Partida Rol por web

Cuando destruiste al tumulario, al llevar la máscara puesta, viste cómo el ser desaparecía en una voluta de humo. Pero parece que algo muy diminuto, una bola de luz fantasmagórica, se alejó volando hacia la estancia interior, donde estáis ahora todos y donde fuiste llevado por los esqueletos. Creías que había sido fruto de tu imaginación, pero al volver a entrar aquí, te ha vuelto a la memoria.

Además, parece que la máscara te imbuyó del poder de entrar en la mente del tumulario. Por los pensamientos que percibiste antes de hacerlo desaparecer, sabes que se trataba de Hir Rusark Johardur, un antiguo Irnil (príncipe) cardolani, que hizo una alianza con el Nigromante. Parece que murió de alguna enfermedad, aunque por supuesto parte de su mente siempre culpará a los demás de su mala fortuna.

Sosteniéndose débilmente con su bastón se aproximó a la entrada de la cámara funeraria. Solo se detuvo cuando estuvo junto a sus amigos. - La salida, si está en alguna parte, no es por aquí. - Dijo apesadumbrado. - Creo que en esta situación solo la sabiduría ancestral de mi pueblo puede echar luces sobre sombras. - Se detuvo un momento y continuó - Eso que derrotamos era un Tumulario, no me cabe duda. Y solo hay una forma de derrotarlo para siempre. - Volteó para ver a sus compañeros a los ojos. - Hay que llevar las riquezas del túmulo al exterior y dejar que los paseantes que las encuentren las desperdiguen por la tierra media. - Y cambiando otra vez su mirada hacia los objetos. - Huelo el meloso sabor de la magia proviniendo de esos pilones. Aunque también, huelo aún volando en el ambiente la putrefacta presencia de la oscuridad. Debemos hacer algo para evitar que regrese a manifestarse una vez más. - Levantó su dedo índice solemnemente hacia el techo de la cripta. - Según recuerdo podemos tomar parte del tesoro para nosotros mismos, nada nos lo impide. Pero tenéis que saber que quien se deje llevar por la codicia con desmesura pagará un alto precio. Pues será maldito. - La pausa que continuó a sus palabras fue sepulcral. - Si vais a tomar cosas, advertidos estáis.

Luego se recostó sobre una de las paredes llenándose de liquen fluorescente la capa y se quedó pensativo. Tras un momento tomó un pequeño papel de pergamino de su cinto, lo releyó y volvió a hablar - Este pergamino está roto, pero aún se pueden leer los versos de la última estrofa. Como comenté antes, están escritos en Noldor, y dicen lo siguiente. Les traduciré. - Pensó las palabras en la lengua común y dijo. -  ¡Fuera, frío tumulario! ¡Deja estas tierras luminosas! Mar y estrella, tierra y viento. ¡Que se acabe tu tormento! - Otra breve pausa. - Aún hay algo de magia en estas escrituras. ¿Qué creen, debería darles uso? Por cierto. - Cambió de tema bruscamente. - El cayado tallado con una cabeza de dragón es muy bonito. 

Rilwen entró y estudió la sala a la que daba acceso el telar. Había muchos objetos y tesoro.-Por lo que se, estoy de acuerdo con Gallind, para evitar que el tumulario pueda regresar, tendremos que sacar al exterior todo su tesoro y objetos y exponerlos a la luz del sol. Tras estudiarlos podremos quedarnos con algunos y con parte de ese dinero, y dejar el resto para que otros caminantes los recojan. Pero lo primero es encontrar la salida de este maldito lugar.-Y coge parte del hongo para frotar en su escudo y capa, y así tener algo de luz. Y comienza a tratar de encontrar alguna puerta secreta que comunique con el exterior.-En algún sitio debe de haber una puerta que de acceso a un camino que lleve al exterior de esta tumba, tenemos que encontrarla.-Una vez conociesen la salida, ya tendrían tiempo de sacar todo al exterior y tras estudiar los objetos, ver con cuales les podía ser más interesante quedarse.

Pues me temo, mi querida amiga, que ya he hecho yo esa labor. - Dice dándole la espalda a su mohosa compañera. - La salida, seguramente esté, cerca de donde nos despertamos. Hay ahí una zona donde los musgos luminiscentes crecen con mucha dificultad. - Y volteándose para mirarla con astucia continuó diciendo. - La puerta no debe estar lejos. Lo sé porque cuando acabamos con el secuaz huesudo me tomé un momento para inspeccionar las sala. - Sonrió. - ¿Sorprendida?

