoramos mucho el coraje de los autodenominados "Dementes" pero los demás no somo inferiores, ni somos culpables de las penurias que hayan pasado en su aventura hasta llegar aquí. Nosotros hemos pasado las nuestras y merecemos un respeto. El "fogoso" Nandan nos ha salvado la vida en una ocasión con su enorme pericia y arrojo, a pesar de su juventud, y es más avispado que muchos de los que hay por aquí, así que le exijo un mínimo de respeto hacia el resto de los expedicionarios.- Sobre todo se refería a los del Gabrielle, pues empezaba a notar en los Dementes un débil pero  visible halo de superioridad, como si los mirasen por encima del hombro.Para Menez, Nandan no era un joven Starkweather calco de su padre, no señora. Era un joven adorable, siempre solícito, ingenioso y valiente, todas cualidades de las que el padre carecía, en la humilde opinión de la periodista. Estaba claro que el joven Nandan era la viva imagen de su madre.- Cuente conmigo Moore.- Dijo dirigiéndose al apocado hombre y recogiendo sus cosas para meterlas en la mochila. Con el corazón inflamado le dolían menos las ampollas.

Algún día moriré por una tontería de estas.

Estupendo, la cosa mejora por momentos y encima se siente ofendida conmigo. vamos a la aventura sin saber que pasa, dirigiendonos un Moore en plan despota, un starkweather en plan salvador o peor aun, un Nandan con aires de grandeza. No se que desprecios habre hecho la verdad, tendre que preguntar y disculparme si he hecho algo mal.

Si se piensa que quiero protagonismo esta muy, pero que muy equivocada, lo ultimo que quiero es volver a la responsabilidad de llevar otro grupo.

Si ya la situacion se presenta mal, ahora sumale el hacer de niñera de gente con el orgullo herido que no sabe ver sus limitaciones.

Creo que tiene una idea equivocada de mi señora Menez.

Curiosamente, aunque algunos parecían pensar que Moore había gritado, este había mantenido el tono bajo y -eso si- frío como el hielo.

Bonitos discursos, señores. Cuando estemos en un café en algún lugar civilizado me encantará participar en debates tan interesantes. Ahora pónganse en marcha. Sutton, no se menosprecie usted, vale más de lo que piensa. Les deseo buena suerte.

El muchacho se amedrentó más de lo que él mismo esperaba ante Pickwell, con el que apenas había tenido roce más allá de observarlo en la distancia y en sus visitas a Sutton. Iba a disculparse y a plegar velas, producto de su inmadurez, que aparecía y desaparecía como era propio en su edad. Luego trató de abrir la boca para replicar... desde luego él no trataba de mandar en aquella expedición. Sólo quería que hubiese tranquilidad, como enseñaban los libros budistas. Con el equilibrio todo salía mejor... y para mandar ya estaba su papá. Pero antes de decir nada saltó Menez, con palabras agradables para él. 

Instintivamente el rubio mozalbete se puso al lado de la periodista, protegiéndose con su menudo cuerpo de forma inconsciente, y susurrándole un "Gracias" apenas perceptible con el ulular del viento y los ladridos de los perros. Lo último que metió en su mochila fue la foto de su madre y Starkweather senior, sobándola un poco antes de que Moore diera la salida de la expedición de rescate.

¿Los del Gabrielle necesitaban ayuda? ¡Pues por Dios que podían contar con él! Al fin y al cabo, les habían mandado un médico cuando más lo habían necesitado, y si los Dementes estaban aún - más o menos - enteros era en buena parte gracias a ellos, que no habían dudado un segundo en acudir en su ayuda. 

Le seguimos, Starkweather.

Chester ya llevaba el equipo básico en su macuto. Pero los tiros y las explosiones hacían pensar que los del Gabrielle necesitarían algo más que unas linternas; rápidamente, salió a buscar algunas de las armas con las que se habían hecho a lo largo del viaje. Estaba razonablemente seguro de que había al menos una escopeta. No tardó en encontrar su pequeño arsenal; agarró una de las escopetas, un puñado de cartuchos y - tras pensárselo un instante - coge también un bello y grande cuchillo, que se coloca en el cinturón con rapidez. Podía servir para desembarazar cuerpos atrapados en la nieve, o para separar dedos congelados. Chester esperaba no tener que llegar hasta aquel punto, pero nunca se sabe.

Regresó con rapidez hasta donde esperaba Starkweather, expectante por la emoción, y logró escuchar parte de las quejas de los heridos en la expedición. No podía creerse las palabras que estaban saliendo de los labios de Sutton; él, que fue atendido por el médico que les mandaron desde el Lexington. Él, que no perdió ningún miembro gracias a las atenciones de aquel buen doctor; él se negaba ahora a acudir al rescate de los que primero les auxiliaron. Chester sentía vergüenza de su compañero. Parecía que la expedición no solamente había destruido su cuerpo, sino que también se había llevado por delante su espíritu y buena parte de su humanidad.

Bueno, no iba a hacerle el feo de acusarle de nada ahora, ante todos los demás compañeros. Probablemente sería mejor con él a solas en algún otro momento. Además, lo importante era el Gabrielle.

Tim se swentia bastante fuera de lugar, al no ser su entorno natural. preparo una mochila de espalda con los enseres que su beun raciocinoo creia importantes.

Se acerco al grueso de la expedicion y comento, mas bien modestamente.

Aqui estoy, espero sumar en esta partida y aportar lo que sea menester y necesario, solo espero no ser un estorbo mas que una ayuda. me permite ir con usted, señorita?

Tim se acerca a su bien amada Menez, haciendo contrapunto con su gran tamaño y fuerza , al lado de la quebradiza mujer.

Yo puedo ser su binomio, creo que ambos sumamos poetnciales.

