Partida Rol por web

Estiró de las riendas del caballo y lo recondució, espoleando el vientre del animal lo sometió de nuevo a frenética carrera con dirección al granero. Prestó oido al viento los sonidos que portaba, intentando discernir alguna pista que le indicara el origen de los disparos.

El sonido de los disparos quebraba la noche de forma igual de contundente que los rayos, sin embargo y a pesar de la acción evidente que se estaba llevando a cabo, Lewis parecía incapaz de distinguir ninguno de los objetivos cerca de su posición.
Miró a Sarah de reojo por un momento y negó con la cabeza.

Su rifle ya estaba preparado en sus manos desde hacia rato, pero desde su posición no había nadie a quién apuntar, así que optó por volver a desplazarse encogido, oculto tras las reses, avanzando un poco más para intentar encontrar a alguno de los bandidos.
Quizá tuvieran suerte, o mala suerte, y ninguno de ellos se encontrara en ese flanco.

Sarah se levantó rápidamente para correr detrás de otro de los animales, estaba segura que Lewis tenía un poco más de experiencia que ella y había de seguir al hombre. Se dejó caer o más bien resbaló al pie de una enorme res muy cercana a donde estaba Lewis y comprobó que realmente no alcanzaba a ver nada o sí, quizás sólo tenía que ser más paciente.

-¡Maldición!

No, no lo conseguía y empezaba a sentirse frustrada, con frío y un tanto temerosa, aunque claro está, para nada estaba en los planes demostrar eso delante de Lewis, ni de nadie que la conociera, así era ella.

Zacaharias se quedó petrificado, no fue capaz de reaccionar a ese sonido que conocía mejor de lo que hubiera deseado. Una persona moribunda era de lo más peligroso que había en el mundo, pues poco le quedaba ya por perder, y aquel hombre así lo parecía, pues iba a disparar sin ningún motivo contra alguien que no había realizado nada hostil contra él.

Ni siquiera echó mano de su revólver, se sentía lento y pesado, por suerte para él, Tommy si sabía lo que había que hacer, oyó el disparo y se sorprendió de no sentir dolor en el lugar en el que seguramente había recibido la bala. Alzó la mirada y una expresión de alivio y repulsión se apoderó del joven que miró agradecido a Smith.

Gracias, murmuró en un quedo susurro mientras intentaba buscar algún lugar para ocultar su corpachón, la idea de sacar su arma aún no se había formado en la mente de Buckner, asustado aún, no deseaba morir, no sin antes haber podido demostrar su honradez y valentía, pero empezaba a sospechar que las cosas no eran tan fáciles como se las había imaginado mientras abandonaba el civilizado este.

Cuando estuvo a unos cien metros y sintió que el manto nocturno dejaba de cobijarle ya, Miles tiró de las riendas al mismo tiempo que volcaba todo su peso sobre el lateral contario de Plomo. El animal se dejó vencer y cayó al suelo de lado, retumbando su cuerpo en el yermo. Era un truco que había aprendido de su padre. El viejo Lee, ya en el suelo, sujetó con fuerza el cuello del caballo para redimir su primario instinto de levantarse, se cubrió tras su húmedo cuerpo, y tomó prestado al aire algo de aliento

Tras los disparos, la veloz carrera de lo que debía ser un caballo retumbó por un corto trecho, para concluir con un pesado chasquido sobre el barro, siempre en el sentido opuesto al que se encontraban, a unos cien metros, en un lugar impreciso entre la entrada de la granja y el granero.

Las silenciosas ruinas de la casa presidían los invisibles acontecimientos.

Se vieron aún sorprendidos por el retumbar del trote apresurado de lo que debía ser un caballo, aproximándose hacia ellos desde el camino de entrada, pero fue breve y concluyó con un golpe sordo contra el barro, a unos cien metros de donde se encontraban.

Las silenciosas ruinas del granero presidían los invisibles acontecimientos.

Entonces, mientras un hombre caía abatido a muchas millas de allí, durante un instante, Josephine Wales pudo percibir, a través de la puerta entreabierta del establo, un resplandor fugaz, un punto de luz que estallaba y se agotaba casi simultáneamente. ¿Se trataba acaso de la lumbre de un cigarro?