Vaya vaya.- Dijo el mediano.- Parece que este tumulario escondía buen tesoro, y bien merecido si se me permite decirlo.- Aquella visión había hecho olvidar su malestar anterior, que podía decir si le encantaban los tesoros y las recompensas, y aquello era sin duda la más merecida después de tanto sufrimiento. Solo esperaba que mereciera la pena. Se acercó a la pila y comenzó a rebuscar, las palabras de Rilwen le refrescaron la memoria sobre los tumularios y como acabar con ellos.- Rilwen tiene razón, ahora que lo ha dicho también he recordado, no se donde lo habré leído o escuchado, pero es la única forma de acabar con un tumulario. Que destino tan cruel que después de derrotado se repartan además el tesoro, en fin si es lo que debe hacerse...Preocupaos por la salida que yo veré como se puede repartir todo esto.- Una pícara sonrisa se esbozó en sus labios mientras se sumergía en aquellos tesoros. Lo primero que le llamó la atención fue el arco de medida hobbit.- Mira Lily, un arco hobbit. ¿Te gusta? Quizás te venga bien, yo prefiero la honda pero oye no le haría ascos.- Siguió escarbando en el montón para ver si encontraba algún arma más que le sirviera.- Parece que no hay mucho para nosotros, esta daga podría ser. El resto es demasiado grande o pesado, pero hay muchas baratijas y joyas. Parece que es un buen tesoro con mucho valor.

Junto con el resto de sus compañeros, la beórnida entró en la sala que ocultaba el telar. Lo primero que le llamó la atención no fueron los objetos ni las monedas que esta contenía, sino el mal que aún podía intuirse en aquella tumba. Un escalofrío le recorrió el espinazo. Que lugar tan funesto. Tras recomponerse del shock inicial, se acercó a Lily siguiendo la advertencia de Gláin. La torpeza de sus pasos y el bamboleo arrítmico de su cuerpo le confirmaron sus sospechas, pero no quería ser brusca con su amiga. - Ey Lily, desde que arrancó el combate no he tenido oportunidad de hablar contigo. Gláin está preocupado por ti y, ahora que el peligro ha pasado, me preguntaba si me dejarías inspeccionarte más a fondo.

Las dos jóvenes salen de la sala para tener un poco de intimidad. Una vez solas la hobbit le relata lo que ha ocurrido y Tatharina utiliza su basto conocimiento médico para confirmar sus sospechas. - Ya veo, creo que voy a probar con un viejo remedio que me enseño Eliana. Saca un trapo y una solución acuosa que vierte en él. - Notarás que huele fuerte a licor de hierbas, trata de respirar a través del paño durante unos minutos, verás que rápidamente te sentirás mejor.

Ten cuidado, Tolman. Yo en tu lugar no escarbaría tan alegremente en un tesoro maldito. - Se llevó la mano al mentón. - No hay que olvidar que aún esos objetos están ligados a la presencia espectral de la criatura. - Hizo una pausa, dubitativo. - No soy capaz de adivinar cuanto es suficiente, para evitar vernos impregnados del mal. Hasta considero no tomar nada de esos objetos, y solo llevarlos fuera. - Se quedó observando al hobbit en búsqueda de una atención que quizás no llegase a conseguir. - Una vez fuera, bajo el sol, probaré lanzar el hechizo dentro del túmulo. Tengo la impresión que podría ayudarnos a dispersar la corrompida presencia. Pero no quiero exponerme a sus posibles efectos adversos estando aún débil y sin que hubiésemos hallado la salida.

Las palabras de Gallind eran, cuanto menos, lógicas. Quizás se había cegado demasiado con el tesoro sin tener en cuenta las consecuencias, se incorporó y dejó de buscar mientras se sacudía las manos.- Cuando tienes razón tienes razón Gallind, será mejor que deje de jugar con las maldiciones no vaya a ser que se despierte otro engendro como este o vete a saber.- Se retiró de la pila y se puso a su lado.- Me gusta como piensas si, primero la ruta de escape y luego el resto. 

O tu te conviertas en uno. - Le respondió - Pues bien, vallamos hasta el lugar donde recuperamos los sentidos. Acompáñame. - Y poniéndole una mano en el hombro a su buen amigo Tolman comenzó a andar. - ¿Rilwen, vienes? - Le dijo a su compañera que no estaba lejos. - Podemos ir los tres juntos. - Continuó avanzando mientras esperaba su respuesta. Con o sin ella iría hasta el lugar que recordaba antes, acompañado por supuesto del bueno de Tolman.

