Partida Rol por web

El chico confió en la resistencia de su armadura frente a los disparos de los guardias y se lanzó por dentro del fuselaje hasta la cabina del helicóptero disparando más misiles cegadores. Cuando estuvo frente al piloto y al copiloto los agarró por el cuello del mono y estampó sus cabezas contra el techo para dejarlos fuera de combate, calculando que los cascos absorberían la mayor parte del impacto. Lanzó un proyectil de humo a los guardias, cerró la puerta y se sentó a los mandos como pudo, arrancando el asiento para poder caber con toda su envergadura.

—Blitz Squad, aquí Warhead. El helicóptero de transporte es mío de momento, voy a bajar la carga sobre la avenida, necesito que me hagáis un hueco para no aplastar a nadie.

La Mark 8, mientras tanto, desplegaba un manual de instrucciones de vuelo. Si era capaz de volar en una armadura aquel heli no debería suponer mayor problema. O al menos eso creía Kenjiro.

Para El Toro, el mensaje de Warhead estaba más que claro, cristalino: dejadme solo para que me lleve todo el mérito y vosotros haced de guardias urbanos y despejad el lugar para que me luzca. —¡Ja! Claro, como que ese huevón va a poder mantener ese helitransporte en el aire él solito sin que le detengan... —El Toro bufó con desprecio ante la idea de quedarse ordenando el tráfico. —Voy a ir a ayudarle, ocúpense ustedes de dejar la calle limpia y relusiente.

Después, el superhéroe enmascarado se bajó del asiento, lo accionó para que saliera por la parte superior (sin él) y después se encaramó de un salto al techo del transporte de Gilbear. Salió hasta el exterior y mantuvo el equilibrio, dando unos cuantos pasos hacia atrás, hasta que vio una oportunidad para alcanzar el helitransporte. Cogió carrerilla desde donde estaba y pegó un salto que agrietó el morro del ya machacado vehículo volador de A.E.G.I.S.

El Toro salió volando hacia el helitransporte, aunque no era ese su objetivo, sino uno de los cables que sujetaban el trozo del museo. Logró alcanzarlo y se agarró a él como una garrapata a un chihuahua. Después, comenzó a subir por el cable hasta llegar al helitransporte. Identificó una compuerta cerrada y la abrió doblando el metal con un crujido, y se introdujo en el interior. Tuvo que abrirse paso entre cables y planchas de metal, hasta penetrar en el interior del transporte. No parecía que nadie le hubiera visto entrar.

El impacto hizo que se tambaleara y agarrara a la primero que pilló por delante, por suerte no fue la palanca del asiento, porque con un poco de mala suerte hubiera podido acabar saliendo por los aires. - Gracias por la ayuda, Gilbear. - Vale, A.E.G.I.S. no inspiraba a veces la mayor de las confianzas, pero esta vez les habían sacado de un apuro, en uno en el que habían acabado por su culpa. Vio impasible como El Toro abandonaba la aeronave para dirigirse al helitransporte. - Debbie, tengo que llegar al museo, perdóname. - Se disculpó con ella, era lo menos que podía hacer por dejarle a ella sola el marrón de despejar las calles. Acto seguido tiró la palanca hacía arriba y salió disparada por los aires junto al asiento.

Se soltó el cinturón, estiró el brazo hacía adelante y empezó a recitar un hechizo en una lengua ininteligible. Un aura que distorsionaba el entorno rodeó su cuerpo y empezó a descender poco a poco hasta llegar cómodamente hasta el techo del museo. Había conjurado un hechizo de levitación con el que logró reducir la velocidad y dirigir su caída a voluntad. En objetos inanimados era un conjuro la mar de sencillo, pero cuando el objetivo era el mismo hechicero era mucho más difícil de mantener y requería una capacidad de concentración elevada.

Miró a su alrededor y empezó a buscar una entrada por la que pudiera colarse hasta el interior del museo. - Yo me dirijo al interior del museo, me encargo de rescatar a los rehenes. - Informó al grupo y rezó para que su padre estuviera sano y a salvo. Bueno, más que rezar simplemente lo deseó, al fin y al cabo era una bruja y los crucifijos empezarían a girar en llamas por sí solos con su mera presencia...