Tommy miró a los lados rápidamente sin siquiera volver a prestar atención en el muerto. No estaría solo.

¿Qué puede hacerle otro poco de sangre a mis ya manchadas manos? Al menos esta ves se trata de la vida de un buen hombre... No de esclavos para las plantaciones e impuestos de no sé qué...

Shhh caya amigo... Dijo muy por lo bajo al fortachón mientras que con un movimiento del mentón parecía indicarle donde tenía su arma, al tiempo que oía el galope que luego cesaría en seco...

¿Pero qué mier...?

Pensó con el revólver aún en mano.

Lewis empezó a fruncir el ceño considerablemente.
Resultaba terriblemente extraño darse cuenta de que los sucesos, la acción y los disparos acontecían alrededor de ambos vaqueros sin que pudieran llegar a percatarse de nada hasta que era demasiado tarde para intervenir.
Quizá podría calificarse de suerte, pero Lewis nunca fue del tipo de hombre al que le gusta ser un mero espectador, y menos en una situación de tal calibre en la que el resto de compañeros podía estar en peligro.

Levantó un poco el ala de su sombrero esperando tener así mayor visibilidad, pero todo parecía inútil en esa noche tormentosa, así que optó por dejarse llevar por los sonidos aproximándose con cautela a la zona en la que el caballo fue desbocado a menos que Sarah viera más allá que él.

Aquello simplemente parece una pesadilla, más que eso, una broma del destino que los tiene allí en el medio del todo y sin poder hacer nada. Sarah empieza a desesperarse y maldice a su suerte, quizás no era eso lo que quería pero ya que estaba allí, era mejor hacer uso de lo que sabía, de lo bien aprendido claro está.

De pronto Sarah esboza una sonrisa, parece haber escuchado algo y si su instinto no le falla, sabe de quién se trata o al menos lo intuye; aquello no representa un peligro para ellos. Mira a Lewis y secándose el agua de la cara, le indica que no hay peligro con una seña de su dedo pulgar derecho, incluso suelta por unos instantes el rifle.

-Dos jinetes, pero no parece ser de los enemigos... Han ido hacia el granero, esperemos un poco-murmura Lewis, tampoco se trata de perder la concentración.

Potter, que había sido más precavido, había desmontado cerca de la zanja y avanzado con la cabeza gacha al percibir que la cabalgada de Miles cesaba. Pronto dio con su compañero, parapetado tras el cuerpo de su caballo, y se aprestó con el rifle, observando en todas direcciones.

-No se oye nada más –susurró. Su inquietud por los muchachos era evidente. – Voy a dar una voz…

-¡Bonito! ¡Zachary! ¡¿Estáis bien?!

La voz los sorprendió. Potter llamaba desde algún lugar cercano al granero.

La voz de Potter se escucha clara a pesar de la tormenta, Sarah levanta la vista y sin recapacitar en ello se pone de pie, si ellos no pueden ver nada, es posible que no puedan verlos a ellos y trata de investigar de dónde viene la voz de Potter. Sonríe, se seca el agua del rostro y hace una seña con la cabeza a Lewis para que venga con ella, aunque eso sí, con cuidado.

Poco tiempo pasa antes que decida volver al suelo, justo después de un rayo que ilumina el cielo y en gran parte a ellos, pero se arrastra en la dirección en la escuchó a Potter, en la dirección que deben estar todos o al menos eso parece. Se asegura que Lewis venga tras ella y continúa el recorrido, ya no deben estar muy lejos.

Josie se dirigió al establo, procurando tranquilizar a la yegua. Esta pareció haberse calmado un poco tras sentir el tacto de la cálida mano de ama y más al oírla hablar, sin embargo continuaba inquieta... y no era la única.

A la joven Wales le pareció ver un resplandor, ténue, pero resplandor al fin de cuentas, que provenía del establo y se puso en alerta, aunque siguió actuando como si nada hubiese visto. Estaba segura de no haberlo imaginado, asi que prestó más atención y siguió avanzando.

