Partida Rol por web

Ahora que habéis podido echarle un vistazo rápido a la estancia, os fijáis en el amplio telar, en el que se sienta una figura esquelética de largos cabellos. No se mueve, está quieta y no tiene esos malévolos puntos rojizos que tienen los otros dos esqueletos en las cuencas vacías de sus calaveras. Tiene la piel, o mejor dicho, los despojos, momificados. El telar es tan grande que bien puede haber hecho todos los tapices que habéis visto en el lugar. Los restos gastados de un tapiz a medio terminar yacen entre las manos del esqueleto. Su mano derecha agarra una lanzadera de bronce. Ahora el telar está pegado a la pared y sabéis que tapaba la entrada a otro recinto interior, que ahora está libre de paso.

Todo pasó casi al mismo tiempo, Gallind le había lanzado un hechizo de velocidad, y hablado de un pergamino, cuando el tumulario descargo sobre su amigo, un terrible golpe que lo dejo en el suelo. Luego una serie de ataques acabaron con el maldito no muerto. Lo primero que hizo Rilwen fue acercarse a su amigo caído y ver como podría ayudarle.-Pobre Gallind, y yo no tengo nada con lo que poder ayudarle, me he tomado hasta la última de las hierbas y bayas que llevaba.-Se agacha sobre Gallind, trata de ponerle en una posición lo más cómoda posible. Piensa que tal vez se le pueda preparar algún vendaje, pero ella no es buena en curar heridas y atender a heridos.-Tatharina tu eres mejor que yo con los heridos, tal vez puedas hacer algo por nuestro amigo. Yo puedo tratar de buscar unas vendas, o hacerlas con algún trozo de tela, pero poco más, a parte de rezar puedo hacer por el.-Se habían hecho realidad sus peores augurios, Gallind tan desgastado por el combate, su magia le devoraba la salud, había caído a manos del terrible tumulario. Solo pensaba en como podían ayudar al elfo, esa era su prioridad en estos momentos. Ya habría tiempo para buscar que había en aquella sala, más allá del telar, en la que tendría que estar la salida de aquella horrible tumba, a la que unos esqueletos les habían traído en mitad de la noche. Todo un cuento de terror, para asustar a niños, y no tan niños, que se les había hecho realidad en un momento. Había sido una auténtica pesadilla, lo que habían vivido aquella noche, difícil de olvidar, por muchos años que viviese.

Lily siente mucho alivio al ver caer al tumulario. A lo mejor hasta conseguimos salir vivos de este lugar. Observa a Galllind en el suelo, pero poco puede hacer la hobbit para ayudarle.

-Espero que Tatharina sepa qué hacer. Este elfo había empezado a caerme bien-

Miro a Gláin, le abrazo y le pregunto como se encuentra. -Sabía que necesitábamos tu hacha amigo-

Y observando de reojo lo que los demás andaban haciendo en ese momento, me dirijo discretamente hacia el telar... 

-Este aparato tiene pinta de ser importante- Y al más puro estilo Pipin Tuk me vuelvo discretamente hacia él y empiezo a toquetearlo todo para intentar entender como funciona. 

-Estoy segura de que este cachivache oculta algún extraño mecanismo...-

Aunque esta vez procuraré no volver a pincharme con otra agujita

Tolman cayó de rodillas cuando el enemigo fue abatido, apoyó las manos en el suelo y quedó boca abajo respirando con gran intensidad.- No puedo creerlo...Casi no lo contamos, por las barbas de mi abuelo casi no lo contamos.- Se incorporó cuando hubo recuperado el aliento y corrió hacia sus aliados que se encontraban en aquel momento cuerpo a cuerpo contra el enemigo, así como a Lily que se había acercado.- Desapareces, casi te doy por muerta y ahora tras sobrevivir a esto ¿Lo único que tienes que hacer o decir es irte hacia el telar? No se si ofenderme o que me de igual, que feo...- Decidió dejarlo estar, después de todo al menos estaba bien y eso era lo que importaba. Se acercó a Gláin y Gallind también.- Me alegro de volver a verte mi valiente amigo enano, pero nuestro compañero Gallind no ha tenido tanta suerte...Espero que Tatharina pueda hacer algo o si no tendremos que salir de aquí cuanto antes.- Cogió aire y lo expulsó de golpe.- Pero que buen trabajo hacemos, somos un gran equipo. ¡Casi morir no es morir no lo olvidemos! Y ahora a ver que demonios es ese telar, aunque no me apetece nada de nada seguir jugando con esqueletos.

