Partida Rol por web

Mil balas sobre Avalon Hill.

Cap. 6. Cuando partas hacia Ithaca...

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27/01/2010, 12:07
Director

En estas estaba Garrison, intentando convencerlos, cuando Miles irrumpía en Little Troy y, distinguiendo el bullicio en la iglesia, comparecía ante el sheriff y los parroquianos.

Bonito aún tardaría unos minutos en arribar.

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27/01/2010, 12:08
Gabriel "Buentino" Garrison.

Garrison señaló a Miles y gritó:

-¡Ese es uno de los asesinos! ¡Y vendrán más!

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27/01/2010, 12:08
Director

La gente comenzó a gritar. Los que tenían cerca el hogar se apresuraron a entrar en él para armarse, mientras que el resto buscaba refugio donde podía. Sólo el juez Pickering, luego de empujar a su señora de vuelta a la casa, tuvo el aplomo para quedarse en el umbral a la expectativa.

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27/01/2010, 21:00
Lee Miles

Miles hizo que su viejo caballo, plomo, redujera la velocidad al acercarse al pueblo, por lo que entró trotando. Esperaba un recibimiento poco agradable y aunque le hervía la sangre con el deseo de acribillar a Garrison y luego arrastrar su cadáver por la calle principal hasta despeñarlo por el desfiladero del oeste para que los buitres y los chacales le devoraran, no podía por más que intentar pensar con frialdad en que el pistolero buscaría cualquier oportunidad para matarle.

No podía abandonar su cautela al buscar a tal sabandija, Garrison era un pistolero, uno muy bueno y además uno que debía sentirse acorralado ahora que había perdido a todos sus hombres. Se defendería con uñas y dientes y haría lo que fuera para matarles a todos.

Con esto en mente esperó unos minutos a la entrada del pueblo para calmarse y luego trotó por la calle principal en pos del sheriff. Ignoró la algarabía que escuchaba más adelante y tan sólo fijó su mirada en la hiena que gritaba a los cuatro vientos toda clase de difamaciones en contra de Ithaca, el rancho al que él y el resto de sus compañeros habían dedicado sus vidas.

Aferró con fuerza las riendas y detuvo a Plomo. Descabalgó serio, sin prisa mientras los parroquianos se escondían en sus casas, atrancando puertas y ventanas. En apenas unos segundos el bullicio había desaparecido así como el ruido. El silencio. Un silencio sepulcral herido por las voces del sheriff llamando a las armas, lo había sustituido.

Miles, con su fiel rifle preparado en su mano hábil y con la otra sobre el lomo de Plomo, avanzó hacia Garrison. Sin prisa pero sin pausa, en silencio, con los ojos fríos como el hielo mirando directamente al pistolero, como en una procesión fúnebre se plantó ante el sheriff, apenas a unos doce metros.

Doce metros eran suficientes para alzar su voz y que ese bastardo pudiera escuchar sus palabras salpicadas de muerte y venganza. Doce metros era suficiente para que su rifle le hiciera un agujero del tamaño de un centavo y doce metros era suficiente distancia para que los revólveres del pistolero tuvieran una verdadera desventaja a la hora de disparar.

No, no se lo iba a poner fácil a Buentino. Antes de conocer la oscuridad del corazón de ese pobre diablo podría haber sido bueno y haber arreglado un duelo en condiciones, tal y como hizo Lewis, pero como ahora sabía, ese zorro era de los que disparaban por la espalda si le dabas ocasión.

Te voy a matar, Garrison. - dijo alzando la voz. No le importaba que le escuchara todo el pueblo. Aprestó su rifle alerta, Garrison dispararía sin esperar a que terminara de hablar si veía que bajaba la guardia.

Y lo voy a hacer aquí y ahora. - Garrison acercó las manos a sus revólveres pero no hizo nada. Los ojos de Miles, más que el arma, lo amedrentaron un poco. Ambos conocían mutuamente el valor que se escondía tras sus habilidades. A Miles nunca le había gustado aquel tipo, y Garrison se había sentido igual la primera vez que lo conoció. Quizá de toda la zona solo había un puñado de hombres que pudieran enfrentarlo, y Miles era uno de ellos.

