Una vez diste la orden, Laifa paso a tomar el protagonismo a su propia manera torpe, sigue tus instrucciones al pie de la letra, mientras deslizaba sus caderas por la longitud de tu miembro, podías sentir los jugos de su sexo bañarte, la piel suave, sedosa de la elfa, era una textura diferente a la textura carnosa de la humana, era como si pesara la mitad de lo que pesa Karen, como si sus huesos fueran extremadamente livianos... Los elfos era una raza poco númerosa, casi ni un humano tendría la oportunidad de acostarse con una, era mas común el reverso, que un elfo se pudiera acostar con muchas humanas.
- Ahhh... - La radiante Laifa parecía que se fuera a correr en cualquier momento por la sobreestimulación y la calentura.
De hecho, mientras deslizaba su pelvis con avides, casi la pasa a meter por accidente, Karen les observa entretenida viendo los esfuerzos de la elfa, muy atenta al desarrollo de la situación, no todos los días podías ver una elfa "trabajando" de está manera, por lo que también era un expectaculo para la ex bandida.
- Bendiciones, bendiciones - Exclama Karen de manera burlona imitando algun rigual del clero arrojándoles agua de la bañera en forma de gotas - Creo que Laifa está preparada para entrar al mundo de los adultos.
La chica humana se sienta en el suelo observandoles, había pensado en jugar con el cuerpo de la elfa mientras estaban en ello, pero quizás penso en que preferirías tu disfrutar de la primera vez de la elfa como gustes, después de todo es un evento poco común.
Preparando a Laifa a mi manera, podía escuchar sus jadeos con claridad, al igual que notar cómo el calor de su cuerpo aumentaba de tal manera que, si no tenía cuidado, se correría antes siquiera de comenzar. ¿Será acaso que las elfas, además de ser tan ligeras y sedosas, también eran mucho más sensibles... o era algo particular de Laifa?
Sonriéndole a Karen con una mezcla de complicidad y divertimento, pues su gesto de burlarse del clero, fráncamente, había tenido mucha gracia, pasé a centrarme mayormente en la elfa. Realmente estaba ante una oportunidad doblemente única en la vida, pues lo estaría haciendo con una elfa virgen.
"Llegó la hora...", digo en un tono suave aunque no falto de intensidad. Apartando un momento una mano de la cintura de la elfa, lo llevé hasta mi miembro, colocándolo contra su entrada. Jugando con ésta un poco, frotaba la punta de mi pene contra toda su humedad, asegurándome que la calentura de la elfa se mantuviese bien elevada.
Anclándolo bien, devolvía la mano a su cadera, extendiendo los dedos hasta sus nalgas y, con gesto lento pero firme, fui descendiendo a Laifa a la vez que alzaba mi pelvis. Entrando poco a poco en ella, primero tocando esa piel primigenia, rozándola, apartando mi miembro de ella, para finalmente volver a empujar, rompiéndola y convirtiéndola en una mujer mientras su sexo era lentamente invadido por mi hombría.
Cuando por fin llega el momento que habías estado anticipando y haces que la elfa descienda, solo por el contacto de la entrada de su sexo sabes que está apropiadamente preparada, poco a poco te habres camino hasta llegar a su himen, la cual no te cuestá mucho trabajo romper, provocando dos reacciones en la elfa.
- Hiii... - Exclama cerrando los ojos mientras un par de lagrimas ruedan por sus mejillas, aparentemente no solo eran mas sensibles, sino que al parecer le dolía mas que a una humana promedio, toma aire un par de veces y sientes la presión de sus manos contra tu cuerpo.
Lo otro es que inmediatamente sientes la calidez de la sangre, si bien no es mucha era la prueba de que ella había pasado a otra fase en su vida. Respecto a que sientes tu... Su calidez es mas alta al de una mujer humana, la forma en que envuelve tu pene es mas o menos similar en sensación... pero su carne... su interior se siente como si fuera.... "tercipelo" por decirlo de una manera, es algo bastante comodo y agradable, sin contar el hecho de que está bastante humectada y que te envuelve con muchisima estrechez, era una sensación exquisita.
