Partida Rol por web

Et que con el susto aún en el cuerpo de la fatídica escena de muerte que estábais pisando, azotásteis a las bestias y empleásteis las pocas fuerzas que teníais ya en subir al Monte Laurri. Unos diez minutos tardásteis, pues aunque mandato obligado y del fuerte dábais a los caballos, éstos se afanaban con ya poca presteza; en habiendo sido testigos de las llamas que azogue parecían embebidos los suyos oídos, y que no daban ya casi la medida...

Una vez arriba, la escena tornábase en horrible (et aquesto es decir poco). Entre jirones de espeso y maloliente humo negro procedente de algún sitio, la pegagosa niebla se hacía también invitada. Don Sancho y sus tres soldados andábanse ya apeados de bestia, et daban cuantiosos espadazos a lobos de tamaño considerable et cadáveres puestos sobre pie*. Aquella escena era terrible, irreconocible, blasfema e imposible. Empero la veíais.

Defendiéronse entre los menhires de la colina que allí había, evitando dentelladas y manos huesudas. Et el valeroso Sancho de Landarria, que durante un tiempo parecía menudo y poco ducho de las armas, refulgió de saña y entereza. Avanzaba casi al unísono con sus tres hombres, palmo a palmo, hacia el centro de la colina. Allí, un enorme y tosco dólmen se erigía impávido, de cuyos resquicios salía el humo negro y grasiento...

Vísteis pues que, también, otros hombres habían llegado por otro flanco de la colina. Era hombres armados de la misma guisa que los que asaltaron el castillo... Ellos, a la par que los vuestros, luchaban contra aquellas bestias inmundas, en un espectáculo de horror y vigorosidad.

¡ALIMAÑAS! -gritaba don Sancho mientras clavaba su espada sobre lobos de pelo negro azabache-. ¡Et vosotros! -ahora a los soldados-: ¡ya habré de arreglar cuentas con vosotros, infames!

El objetivo de don Sancho parecía ser alcanzar el dólmen central, el que supuraba humo. Claro que, en su entrada, se erguía un tremendo lobo gigante, muy grande, feroz y despiadado. Fue entonces cuando el bueno de don Sancho os atisbó, y os gritó haciendo un gesto con su cabeza y con su espada.

¡¡Allí!! -señalaba al lobisome de la espada mientras le venía otro cadáver andante a aniquilarle-: matad a esa bestia, ¡MATADLA!

En viendo a aquella monstruosa bestia, et al Barón en grande apuro, desenvainé la espada que encontrara tiempo ha, et que había sido de un templario, et con esta en las manos espoleé la montura* con rabia faciéndola caer sobre aquella criatura, presto así a darle muerte al engendro.

- ¡Muerte! - grité, llevado por la rabia et la sed de sangre - ¡Regad con su sangre la tierra!

Et así entré una vez más en combate, et dejeme llevar por el fragor de las espadas et el aroma de la sangre.

Llevóse las manos a la cabeza al ver a aquellos macabros lobos, varias de esos despojos caminando y el tótem central macabro. Tardó un poco en reaccionar de la gran conmoción e impresión que todo aquello le causó y fue precisamente la voz imperativa de su Señor lo que pareció despertarle de su letargo.

Asintió y alzó la espada al cielo murmurando algo...

Falta ver qué hace Ladia.

Quedome paralizada durante unos instantes, contemplando la escena que se muestra ante mis ojos, y a las irreales criaturas que en ella aparecen. A pesar de estar acostumbrada a tratar con lo sobrenatural, aquello consigue sobrecogerme.

Después, fijome detenidamente en el dolmen del que emana aquel humo negro et grasiento, et con paso decidido comienzo a caminar hacia él, intentando no ser descubierta por las monstruosidades que allí se hayan, aunque portando el cuchillo en la mano derecha, por si fuese necesario hacer buen uso de él.

Et que don Diego y don Koldo espolearon su montura y fuéronse directos ante la órden de don Sancho de Landarria, en dirección al dólmen que expulsaba humo negro. A medida que avanzaban, veían más y más grande aquel ente de enormes proporciones. Éste pareció verlos acercarse desde la lejanía, por lo que no lo tomó en sorpresa. Apretó sus patas al suelo y se preparó para atacar.

Ladia, mientras tanto, quedó quieta, haciéndose a un lado. Rápidamente, uno de los tres soldados del barón, púsose delante de ella, pues cadáveres andantes y lobos de tamaño corriente ya comenzaba a divisarla...

Resumen turno 1:

El lobo, increíblemente, fue el primero en reaccionar. En cuanto Koldo estuvo a su altura saltó sobre él, y ambos diéronse sendos zarpazos: uno con garras y otro con espada. En primer lugar actuó la betia, que con sus afiladas uñas rasgó en el pecho (y su armadura) al senescal del Barón:

Daño: 11 (-5 por Coracina metálica): 6 puntos de daño.

Et que casi al mismo instante, Koldos, casi sin sentir aún el dolor bajo la armadura de su pecho abollada por las garras, hizo un gran corte en la pata del animal, haciendo que éste rugiera de dolor:

Daño: 5 (x2 por carga) (/2 por pata derecha trasera): 5 puntos de daño.

Finalmente, Diego llegó en último lugar, empero ningún éxito tuvo al querer embestirle sobre caballo.

¡Vos! -dijo el soldado a la mujer con esfuerzo-, ¡será mejor que se... -¡ZASS!, el soldado crujió un cadáver por la mitad con su espada-, que se esconda tras esas peñas! -le recomendó el tipo señalando con la mirada los restos de dos menhires que ya pasaron a mejor vida-.
 

Aquella maldita bestia compúseoselas para eludir la mortal estocada que destinábale la mía espada, mas non habría de terminarse de tan simple modo aquella batalla. Con gran empeño descargué sobre ella nuevamente el acero, confiando en que aquesta vez feriríala, mas fízelo con tiento et procurando alejarme de las suyas garras.

- ¡MALNACIDA CRIATURA DEL AVERNO ! -gritó mientras hacía girar a su caballo para enfrentarse de nuevo a la bestia y tajar con su espada -PAGARÁS POR LO QUE ACABAS DE HACERME.

Aquella bestia inmunda fijó su mirada sobre Koldo de Aingeru. Sus fauces no parecían sino la entrada al Infierno, et que así hízoslo saber al senescal, pues fuóse contra él (y aqueste a por la bestia). Nada bueno parecía poder salir de esta doble afrenta...

Resumen turno 2:

Aquel ser lanzóse contra el de Aingeru con las fauces abiertas. Sus dientes afilados eran testigo de la rabia del animal. Empero que la efusividad y la euforia de ver aqueste una presa de tan fácil acceso confiósele y tornósele en vano. El de Aingeru, entonces, atacó irremediablemente con fiereza. Ambos ataques fueron directos a las suyas patas:

Daño1: 6 (sin protección) (/2 por pata): 3 puntos de daño.
Daño2: 5 (sin protección) (/2 por pata): 3 puntos de daño.

Tras lo cual, Diego tuvo holgura para enfatizar un gran ataque, et así aprovechó para hacerlo desde las alturas del caballo. La espada que tiempo ha encontrada enterrada en los dominios boscosos de don Sancho clavóse entonces entre las dos patas de delante...:

Daño (crítico): 15 puntos de daño (no hay secuelas).

La criatura aulló sórdidamente, pero se reincorporó sin perder la compostura antes los dos caballeros frente a sí. El humo negro seguía saliendo del dólmen que protegía, y aún los soldados del barón et parte de los asaltantes del castillo luchaban aún con las criaturas nocturnas del Laurri.