Debbie apenas alcanzó a balbucear cuando vió salir despedido el asiento y a Bool con él. La disculpa le había pillado con la palabra en la boca, pero fue el gesto de determinación de la chica lo que le había dejado momentáneamente sin palabras.

Un silencio incómodo reinó durante un instante en aquella cabina. La agente Gilbear le dedicó una mirada de reojo mientras intentaba maniobrar el rotocóptero. Debbie le miró a su vez con una sonrisa forzada. El sonido del tráfico bajo el vehículo y de las múltiples hélices rotando a su alrededor sonaron como la música de fondo de una de esas viejas película de acción.

- Me voy a ir yendo - dijo por fin sin tener muy claro qué decir - Me... me necesitan ahí abajo. Que disfrute de esa cena romántica y...

Debbie se sentó rápidamente en su asiento. Colocándose los cascos con un gesto ensayado mil veces pulsó el botón lateral y su casco se materializó en torno a su cabeza. La pantalla que cubría casi todo su rostro se llenó de ceros y unos al tiempo que sus sensores se activaban.

- ¡Gracias por el paseo! - su voz sonaba más grave y distorsionada.

Y tirando de la palanca el asiento se precipitó al vacío.

DJ cayó a una velocidad pasmosa hacia la avenida de Saint Trinian. Los coches pitaban y se desviaban conforme el gigantesco helitransporte y su preciada carga pasaban a escasos metros de tus cabezas. Ella pasó junto al trozo del museo, pero su objetivo era otro. El cinturón del asiento se soltó con un chasquido y DJ se giró hasta quedar de pie sobre éste. Un ligero impulso bastó para enviar el asiento despedido hacia abajo. La trayectoria del mismo no ha sido dejada al azar y éste aterrizó con fuerza sobre la luna de una de las motocicletas que participan en la persecución, enviando a su conductor y su vehículo rodando varios metros hacia adelante.

DJ cayó segundos después sobre el asfalto con la rodilla hincada y el puño sobre el suelo. Los implantes hidráulicos silbaron y dejaron escapar volutas de vapor conforme absorbían la fuerza del impacto. Incorporándose como si tal cosa se volvió hacia el resto de motoristas. La información de su casco cruzaba con rapidez, calculando los parámetros de su próximo movimiento. Se encontraba en mitad de la avenida y las motos se dirigían directamente hacia ella. Un auténtico suicido.

La pantalla de su visor pasó a lucir un flamante ecualizador de colores que oscilaba con cada nota. Sus brazos alzados hacia adelante dejaron a la vista sus brazales. Dos motos se aproximaban a gran velocidad. Una ráfaga sónica les salió al paso y la pareja de matones se unió a su compañero sobre el asfalto.

─No os preocupéis, digo, tranquila, ya me imagino... ─comenzó a contestar Bryn a la doctora cuando algo, "casualmente", atravesó la ventana a toda velocidad, causando gran destrozo y confusión.

Stjörnuvindur acababa de entrar a toda velocidad desde el exterior. La nave monoplaza asgardiana había respondido a la llamada telepática de Brynhildur (que llevaba oculto una diadema de oro que le permitía tal contacto), pero por desgracia no había sido todo lo precisa que debiera. En absoluto. Su trayectoria, trazando un amplio arco a través de los vehículos escolta del helicóptero del que estaba suspendida la sala del museo, no pudo tener en cuenta una súbita sacudida de los cables del heli-transporte y Vindur atravesó la ventana, varias vitrinas, por poco casi a uno de los sicarios y la pared posterior de la sala.

─Fjandinn heppni mín! ─maldijo su suerte la asgardiana.

La agente Gilbear vio a la última chica saltar. No le sonaba su cara: tendría que redactar un informe al respecto. Se sentía culpable por haber enviado a tres adolescentes a una situación tan peligrosa pero era su trabajo obedecer órdenes.

Entonces reparó en el helicóptero que venía hacia ella. Aferró los mandos.

-Oh, mierda.

+++Informe de Daños+++

Daños menores (por orden de importancia) en áreas M.2, A.12, M.45, LO.3.

