Partida Rol por web

Tatharina estaba sintiendo el propio frio de la muerte. Cada segundo que pasaba se sentía más débil. Movía torpemente el condenado amuleto entre sus pálidos dedos cubiertos de escarcha. Sus manos no paraban de temblar, lo que le dificultaba muchísimo encontrar el condenado botón. ¿Cómo un gesto tan simple se podía haber convertido en una tarea colosal? Vamos Tatharina, concéntrate. ¡Todos dependen de que esta maldita cosa se active!

Click En un instante un aura blanquecina empezó a invadir la tétrica estancia. Según se abría camino podía sentir como el color volvía a sus mejillas y esquirlas de hielo caían de sus vestimentas veraniegas. ¡Sí! ¡Por fin funciona! El grito de júbilo reverberaba en las paredes del túmulo.

Si bien era cierto que la presencia maligna del espíritu aún se sentía a través del escudo, estaba claro que ya no era lo mismo. Tal vez con esta ayuda pudieran aguantar lo suficiente para derrotarlo. ¡Escuchadme todos! ¡Intentad manteneros cerca mío para entrar en calor, vuestro espíritu os lo agradecerá!

El enano intentó atacar nuevamente al corrompido ser que tenía ante él, pero esta vez su fuerte brazo no respondió. Un intenso frío atenazaba todo su cuerpo, haciendo que ninguno de sus músculos pudiese moverse. Un frío sobrenatural que no era desconocido para él, pues era el mismo que había sentido cuando aquellos esqueletos le habían secuestrado y le habían llevado a aquella lúgubre cámara situada detrás del telar. Cámara en la que había visto por primera vez al que ahora era su adversario.

- ¡Maldición! ¡No puedo creer que esto esté pasando otra vez! - pensó, recordando como en esa ocasión también se había quedado completamente paralizado, siendo incapaz de actuar.

Entonces un pensamiento se abrió paso en su mente.

- La... - consiguió decir, haciendo un gran esfuerzo - La... máscara... - cada nueva palabra que el guerrero conseguía pronunciar le agotaba más que si estuviese en solitario luchando contra un ejército de orcos - La máscara que hay en mi equipo. Rilwen, úsala. Ayudará a que tus ataques sean más certeros -

Al oír las palabras de Glain, Rilwen responde:-Ahora mismo no puedo ponerme a mirar en la mochila Glain, estoy un poco ocupada. Pero lo tendré en cuenta, por si luego hay alguna oportunidad. Muchas gracias!-En su actual situación ponerse a quitarse de encima la mochila y demás bultos, no era viable, tendría que dedicar las escasas fuerzas que le quedaban a tratar de hacer frente a aquella maldita criatura.

Tolman sentía que algo no iba bien en cuanto vio como Gláin detuvo el golpe. Algo pasaba, no sabía que, pero definitivamente algo estaba pasando. El enemigo era imponente, confiaba en la magia de sus piedras pero la euforia despareció al darse cuenta que en realidad contaba solo con una simple Honda y unos guijarros. Se sintió pequeño antes al resto, literalmente lo era pero ahora también lo sentía en espíritu. Quería ayudar y no sabía cómo, una ayuda más eficaz que lanzar un ataque. Algo más.

De pronto se le ocurrió.- ¡Eso es!- Aún tenía algo que hacer, no sabía exactamente qué ocurriría pero no podría ser nada peor que lo que estaba pasando. Rebuscó entre sus pertenencias hasta encontrar un cuerno, llenó sus pulmones y sopló con toda la fuerza que pudo.

Temía que le abandonasen las fuerzas y tropezara al andar por lo que se movía lentamente. - Espera. - Masculló mientras el pequeño hobbit emprendía su marcha hacia delante. Había intentado acercársele para ayudarle en su tarea pero no hizo a tiempo a detenerle. - ¡Maldición! - Se dijo para sí. - Tendré que correr. - Y acto seguido rompió la lenta marcha corriendo pasillo delante para alcanzar a Tolman. - Con un demonio, Tolman. Eres demasiado escurridizo. - Le dijo al alcanzarle. A continuación se giró y vio a la criatura. El corazón se le llenó de espanto, pero en su frente la convicción y la lealtad a sus amigos lo mantuvieron concentrado en la batalla. La valentía brillaba fuertemente en su semblante a la vez que era bañado por la cálida luz que emanaba del amuleto. - Me alegra ver que hallas podido con ello. - Dijo a Tatharina. Y tomando su arpa una vez más se preparaba para lanzar un nuevo conjuro. 