- Ahh.... ya estoy mejor... ha.... - Exclama la elfa aun con los ojos cerrados.
Laifa no tarda en comenzar a experimentar los primeros pasos en su vida como adulta y aunque los primeros siempre eran dolorosos, bastante por lo que entreveía, ya le había asegurado que eso sólo sería al principio.
Por mi parte, descubro un mar de nuevas experiencias y cómo, incluso siendo la elfa completamente inocente, todo su interior se aplasta contra mi, envolviéndome de una manera más que embriagadora. No iba a decir que fuese mejor que una humana pero... era de esas cosas que tenías que vivirlas para entenderlas.
"Respira y relájate... así será mejor", le susurro con suavidad. Teniendo completo control de la situación, y con experiencias de sobra a mis espaldas, sabía cuándo debía presionar y cuándo no, dándole a Laifa para que tanto su cuerpo como su mente se normalizasen antes de proseguir.
Levantándola ligeramente, haciendo retroceder mi género hasta casi salir, dándole cierta sensación de alivio y, espero, placer a la elfa, volvía a hacerla descender lentamente. Mi miembro, recuperando el terreno recorrido, proseguía su lento avance hasta donde el cuerpo de Laifa me permitiese. Como siempre, sin prisa alguna, detenía el descenso para volverla a aupar y repetir todo, así, cuantas veces hiciera falta hasta que mi miembro mayormente desapareciera dentro de ella.
También como ayuda o botín, depende de cómo se mire, aprovechaba la guardia baja de Laifa para besarla durante el proceso, no de una forma salvaje y hambrienta como con Karen, sino una más apasionada, jugando con su lengua a la par que tentándola, sólo para ser abrazada y sobrepasada.
La elfa asiente a tus palabras, gracias a su poco peso era un hecho que la fácilidad para levantarla era un bono, cada vez que estás por salir de ella la vuelves a bajar, disfrutando de su interior en detalle, sus paredes parecían palpitar... no, la palabra mas adecuada sería decir vibrar, era como si una vibración recorriera el interior de su sexo, cuando comienzas a besarla está responde acorde, puedes sentir que parte de su tensión en los hombros se va aliviando.
- Amo Garret...
Exclama la chica abriendo los ojos tras unos cuantos ciclos en los cuales entrabas en su interior, Laifa suelta una sonrisa mientras sus ojos color esmeralda se clavan en los tuyos, el sentimiento no era amor claramente, pero si podría decirse que gratitud, gratitud por tratarla bien en esté momento de vulnerabilidad.
- Gracias... comienzo a sentirme... extraña... - Te comenta llevando una mano a su vientre mientras la penetras - Siento cosquillas adentro y mucho calor...
Al parecer la sensación del dolor se disipaba, dejando paso al placer, su cuerpo comenzaba a asumir su rol como mujer y disfrutaba de ello, aunque claramente todo el resto del acto algo le seguiría doliendo, pero cada vez menos.
La franja del amor era algo que uno debía tener bien clara cuando lidiabas con esclavas, ya fuese por parte del amo o la esclava, ya que no pocas veces uno acaba fastidiándolo. A su vez, no era algo que buscase , pero sabía que, en una situación como en la que se encontraba la elfa, algo parecido pudiera surgir. Ya en general y con todas, sería algo que el tiempo diría, aunque nunca cambiaría el hecho de que ellas son mis esclavas y yo su amo.
Mi forma de tratar a Laifa es más que bien recibida y no tardo en obtener gratos beneficios. Haciendo que se relajase, bien con mis besos o palabras, su cuerpo me recibe mejor y hace que las distintas transiciones sean mucho más fluidas y agradables.