- Estoy bien, pequeña, no te preocupes - le respondió el enano a Lily antes de que ésta, impulsada por la curiosidad, fuese a investigar el telar, mientras volvía a sujetar el hacha al cinto y se quitaba la máscara. Gracias a ambos objetos había conseguido impactar unas cuantas veces a la criatura, aunque al intentar conseguir uno de ellos había cometido un grave error: bajar la guardia. Error que aquel monstruo había sabido aprovechar, noquándole. A saber qué hubiese ocurrido si Tatharina no hubiera conseguido ayudarle.

Gláin sacudió la cabeza, intentando desechar este último pensamiento.

- Buen combate - dijo, situándose junto a la medio elfa y el cuerpo caído de Gallind, mientras metía una mano en uno de sus bolsillos, extraía el caparazón de espina de mar, y se lo ofrecía a Rilwen - A mí todavía me queda una baya curativa. Tómala. Nuestro amigo la necesita más que yo -

Luego de interponerse heroicamente al último espadazo que diera la criatura calló con bravura al suelo, satisfecho, de haber sido la pieza clave para acabar con ese formidable adversario. ¿Qué sería de Glain o Rilwen si la siniestra espada diera con ellos? Ahora, en paz consigo mismo, dormitaba en el suelo dentro de un sueño cálido y agradable.

  Y así, damas y caballeros, es como un grupo de valientes exploradores se encontraban a las puertas de su funesto final. Sin embargo, ante la adversidad, interponiendo me con mi magia, frente a la poderosa criatura, fue como logré ser quien lo hiciese bajar su guardia. Y así, diera espacio a los guerreros de ensartar con precisión en puntos específicos a la esquelética monstruosidad. A ese ser que podríamos decir que provenía de más allá del velo de los muertos. - Y silencioso, se queda frente a una pausa dramática, observando a su inagotable audiencia. 

Tatharina habia observado todo desde la distancia. El fragor del combate la abrumaba y una sensación de impotencia, unida al propio miedo de que alguno de sus amigos saliera herido, la había paralizado. Pero ahora todos ellos la llamaban a la acción, todos sus amigos la miraban con miradas suplicantes, temiendo por el pobre Gallind.

Con premura se acercó al cuerpo del elfo y comprobó sus constantes vitales. - Está bien, no os preocupéis. Estaba grave, sin duda se había excedido con la magia, pero sabía que lo podría estabilizar con una pizca de hechicería. Posó su mano sobre el blanquecino rostro de su amigo y se concentró en sus propias energías. En cuanto halló la fuerza, balbuceó: - Entula rato. Sintió como un torrente de vida se desplazaba de su cuerpo al de Gallind, ayudándole a sanar a costa de sí misma.

- Pronto volverá en sí. Me alegro mucho de que todos estéis vivos. Dijo con los ojos humedecidos. - Cuando desperté aquí y vi que no estábamos juntos, cuando Lily desapareció... La beórnida solloza, intentando acabar la frase. - Temí lo peor. Y rompe a llorar desconsoladamente.

Ahora que habíais acabado con el peligro, o eso pensábais, tocaba curar las heridas y buscar la salida de este sitio. Tatharina, sacada del limbo en el que se encontraba, corre veloz hasta llegar al cuerpo ceniciento de su compañero elfo. Se agacha y empieza a tratarlo con su magia curativa, mientras solloza al rebajarse la tensión. La magia surte efecto y empieza a cerrar la horrenda herida que le había hecho la espada del tumulario. Tendrá una buena cicatriz para el resto de su vida. Gallind, poco a poco empieza a abrir los ojos y ve que varios de sus compañeros están atendiéndole. La primera cara que ve es la de su querida amiga Rilwen.

Gláin, recordando que aún tenía una baya en su bolsillo, se lo tiende a la semielfa para que se lo administre al elfo. Mira preocupado cómo la beórnida hace su magia en él, pero sabe que esa chiquilla es muy buena en su oficio de curandera, así que el escuchimizado elfo saldrá adelante. El frío de las heridas infligidas por el tumulario empieza a remitir, pero aún duelen. Lo que sí se ha esfumado del todo es ese terror incontrolable que entraba al ver a la criatura. Lo mismo le sucede a la semielfa. El frío de sus heridas también empieza a mitigarse.

