Partida Rol por web

Más allá de las montañas de la locura

Capítulo 6: un susto en la noche clara.

Cargando editor
20/01/2015, 21:09
Guardián de los Arcanos

Como medio para viajar por estas tierras, ante la ineptitud de muchos de vosotros, los guías habían desechado daros esquíes y habían decidido poneros raquetas para la nieve. Os enseñaron a utilizarlas. Sin embargo James y Maggie si que iban equipados con dos pares de esquíes de travesía. Eran fuertes y cortos y permitían el juego del tobillo. Por debajo tenían cosida una tira larga de piel de foca con el pelo en el sentido contrario a la marcha, de manera que servía para empujar en el llano y para subir cuestas. Ambos tenían largos palos con los que debían ir sondeando las zonas sospechosas.

Los dos trineos tirados por ventidos perros se pusieron en marcha con mucho ruido y los adioses de toda la expedición. La mayoría volvían a la cama, pero se quedaban de guardia todos los expertos en el polo armados con escopetas y rifles.

El viaje fue duro, pero emocionante. El suelo estaba lleno de subidas y bajadas ondulantes. A primera vista el terreno parecía liso y llano, pero se trataba de una ilusión óptica. Había grietas y agujeros por todas partes. Algunos estaban a la vista, pero otros estaban ocultos bajo las engañosas vetas de hielo y nieve. El aire estaba muy frío y el aliento se convertía en blanca escarcha que iba cubriendo cejas y bigotes. En escasos minutos el frío polar os había calado hasta los huesos. Las ocasionales nubes y las neblinas arrastradas por el viento transformaban el paisaje. Cambiaban las formas de los objetos con la luz fantasmal, todo ello unido a la falta de un punto de referencia. No se podía discernir a qué distancia estabais de ninguna parte.

Los guías se paraban a menudo a conferenciar para averiguar el camino. Un par de veces consultaron con Pickwell y con Nandan, ambos con gran experiencia en navegación.

Los perros aullaban y ladraban mientras corrían, impacientes por estar libres de nuevo. Veíais una infinidad de tonos de blanco y gris, con profundas manchas de azul aquí y allí, en las depresiones polares. Todo lo que se podía escuchar eran vuestros pasos, vuestros jadeos, el crujido del cuero, el roce de vuestras ropas y el gañido de los animales. Nadie parecía tener ganas de hablar.

Olaf comenzó conduciendo el primer trineo, Gregor el segundo, pero poco después de la salida del campamento, Starkweather relevó en la conducción a Gregor y se puso en cabeza con júbilo. Su entusiasmo era contagioso (para el que se dejara contagiar, claro), era algo del tipo de lo que sentían los perros, algo que -ya ibais conociéndole- pocas veces podía contener. Gregor se puso los esquíes y continuó en cabeza con Maggie, sin hablar.

Viajar por la barrera era agotador. Los tramos rectos se hacían rápido, a buen paso, pero el espacio entre ellos era abrupto, pendiente y accidentado. Algunas pendientes debían ser superadas con ayuda de cuerdas. Había que izar o bajar con ellas los trineos e incluso los perros. Más de una vez el equipo se topó con terrenos infranqueables, así que se hicieron largos rodeos. Antes de que pasara una hora a todo el mundo le dolían músculos que no sabían que tenían.

Excepto a Pooster, que se condujo de maravilla, los guías tuvieron que ayudar a todos: raquetas que se habían roto, personas casi enterradas en una grieta oculta, manoplas perdidas por diversas causas, nieve que entraba por entre las juntas de la ropa, amenazando humedad y congelación. Cada cierto tiempo se hacían paradas para prevenir la sudoración excesiva. Dos veces se calentó agua y se hizo té para reconfortar a los ateridos viajeros. El chocolate se podía comer a discreción, cosa que no ocurría en la vida normal del campamento.

El viaje duró cuatro horas. El tiempo, afortunadamente, no fue demasiado malo. Solamente hubo un momento en el que varias nubes taparon el cielo y descargaron una nevada corta pero abundante. Fue algo que duró apenas un cuarto de hora, pero os puso a todos las gónadas de corbata.

Durante la última media hora ya tuvisteis a la vista el campamento Lexington: esta fue la parte más rápida, porque pudisteis aprovechar el camino que se había hecho desde la costa para llevar parte de su equipo. La base de Lexington era mucho más pequeña que la vuestra. Había una única cabaña de madera en el centro del lugar, con una corta línea de tiendas que se extendían a cada lado en forma de "v". Vuestro camino conducía a uno de sus costados.

No daba la impresión de que hubiera sucedido nada grave.