El combate se iba desarrollando a cámara lenta, aunque en realidad solo había pasado un minuto desde que el tumulario había salido de su escondrijo. Por un lado estaba el aura maligna que desprendía la criatura, que infundía un terror que paralizaba los músculos y por otro el frío sobrenatural que helaba la sangre de los aventureros más cercanos a él, arrebatándoles el calor de su cuerpo. Pero ahora la cosa había cambiado un poco. Un aura benigna de color blanquecino, salida del medallón que portaba Tatharina, se expandió por la estancia como un torrente, bañándoos a todos con su luz. Esto hizo que el tumulario cerrara momentáneamente los ojos, cegado por el resplandor. Lily, que había aparecido en la otra esquina, sacó una de sus piedras mágicas y le lanzó una al tumulario, pero el terror que le producía la criatura hizo que fallara. Sus músculos, ya de por sí lentos y doloridos por el veneno, parecían no querer obedecerla. Rilwen no desaprovechó la oportunidad que se le brindaba y volvió a lanzar un nuevo golpe con su espada, impactando esta vez en el cuerpo del ser. Al hundir la hoja en su armadura, pudo notar un frío que pretendía subir por el filo de la espada, pero la sacó a tiempo y volvió a ponerse en guardia. Gallind corrió junto a sus amigos y se posicionó al lado de Tolman, viendo por fin a la criatura y notando su aura maligna. Este aura pugnaba con el aura del medallón de la beórnida, que daba algo de calor si estabas cerca de ella. Sacando su arpa, se preparó para usar su poder mágico. El pequeño Tolman recordó de pronto que había recogido de la pila de objetos las cosas de Lily y entre ellas se encontraba el cuerno de caza que habían encontrado en el túnel de los trolls. Sacándolo de la mochila, se lo llevó a la boca y sopló con fuerza. El sonido que salió por su extremo resonó con fuerza por todo el complejo, haciendo que el tumulario chillara de odio y levantara el escudo para protegerse del sonido, que reverberaba por todas partes. Todos vosotros, al oírlo, notasteis que os insuflaba valor y energías. Gláin, paralizado instantes antes, recobró parte del movimiento gracias al sonido del cuerno y a la luz que emergía del medallón de su querida amiga. Aunque con movimientos torpes, podía actuar de nuevo. Le comentó a la semielfa que cogiera la máscara de madera que tenía en su mochila, pero ésta declinó hacerlo, ya que la dejaría con la guardia baja ante el tumulario.

Rilwen comenzaba a encontrarse muy débil, estaba congelándose hasta los huesos, ese frio le estaba arrancando la vida mucho más rápido de lo que había pensado. Pero no era momento de debilidad, haría un ataque, y luego trataría de apartarse de este monstruo, para ver si entraba en calor. El sonido del cuerno de caza le había dado energías para un nuevo ataque. Y consigue un buen golpe. A ver si podría retirarse un poco a coger fuerzas, o caería al suelo. Iba a necesitar que Glain se ocupase un rato del monstruo, mientras trataba de recuperarse un poco, eso en el caso de que no fuese a ella, a la que atacase el maldito tumulario. 

- Y después somos los enanos los que tenemos fama de ser testarudos - gruñó Gláin ante la negativa de la medio elfa de seguir su consejo. Sabía que la máscara podía ser útil, ¡y no usarla era desaprovechar recursos!

El guerrero intentó moverse, con poca esperanza de poder conseguirlo, pues sentía como el frío que aquella criatura emanaba, a pesar de haber disminuido de intensidad, seguía atenazándole. ¡Su sorpresa fue mayúscula cuando vio que podía hacerlo!

Sin pensarlo dos veces sujeto como pudo el hacha al cinturón y, aprovechando que Rilwen se encontraba a su lado, extrajo, no sin dificultad, pues ésta estaba en continuo movimiento al estar luchando contra el tumulario, el tan preciado objeto de su mochila y se lo puso.

