Partida Rol por web

Véis claramente cómo por el fondo de la aldea, por el otro extremo por el que llegásteis, se acerca una pequeña turba de una decena de hombres. No parecen aldeanos comunes. Andan rápido, portan capas y se dirigen hacia el desaguisado de los tres cadáveres...

- Se dice que el lobisome es un hombre que ha sido maldecido y tiene forma de lobo. Pero éste no es otra cosa que un hombre con mucho pelo, que ya se sabe que el pelo unos tienen mucho y otros poco, nada que ver con demonios ni nada que se le parezca.

Hace un gesto a Diego y apoya la mano en su hombro para tranquilizarle

- a fe mía que estos buenos cristianos tienen una buena razón para habernos hecho cruzar la baronía... ¿No es cierto ?

Ya iba a responderle a Natxo que más les valía tener un buen motivo, cuando mis ojos repararon en el grupo de individuos que hacia nosotros dirigíase, con cualquier cosa salvo buenas intenciones.

- Natxo, ¡allí! - le alerté entonces, señalando con el dedo a la turba.

Et sin mayor mediación, ordené al soldado que nos acompañaba que fuera buscar a los otros dos:

- ¡Id a buscar al resto! ¡Traed los caballos et preparad las armas! - grité - ¡De inmediato!

Desenvainé mi espada, sedienta de sangre tras la cacería infructuosa, celebrando la osadía de aquellos estúpidos. ¡Al fin un rival digno, que plantaba cara a sus enemigos, al que podría destripar sin miramientos!

Tras percatarme de la presencia de los hombres ataviados con capas que se aproximan a nos, desenvaino el cuchillo que siempre porto conmigo, aún a sabiendas de que, debido a mi falta de entrenamiento en combate, no soy rival para ellos, sobre todo si son hombres de armas bien entrenados.

Entonces, acércome a la muller a la que intentaba sonsacar información, y juntando el cuchillo a su vientre, pregúntole:

- ¿Quiénes son aquellos homes que vienen hacia nos?. Fablad ahora, u os juro por el ángel negro, que acabaré con vuestra vida. -

Miró en la dirección señalada y exclamo

- ¡LADIA COLOCAOS DETRÁS DE MÍ! - dicho lo cual saco mi espada y la enarbolo amenazante mientras grito a los hombres que se acercan -¡ GUARDAOS DE VENIR A POR NOSOTROS O PROBARÉIS NUESTRO YERRO! NO LO REPETIRÉ ASÍ QUE ATENÉOS A LAS CONSECUENCIAS DE VUESTROS ACTOS.

¡¡No lo sé!! -gritó la vecina que estaba siedo amenazada por Ladia-. Justo entonces, Natxo de Otazu profirió una voz cuando aún aquel grupo que parecía llegar no ya muy lejos aún no habíase acercado. Del mismo grito, y en estando la gente tan sensible con el cadáver empalado allí delante et los dos otros, se asustó y comenzó a espantarse. Cuando Diego y el propio Natxo desenvainaron la gente comenzó a huir por doquier, saliendo de la plaza y alejándose a la carrera entre grandes gritos. Un empujón le dieron a la mujer amenazada por Ladia hasta caerla al suelo, y ésta aprovechó para salir huyendo.

Enseguida, se hizo un claro en medio de Irabarruzia, y vosotros estábais justo en medio de la jarana. El soldado que os abrió paso hizo caso al de Zúñiga y corrió a avisar a los otros dos, que veían ya a la muchedumbre huir y también estaban asustados. Entonces, la masa de encapados os llegó delante, y uno de ellos venía delante como más en solitario. El resto lo componían hombres que vestían de embozo oscuro y portaban varias armas. Uno de ellos iba a caballo, portaba una majestosa cota de placas, et así espada en la mano; otros dos eran los ballesteros y el resto llevaba lanzas. Diez en total. Y bien pertrechados en armaduras. No parecían soldados al uso (prueba de ello era lo bien que sabíais cómo vestía un soldado, pues harto estábais de convivir con ellos et ordenarlos durante meses).

Subióse al brocal de un pozo que por allí cerca había el que llegó primero, et vociferó a las pocas gentes que aún quedaban o que estaban alejados del centro del lugar pero interesados en el embrollo:

He aquí la criatura que os aterrorizaba. Muerta. La hemos acorralado y matado, y eso mismo haremos con todos los seres malignos de este lugar -gritó-.

Entonces, uno de los campesinos allí presentes interrumpió al que estaba subido en el pozo.

-¡¡Matad también a la Bruja, que ha hechizado al Barón!! -luego os miró. Natxo, Diego, Ladia-. ¡Mirad! ¡¡Los enviados de la Bruja!! ¡Matadlos y quedaremos tranquilos! El campesino os señaló para que el tipo del pozo os divisara. Et que así lo hizo. El del pozo dio la órden y su hueste comenzó a cargar contra vosotros.