Allí estaba el resplandor otra vez. Luciérnagas no eran, ese no era lugar para ellas, el rancho no tenía nada de húmedo y boscoso; tampoco era el crepitar agónico de alguna de las lámparas de aceite, no, eso era algo más, algo que se sostenía en dos piernas...

Amparada por la obscuridad de la noche y siempre actuando como si no se hubiera percatado de nada, haciendo caso omiso de la lluvia que a ratos parecíale torrencial, hizo que Zaina diera una vuelta, simulando que ésta se había inquietado y aprovechó de soltar el broche que le mantenía el revólver fijo al cinto, lista para desenfundar si ese resplandor respondía a las razones que ella sospechaba y esperando que Bobby estuviese observándola lo suficientemente atento.

Lewis se detuvo tras el grito y no pudo evitar que todo su cuerpo se tensara ante la idea de que algo les hubiera sucedido a cualquiera de los dos vaqueros, aunque obviamente no era algo que fuera a expresar en voz alta pero su expresión de preocupación lo dijo todo durante unos cortos segundos.

Observó a Sarah, comprobando algo aturdido como ella se mostraba sonriente, probablemente por la idea de saber donde encontrar al resto ahora.
-Me temo que nos hemos perdido el espectáculo- alcanzó a comentar antes de seguirla en aquella dirección.
Si el capataz había decidido gritar era de suponer que el tiroteo ya había finalizado sin que ellos tuvieran que intervenir, así que consoló con la idea de haber guiado al grupo hasta el lugar.

La voz de Potter venció al silencio de la noche. Ambos esperaban una respuesta, algo que les dijera que los chicos estaban bien.

Vamos. Y como una serpiente Miles se arrastró por la tierra. Antes acarició a Plomo y los ojos de ambos se  fundieron de nuevo en un mirar de viejos amigos. Aquel caballo era lo único que le quedaba en esta puta vida.

Lee había renunciado hace tiempo al contacto con la gente, no creía en los hombres y había perdido toda esperanza de hacerlo algún día. Se había refugiado en un sí mismo, escondiendose tras una máscara que le hacía parecer un tipo duro, pero que no era nada más que una figura de cartón que se ablandaba bajo la lluvia de sus largas noches de tortura que le infligía su pasado. Su único contacto con la realidad había sido aquel caballo. Algunas veces, cuando necesitaba recurrir al whisky para no pegarse un tiro, se había sorprendido a sí mismo hablando con Plomo, como si de una persona se tratara. Quería a ese jodido animal. Así que antes de dejarlo allí se despidió de él por si acaso no volvía averle. Y mientras se arrastraba la soledad se volcó sobre él.

El rostro del antiguo confederado se frunció en un rictus de indignación e irritación.

Pero... Maldito Potter, no sólo les dice cuantos somos sino que espera que delatemos nuestra posición y estado.

Con la cayosa mano izquierda, el hombre hizo un gesto gunto con una negación de su cabeza al gigantón para que guardara silencio y siguió agazapado en las sombras lo mejor que pudo.

Al menos sabemos que alguno de los demás sigue bien...

Pensó un segundo para seguir rebuscando con los ojos entornados, cualquier cosa que escapara a lo "natural" del paisaje.

El sonido de los cascos puso tenso al principio a Zach, cuantas veces los había oído en mitad de la noche, temiendo que fueran precisamente gente como la que son ellos ahora, gente que vela, sin importar los motivos, por la seguridad de aquellos que no pueden guardarse por sí mismos.

El gesto de Tommy hace que el rostro del joven se torne de color carmesí a pesar del frío y la lluvia, que aspirante a vaquero iba a ser si ni siquiera había pensado en el arma. Asintió y buscó su revólver, que desenfundó con la mayor rapidez posible y apuntó a la oscura noche, con la esperanza de no tener que usarlo. La voz de Potter sonó como música celestial a los oídos del hombretón, que ya se disponía a abrir la boca cuando el ademán de Smith hizo que la cerrara de golpe.

Al fin y al cabo, aquel hombre era un experto en estas situaciones, y le debía la vida, se propuso con firmeza aprender de él en todo momento, deseando tener algún día su temple en situaciones como esta. Porque los nervios lo estaban devorando. Permaneció en silencio, sabedor de que moverse sigilosamente le iba a resultar complicado.