Célula Motriz Secundaria fuera de servicio. (Reconduciendo energía por circuito alternativo F-567-4002)

+++¿Desea empezar las reparaciones?+++

Warhead, márcate Inseguro por el éxito parcial en Enfrentarte a una Amenaza (has liquidado a los matones pero no sin sufrir daños).

Warhead aferró los mandos: aquello era más grande que un monoraíl. Incluso a través de sus gruesos guanteletes podía notar la tensión de los cables sosteniendo muchas toneladas de carga. Por la radio de la cabina de mando varias voces en un japonés frenético y con un deje infame (muy distinto del acento elegante y distinguido de su madre) informaron de un ataque. Nada que Warhead no supiera.

* * *

El Toro miró a su alrededor. Estaba en la bodega de carga del helitransporte, una estancia más grande que la carnicería familiar. En aquel lugar podían caber fácilmente siete u ocho coches aparcados en batería. No había ni rastro de su colega metálico pero su instinto guerrero se puso alerta y no por los matones inconscientes tirados por el suelo.

Había percibido algo raro, un reflejo en un lugar de paredes mates, como el brillo de la luz sobre las escamas de un pez. Estaba seguro de que había visto una silueta, por lo menos una pierna, moverse en dirección a la puerta de la cabina donde Warhead decía estar.

No estaban solos.

El Toro, a ti no te ha visto pero, sea quien sea, se dirige a la cabina. Parece que el helitransporte tiene algo más que matones a cargo de la seguridad...

* * *

Al principio pensó que era otro helicóptero pero se movía tan rápido que, cuando lo vio atravesar la ventana para ser recibido por una algarabía de disparos, golpes y juramentos en lenguas que no entendió, Bool instintivamente pensó que había más hechiceros en la sala del museo. Pero luego reconoció algunos tacos en japonés que le había enseñado Kenjiro y una invocación a Nuestro Señor Jesucristo que le traía recuerdos de infancia: allí dentro estaban su padre, unos señores japoneses... y un OVNI estrellado.

-Tranquilos, los refuerzos están en... -susurraba la doctora Livingstone llevándose la mano a la oreja.

En el interior, Brynhildur se sacudió los cristales rotos de encima: todavía tenía que acostumbrarse al control telepático atmosférico en aquel planeta: el aire y las nubes eran tan tenues que Stjörnuvindur se aceleraba demasiado y no podía compensar la frenada. Esperó con fervor que los artefactos que ahora estaban esparcidos por toda la sala e incrustados sobre su montura estelar fueran de aquellos fraudes que la doctor Livingstone solía mencionar cuando hablaba de los ooparts.

-¿Temis?... Temis, ¿me oyes? ¿Sigues ahí?

Uno de los hombres con el símbolo del ojo de serpiente señaló a los rehenes y dio una orden a tres de sus hombres mientras enviaba a otros dos a examinar el Stjörnuvindur. Brynhildur no entendió sus palabras pero el significado era claro cuando los vio levantar sus armas:

Libraos de ellos.

Bool, has gastado 2 burn, te queda 1. Puedes entrar a la Sala Turquesa por el ventanal roto y, albricias, justo al lado de tu padre.

¿Tu padre sería capaz de reconocer a Willow en Bool? Dolores sí lo ha hecho pero en ese momento no estabas tan en ebullición como ahora (con lo que a lo mejor no estabas TAN diferente) y ella te vio en un bar con luces estroboscópicas...

Brynhildur, tu vehículo se ha quedado inutilizado. No será fácil de reparar (sus piezas no se encuentran en este planeta) pero ahora mismo tienes otras preocupaciones.

* * *

El asfalto temblaba bajo las suelas de DJ. El rugido de los motores atronaba sus oídos. Las mecadendritas de su casco calculaban trayectorias a toda velocidad. Su corazón martilleaba dentro de su pecho como si quisiera salirse.

No debía dejar pasar ninguna moto.

Entonces, un armatoste con unas ruedas que asustarían a un tractor y más negro que una pesadilla irrumpió en Saint Trinian desde un callejón para unirse a la persecución de la Sala Turquesa. Se llevó por delante dos coches aparcados, un buzón y una boca de riego sin arañarse siquiera. También eliminó a uno de los motoristas pasándole por encima como si fuera un bulldozer rabioso con el depósito lleno de cocaína. 

El Clawmóvil.