Escuchando las palabras de Moore, Sutton hizo un esfuerzo inconmensurable para no reírse a carcajada limpia de la sugerencia de que tenía que valorarse mas.

Teniendo en cuenta de que desde que todo aquello había comenzado en la lejana Nueva York, no había podido siquiera cumplir con llevar las cuentas de la expedición de los Dementes y que su única aportación notable a la misma había sido irse de putas y quedarse en un estado de embriaguez en el que le habían robado todo el dinero, no contaría con que su presencia sirviese para absolutamente nada mas que ser un incordio para el resto de los presentes. Había quedado mas que probada su incapacidad para hacer nada a derechas cuando el primer día de su estancia en aquel detestable lugar había estado a punto de morir congelado.

Del dúo Starkweather-Moore, siempre había tenido al segundo como el eficiente y la cabeza pensante de la expedición, pero quedaba claro que se había equivocado de pleno.

- Hummm, interesante, nos encontramos ante la solución mas ineficaz frente a un problema inmediato.- Comentó con una acidez despectiva inusitada en él sin preocuparse por quien pudiese escucharle.- Si no fuese por que se supone que vamos a "ayudar", me daría la impresión de que el Sr. Moore tiene la esperanza de que nuestra presencia retrase el "equipo de salvamento" lo suficiente como para que nuestra "ayuda" llegue demasiado tarde para esos pobres desgraciados y así quitarse la competencia de en medio.-

   - Vamos señorita Menez.- Prosiguió con falso tono apremiante.- Ante la situación no nos queda otro remedio que prepararnos tan buenamente como nos sea posible. Si nos encontramos con el causante de todo esto, con un poco de suerte podré dejarlo KO con alguno de mis elaborados discursos, mientras, usted registra lo sucedido para narrar tamaña gesta en un alguno de sus artículos. Tal vez pueda ponerle un titular rimbombante como "El fascinante intelecto charlatán contra el ansia asesina de un psicópata". Se que es un poco largo, pero seguro que llama el ávido interés de los lectores...-

¡Ahivá!

Mientras el resto del grupo sigue discutiendo ácidamente acerca de la conveniencia de ir todos, algunos o un puñado al rescate de los hombres del Gabrielle, Chester se da cuenta de que ha olvidado una parte importante de su equipo; podría ser que algún expedicionario hubiera caído por una grieta, por ejemplo, o podría ser que la ventisca empeorara y no fueran capaces ni siquiera de verse entre ellos...

Tan rápidamente como le permiten sus piernas, Chester regresa al almacén y recoge una cuerda, algo bastante engorroso de llevar, pero que les puede ser de lo más útil.

Sykes, que estaba demasiado ocupado como para escuchar los razonamientos y discusiones a su alrededor, fue poniendo en dos montones lo que de su equipo traían los que iban a auxiliar a Lexington. En el montón de las cosas descartadas estaba la inmensa mayoría del equipo de supervivencia. Los trineos habían sido preparados ya el día anterior para ir a instalar con ellos tres campamentos de enlace con las montañas Miskatonic, así que estaban más que provistos de tiendas, mantas, sacos, cuerdas, bengalas y demás.

En el otro montón, el que había que empacar en los trineos, estaban la mayoría de las armas y las municiones, así como todos los instrumentos propios de las profesiones de los que las habían traído.

No se desanimen. Sir Anthony y Aramiker se turnarán subiendo a descansar en el trineo que llevo yo, Arthur y Dominique en el de Olav. ¿Podrán caminar? Caso de que sus pies les traicionen deben avisar. El plan de contingencia en ese caso es que los que tienen los pies heridos vayan permanentemente en trineo y que los demás nos repartamos el peso. Maggie y James, ustedes deben ir por delante vigilando que no haya problemas, fallas, nieve traicionera, emboscadas de aborígenes o antropófagos... ya saben. De los demás se espera que procuren llegar de una pieza, no salirse del camino que marquemos con los trineos y que empujen los trineos cuando se les pida. Es una carrerita corta, llegaremos sin problemas, solo tomamos precauciones por fastidiar a los novatos ¿verdad Olav?

Verdad, jefe, Olav pilló la onda con una sonrisa amplia y sincera, solo lo hacemos por lo mucho que nos gusta dar por culo.

James había estado mirando la inclusión de Nandan con aire dubitativo, hasta que la intervención de Menez y las críticas de Pikwell le decidieron. Mi hijo es una aportación valiosísima para este grupo, y viene conmigo, por Júpiter. En realidad casi había parecido de acuerdo con los argumentos de Sutton, pero la intervención de Moore hizo que callara. Al parecer, cuando uno decía lo que fuera, el otro líder no le contradecía, en eso funcionaban a las mil maravillas.

El muchacho salió de la protección de Aramiker, apartándose del, bajo su punto de vista, extraño señor Pooster, y envalentonado con la confianza de su padre. Le hizo un gesto a este último saludándolo como si fuese un militar para agradecerle la confianza y acto seguido alzó un poco el mentón, orgulloso del héroe apolíneo y bigotudo que era Starkweather: su padre. 

Luego de espaldas a Moore le dedicó una breve pedorreta a Pickwell, que probablemente éste no vería jamás, ocupado en otros menesteres, y que acabó perdida en el ruido del viento antártico.

Ante la vista de los dos montones con las cosas validas y las desechadas me decanto por llevarme mis dos pistolas con los cargadores extra y municion, las herramientas con las que habitualmente hago las revisiones a los aviones y el equipo de cartografia como planos reglas y el sextante. Objetos personales como el mechero con gasolina, linterna, navaja multiusos y dos juegos completos de ropa extra. 

Es estando en estos menesteres cuando creo percibir un sonido extraño, pero sigo a lo mio