Partida Rol por web

- Ya veo... - comenté pensativo - ¿Me permite preguntarle algo? ¿Porqué está tan segura de que "algo" nos amenaza?

Le devolví la mirada cuando preguntó por mi y sonreí amablemente al ver su cara de expectación. Pobre chiquilla, andaba casi tan perdida como yo...

- Si le he de ser sincero, mi idea de este encuentro era la siguiente. Usted me explicaba ciertas cosas ya sin importancia... y a cambio yo le daba información sobre el caso que la ocupa, o incluso la ayudaba en lo que pudiese.

Me acaricié lenta y discretamente la barba, detiniéndome para mirarla mejor; una mirada cordial pero intensamente escudriñadora a la vez.

- La verdad es que tengo cierto interés en la pequeña revuelta en la que participó hace unos meses contra el príncipe. ¿Cuál fué el motivo?

-Porque lo sé, buen señor, he hablado con vástagos que presenciaron el extraño ritual llevado a cabo "dónde empezó todo" y sé que puedo confiar plenamente en ellos y por tanto es cierto. Algo de avecina... Pero no es todo, también han llegado nuevos y poderosos Cazadores a la ciudad, sin mencionar que al parecer otra mujer quiere las espadas para destruir la Estirpe y quién sabe qué conspiraciones más. Vivimos noches agitadas, sin duda- sonrío de forma torcida ante la última frase. Precisamente agitación es lo que me suele gustar, pero no cuando proviene por tantos flancos distintos a la vez.

Me detengo de repente, provocando un extraño silencio cuando los tacones dejan de repicar en el suelo.
Observo con fijeza a Anderson, escudriñándole de forma inquisitiva y algo fulminante. ¿Para eso me ha hecho venir...? Bien precioso, cómo la información no sea Verdaderamente útil veremos si acabas la noche con la mandíbula entera...

-El motivo fue un primogénito Toreador demasiado poderoso con las ideas claras, en eso admito que le alabo. La actual sustituta no creo que le llegue ni a la suela de los zapatos, pero me conformo con que sea mínimamente honesta- y es todo lo que pienso admitir por el momento, no creo que un desconocido se merezca más explicaciones por mi parte -Su turno- increpo arqueando la ceja con cierta impaciencia.

¿"Extraño ritual"? Vaya, de eso no sabía demasiado... Y en cuanto a aquella revuelta... ¿Había sido solo un simple juego por el poder? Era una pena, pero en el fondo era mejor así, y más en los tiempos que corrían. O que "parecía que corrían" mejor dicho.

- ¿Entiendo, por tanto, que su objetivo es reunir a los portadores para acabar con ese mal? ¿Por qué cree que esa mujer quiere las espadas para hacer lo contrario?

Sonreí enigmáticamente, en silencio, unos instantes; ¡Aquella mujer era un verdadero polvorín!

- Está bien, a pesar de lo escueto de la respuesta me servirá - contesté con una expresión que apaciguaba de manera increíble lo directo de mis palabras - Puede preguntarme lo que quiera sobre el tema que le interesa. Le intentaré ayudar en todo lo que pueda.

- Pero además subo, incluso, la apuesta. Digamos que conozco no solo el paradero de al menos una de las espadas, sino también el de su supuesto portador. Es más, si sus intenciones son favorables a la estirpe en lo que refiere a este tema, le doy mi palabra de que podrá disponer de ambos cuando llegue el momento.

-No lo sé, no parece tener demasiado sentido que una de las nuestras quiera acabar con la Estirpe, aunque se me ocurre una candidata con doble personalidad con bastantes boletos... Aún así conservo la esperanza de que los portadores tengan la suficiente fuerza y convicción cómo para resistirse a ello- sonríe y cómo respuesta me limito a mirarlo con cierta severidad. Esconde algo... pero de acuerdo, todos lo hacen, me conformaré con que tenga un mínimo de educación y diga algo de interés.