El aire estaba enrarecido con un asfixiante olor a quemado y a combustible. Allí donde se parecían haber apagado las llamas, o donde el clima lo había hecho, se levantaban pálidas humaredas y nubes de vapor. El mástil de la antena de radio había caído y yacía retorcido sobre el hielo. La pulcra hilera de tiendas estaba cubierta por una fina capa de cenizas, y la prístina blancura de la nieve había sido profanada por los restos de material carbonizado. Una de las paredes de la cabaña principal estaba chamuscada y ennegrecida. Allí donde debería haber estado otra caseta, la del generador, se encontraban los restos de lo que parecía una gran hoguera. El Northrop Delta y el DelaCierva no parecían haber sufrido daños, ahora permanecían en sus hangares.

Cuando los rescatadores en ciernes (vosotros) llegasteis, el caos del primer momento había dado paso a la ardua tarea de arreglar los desperfectos ordenadamente. El personal de la expedición estaba por todas partes con un variable estado de ánimo. Unos salvaban lo que podían de las tiendas humeantes. Otros intentaban limpiar el material dañado. Otros dos contemplaban los restos humeantes de la tienda de la radio.

Vuestros perros, excitados por el aroma de la gasolina  y la lona quemada gruñían y ladraban mientras los trineos descendían por la suave cuesta hacia el campamento. Todas las cabezas se volvieron debido al inesperado barullo.

Cargando editor
20/01/2015, 21:54
(Lexinton) Henk Beentje

Un tipo que iba apoyándose en una barra de acero con pinta muy peligrosa se os acercó. Otros le siguieron a escasos pasos. Todos estaban callados.

Bienvenidos, dijo con pronunciado acento danés. Sabíamos que vendríais. Me temo que no nos podéis ayudar en gran cosa. La señorita Lexington quiere veros en la cabaña, donde está la cocina.

Cargando editor
20/01/2015, 21:59
(Starkweather-Moore, líder) James Starkweather

Starkweather parece un poco planchado. Ah, responde, por supuesto, lo que sea para ayudaros. ¿Cómo sabíais que íbamos a venir?

Cargando editor
20/01/2015, 22:01
(Lexinton) Henk Beentje

Ja. Los del barco nos lo comunicaron por radio. La gente de vuestro campamento está preocupada por vosotros. Kyle les avisará de que estáis bien.

Cargando editor
20/01/2015, 22:03
Guardián de los Arcanos

Starkweather avanza despacio hacia la cabaña, haciéndoos un gesto para que no le acompañéis. La gente, aunque tensa, comienza a presentarse. Pronto vuelven al trabajo, empero. No parecen muy comunicativos. Todo lo contrario de lo que pasa en la tienda, donde pronto comienza una pelea a gritos:

Starkweather: ¡Eres tonta! Jamás te debería haber permitido...

Lexington: ¡ ...no entiendo cómo la gente soporta tu estúpida arrogancia, tú... !

Starkweather: ¡ ...llevo demasiado tiempo aguantando tus estupideces!

Lexington: ¡A mi no me hables de estupideces, pomposo!

Y así durante largo rato.

Cargando editor
20/01/2015, 22:55
Dominique Pickwell

Nada mas llegar lo que intento es saber del doctor que nos atendio y del piloto que lo trajo, asi que antes de preguntar intento localizarlos visualmente. Me gustaria charlar con ellos pero sin que esto provoque mas roces de los necesarios, para eso se las pinta solo el jefe, menos mal que venimos a ayudar.

Bueno, ya estamos aqui. Me dirijo a Chester y a Antony os acordais del doctor o del piloto que nos ayudadon, mirad a ver si los vemos para darles las gracias y ver que nos pueden contar, mientras tanto voy a ver donde puedo hecharles una mano, aunque parece todo controlado. Y con esto me dirijo a la zona de las tiendas humeantes a ver que ha podido pasar.

Cargando editor
20/01/2015, 23:48
Nandan S.

El chico trató de seguir a su padre, Starkweather, por las buenas... pero el gesto negativo del mismo le hizo detenerse. Se entretuvo un rato observando los vehículos de la expedición Lexinton, pero en cuanto escuchó las voces, muerto de curiosidad, intentó acercarse con disimulo hasta la cabaña para ver lo que se cocía entre los dos líderes. ¿De qué estarían discutiendo? Sabía que su padre, espoleado por el entusiasmo, podía ser un poco vehemente. Tal vez demasiado...

- Tiradas (1)

Notas de juego

Discreción para tratar de acercarme y echar un ojo y una oreja. No me escondo en plan furtivo del resto, sólo disimulo.