DJ, te has flipado de forma razonable y elegante (matar a tres masillas... si te sientes mal por ello meto a otros cuarenta). Fliparse un poco es necesario para jugar a superhéroes.

Si te enfrentas a los motoristas, tira Defender (a tus compañeros). Si fallas (6-), estás en medio de una avenida con bastante tráfico y te golpea un vehículo: marcas dos condiciones.

Una cara enmascarada que parecía sacada de la cúpula directiva del infierno apareció en el visor de Warhead:

-Tú no eres él-dijo a modo de saludo. Su voz era como si alguien hiciera gárgaras con arena-Él lleva años fuera de circulación pero reconozco ese traje. ¿Sabes lo que estás haciendo ahí arriba?

Era bastante probable que la figura semitransparente estuviera usando algún tipo de dispositivo de ocultación. En la enorme bodega de carga, eso sería un problema si se enzarzaban en combate, porque tendría muchos lugares a los que escapar. Era mejor seguirla de forma silenciosa hasta que se acercara a la cabina y tratara de abrirla. El Toro comenzó a seguirla del modo más sigiloso posible, pegándose a las paredes. Con un poco de suerte, el movimiento del helitransporte y el ruido de los motores le servirían de cobertura.

Aquel armatoste tenía unos mandos realmente duros. Temía arrancar la palanca si ejercía más fuerza con los servos de la armadura; pero quitarse los guanteletes y usar sus propias manos estaba completamente descartado en medio de una situación de combate.

—¡Ahhh! —gritó de repente asustado al ver aparecer el rostro de Darklaw—. Jo..., joder, Darklaw, casi me da un infarto. Soy Warhead, the one and only, y tengo el heli bajo control —creo, porque igual termino estrellándome contra un rascacielos—. Necesito una LZ segura y despejada de civiles, ¿podrías proporcionarme eso?

Ostras, ¿le acabo de pedir a Darklaw que me haga de guardia de tráfico? Le acabo de pedir a Darklaw que me haga de guardia de tráfico. Pero es que no se lo puedo pedir a nadie más porque, a saber dónde andan estos tres...

—¡Ey, joder! —se dirigió por radio a sus compañeros—. ¿Dónde estáis? Reportad posición y nivel de amenaza...

Se hacia llamar Facet.

Era una supervillana de reciente aparicion, apenas habia aparecido en los medios mas alla de un par de lineas dedicadas al atraco de una joyeria por parte de una joven "que brillaba, se hacia invisible y emitia rayos luminosos". Parecia intentar querer labrarse un nombre en el submundo criminal y trabajar para los gurentai* era una forma tan buena como cualquier otra.

Su mano empezo a brillar dejando de estar camuflada con el resto de su cuerpo. Estaba apuntando a la espalda de Warhead. 

-Vamos a ver si eres tan duro por la espalda, hombre de hojalata...-murmuro entre dientes.

La explosión pilló a DJ de sorpresa. De haber tardado unos segundos más aún se encontraría en el interior del rotocóptero. Un sentimiento de culpa invadió entonces a la muchacha. No conocía a la agente y desconocía totalmente si ella jugaba un papel importante en los hechos que estaban a punto de desencadenarse, pero aquella muerte pesaría sobre su conciencia. Se había centrado en la Blitz Squad. De ellos dependía que el futuro cambiara. Y a mejor. Sobretodo el tío Ken. Pero no eran los únicos protagonistas de aquella historia.

Uno de los motoristas decidió ignorarla y proseguir con la persecución. ¡Valiente hijo de puta! DJ disparó una de sus ondas de choque contra un coche cercano (previamente abandonado por el civil que lo conducía), empujándolo de manera que éste se interpuso en su ruta. El maleante acabó atravesando la luna del vehículo.

- Hey, Warhead - respondió tras unos instantes. El sonido de la música podía oírse a través del transmisor - aquí DJ. Siento la espera. Ya han llegado los refuerzos. Bool se encuentra en estos momentos en el ala del museo. Algo parece estar sucediendo ahí dentro. El Toro va en tu dirección. Debería haberse encontrado contigo para estas alturas. Yo me encuentro en la avenida...