-En realidad lo más importante en todo esto son los propios portadores ya que una espada sin dueño no sirve de nada, pero pueden llegar a unirse, supongo que son cosas del destino...- cruzo los brazos y muevo ligeramente los dedos mientras miro a mi alrededor. La tranquilidad de la noche me resulta extraña en estos momentos.
-Tan sólo necesito su número de teléfono, es lo que estoy pidiendo a todos para poder contactar con ellos en caso de que Él venga. O ella... en fin, es todo tan hipotético-teórico que resulta bastante frustrante- admito con un deje de desesperación.

- Vaya, pues no lo tengo... - respondí casi a modo de disculpa - pero esté tranquila, como le he dicho sabré localizarle cuando lo necesite. Tan solo tiene que llamarme a mi. En cuanto a esa candidata... ¿No se referirá a una tal Marizsa, por casualidad? Me he topado últimamente con ella y no me gustaría ayudar a alguien con ese propósito, la verdad...

- Eso le incluye a usted, por cierto... ¿O acaso tendría que tener motivos para confiar más en Irina que en Marizsa? - "Lo justo, necesario y conveniente" era la respuesta. Como siempre.

- En fin, - dije poniendo discretamente fin a la conversa con una cordial sonrisa - si necesita algo no dude en llamarme.

-Lamento desilusionarle pero no, no se trata de... Marizsa- digo su nombre con cierto rintintín y una sonrisa burlona. Pobre diablo, ni siquiera sabe el nombre auténtico de su sospechosa, va más perdido que yo pero no parece demasiado dispuesto a admitirlo. Probablemente sea uno de esos hombres tan orgullosos y solitarios que acaba destruyéndose a sí mismo.

-Supongo que no me queda más remedio que confiar...- admito sin moverme del sitio mientras sigo con la mirada sus pasos y cómo se aleja.
Y sin embargo me resulta poco convincente pero poco más puedo hacer, supongo que si no fuera cierto no tendría sentido que haya venido y demás, pero de todas formas lo añado a mi lista mental de sospechosos.

Cuando le pierdo de vista giro en redondo y vuelvo hasta mi moto, no demasiado alejada, subiéndome en ella para volver a mi local nuevamente.

La verdad es que aquella conversación me había dejado un mal sabor de boca. Por una parte, no parecía que hubiese mentido en cuanto al incidente de hacía unos meses y su ligera arrogancia al decirlo lo confirmaba, pero aunque en teoría eso debía ser bueno, era ligeramente decepcionante.

Por otra parte, parecía que aquella mujer andaba tan perdida respecto al tema de las espadas como la mayoría, a pesar de haber conseguido, por lo que parecía, reunir a unos cuantos portadores. En el fondo tenía ganas ya de que lo que tuviese que despertar despertara y al menos saber contra qué se suponía que se debía luchar. Si es que todo aquello era cierto, por supuesto...

Mientras divagaba sobre todo ello me dirigía en taxi hacia el lugar donde se encontraba el sheriff. Al final parecía que no tendría que hacerle esperar tanto como había pensado...

Cuando llegas, ves a un joven apoyado en su moto mientras mira al cielo con gesto pensativo y en su mano una nota manuscrita que esta algo arrugada. Te mira y sonrie esperando que te acerques, tiene un no se que, que no eres capaz de apreciar.

Pude leer parte de la nota que sostenía aquel hombre y suponer el resto. ¿El príncipe iba a dar otra fiesta? ¿Acaso no había escarmentado la última vez? Aquello me daba mala espina, tal vez debería ingeniármelas para acudir...

El comentario sobre las parejas me hizo reflexionar unos instantes mientras me acercaba a aquel individuo desviándome ligeramente de mi camino a la puerta de entrada. ¡No tenía pareja! ¿Qué se había hecho de aquel Gary que acudía siempre a las fiestas acompañado de las más bellas jóvenes del lugar? ¿Cuánto hacía ya de aquella velada en casa de Fabio, aquel toreador pedante pero con tan buen gusto? ¿Cuánto hacía ya que no probaba una sangre tan deliciosa, tan fiera y sensual, como la de la joven finlandesa que me acompañaba aquella noche? Tras todo aquello me tomaría unas largas y merecidas vacaciones, concluí. Decidido.

