Partida Rol por web

Limitando mis respuestas a la recepcionista con silencio y un par de firmes cabeceos, tomando buena nota de sus advertencias, ignoré finalmente el tablón al ser la decisión más práctica. Era un total inexperto en el asunto de las mazmorras así que acostumbrarme a ellas era lo primero, amén de centrar mi atención de lo que pudiera conseguir de los goblins y de los aventureros muertos. Yo no pensaba hacerle ascos a nada, mucho menos a equipamiento gratis.

Saliendo de allí, no me había olvidado de las advertencia sobre las sucias tácticas de los goblins, por lo que, sintiéndolo mucho por mis monedas, proseguí a buscar algo más de equipo para lidiar con esas cosas, si bien la mayor parte se centraba en vendas, cantimploras y algún ungüento menor a modo de desinfectante. A su vez hice bien en traerme mi vieja mochila o habría un problema a la hora de cargar y guardar lo que uno encontrase.

"¿Alguna quiere añadir algo tras escuchar lo que se ha dicho?", les pregunto a las esclavas durante las compras finales antes de ir a la mazmorra.

- Son parecidos a los que encuentras en el bosque - Exclama Karen - Me acuerdo que a uno de mis hombres le llego un dardo en el ojo, se infecto tanto que murio a los tres días, no fue una vista agradable, se retorcía vomitaba y cagaba encima a cada rato - Se encoje de hombros - Pero si logras darles no resisten mucho, es como matar niños, una buena patada y les rompes el cuello. 

Como sabe esa información, es algo bastante perturbador. Pero también los efectos en una persona son preocupantes, si da en un mal lugar puede producir un efecto adverso enorme. Encuentran unos cuantos enguentos y vendas no muy caros, tan solo 3 monedas por todo, son cosas muy elementales, así que son elementos fáciles de encontrar. Por otra parte, tu mochila de campaña que te había ayudado tantos años podría aguantar con fácilidad algunas barras si es que consiguen. 

Poco a poco se encaminan hacia la mazmorra, el lugar era como una entrada a una cueva en medio de la ciudad, estaba custodiada por caballeros y guardias armados las 24 hroas del día, pero nadie impediría que ustedes entren, ellos estaban allí en caso de que hubiese una ruptura y las criaturas salgan. Una ruptura, también conocidas como estampidas, eran ocasionadas por singulares, quienes podían atravesar la barrera, arrastrando con ellos a incontables criaturas tras ellos, cuenta la leyenda que una vez una gran ciudad fue devastada por su propia mazmorra, si bien no tienen como comprobarlo nadie quiere correr el riesgo, y es por ello es que siempre están vigiladas. 

Definitivamente iba a tener que tener una charla, larga y tendida, con Karen. Su pasado era tan llamativo como perturbador. No es que yo no supiera de lo que hablaba, todo lo contrario, pues había visto, vivido y hecho muchas cosas, pero la facilidad con la que ella hablaba de esas cosas... je... para que luego me critiquen por optar por esclavas. ¿Quién no te dice que cualquiera de éstos Aventureros no es igual o peor?

"Intentad que no os ocurra nada por el estilo, ¿de acuerdo?", comento en un tono más preocupado por los problemas que eso me daría que por ellas mismas. "Con heridas menores puedo lidiar sin muchos problemas, pero recordad que, de momento, no tengo equipamiento para las dos", agrego revisando la mochila tras las compras.

Yendo hacia la entrada de la mazmorra, observándola desde lejos, iba mentalizándome nuevamente a lo que me iba a exponer y por qué lo hacía. Si todo transcurría como tenía planeado, no debería de haber problemas, pero nunca estaba de más ser previsor y ponerse en lo peor.

"De momento procuraremos evitar al resto de aventureros mientras estemos dentro. No es sólo de los goblins de lo que nos tenemos que preocupar pues no hace falta que diga lo que la codicia puede hacer, ¿verdad?", les comento algo más serio, mirándolas a las dos, antes de sumarme a la cola para entrar.