La gente huía ante la comprometida situación, dejando a su suerte sus vehículos. Varias ráfagas sónicas y un par de furgonetas y todoterrenos después la avenida había sido efectivamente bloqueada.

- No hace falta que os preocupéis por los motoristas. Los tengo controlados. Ni idea de qué código usáis para evaluar una amenaza, pero creo que acabo de reducirlo en un par de puntos. ¡Ja!

Un par de motocicletas se detuvieron frente a ella buscando la forma de atravesar la barrera interpuesta y en seguida quedó patente un fallo garrafal en el plan de DJ: si bien había evitado que los maleantes siguieran de cerca a sus compañeros, ahora ella se enfrentaba en solitario a aquel grupo de matones. ¡Genial! ¿Ahora qué? Segundos después un segundo fallo tras la infalible lógica de su plan se saltó un par de semáforos en rojo: un vehículo blindado de grandes proporciones se dirigía directo hacia su posición sin hacer mucho caso del daño colateral que estaba causando en la avenida. ¡Oh, venga ya!

Se giró sorprendida con la repentina explosión. Mierda, mierda, esa es la aeronave de Gilbear... ¿Estará muerta? Debbie había saltado a tiempo, por un lado se sintió aliviada, pero por el otro... Se hubiera parado a meditar trágicamente sobre la vida y la muerte, pero el jaleo que vino del interior del museo la sacó de sus pensamientos y trajo de vuelta a la realidad, ya estaba muy cerca. Esa voz... ¡Era su padre! Pudo haber asomado la cabeza y analizar la situación antes de saltar, pero no lo hizo. En su lugar se adentró de un salto sin vacilar, parándose en frente de su padre y dos civiles.

¡Papá!, hubiera exclamado de no ser porque a escasos metros también se encontraban tres matones apuntándoles a él y a las dos mujeres con sus armas. - Y una mierda... - Murmuró para sí misma antes de que sus ojos brillaran de forma sobrenatural. Extendió los brazos hacía adelante y sin la necesidad de recitar ningún hechizo hizo una increíble demostración de sus poderes al generar un campo de fuerza compuesto únicamente de energía arcana en dirección a los tres sicarios. - ¡ATRÁS! - Gritó con voz distorsionada, como si esta también se hubiera visto afectada al liberar tal cantidad de energía.

Como suponía, la amenaza misteriosa estaba tratando de detener a Warhead. ¡Atacándole por la espalda, nada menos! El Toro salió corriendo de su escondite y pegó un salto, cayendo sobre la extraña mano luminosa que se había manifestado a la espalda de su compañero.

—¿Su mamá no le enseñó que está muy feo atacar a alguien por la espalda? —dijo El Toro, mientras trataba de atrapar a lo que parecía un atacante invisible. Estrictamente hablando, es lo que acababa de hacer él, y esa puede ser la razón de que no llegara a inmovilizar a su enemigo; no le gustaba emplearse a fondo cuando atacaba a hurtadillas.

— ¡Warhead! ¡Estoy aquí, le cubro las espaldas! —gritó, para informar al líder de la BLITZ Squad de su posición. 

Brynhildur estaba en una situación comprometida, con dos rehenes a los que proteger y unos matones con armas demasiado avanzadas a punto de empezar un exterminio. El debate interno que mantenía sobre si revelarse como asgardiana o no a la doctora y el guardia empezaban ahora a tener mucho menos peso que hacía unos segundos. La cuestión de verdad en esos momentos era: ¿qué puedo hacer para parar a los mortales?

En un momento de iluminación tal vez inducido por la adrenalina, la asgardiana decidió cambiar de forma a una a la que no estaba demasiado acostumbrada y que le resultaba ciertamente difícil de dominar, pero que podía salvar la situación: niebla. El cuerpo sólido de Bryn se disolvió y se expandió a gran velocidad inundando la sala de una densa niebla. La niebla debía envolver rápidamente a los dos mortales a su cuidado para empezar y luego a los sicarios. Después de eso... bueno, cada cosa a su tiempo.

-Claro, Warhead-la cara de Darklaw se sustituyo por un mapa de la ciudad con una larga ruta señalada en rojo-Si te diriges a Western Park a estas horas no... ¿eh? Un momento, hay un gamberro o algo en medio de la carretera.