Gláin entró en la sala interior junto al resto y a la mente le vinieron las sensaciones de cuando estuvo encerrado allí solo, junto al tumulario. Un escalofrío le recorrió toda la espalda al recordar el miedo que había pasado hace unos minutos, antes de escapar de allí. Después se encontró con Lily y el resto es historia... Escuchas a los demás y decides contarles lo que creías que había sido producto de tu imaginación, pero que parece ser que real. Las advertencias del elfo te animan a ello, aunque no querías que te trataran como un loco.

-"Amigos, escuchadme. Cuando destruimos al tumulario, al llevar puesta la máscara, me pareció ver una diminuta bola de luz fantasmagórica que salía de la armadura y se alejó volando hacia esta estancia. Puede que sea su alma o algo parecido, no lo sé, pero creo a ciencia cierta lo que decís sobre sacar el tesoro de aquí para destruir definitivamente a esa cosa. ¡Debemos de darnos prisa en ello! Además, no sé por qué, pero la máscara me dio acceso a algunos pensamientos del tumulario el tiempo que la llevé puesta. Al parecer esta criatura se trataba de Hir Rusark Johardur, un antiguo Irnil (príncipe) cardolani, que hizo una alianza con el Nigromante. Parece que murió de alguna enfermedad y fue enterrado aquí junto a sus siervos y su madre, que es la que está en el telar."

Después de entrar en la sala, Lily rebusca entre los montones de tesoros y las paredes alguna trampilla o puerta oculta que os lleve a la salida de este horrible lugar. Febril y dolorida, obvia todos los objetos maravillosos que hay y su única preocupación es encontrar esa salida, pero no haya nada. Algo ofuscada y faltándole ya las fuerzas, se deja llevar por su mejor amiga para ser tratada y curada.

-"¡No, no, no! Aquí no hay ninguna salida. Tatharina, estamos atrapadas. Me siento tan débil..." Dice aspirando el olor del trapo.

Después de unos minutos en los que os quedasteis deslumbrados por los tesoros que había en el lugar, os pusisteis a rebuscar aquí y allá, pero nada visteis que pudiera indicaros que había una salida. La más activa en ese sentido era Lily, que definitivamente se vio abatida al creerse encerrada para siempre. Tatharina la curó mediante sus artes y poco a poco fue encontrándose mejor. Tolman, entusiasmado por el tesoro, poco le faltó para lanzarse de cabeza en las pilas de riquezas y bucear por ellas. Pero el cauto elfo y sus advertencias surtieron efecto. Rilwen también pensaba igual. Hasta que el enano habló, todos pensabais que lo mejor era sacar el tesoro. Por lo que dijo, algo de la esencia del tumulario aún persistía en el lugar. Alguno de vosotros ya lo había notado. Además, Gláin os dijo de quién se trataba ese ser.

Gallind, comandando la marcha hacia el lugar donde creía que estaba la salida, parte hacia allí, seguido por los demás, reticentes a quedarse solos en esa lúgubre sala. Desandáis los pasillos y llegáis al inicio, donde os despertasteis. Allí está la pila de objetos, los esqueletos de dos pobres aventureros y el esqueleto que derrotasteis. Según las indicaciones de Gallind, más o menos en el centro de la pared norte, podéis ver que efectivamente los hongos fluorescentes en esa parte no crecen en demasía, siendo algo escasos. Al observar de cerca el lugar, podéis ver que la zona es del tamaño y la forma de una puerta grande. Os miráis unos a otros, con la alegría asomando en vuestros rostros.

Rilwen estaba muy preocupada con encontrar la salida, había pensado que estaría en la cámara central, pero allí no la vieron. Encontraron un abundante tesoro, pero este podía estar maldito, y no podrían coger más que un par de objetos cada uno. Ella tenía armas, armadura y cinto, así que se fijo en algún adorno que pudiese mejorar su aspecto, que más bien parecía el de un guerrero que el de una joven dama élfica. Lo que más le gusto fueron dos alfiles con animales, uno con un escarabajo y otro con un colibrí, eran algo precioso, muy bonitos para llevar prendidos de la ropa. Había un con un ojo de águila que le parecía siniestro, y luego un brazalete de plata, muy bonito, pero con unas campanitas que no le terminaban de gustar. La corona y la cinta le parecían excesivas, como algo pretencioso y ella era una mujer sencilla. Y los anillos, seguro que eran más adecuados para los usuarios de la magia. 