Fuiste demasiado cobarde para quedarte a pelear junto con tus ayudantes y los pistoleros que contrataste. - Anunció Miles mientras apretaba su rifle entre sus manos, sobraban las palabras - Te voy a matar  - repitió. Rechinó los dientes al recordar el cadáver de Potter tendido sobre el barro y sus ojos brillaron con una luz malsana, nacida del odio. 

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27/01/2010, 22:26
Gabriel "Buentino" Garrison.

El sheriff se pasó la lengua por los labios, alzó el mentón y comentó a lo cuatro vientos:

-¡Ya lo ven, habitantes de Little Troy! ¡Está dispuesto a todo!

El sheriff achicó la mirada y descendió con todo cuidado, vigilando los movimientos del vaquero.

-¿Quieres pelea? Muy bien.

Afirmó sus botas en el suelo y posicionó ambos manos cerca de las cartucheras; en aquella ocasión había tomado la precaución de ir bien armado. Más allá de las sensaciones de Miles, por supuesto que él no pensaba en ser el que acabase retorciéndose en el barro aquella fría mañana. El rifle era superior al revólver, lo sabía bien, por eso adoptó la estrategia de intentar ofuscarlo por la ira, al tiempo que procuraba no alejarse del caballo, el cual podría servirle de cobertura.

-¿Me tildas de cobarde? ¿Y qué me dices de tu amiguito, ese al que ayer le tronché el cuello por la nuez? Dime con quién andas y te diré quién eres, ¿no dicen eso? De todos modos, pensé que eras un tipo listo cuando huiste con el rabo entre las piernas, viejo.

Sonrió con malignidad.

-Y aunque me matases, ¿qué crees que pasará luego? Yo soy la ley aquí. Te perseguirán y te ahorcarán, Miles. Ahorcarán a todos en ese maldito rancho. Es lo que os merecéis por supuesto.

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27/01/2010, 22:31
Director

El juez Pickering intervino:

-¡No cometa una locura, señor! Si tiene alguna causa que defender o por la que responder, entréguese a la justicia. Soy un juez imparcial.

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27/01/2010, 22:32
Director

Notas de juego

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03/02/2010, 21:44
Director

La tensión subsiguiente se hizo insoportable en tanto los dos hombres templaban sus ánimos bajo la lluvia, desprendiendo ante sus rostros nubes de vaho, y escrutaban escrupulosamente los mutuos ademanes.

Aquel momento, queriéndose imponer como máscara de la eternidad, se retardó hasta extremos supremos, y por último, cuando los acontecimientos se desataron, no pudieron sucederse los hechos sino con rapidez aturdidora.

Garrison desenfundó sus pistolas y se movió hacia su izquierda, buscando la protección del caballo, sólo que Miles fue más rápido y, haciendo bramar su rifle, le descoyuntó el hombro derecho provocando una fumarola de sangre, y frustró sus intenciones, descolocándole el norte, haciéndolo trastabillar. La bestia se encabritó, y el propio corcel de Miles se alejaba espantado.

El sheriff, quien no había perdido oportunidad de contestar con sus armas, manteniéndose en pie, había mascullado un lamento; la diestra ya no le respondía, pero la siniestra le deparaba a Miles una bala, una bala que le perforó el muslo izquierdo, haciéndolo virar de ese lado.

Miles, por su parte, sin parar de disparar jamás, hasta vaciar el tambor, pese al dolor, de nuevo acertó sobre Garrison, esta vez en el pecho. Guiñó los ojos para distinguir a su oponente a través del inmediato banco de pólvora: allí estaba, tambaleándose, disparando a intervalos cada vez más largos, ya fallando, la mirada tornándosele vidriosa, ahora definitivamente ciega; manó entonces un borbotón de sangre por entre sus labios y se desplomó de espaldas. Dio aún un par de estertores antes de quedarse inmóvil por completo.

Y acababan de apuntar las bolas del muerto hacia el cielo, cuando alguien abrió fuego desde una ventana: un buen ciudadano de Little Troy se había propuesto ayudar al sheriff.

Y Miles sintió un resoplo de fuego en la espalda, a la altura de los riñones, y se quedó sin aliento. Cayó de rodillas, inerme, irremediablemente, como víctima de un basilisco.