- Lo siento - dije con fingida inseguridad cuando pasé por su lado - ¿Me esperaba a mi, por casualidad?

Posiblemente replico sonriendo y mirandote mientras guardo la nota en mi chaqueta. Mi tia me dijo que le ayudara en lo que necesitara y para eso estoy aqui, antes que para otras cosas

Una cicatriz reciente se ve en mi cuello y como baja hacia el pecho y hacia la espalda Creo que tenemos mucho que hablar esta noche.

Oh, vaya - exclamé fingiendo una suave sorpresa - lo siento, no le había reconocido.

Creo que tenía unos... mercenarios y una espada enorme para enseñarme, ¿no? - pregunté con expresión más resuelta invitándole a pasar primero.

Suele pasar a veces, pensamos en otras cosas sin pararnos a pensar. sonrio levemente mientras comienzo a caminar. Entro en la casa

He tenido una mala noche y esta maldita nota no ha echo otra cosa que empeorar las cosas, creo que voy a terminar por matar a alguien como siga esto asi solo para no ir.

- Vaya, culpa de esos supuestos sabbat, supongo... - comenté mientras entraba tras él.

Me fijé en la herida ya cicatrizada que tenía en el cuello, la cual no estaba la última vez que le vi. ¿Producto de la batalla contra aquellos hombres, tal vez?

¿Para no ir a dónde? - pregunté extrañado, como si no supiera a qué se refería.

El principe que ha echo una fiesta, dentro de tres dias y la verdad no me apetece nada ir a ese lugar. Bueno si si fuera con alguien que me gustaria, pero solo sera trabajo y mas trabajo digo mirando a un par que hay cerca y entrando en una habitacion.

Si os apetece podeis ir en mi lugar, tendre que ir de todas maneras por trabajo.

¿Entonces por qué tenía una invitación? Regalarme una invitación de manera tan poco sutil, ayudarme en "todo lo que pueda"... Me lo estaba dejando demasiado fácil y sabía por experiencia que las cosas no salen tan bien si alguien no quiere que así sea. Dar sensación de transparencia para ocultar mejor las verdaderas intenciones... no era la primera vez que lo veía (por ello principalmente usaba un nombre falso) y no me hubiera extrañado nada de aquel príncipe.

A pesar de todo, picaría por el momento. Tampoco tenía muchas alternativas.

- Oh, la verdad es que a mi me encantaría. - respondí con un leve toque de entusiasmo, ni mucho menos fingido aquella vez - ¿Pero quiere decir que no habrá ningún problema?

Entramos en la casa y camino mientras sorteo muebles rotos y algun que otro monton de ceniza pero la final desisto.

En una pared hay un vampiro clavado, es una mujer de pelo negro y ojos del mismo color, su piel blanquecina esta cubierta de heridas que no se cierran y un hombre de dos metros a su lado con un arma enorme en la que se apoya.

Scott el primogentio brujah, el hombre del que te hable. Ella es la ultima que queda de lo suyos, nos ha costado mantenerla con vida

Entré tras el sheriff a aquella casa que parecía abandonada. ¿Era allí realmente donde nos dirigíamos? ¿Era en una casa medio quemada donde tenía que tener el príncipe de Londres a un prisionero? ¿Quedaría aún algún resquicio de prestigio en la que fué capital del mundo no tanto tiempo atrás?

- Buenas noches

Resignado saludé a los presentes, disimulando la sorpresa de la escena. Brujah tenía que ser...

- ¿De los suyos? ¿Se refiere a su... "banda"?

Me refiero a su manada, es Sabbat, no se que idioma habla, es como si tuviera su propio dialecta. Tal vez sea una de esas gatas salvajes que han creado. me paso la mano por el pelo y me siento en una silla desvencijada.

Esta asi por la tortura pero parece que la gusta y no habla, solo se rie. Creo que esta loca tambien.

- Qué extraño... - respondí a sus palabras casi en murmuros y eché un vistazo alrededor - ¿Y... la espada?

- Por cierto, ahora que me acuerdo... ¿Le suena algun vástago de la ciudad con rasgos orientales? Pelo negro, corto... Supongo que no debe haber muchos.