Cuando por fin, encontraron la puerta de salida donde les había dicho Gallind, respiró aliviada. Iban a necesitar mucha fuerza para abrirla.-Lo mejor será que tratemos de abrirla entre todos, o sino hay suficiente espacio, entre los mas fuertes. Tenemos que salir de este lugar, y esta parece la única salida.-Y se dispuso a ayudar empujando, para lograr abrir la puerta.

- Si queréis, puedo intentar mover la puerta, aunque tal y como ha dicho Rilwen, necesitaré que me ayudéis. Parece lo suficientemente pesada como para que no pueda con ella yo solo - dijo Gláin, tras haber permanecido en silencio todo el trayecto, examinando la zona en la que parecía que los hongos fluorescentes crecían de forma más escasa.

El enano sentía como el corazón le latía con fuerza, espoleado por la idea de poder escapar de aquel túmulo y de, incluso, poder acabar definitivamente con el maligno ser que lo habitaba.

- Una vez estemos en el exterior, decidiré qué hacer con el tesoro, pues lo que menos deseo es acabar maldito por haber cogido alguno de los objetos que lo componen -

- ¿Alguno de vosotros tendría algo que nos pudiera facilitar la tarea? - Aunque evitó usar la palabra magia, el guerrero paseó su mirada rápidamente por aquellos miembros del grupo capaces de usarla, aunque le alegraría igualmente que alguien tuviese un objeto mundano que les pudiese ser de utilidad.

Cuando Tatharina comprobó que su amiga hobbit respiraba más calmada pensó en acercarse a la sala del tesoro, había escuchado de refilón las advertencias del elfo, pero quisiera preguntarle en más detalle. Justo cuando iba a dar el primer paso, toda la comitiva salió del sepulcro en dirección a la entrada. Parece que tienen un plan, Rilwen va tan decidida como siempre. Apoyó su mano en el hombro de Lily. -¿Vamos con ellos? Te puedo prestar mi cayado si crees que lo necesitas. Aunque en el fondo sabía que su amiga lo rechazaría aunque lo necesitara con tal de no preocuparla.

Una vez llegaron a la sala donde comenzó esta pesadilla conjunta que habían vivido, se sorprendió al ver que la puerta era tan obvia. Está claro que el miedo no deja pensar con claridad. Cuando Gláin pidió ayuda al grupo, la joven se llevó la mano al mentón y apretó un poco los labios. -Creo que yo puedo ser de ayuda. Hay un conjuro que estaba estudiando antes de enfrentarnos a los trolls. El problema es que no lo he probado nunca, pero se supone que concede una fuerza extraordinaria. ¿Me dejarías intentarlo contigo Glaín? Hizo una breve pausa - Entendería que no quisieras, no te sientas presionado. Y sonrió nerviosa.

Un poco aliviada tras las atenciones de Tatharina... parece que la mente de Lily consigue pensar con algo más de claridad. 

¿De verdad teníamos la puerta junto a nosotros? La verdad es que ni siquiera la busqué del susto que me llevé al ver a esos esqueletos caminar. 

Y girándome hacia Gláin añado: -Empujar rocas no es lo mío, pero te aseguro que si es para salir de este lugar soy capaz de mover una montaña-.

Y Lily se cuela prácticamente entre las piernas del enano para plantar sus dos manos contra la roca y empujar con todas sus fuerzas. 

-Necesito respirar aire de una maldita vez...-

-Sólo espero que al otro lado de esta piedra sea de día. Creo que no podría soportar otra noche más en estos páramos malditos-

- ¡Por supuesto que puedes probar el hechizo conmigo! - exclamó el enano ante la pregunta de la beórnida. Sus palabras resonaron por los pasillos y se perdieron en la lejanía - Tu magia nos ha ayudado en más de un ocasión, como cuando nos hemos enfrentado a ese oscuro tumulario... - un escalofrío recorrió la espalda del guerrero ante el recuerdo de tal horrible criatura, obligándole a permanecer en silencio durante un breve instante - ... y no voy a empezar a dudar de ella ahora -

Gláin se separó de la puerta unos pasos.