"Lo primero es ver cómo podemos lidiar con los goblins y el ambiente, las capacidades de cada una y nuestra sinergia en equipo", agrego, dejándoles ver que me tomaba ésto en serio. Entonces me centré algo de más en la elfa. "Laifa, ¿has matado antes a algún monstruo o criatura?", pregunto esperándome una respuesta negativa.

Laifa niega con la cabeza ante tu pregunta, aún no había tomado ni una vida. Poco a poco puedes ir uniendo pequeñas piezas sueltas de un rompecabezas, al parecer le dieron instrucción en combate, seguramente de un estílo ortodoxo, tiene una bendición y además nunca ha luchado realmente o matado, suena como que en algún momento tuvo una vida muy acomdoada, no se puede descartar que haya pertenecido a la nobleza. 

- No, pero no creo que falle a la hora de cumplir lo que se esperá de mi - Exclama la elfa llevando una mano a su estoque, si bien puedes notar que está tensa por lo que ha de ocurrir... ¿quien no estaría nervioso? 

Una cosa es ir a matar bandidos o monstruos al campo, o ir a luchar una batalla, pero estar rodeado de peligros en un ambiente que quiere chupar tu alma es otra cosa totalmente diferente. 

- Haré lo posible por mostrar resultados, amo~ - Exclama la bandida, Karen parecía ser la mas relajada del lugar, estiraba sus piernas como si se preparara para correr una maratón - Tengo que ganarme el pan ¿no? 

- ¡Y-Yo, yo también! - Exclama Laifa. 

Al menos ambas parecían estar motivadas, cada una a su manera, que si bien no era la panacea, ayudaba en parte a que las cosas empezasen con buen pie. Eso no quita con que tenga que ocuparte de que Laifa aprenda a matar, pero al menos hablábamos de goblins de mazmorra, no de campo abierto, mucho menos bandidos y tal.

"El pan y más. Sólo con los impuestos que esos cabrones quieren cobrar cada mes ya hay que trabajar lo suyo", comento echando pestes de esos cobradores de mierda. "Pero sí, el que no curra, no come, aunque me guste que estéis motivadas", agrego dándoles mi visto bueno.

"Por ahora nos limitaremos a los exteriores, sin prisas. Si tenemos suerte y nos hacemos con barras de hierro o plata, no habrá problemas por los impuestos ni lo demás", comento más relajado. "No me estoy internando en una mazmorra por gusto sino por el oro, y no es muy diferente a lo que hacía antes, salvo que aquí soy mi propio jefe... lo cual es de agradecer".

"Lo que me recuerda que no he dicho mi nombre: Garret; aunque lo de Amo suena muy bien. Raro, pero bien".

Laifa te mira con cierta inseguridad, toma aire y se atreve a preguntar finalmente. 

- ¿Pero prefiere que le llamemos amo o por su nombre? - Exclama un poco confundida, sus orejas de elfa se mueven un poco de arriba a abajo.

- El dinero es dinero - Exclama Karen - Se hace lo que se tiene que hacer, lo entiendo a la perfección amo - Ella por su parte había liderado una vida en la que eligio sacrificar muchas cosas a cambio del dinero y apostar bastante, aunque termino perdiendo la apuesta ya que ahora es una esclava.

Ni una de las dos parece en contra de que las hayas comprado en realidad, parece que Karen es feliz con volver a las andanzas y Laifa se había resignado antes, quizás la nueva oportunidad que tiene la ha confundido un poco, pero de momento se comporta obediente. Si todos sobreviven ya habrá tiempo de conocerse mejor mas adelante, por ahora toca trabajar. 

"Amo o Amo Garret está bien", respondo a la elfa, observando un momento, con curiosidad, el mover de sus orejas.

Pasar a llamarme por mi nombre era, cuanto menos, problemático, ya que enmascaraba la condición de cada uno. Quizás más adelante decida cambiarlo, pero ahora, las cosas claras y el chocolate espeso.

"Sea como fuere, ahora a centrarse", comento a ambas. "Hay trabajo que hacer".