Cargando editor
21/01/2015, 14:22
Maggie O'Connel

Maggie hizo el camino con una sonrisa en la oreja. Llevaba la recortada dentro de la ropa y su fusil al hombro, la repetidora había quedado en el campamento ante la duda de si el aceite del mecanismo no se congelaría, las armas de carga manual eran más lentas, pero no tenían ese problema.

Era feliz haciendo lo que sabía hacer. Ni siquiera le molestaba la mochila que llevaba a la espalda con su pala (entiérrate en la nieve, te protegerá del frío), hornillo, combustible, munición, comida seca, herramientas de reparación para el equipo y una muda interior seca. Además de una cuerda extra, añadida a la que la ataba al resto de miembros de la expedición para que entre todos pudiesen rescatar al incauto que se precipitase por una grieta (y que ella, como guía de avazada, era la que tenía más probabilidades). Afortunadamente el trayecto fue corto y sin incidentes, aunque no gracias a ella que, fiel a su mala suerte, terminó metiéndose en varios bretes de los que tuvieron que sacarla.

Al llegar, lo de menos fue el fuego, lo que más... al jefe liándose a gritos con su vieja... ¿amiga? ¿enemiga? Al percatarse de la maniobra de Nandam para escuchar lo que no debía, ella misma salió discretamente de la tienda común y empezó a buscar alrededor de la cabaña que había ardido y el resto de tiendas, buscando señales de lo que podría haber pasado...

- Tiradas (4)

Notas de juego

Joder con las tiradas.

En cuatro días habéis escrito 18 mensajes, vaya ritmo... Y yo con un gripazo de tres pares.

Máster, ya me dirás qué me pasa esta vez por fallar dos tiradas seguidas en uno de mis puntos más fuertes. Mi PJ también está gafadísimo.

La última parte, claro está, si no me he roto una pierna o algo.

editado: haciendo caso a Menez y a ver si cuela :D

Cargando editor
21/01/2015, 14:37
Aramiker Menez

Notas de juego

Maggie, te queda la excusa de que las tiradas tienen que ser ocultas. Tíralas de nuevo a ver si cuela :).

Cargando editor
21/01/2015, 15:24
Alexander Peabody

El humor de Peabody, para variar, no había mejorado en absoluto con la "plácida" excursión. Incluso pareció empeorar cuando comprobó, decepcionado, que su preparación física y todo el tiempo que había dedicado a estudiar las técnicas de supervivencia en aquel clima de poco le servían, llegando a tener que ser izado mediante una cuerda por nada menos que el no muy habilidoso Pooster.

La llegada al campamento le resultó un tanto extraña. Al fin y al cabo, llevaba mucho tiempo viendo las mismas caras, la dura rutina de la expedición había conseguido que personas muy dispares se conocieran entre ellas casi a la perfección. Encontrar a los integrantes de la Expedición Lexington pareció descolocarle; sin embargo, haciendo de tripas corazón, ignoró la discusión en la cabaña y se dirigió a la pareja que observaba los restos de la cabaña que había contenido la radio, haciendo una señal a Tim para indicarle a donde se dirigía. Su intención era para interesarse por lo ocurrido y ofrecerse para echar una mano, aunque a la vista estaba que la reparación iba a ser difícil, si no imposible.

Cargando editor
21/01/2015, 19:39
(Lexinton) Kyle Williams

El piloto está cerca. Es uno de los que no se ha largado inmediatamente a hacer sus tareas.

Qué pasa, socio, al escuchar el interés que toma Doninique se acerca más y le palmea el hombro. Veo que tu pie anda mejor. Una recuperación rápida.

Cargando editor
21/01/2015, 19:43
(Lexinton) Anthony Curtis

Hay una cabaña con una banderita que tiene una cruz roja. De ella sale un tipo al que no se llega a ver el rostro que camina en dirección a la cabaña de al lado y que luego sale llevando un maletín. Tiene la estatura y complexión del doctor Curtis, el que amputó el dedo índice del pie a Dominique. Ese que le ha estado doliendo todo el viaje.
 

Cargando editor
21/01/2015, 19:46
Dr. Arthur Hirsch

Hirsch se da cuenta. Creo que voy a hacer una visita a la enfermería. Veamos si soy necesario. Luego les veo, os dice.

Curtis acudió cuando Hirsch llamó su atención. Aunque al principio su lenguaje corporal indicaba impaciencia y prisa, luego de unas breves palabras  el breve gesto de negativa anticipada se transformó en un caluroso apretón de manos. Ambos entraron en la enfermería hablando amigablemente.

Cargando editor
21/01/2015, 19:48
Guardián de los Arcanos

Los dos que miran la tienda de la radio parecen estar haciendo guardia. Están de espaldas al viento, que cada vez sopla más fuerte, los cuellos de las parkas subidos y murmurando de vez en cuando entre ellos. Con suma mala educación, dieron la espalda a Peabody cuando hizo ademán de acercarse para hablar.