La pequeña hobbit, en vez de abrazarse a su hermano, salta en los brazos del enano, haciendo que Tolman se quede a cuadros, ya que esperaba ser el que recibiera los mimos de la envenenada hobbit. Ésta, ignorando los dolores que la afligen, se dirige hacia el telar que hay pegado a un lado para investigarlo, y es seguida por su hermano; curiosos por naturaleza. Lo que ven de cerca es que el cuerpo momificado que hay atado al telar, en una postura de hilar, es de una mujer. Importante, al fijaros en los andrajosos vestidos que porta. Al parecer, la lanzadera que agarra es un mecanismo que al activarlo hace que el telar vuelva a su sitio, tapando la entrada a la sala interior, en la cuál solo ha estado dentro uno de vosotros.

El frío sobrenatural sigue saliendo de esa sala, indicando que era el lugar de reposo del tumulario. El aura de maldad o de peligro de este sitio sigue poniéndoos los pelos de punta, como si no se hubiera ido definitivamente. Por el suelo, están por un lado los despojos de uno de los esqueletos y por otro lado los del tumulario.

-Nos hemos salvado por los pelos hermanito. Y te recuerdo que todo esto es en cierto modo por tu culpa-

-¿No querías una vida de aventuras? Pues esto es una vida de aventuras... que un esqueleto que camina intente rebanarte el pescuezo con una enorme espada oxidada. Eso es una vida de aventuras. ¿De verdad quieres vivir así? ¿No estaríamos mejor ahora fumando pipa en el salón de nuestro smial? Deberíamos volver a Bree y mandar al tío Holfast a la mierda. ¡Qué capture él si quiere al Imladir ese...! 

-En fin, ahora lo único que importa es salir de aquí antes de que otro fantasma de esos se ponga de pie-

Y dicho esto, Lily da un abrazo rápido a su hermano y si el agujero que comunica con la otra sala está abierto se cuela por él con la intención de encontrar una salida de este horrible lugar. 

(en caso de que no esté abierto toquetearé la lanzadera esa que creo que activa la puerta por la que salió Gláin)

Rilwen se alegró de que Gallind, aunque herido se fuera a recuperar, y le dio la hierva de Glain:-Me alegro mucho de que hayas salido de esta Gallind, pensé que no lo contabas. Toma esta hierva que me dio Glain para ti.-Y le dio el caparazón de espina que recupera 1 d6 de pv.

A continuación se centro en como poder salir de ese maldito lugar, y concretamente en el telar, ya que no parecía haber otra salida, y por ahí le pareció que apareció el tumulario. Como ya estaba Lily en la zona, la ayuda para tratar de encontrar algún mecanismo, o algo similar, que abra una puerta que les permita salir de allí.

Cuando Gallind abre los ojos, Tatharina sabe que su labor aún no ha acabado. Se seca las lágrimas de alivio en las mangas y se pone manos a la obra.

- No conviene atosigarlo ahora. Dijo mirando a Rilwen. Momento en que el elfo intenta erguirse para recoger la baya que le está siendo ofrecida. - ¡AH! No, no, no. No se te ocurra moverte aún. Cierto es que la magia ha conseguido cerrarte la herida, pero aún tiene que ser tratada por medios convencionales. La beórnida mostraba una expresión severa. - Ayúdame Gláin, hay que darle la vuelta para que pueda chequearle la espalda. Con delicadeza, por favor.

Una vez el elfo estaba colocado como la joven había indicado empezó a examinarlo a consciencia. Oh, sí, sí. Ya veo. Ha estado cerca. Tatharina deslizaba sus dedos delicadamente por la piel de Gallind. - Lo mejor será ponerle una cataplasma y vendarlo. Fíjate, por aquí ya se estaba abriendo la herida.

Un golpe húmedo en su rostro le hace ver hacía el cielo. De pronto, del techo de la posada comienzan a caer gotas de lluvia. - Que diablos. ¿Goteras? - Cuando un torrente mágico comienza a brotar en su interior y siente como su cuerpo es revitalizado, despertando de su ensoñación. Al abrir los ojos, lo primero que ve es a Tatharina sollozando, y no entiende muy bien lo que ha pasado. De súbito, el dolor vuelve. Primero es punzante y lejano, más tarde empieza a esparcirse por todo su cuerpo con más fuerza. - Auch. - Dice, mediante un gemido, el adolorido elfo. - ¿Por qué lloras? - Susurra débilmente en lo que Rilwen se percata de su despertar y se acerca a él para ofrecerle unas hierbas. Sin embargo Tatharina lo impide, y sin que el elfo pueda atisbar palabra ellos (Tatharina y Gláin), le dan vuelta y ésta última comienzan a revisarlo y vendarlo. - Soy un muñeco de trapo. - Piensa para si, aún adolorido. - Rilwen. Despreocúpate, estaré bien. Puedes devolverle la semilla a Glaín, no va a hacer falta. - Dice con voz apagada. En parte lo decía por orgullo y dignidad, pero por otro lado, sabía que estaba en buenas manos.  Unos segundos después sintió como las frías y cuidadosas manos de la beornida recorrían su espalda. Todo ello le producía algo de pudor, sin embargo, la mujer trasmitía paz y calma. Lo dulce y lo cuidadoso de sus movimientos reconfortaban. No se sentía aún con demasiadas fuerzas, pero estaba tranquilo. Cerró los ojos. 