- ¿Necesitas que haga algo en especial? - preguntó - ¿Quitarme la armadura, quizá? He escuchado historias sobre como ésta interfiere en el lanzamiento de hechizos, aunque nunca he sabido si son ciertas, o son sólo cuentos de viejas -

Gallind observaba a Lily empujar la puerta mientras que a su vez el enano dejaba de hacerlo. La situación le resultaba un poco cómica. Se apoyó en su cayado y dijo - Si es necesario, también ayudaré a empujar la gran roca. - Su cara mostró su habitual sonrisa risueña - Aunque ya saben que mover cosas pesadas no es lo mío. - Observó en dirección a Gláin y agregó - De mi parte, y lo lamento mucho, entre mis hechizos y objetos encantados, no hay ninguno que pueda proveerte una gran fuerza. En esta ocasión poco puedo hacer más que poner mi hombro junto a los demás cuando haya que empujar. 

Contar con la ayuda de Gláin era una suerte, quizás si no hubiera estado allí jamás se podrían plantear siquiera mover aquella puerta. El conjuro de Tatharina también ayudaba. Tolman se miró los brazos pensando en lo ridículo que se sentía sin poder hacer demasiado, pero lo que le faltaba de fuerza lo tenía de perseverancia y agallas. Se remangó y gritó.- ¡Abajo con esa puerta! ¡No habrá puerta que se resista a esta compañía y además como dice mi hermana quiero salir de aquí cuanto antes maldita sea!- Un grito de guerra simplón y tonto, pero que más daba, solo agradecía para sus adentros seguir todos vivos en aquel lugar de muerte y tan cerca de la salida que casi podía sentir la brisa en su rostro.

Al ver que no había ningún mecanismo de apertura, decidisteis intentar abrir la puerta oculta por la fuerza. Tatharina realizó un nuevo sortilegio que había estado practicando sobre Gláin, que le dotaría de más poder. Los demás os pusisteis en posición, cada uno a un lado del enano, para hacer toda la presión que se pudiera. Gláin se remangó, se estrujó los nudillos de ambas manos y con un gruñido típico suyo empujó con todas sus fuerzas. La piedra no parecía sentir la presión ejercida por el enano, pero se fueron sumando las fuerzas de cada uno, hasta la de los pequeños hobbits, y poco a poco empezasteis a notar cómo la piedra iba cediendo y avanzando hacia el exterior. El sudor perlaba cada uno de vuestros rostros y la fuerza ejercida tensaba vuestros músculos, llevándolos al máximo. Muchos os pusisteis tan colorados como los pasteles de tomate que hace Lily, e incluso a alguno le falló el esfinter, dejando salir una pequeña ventosidad. Pero poco a poco, con muchísimo esfuerzo, visteis cómo unos pequeños hilos de luz iban apareciendo. Primero unos pocos, luego los rayos solares entraron por todos los lados de la puerta de piedra, calentando vuestros rostros. Una brisa matutina, fresca como el agua en invierno, os removió los pelos de la cabeza, llevándose con ella la pesadumbre que anidaba en vuestros corazones, aliviándolos. Nunca os habíais alegrado tanto de recibir el nuevo día. Abristeis la puerta lo suficiente para poder salir y fuisteis saliendo de uno en uno. Mirasteis al cielo y levantasteis los brazos en alto en señal de triunfo. El sol no estaba muy alto, parecía que era temprano, la hora del desayuno, y en el cielo solo quedaban algunas nubes negras de la pasada tormenta. Lejos, hacia el sureste, la terrible tempestad seguía su errático rumbo. El ambiente olía a hierba mojada y de vez en cuando escuchabais algún trino de pájaro.

Pasados unos instantes para recuperar el aliento y respirar el aire puro, tocaba todavía terminar con el tumulario y su funesta tumba. Según sabíais algunos, para conseguir expulsar del todo a ese ser, debíais sacar el tesoro afuera y dejarlo al sol. Así, la criatura perdería todo su poder y dejaría por fin este mundo. Por las advertencias de Gallind, sabíais también que solo podríais quedaros con un par de objetos, sino queríais quedar malditos de por vida. Además, el elfo tenía un extraño pergamino que no sabía si utilizarlo, pero que contenía al parecer un conjuro contra los tumularios. En un momento dado, los seis estómagos prorrumpieron a la vez quejándose de que tenían hambre, lo que os sacó unas risas.

Ahora mirasteis de nuevo a la oscuridad reinante dentro del túmulo y se os ensombreció el rostro. Tocaba entrar de nuevo y terminar de hacer lo que había que hacer.