Cargando editor
21/01/2015, 19:52
(Lexinton) Charles Wright

Piérdase, dijo uno de ellos. No tenemos nada que hablar con ustedes.

Cargando editor
21/01/2015, 19:57
(Lexinton) Anthony Johnson

Nandan echa a caminar distraídamente y, como quien no quiere la cosa, se pone a curiosear alrededor de la tienda.

Tiene apenas el atisbo de un rostro pálido que grita insultos que todo el mundo puede escuchar cuando una voz tras él le hace volverse como un resorte. ¿Qué te crees que estás curioseando, chaval? La cantina está cerrada hasta que la desocupe la señorita Lexington, ¿has oído? Lárgate por ahí.

Sin embargo, Maggie, que ha aprovechado la distracción con más sentido y madurez que Nandan, aprovecha para escurrirse tras la cabaña.

Cargando editor
21/01/2015, 20:02
Guardián de los Arcanos

Sin entrar por la puerta poco puedes ver, y no puedes hacerlo sin ser vista. No hay ventanas. Rodeas completamente la cabaña para cerciorarte. Pero el atisbo que has tenido es el de los jefes de expedición, James y Acacia, sentados o levantados, según les lleven sus nervios, gritando cosas que, de todas maneras todo el mundo puede oír.

Cargando editor
21/01/2015, 20:52
Dominique Pickwell

Hombre compañero, Kyle, verdad... Bueno, no me puedo quejar, gracias al frio se va aguantando pero por las noches cuando duermo se ve que se calienta el pie y duele a raviar. Suerte que tengo la "medicina" y es cuando le ofrezco la petaca para que se automedique...

Como llevais el tema, en cuanto oimos vuestra llamada de socorro nos pusimos en marcha, sobre todo yo, que os debo una.

cuentame, que ha pasado, como empezo esta locura, ademas al parecer se oyeron disparos, estais bien o tenemos que evacuar a algun herido.

Le doy un pequeño trago a la petaca y espero la contestacion a la bateria de preguntas que he dejado en el aire.

Notas de juego

La conversacion es del todo informal y sincera, no estoy ahora con animo de sonsacar, lo primero es prestar ayuda donde sea necesaria.

Cargando editor
22/01/2015, 00:05
Maggie O'Connel
Sólo para el director

Notas de juego

Creo que has leído mal, Maggie no quiere ver qué discuten el jefe suyo y la otra jefa, sino que investiga el incendio hasta donde pueda, busca pistas de qué pasó allí, por qué el fuego y tal... 

Cargando editor
22/01/2015, 01:53
Chester Field

Viendo que poco se podía hacer aparte de doblar el espinazo y cargar cosas que parecían puntiagudas y pesadas, Chester decidió darse un garbeo - sin acercarse a los dos gorilas malhumorados que vigilaban la estación de radio - por el breve campo de la Expedición Lexingtón. Estaba observando a algunos de los miembros, ocupados en retirar basura quemada, cuando de repente pareció quedarse helado. Más helado. Tuvo que frotarse los ojos; no podía creer lo que veía.

No me jod... Pero si es...

Si hubiera tenido un cigarrillo, se le habría caído de entre los labios. 

Me como mi sombrero si ese de allí no es el viejo Albert.

Con una sonrisa, empezó a dirigirse con grandes zancadas y aspavientos hacia uno de los Lextintos: un hombre barbudo, de mirada penetrante, y más joven de lo que hacía suponer su precoz calvicie. Pero su edad no había sido un problema a la hora de convertirse en uno de los mejores reporteros con los que Chester había trabajado. Probablemente mejor que él, añadió a regañadientes para sí mismo.

¡Albert! ¡Pero qué narices haces aquí! ¡Un abrazo, hombre!

El sorprendido reportero estuvo a punto de perder el equilibrio y terminar en el suelo, pero en el último momento logró asirse al trípode que sujetaba una cara y maravillosa cámara cinematográfica.

Notas de juego

Máster, lo pongo de momento solo para ti porque

a) No sé si Priestley está por ahí y

b) No sé si te parecerá bien que Chester conozca a un miembro de los Lextintos (sí, el nombre se queda). 

Si no lo ves claro me lo comentas y ya si eso cambio el post. Pero claro, ¿quién no aprovecharía una oportunidad para darle un abrazo a Kubrick? :P

Guardián: en estos casos tenéis libertad para inventar, pero una tiradita de crédito por mi parte resolverá la duda de si Él te recuerda a ti.