"Eso se llama placer...", le respondo durante una de las paradas en las que la hacía subir para luego descender. "Ya te lo dije, el dolor es solo al principio. Luego éste va desapareciendo y sientes placer", explico desapareciendo mi miembro de nuevo en su interior.
Cuando finalmente el sexo de Laifa termina de cobijarme hasta donde éste puede, vuelvo a darle una pausa para que se aclimate antes de proseguir, aunque ésta vez con cambios. En lugar de hacerla subir y bajar, movía sus caderas en círculos y a los lados, de acá para allá, amoldando su interior las dimensiones de mi miembro a la vez que el roce contra su sexo aterciopelado la estimulaba más.
"Cuando te acostumbras, ya todo es placer. Más y mejor...", agrego masajeándole las nalgas antes de empezar, de verdad, su lección, arriba y abajo. "Y será algo que hagamos todos los días".
Poco a poco el vaivén de caderas fue aumentando en intensidad, la sensación de placer como le habías explicado a la elfa iba en aumento, provocando que ella haga esfuerzos torpes más automáticos que premeditados por mover las caderas para responder a tus atenciones, aunque se apoyaba en ti fuertemente, presionando sus pechos contra ti y manteniendo sus brazos aferrados a ti como si fuera un animalito desvalido, como si el más leve viento se la fuese a llevar lejos de aquel lugar, y aunque tenía los ojos cerrados por su respiración, por su rubor, y por lo mojada que estaba en la entrepierna es fácil saber que lo está pasando bastante bien.
- ¿Todos los días? - Pregunta abriendo un ojo con algo de torpeza.
Esboza una sonrisa inocentona que le cuesta mantener, la idea parecía gustarle, antes de poder preguntar o responder otra cosa se estremece con violencia, llegando a un orgasmo causado por el sexo, su cara se pone completamente rojo y sus ojos, ahora abiertos de golpe, pierden el foco por un instante, pareciese que se fuese a desmayar por ello, al parecer el cuerpo de su raza era mas sensible a estas atenciones que el de una humana, o ella particularmente era menos resistente.
- Hiiii....iii.... - Exclama, mientras sientes como pierde la fuerza en sus brazos como si fuera a caer al suelo.
Y volvemos aquí n_n
Al no haber estado nunca con una elfa tan joven, mucho menos virgen y de las características de Laifa, no podía más que entrever y experimentar a partes iguales, tomándomelo todo con relativa calma si lo comparábamos a lo que le hice a Karen.
Poco a poco, su sexo va ganando en humedad y soltura, cumpliéndose lo que le dije de ‘menos dolor, más placer’ habida cuenta de que ella misma, seguramente sin darse cuenta del todo, trataba de complacerme de alguna manera.
Bien fuese por su raza o por ser Laifa una elfa especialmente sensible, no tardó mucho en sucumbir al sexo, recibiendo el que, a buen seguro, era su primer orgasmo. Tan intenso fue éste, o tan flojucha era ella, que tuve que subir los brazos a fin de abrazarla para que no se desmontase la pobre como una muñeca de trapo.
Dejándola así, descansando entre mis brazos pero con mi erecto miembro perdido dentro de ella, disfrutando de sus aterciopeladas contracciones, fui recostándome lentamente hacia delante, arrodillándome, hasta dejar a Laifa tumbada suavamente en el húmedo suelo del baño.
“Parece que te has ido a una nube…”, comento permitiéndome la picardía, arreglándole a la elfa el humedecido cabello. No sin reticencia, retiré mi miembro de su interior, disfrutando de todo el proceso, dejándolo expuesto sobre ella, palpitando sobre su bajo vientre, donde el tatuaje.
En otras circunstancias me habría molestado el no poder seguir, o directamente habría seguido hasta que yo tuviese mi clímax, pero tenía que ser consecuente. Si no me lo tomaba con un poco de calma, estropearía mi inversión y eso no era algo que pudiera permitirme en lo más mínimo.
Bieeeen! ^w^