Ante los comentarios de Glain, Rilwen le comenta:-No es que no quiera seguir tu consejo amigo, es que en medio de un combate ponerme a buscar cosas, no me parece lo más adecuado, ni fácil de hacer. Y estoy en una situación bastante crítica.-Y trato de buscar una buena posición defensiva, para tratar de sobrevivir al combate, lo que no era nada fácil.

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La súbita imagen de la funesta criatura impactó en sus ojos. - El tumulario - logró murmurar. - No puedo dejar solos a mis amigos peleando. - Tomó con firmeza su arpa e hizo sonar un ágil tintineo. Una melodía presta como brisa de verano envolvió al joven hobbit - Aprovecha mi último hechizo, querido Tolman. - Le dijo a su compañero a la vez que pensaba para si mismo al mirar al espectro - Vuelve a la mohosa tumba de la que no debías haber salido impía criatura de la noche.

Tatharina, se sentía aliviada por haber activado el escudo con éxito. Ahora que el frío no la distraía, podía pensar con claridad. Vio que tanto Gláin como Rilwen seguían padeciendo los efectos del tumulario y supo que debía cobijarles. Por si eso fuera poco, la elfa estaba muy débil y, aunque seguía tan fiera como siempre, se tambaleaba cuando intentaba adoptar una postura de combate. 

Por todo ello, la beórnida avanzó unos metros y descargo la mochila en el suelo. Acto seguido empezó a sacar objetos de una forma frenética. -Aguanta un poco más amiga, ya voy a tu auxilio. Solo necesito encender una chispa en este lugar tan inhóspito.

Con la ayuda del cuerno Tolman se sintió algo más útil, tampoco marcaría una gran diferencia pero si al menos había aumentado la moral del grupo bastaba, toda ayuda era de utilidad.

Bien, ahora toca lo fácil. Acabar con la criatura, hemos podido con el resto, no será diferente.- Pensaba para sus adentros mientras volvía a cargar una piedra mágica.- ¡Saco de huesos prepárate porque te los voy a romper todos y cada uno de ellos!- Disparó su honda, se sentía valiente y decidido, esperaba no arrepentirse.

Sintió la magia de Gallind en su cuerpo, como fluía entre sus venas.- !Gracias! !No caerá en vano tu hechizo! ¡Venceremos!

En medio del combate, unas notas musicales de gran belleza resuenan por la estancia. El elfo lanza un conjuro a través de su mágica arpa hacia su compañero hobbit, que está justo al lado, dotándolo de mayor velocidad en sus movimientos. Seguidamente, los dos hermanos lanzan sendas pedradas al tumulario, impactando en él pero sin mucho daño. Esta criatura va fuertemente acorazada y parece que esos disparos sin fuerza apenas le afectan. Esta vez Hir Rusark ataca, una vez superados esos momentos de confusión por el sonido del cuerno y la luz del medallón. Ve que el enano ha bajado la guardia para coger algo de la espalda de la semielfa y lanza un poderoso golpe hacia él, impactándolo con gran fuerza. Además del terror y el frío sobrenatural que atenazaba los músculos, el golpe de su espada le causa al enano una gran herida en el torso que le hace perder el conocimiento. Un frío intenso y doloroso, que nace de la herida donde ha impactado el arma, se extiende por todo su cuerpo queriendo apoderarse de su corazón palpitante y mermando sus fuerzas. Gláin cae al suelo a plomo. Rilwen, viendo tal golpe, no se arredra y ataca con furia, aprovechando el hueco dejado en su defensa. El impacto es fuerte y preciso, y hace emitir un silbido de la boca de esta criatura. Parece que le ha dolido bastante. Tatharina, viendo que las fuerzas de los dos valientes guerreros que están en cuerpo a cuerpo con el tumulario están quedándose exiguas, acude a socorrerlos. Además de darles protección con el medallón, saca de sus bolsillos ciertas cosas y de la mochila también. El combate entra en un punto clave, ya que el guerrero está en el suelo tirado y la exploradora está en las últimas. ¿Qué sucederá en el siguiente asalto?

Resiste, Rilwen, eres nuestra última esperanza. - dice Gallind afianzado en la confianza que aún le da la resonante armonía del cuerno. Mientras piensa cual será su siguiente acción. - ¿Qué debería hacer? La magia ha mermado todas mis fuerzas. - Y levantando la mirada hacia el poderoso enemigo. - No puedo dejarla ahí, sola. Debo hacer algo. Piensa Gallind, piensa. 