Gláin siguió obedientemente las indicaciones de la beórnida hasta que Gallind estuvo colocado en la posición correcta, y ésta pudo revisar la herida del elfo. Al ver dicha herida, el enano no pudo evitar hacer un gesto de desagrado. El tumulario se había cebado con su compañero, quizá debido a la capacidad de éste de usar magia.

- Tatharina, cuando termines, quizá deberías echarle un vistazo a Lily - dijo mientras miraba hacia el lugar en el que se encontraba la hobbit - Creo que se encuentra bajo los efectos de alguna droga. Cuando me encontró estaba bastante desorientada -

Una vez terminó de hablar, permaneció en silencio junto a sus compañeros, por si la beórnida necesitaba nuevamente su ayuda.

La respuesta de su hermana le enfadó, y mucho. ¿Culpa suya? Ella era la que había salido corriendo sin decir palabra o dar explicación alguna arriesgando su vida y la de resto. Luchando sin descanso para salvarles el pellejo y su respuesta es esa. Dolido y enfadado eran los sentimientos que recorrían su cuerpo, se sintió atacado y quizás no había sido para tanto pero la situación había hecho que sus nervios estuvieran a flor de piel, aún así decidió no decir nada más. Respondo al cálido abrazo de su hermana pero siguió sin decir palabra.

Se dedicó entonces a explorar el lugar tranquilamente, prestando atención a todos los detalles para también relajarse de aquella manera.

Después de curar a Gallind y revisaros las heridas, os ponéis a investigar la estancia, el telar y la entrada a la sala de donde había salido el tumulario. Solo Gláin había estado dentro, como bien sabía Lily. El telar parece ser que ocultaba la entrada, que ahora está a la vista. Ésta mide unos ciento veinte centímetros de ancho por ciento setenta de alto. Podéis ver que el telar no termina de tocar el suelo, por lo que al abrirse no lo roza. También podéis observar tres cilindros de bronce de un centímetro de diámetro y diez de largo que agarran el telar al lateral de la pared, a modo de goznes. La verdad es que la entrada queda muy bien disimulada detrás del telar cuando éste está en su posición original. El resto de la sala está lleno de polvo, algún tapiz tirado en el suelo, hecho añicos, y las armas y armaduras de los no muertos, además de los huesos del esqueleto.

Entráis a la nueva sala, liderados por Lily, que aunque envenenada, parece que no le afecta en lo más mínimo. Os ponéis a mirar a vuestro alrededor, temerosos de ver qué hay. El suelo está adornado por abstractos diseños de alabastro, mientras que el techo, a unos cuatro metros de altura, está adornado por arcos que imitan ramas entrelazadas de los árboles, imitando el estilo de los salones élficos del Bosque Negro. Los restos podridos de tapices y pinturas cuelgan de las paredes. Solamente los hilos de oro y plata trenzados en algunos de los tapices dan muestra de su esplendor pasado. Junto a las paredes descansan cofres de maderas exóticas, bellos jarrones, montones de pieles podridas e hileras de armas antiguas, muchas de ellas oxidadas desde hace mucho tiempo. Veis grandes riquezas de todo tipo: monedas, joyas, armas, escudos, etc., diseminadas por el suelo. Enfrente vuestra hay una plataforma elevada, un ataúd de mármol blanco, con sus lados tallados en forma de flores. Los pétalos de las flores están hechos de piedra y joyas.

Ante tamaña visión, os desplegáis por la estancia para observar más de cerca los objetos. No parece haber ninguna salida a la vista, a excepción de por donde habéis entrado.