Iniciativas:

Lancero4
Lancero3
Lancero5
Diego
Lancero1
Lancero2
Caballero
Ballestero1
Ladia
Natxo
Ballestero2: Carga virote el turno entero (2 acciones de 3 necesarias).

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Declara Natxo y Ladia.

Lancero1 Ataca con lanza a Natxo y Esquiva
Lancero2 Ataca con lanza a Diego y Esquiva
Caballero Ataca desde el caballo a Diego y Esquiva
Ballestero1 Carga virote el turno entero (2 acciones de 3 necesarias).

Declara Diego.

Lancé una mirada cargada de frías promesas al campesino que había osado acusarnos de tal cosa. Reza porque non salga vivo daquesta, gusano, pues como lo haga vas a conoscer el Infierno en la Tierra. - me dije.

Mas guardé saliva et energías, pues la que veníasenos encima era gorda. Que más valía que el soldado corriera et non poco, pues en inferioridad estábamos por gran número. Dispuse la espada para guardarme de los ataques del caballero, en tanto descargaba un golpe contra el lancero que se me acercaba.

Lancero4: Ataque a Diego y esquiva.
Lancero3: Ataque preciso a Natxo y parada
Lancero5: Ataque a Natxo y esquiva.

Resumen turno 1:

El primero en reaccionar fue un lancero y sin pensarlo dos veces corrió a clavarle la punta de la lanza al de Zúñiga. Éste parecía más pendiente del de a caballo que a cualquier otro...:

Daño: 7 (-4 por Bacinete) (x2 en cabeza): 6 puntos de daño.

Su casco se aboyó un poco y a pesar del gran daño, algo pudo protegerle, al menos de la muerte directa. Acto seguido, otros dos lanceros se fueron contra Natxo. El primero le impactó al caballero en el brazo izquierdo y el segundo en pleno abdómen...:

Daño1: 7 (-5 por Loriga de malla) (/2 por Ataque preciso)(/2 por brazo): Sin daño.
Daño2: 8 (-5 por Loriga de malla): 3 puntos de daño.

El caballero de Zúñiga, dispuesto siempre a deshacer imprevistos que fueran justos, se precipitó primeramente contra aquellos hombres, en especial contra un lancero, empero que éste no hizo sino fallar el embise estrepitosamente cortando con ridiculez el aire. De nuevo los lanceros embestían. L1 marchó a la carrera contra Natxo, hiriéndole en la pierda diestra:

Daño: 10 (-5 por Loriga de malla) (/2 por pierna): 3 puntos de daño.

Et ahora el lancero L2, el mismo que no había recibido el ataque de don Diego, clavándole a éste; empero no hubo éxito en su lanzada. Et que el que estaba a caballo, moviéndose la su bestia entre los hombres, acercóse a Diego y comenzó a darle mandoblazos con la su espada. Mas la intentona fue tan vana y tan irremediablemente errónea que un mal equilibrio en el ataque hizo que el su caballo creyera que lo espoleaba, et éste encabritóse y elevóse a dos patas... El caballero cayó hacia atrás y quedándolo tumbado en el suelo boca arriba...

Mientras los ballesteros cargaban virotes, Ladia aprovechó para esquivar golpes que en este caso no le vinieron; et que don Natxo de Otazu, en habiendo sido herido en el vientre, cargó contra los dos lanceros que fueron a por él (L3 y L5). Agarrando el imponente montante a dos manos, comenzó a descargarlo contra aquellos dos desgraciados:

Daño1: 10 (-5 por Coracina): 5 puntos de daño.
Daño2: 5 (-5 por Coracina): sin daño

En esos momentos se aproximaron los tres caballeros del señor Barón tras de vosotros, todos ellos con escudo y espada en sus manos. Dos de ellos traían de las riendas a los dos caballos que pedísteis...

Iniciativas:

Diego:
Caballero:
S3:
Ballestero2
Ladia:
S1:
Ballestero1:
Natxo:
S2: Ataque con escudo a L4 y ataque a L4
Lancero1: ataque y esquiva a S3
Lancero2: ataque y ataque a S1
Lancero5: ataque y parada a Natxo.
Lancero3: ataque y ataque a Natxo.
Lancero4: ataque preciso a S2 y Esquiva.

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Declara Natxo

Tarde era ya para montar a los caballos, pues la batalla había comenzado et nescesitábamos de todas las fuerzas de que pudiéramos disponer en tal momento.

- ¡Proteged a Ladia! - dije a los hombres del varón - Que aquestos cobardes non han honor.

Despreciaba a aquellos hombres et deseaba darles muerte. Non di siquiera ocasión al caballero caído de ponerse en pie, pues nada deseaba más que ver mi espada atravesando el suyo cráneo.

- Morid, bastardo. - dije con saña en tanto mi espada volaba hacia él.

Se estaba llevando una buena el caballero y de no ser por su lóriga es bastante posible que ya le hubiesen dado matarile. No obstante, se mantenía en pie sangrando ya por los cuatro costados y embravecido por el subidón del combate.

- non nobis domine...