Partida Rol por web

No sin esfuerzo y sin duda con la ayuda de la suerte conseguí esquivar aquel recto derechazo de obra de mi hijo mayor, al parecer su rencor hacia mi era tal que todo él quiso deshacerse de su madre, como yo ahora mismo estaba sintiendo por uno de ellos. No podía culparlo pues yo misma era la culpable de aquel resentimiento, tal vez si hubiera sido mas cercana a él, peor como hacerlo, es tan parecido...

Eso era lo que me recomía, todo él era un reflejo casi perfecto y eso no podía soportarlo, por eso es que nada mas esquivar quise devolverle el golpe, para enseñarle que toda acción tiene una respuesta.

Pero algo en mi hizo frenar y dudar por un segundo. Ted, mi querido Ted estaba de rodillas frente a las niñas, apelando a la razón, a la unión familiar y eso hizo que mi sed de necesidad fuera paliada por un instante, destensando los músculos y despegando los dientes, antes de que chirriaran de odio. Mi cuerpo así como mis intenciones cambiaron y solo levante los brazos, para pedir calma.

-Papa tiene razón. ¡Que estamos haciendo! ¡Esto es de locos! Tenemos que salir de aquí, ¡AHORA!. -Mas que una orden era un suplica de una madre preocupada por su familia. -Gracias cariño. -Le agradecí pero sin tiempo para expresarlo con palabras.

Alex se incorpora, asimilando todo lo sucedido en el último minuto. Se mira las palmas de las manos, con un velo de arrepentimiento cubriéndole el rostro. No es el joven que debía ser, alto, guapo, fuerte, con una vida envidiable en el Dakota. Es un joven atormentado, con demasiadas cadenas que le impiden seguir su propio camino en la vida.

A continuación, mira la esfera de luz. La luz que ha sacado lo más oscuro del interior de su familia. No sabe qué hacer por unos instantes, hasta que como si fuese a cámara lenta, cierra sus puños y los nudillos escupen cualquier rastro de rasgre de sus capilares, adquiriendo un tono blanquecino. La mandíbula se le marca en los pómulos. Sus músculos moldean la camiseta, tensos.

Como una fiera, propina un derechazo a la esfera de luz, que se fragmenta en infinitos trozos, separándose en el aire unos centímetros y desintegrándose.

- Joder, ¡sí! - Dorothy levanta un puño en señal de victoria. Es una borde, y ella lo sabe. Gasta incontables esfuerzos a lo largo del día en ello, pero su espíritu de niña, lo que todavía quede de él, le ha llevado a comportarse impulsivamente y alegre, al ver que la amenaza ha desaparecido, pero su semblante se oscurece cuando comprende lo que ha hecho a su padre.

Dorothy mira a Ted. Ha cruzado el último umbral: ha agredido aa su propio padre. Unas lágrimas caen de su rostro a la vez que se arrodilla en el suelo. Se lleva las manos a los ojos y se limpia un poco.

- Lo siento, papá. - Dorothy corre a abazarlo mientras sigue secándose las lágrimas. - Papá, sácanos de aquí, por favor. ¿Qué pesadilla es todo esto? - Ahora recupera un poco la compostura y habla sin tapujos, como una joven de hoy de los años 80, acostumbrada a todas esas películas y cómics fantásticos. - Tal vez, tengamos que subir por aquí también, creo que es el único camino para seguir, o tocar los monolitos de la sala anterior a ver si también ofrecen alguna respuesta. Lo vi... en un cómic.

Delante de mis ojos todo pasa como una película a cámara lenta. Mientras siento un impulso incontrolable de pegar a papá, mientras pienso cómo hacerlo para hacerle más daño, Dorothy se adelanta y le da una buena patada en la entrepierna que lo hace caer al suelo. Luego habla, al principio no le escucho, sólo pienso en imitar a mi hermana. Pero, todo lo que dice tiene sentido, poco a poco  voy entrando en razón y me doy cuenta de que yo no soy así, de que es verdad que ese sitio nos hace comportarnos de manera extraña y me siento culpable por ello.