¿Cómo era la regla nemotécnica de Fainuira para este tratamiento? Por un momento, la chica pelirroja recordó el envejecido rostro de su mentora. Con una voz pausada, pero severa le decía: Recuerda pajarillo que donde mejor se encuentra el pez es en el agua. ¡Eso era!

Por un lado, extrajo de su mochila unos manojos de hierbas secas que, en cierta manera, recordaban a la cola de una trucha. Por otro lado, abrió un tarro del que se desprendía un intenso olor acre bastante repulsivo para los olfatos menos acostumbrados a tratar con ungüentos y cataplasmas. Acto seguido, humedeció los penachos en el aceite de Saeta de Agua y los dispuso en el suelo, a la espera de una chispa que no tardó en llegar.

Sorprendentemente, las ramas secas no prendieron sino que desprendían una gran cantidad de humo blanquecino. Tatharina dirigió este humo con maestría en dirección a Rilwen y Gláin sirviéndose de un delgado trozo de madera. Sus compañeros ya la habían visto utilizarlo como mesa improvisada para cortar las plantas medicinales que recogía por el camino y se sorprendieron de lo polivalente que podía ser ese instrumento.

Bueno pues hasta allí había llegado, sus pocas fuerzas se le escapaban rápidamente, solo aquel terrible frío la estaba helando hasta los huesos. El tumulario era un poderoso enemigo muy por encima de sus posibilidades, de un solo golpe había dejado a Glain inconsciente. Y ahora sería su turno, pero iba a morir luchando, toco su cinturón hasta notar como algo más de fuerza corría por su cuerpo y atacó al engendro. Pero sus pocas fuerzas hicieron que no fuese un buen golpe, hace daño al tumulario, pero no es suficiente, a este ritmo acabará con ella, y luego con sus amigos. Aprieta los dientes a la espera del ataque del poderoso enemigo, a ver si consigue sobrevivir. No tiene fuerzas ni para animar a sus compañeros, es muy consciente de la desesperada situación en la que se encuentran.

Me muero de miedo pero saco valor para lanzar otra piedra... que golpea en el techo o en cualquier lado menos en el tumulario...

Rezo mucho a mis antepasados para que salgamos vivos de esta...

Gláin intentaba sacar la máscara que tenía guardada en la mochila cuando un fuerte dolor recorrió todo su cuerpo, la oscuridad se apoderó de él a continuación, y cayó a plomo sobre el duro suelo de aquel túmulo. Cuando recuperase la consciencia, si es que lo hacía, y no perecía antes a mano de la criatura a la que se estaban enfrentando, estaba claro que tendría un desagradable dolor de cabeza y un feo corte en la mejilla izquierda, aunque comparado con el que tenía abierto en el pecho, éste era un simple rasguño.

Siendo un guerrero, el enano no era la primera vez que resultaba herido, pero esta vez era diferente. La herida que el tumulario le había causado le había quemado como solamente el frío sobrenatural que éste desprendía podía hacerlo. Un frío que ni siquiera el calor que provenía de Tatharina podía mitigar por completo. Un frío que, lentamente, estaba acabando con la vida de todos ellos y que ahora, debido al tajo abierto en su piel, se había instalado dentro de él.

Apretando con rabia el cayado entre sus manos se dijo para así. - Rilwen aún resiste, pero no tardará mucho en caer. Ya me lo dije antes, y me lo repito ahora: Debo hacer algo. - Y sosteniendo con impotencia y rabia aquella madera entre sus suaves dedos, corrió abalanzandose de frente contra el temible enemigo, a la vez que de su dulce y melodiosa voz salía un poderoso y estruendoso - NOOOOO. - Sus pies emprendían quizás por ultima vez una marcha que lo llevaría a la gloria o la muerte. 

La situación rápidamente se había descontrolado. Gláin abatido, Rilwen parecía en las últimas y Gallind cargando como si fuese un guerrero. La poca esperanza que sintió segundos atrás se desvanecía mientras veía como iban cayendo. Puso su mirada en su hermana, casi no era capaz de hablar pero había que hacer algo. La magia aún fluía por su cuerpo y debía aprovechar, si no podían con el intentaría incapacitarle apuntando a sus piernas soñando con romper algún hueso. Giró su honda para calentar el brazo aumentando la velocidad y disparó, repitiéndolo otra vez.