Podéis notar que la maldad de este sitio aún persiste, aunque bastante más débil que al principio. El halo de magia que cubre todo el complejo, aunque ha perdido parte de su poder, sigue vigente. Habéis destruido al tumulario y a sus criados, ¿pero ha sido para siempre?

Lo que sabes básicamente sobre los tumularios es que antaño eran grandes señores de los hombres, pero que ahora son espectros que aparecen como figuras oscuras y sombrías. Se alimentan de la esencia vital de los seres vivos y sienten un profundo odio por todas las formas de vida. Son bastante peligrosos de enfrentar y suelen estar desperdigados por las Quebradas del Norte y del Sur.

Recuerdas que odian la luz del sol. Viven en fríos túmulos bajo tierra, generalmente acompañados por los siervos más fieles que le acompañaban cuando vivían. Les gusta rodearse de riquezas y suelen drenar la vida a los vivos. Son criaturas espectrales de gran poder y muy difíciles de destruir. Para ello, no solo hay que vencer al espíritu, si no sacar el tesoro del túmulo y dejarlo al sol para que la gente que lo encuentre se lo reparta, dispersando el poder y haciendo que el tumulario no pueda regresar. Sabes que cada aventurero podría quedarse con un par de objetos del túmulo, ya que si la codicia hace que se lleve más, quedara maldito para siempre, con funestas consecuencias.

Te das cuenta de que el extraño resplandor verduzco que os ilumina procede de algún tipo de hongo que crece en la piedra. Cada vez que os internáis más adentro del complejo, éste hongo medra más. Pero recuerdas que en la zona donde os despertasteis había unas pocas zonas en la pared norte, más o menos por el centro, donde los hongos no parecían crecer con tanta facilidad.

También te fijas en que hay muchos tesoros de gran valor a vuestro alrededor. Al acercarte y mirarlos con calma, ves su buena manufactura. Hay muchas cosas que tienen toda la pinta de ser mágicas.

El pedazo de pergamino que tienes en tu cinto parece ser un conjuro para expulsar o destruir a un tumulario, pero le falta la primera parte. Aunque aún tiene una parte entendible, parece tratarse de un pergamino viejo con algún extraño conjuro. Está escrito en élfico, en la alta lengua de los noldor. Solo se puede leer la parte del final, que dice así:

¡Fuera, frío tumulario!

¡Deja estas tierras luminosas!

Mar y estrella, tierra y viento.

¡Que se acabe tu tormento!

Lo que sabeis básicamente sobre los tumularios es que antaño eran grandes señores de los hombres, pero que ahora son espectros que aparecen como figuras oscuras y sombrías. Se alimentan de la esencia vital de los seres vivos y sienten un profundo odio por todas las formas de vida. Son bastante peligrosos de enfrentar y suelen estar desperdigados por las Quebradas del Norte y del Sur.

Recordáis que odian la luz del sol y viven en fríos túmulos bajo tierra, generalmente acompañados por los siervos más fieles que le acompañaban cuando vivían. Les gusta rodearse de riquezas y suelen drenar la vida a los vivos. Son criaturas espectrales de gran poder y muy difíciles de destruir. Para ello, no solo hay que vencer al espíritu, si no sacar el tesoro del túmulo y dejarlo al sol para que la gente que lo encuentre se lo reparta, dispersando el poder y haciendo que el tumulario no pueda regresar.

Os dais cuenta de que el extraño resplandor verduzco que os ilumina procede de algún tipo de hongo que crece en la piedra. Cada vez que os internáis más adentro del complejo, éste hongo medra más.

También os fijáis en que hay muchos tesoros de gran valor a vuestro alrededor. Al acercaros y mirarlos con calma, veis su buena manufactura. Hay muchas cosas que tienen toda la pinta de ser mágicas.

La mujer que hay atada al telar tiene pinta de que fue una noble humana bastante importante. Pero al contrario que los otros esqueletos, no tiene vida. Los andrajosos ropajes que lleva puestos se nota que fueron de gran calidad, como los de una reina.

Te das cuenta de que el extraño resplandor verduzco que os ilumina procede de algún tipo de hongo que crece en la piedra. Cada vez que os internáis más adentro del complejo, éste hongo medra más.

Al entrar en la sala y ver lo que hay alrededor, te das cuenta perfectamente de que en la sala no hay ninguna salida, ni a la vista ni oculta. Has rebuscado bien por todos los lados y no has visto nada. Eso sí, ¡está llena de tesoros! Son de muy buena manufactura y parece que hay muchas cosas que tienen toda la pinta de ser mágicas.