Dorothy rompe a llorar, creo que hacía años que no la veía llorar, pero, pese a mis instintos de acercarme y abrazarla para darle consuelo, me quedo en mi sitio fría como un témpano descubriendo que dentro de mí hay más rencor del que realmente yo misma pensaba.

Mamá esquiva el puñetazo de Alex y ruega que papá nos saque de allí. Dorothy habla de unos cómics, esas cosas que ella lee. Alex rompe lo que sea que es eso que nos ha hecho tanto mal con una facilidad pasmosa y yo... yo me quedo allí, en silencio sin saber bien qué decir o hacer a continuación.

Y así la familia cesó aquel comportamiento irracional, violento, visceral. Por suerte para Ted, que seguía arrodillado y ni siquiera se planteaba levantarse todavía, con las manos sobre sus partes y un ligero meneo de lado a lado.

Levantó la cabeza conteniendo un gesto de dolor. Vio primero a Dorothy, la miró largamente. Sin rencor, ¿cómo hacerlo si era su hija querida? Sí, querida, a pesar de los desencuentros propios de la edad de la joven y de una personalidad en desarrollo que entraba, claramente, en conflicto con la suya. Paradójicamente, la admiraba. Buena patada. Compadecía al pobre imbécil que quisiera pasarse de macho con ella.

Luego vió a Alex, que había dado cuenta de la esfera con un eficaz golpe. No podía tenerle en cuenta la agresión a Joanna, al fin y al cabo él también había notado aquella extraña furia apoderándose de él, que la patada la había borrado de un plumazo. Y qué golpe. De nuevo y a pesar de todo sintió un profundo orgullo por su hijo, por su apuesto porte, por ser el hijo casi perfecto, por su carácter sensible; pues aunque no hablaran de ello, Ted sabía perfectamente que su primogénito soportaba una gran carga que hacía gran mella en su mentalidad.

Joanna había pedido salir de allí, casi gritado angustiada, y Ted la tranquilizó con la mirada. Las miradas entre ellos, cosa curiosa, estaban volviendo a ser su principal forma de comunicación y complicidad, como... como antes de lo que pasó con Glen el año pasado, antes de centrarse tanto en el trabajo del bufete, antes de... como cuando eran jóvenes. "Haced lo que queráis, pero dadme unos minutos", era lo que quería decir el gesto dolorido que le dirigió a su mujer.

Y allí estaba Stacy. Quieta como una estatua, mirándolo de forma extraña. La modosa, la frágil Stacy, la cruz de su hermana Dorothy. Con su rico mundo interior y aquella aparente perfección, necesitaba sin embargo todo su apoyo en aquel momento, o eso le pareció. Ted le sonrió débilmente, lo mejor que pudo. ¿Cuándo se daría cuenta de la fuerza que albergaba dentro? ¿Cuándo se atrevería a utilizarla?

-Al menos ya no me duele la cabeza... -dijo, con una vocecilla ronca.

Como el resto de mi familia necesite unos minutos de silencio para volver a tener la mente en blanco, mas que en blanco tranquilizarla del momento tan intenso y casi absurdo que había sucedido, por suerte la imagen de mi rebelde hija abrazando a su padre me ayudo a decidirme y volver a mover un musculo.

Deje que el aire de mis pulmones saliera por completo para oxigenar todo el cuerpo y quitar el rebelde pelo de mi cara. -¿Cuanto llevo sin ducharme? No, debo centrarme. -Me acomode la mochila, camine hasta Stacy para cogerla de la mano y juntas caminados hasta Ted, donde apoye mi mano en su espalda. -Cariño, creo que tenemos que ponernos en marcha. Cuanto tu digas. -Sabía lo doloroso que podía llegar a ser un golpe como ese, nunca por experiencia personal, pero si al estar en el lado de Dorothy.

Mientras tanto, yo haría aquello que mi hija había comentado. Los valores ahora mismo eran tan validos como la realidad misma, así que incluso me pareció buena idea aquello que saco de los comics. Después de todo esto se supone que era el registro y como ya comprobamos esas cosas podían ser "libros" llenos de información.

Cuando las yemas de tus dedos entran en conctacto con la enigmática superficie oscura, una arrebatadora fuente de conocimiento cruza tu mente. Te sientes abrumada por completo, como la primera vez que viste el mar y el horizonte, o aquella vez abstraída por completo viendo en la vieja televisión como Neil Armstrong ponía su pie en la Luna, y cuando experimentaste con las drogas en aquel concierto al que fuiste con Roy Clinton cuando eras joven. Esta vez... Esta vez es incluso mayor. Es una fuente inmensa de la que no sabes ni siquiera por dónde empezar.

Joanna posa su mano en uno de los monolitos de la sala anterior y, al igual que en la ocasión anterior, sus ojos comienzan un frenético baile bajo sus párpados. Es como si tuviera un intenso sueño mientras duerme, pero su rostro no es el de una persona que duerme, sino que desprende concentración y sorpresa a partes iguales.

- Jooo... der - exclama Dorothy en voz baja mientras se acerca despacio y con sumo cuidado a su madre -.

Para el resto de la familia que está detrás de Dorothy, creen ver un leve movimiento en la mano de la joven con la intención de coger la de su madre, pero una décima de segundo después se detiene y disimula la situación. "Así es Dorothy".

Observe algo increíble, algo que no tenia forma de describirlo y a la vez podía ser increíblemente útil. Tal vez fuera las preguntas a todas nuestras incógnitas, por desgracia era tanto que me desbordo y no pudo mantener la concentración en aquel objeto.

Solté la manos del monolito poco después y necesite unos segundo para recordar donde estaba, para después mirar a mi familia con una extraña sonrisa en mis labios. -Niños, Ted. Tocar el/los monolitos, es como si un todo se viera en tu propia mente es... increíble y creo que podemos descubrir mucho de donde estamos y porque, si hacemos las preguntas adecuadas al monolito. -No tarde en darme cuenta que mis palabras podían sonar extrañas, para ellos. Por lo que me acerque a Dorothy u le di un cariñoso beso, aprovechando su sorpresa. -Esa es mi niña, podemos aprender mucho de estas cosas. Ir y tocarlas, yo no he podido con ello, es tanto que cuesta concentrarse en algo concreto. Intentarlo vosotros. -Anime a toda la familia a que me imitaran y poder así sacar algo útil de toda aquella locura.

Con una total confanza en su mujer, Ted se dirigió a otro monolito, con paso todavía renqueante, y lo tocó con ambas manos, entrecerrando los ojos. Sólo en ese momento se preguntó qué podría esperar que ocurriese, o cómo debería prepararse para hacer esas preguntas...

Carraspeó, como cuando se disponía a hacer el alegato final ante un jurado.

Cuando las yemas de tus dedos entran en conctacto con la enigmática superficie oscura, una arrebatadora fuente de conocimiento cruza tu mente. Te sientes abrumado por completo, como la primera vez que viste el mar, o aquella vez abstraído por completo viendo en la vieja televisión como Neil Armstrong ponía su pie en la Luna, y cuando recibiste la noticia que Joanna estaba embarazada de Alex y te convertiste en adulto en aquel mismo momento. Esta vez... Esta vez es incluso mayor. Es una fuente inmensa de la que no sabes ni siquiera por dónde empezar.

Mi madre vuelve a ser la valiente y toca esa cosa. De nuevo parece gratamente sorprendida y nos insta a que hagamos lo mismo. Todo aquello es tan extraño que me siento perdida, aunque mi familia está allí, familia que rota desde hace tiempo parece comenzar a trabajar unida de nuevo. 

Miro a mi madre con ojos curiosos. ¿De verdad la solución estará tocando esos monolitos? Me resulta raro, pero, de cualquier modo Dot se ha ganado un beso de mamá y, no sé muy bien por qué, siento cierto recelo. Agacho la mirada esperando a que mi familia decida realmente qué hacer. Así soy, me dejo llevar.