Y otros ya imitaban al primer valiente, con menos tino, cuando Bonito llegó al galope, alertado por los disparos, cuya cuenta se había perdido.

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03/02/2010, 22:19
Director

Simultáneamente, en Ithaca, Jeremy bajaba corriendo por las escaleras, llamando a su madre, llevando una carta en la mano.

Sarah, más calmada, recibía los últimos cuidados, mientras que Zacharias trataba de estar pendiente tanto de su estado como del exterior. En un determinado momento, Príamo les había dado a todos un susto de muerte. La rodilla se le había abierto de nuevo y habían tenido que sostenerlo y llevarlo a uno de los dormitorios. Al borde de la inconsciencia, el último argonauta les había contado cómo Bonito y él se habían ocupado de los que estaban cerca del establo, y cómo el primero había llegado a patear un traicionero cartucho de dinamita de vuelta a su lanzadores, enviándolos al infierno.

Pero el sheriff había escapado, y Bonito se había marchado para ayudar a Miles, quien ya cabalgaba tras el taimado.

El niño, de pelo pajizo y tez pálida, había conseguido la carta que Josie había recibido de su madre, una carta que contenía las últimas palabras de su padre, el teniente Josey Wales:

Queridos hijos míos:

Lucho en esta guerra convencido de mis creencias, y lucharé hasta el final. Lo hago por todos nosotros y me encomiendo a Nuestro Señor Jesucristo para volver a casa cuando todo termine y poder volver a abrazaros.

Le he pedido a vuestra madre que no os diese esta misiva hasta que Jeremy fuese mayor y estuviese más fuerte, y sobre todo, hasta que determinados asuntos quedasen bien enterrados.

Josephine, mi bella y dulce amazona, de temple doble es tu pecho, pero aprende a ser dócil, cuida que tu espíritu brioso no te reporte tan sólo infelicidad.

Jeremy, mi vástago delicado, recuerda, en cuanto te hagas mayor, el jardín de las Hespérides, que en ese recuerdo de tu niñez encontrarás tu mayor riqueza.”

-¡Mamá, Josie! ¡El jardín de las Hespérides! –voceaba Jeremy.

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03/02/2010, 22:27
Catherine Wales.

-¡Jeremy! ¿Qué ocurre?

Catherine corrió hacia su hijo.

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03/02/2010, 22:27
Josephine "Josie" Wales

-¡La carta! –exclamó Josie cayendo en la cuenta del descuido.

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03/02/2010, 22:28
Director

-¡El jardín de las Hespérides! –repitió el chico. –Sé qué es. Papá me llevaba con él a la isla, para recoger hierbas medicinales. Él llamaba así la isla, decía que era nuestro Jauja…

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03/02/2010, 22:31
Sarah Hudson-Parker

Sarah escuchaba todo y aunque en un principio los escuchaba como muy lejanos a todos, incluso a la negra maldiciendo su suerte, les entendía perfectamente, era como estar y al mismo tiempo no hacerlo. Buscó con la mirada alrededor, quejándose brevemente, la verdad es que aguantaba con bastante estoicismo el dolor cuando Gertrudis maniobraba con ella. Estiró una mano apoyándose en el hombro de su curandera y se incorporó lentamente aún a pesar de las negativas de la mujer, entonces descubrió quién estaba allí con ella por fin, haciendo lo que nunca creyó que podría: reconocer sus caras. La emoción del pequeño Jeremy le arrancó una sonrisa, casi una mueca de dolor que la vaquera intentaba ocultar muy bien, no quería quedarse sola porque intuía que todos correrían al jardín aquel.

-¿Quién sobrevivió, Zack?

La voz era gruesa, ronca, más un gemido que propiamente dicho voz pero ella se hacía entender pero antes que Buckner pudiera contestarle, Sarah se volvió a Gertrudis con lágrimas en los ojos y le agradeció en silencio, ellas, a base de dormir juntas se entendían perfectamente; es más, la pequeña mujercita quería a esa negra como si fuera de su familia y de algún modo le había salvado la vida o al menos de momento, eso parecía. Quiso saltar de la mesa, necesitaba estar con Zack, abrazarlo, saber que él estaba bien porque no alcanzaba a distinguir si estaba herido y entonces miró de nuevo al más pequeño de los Wales, sin duda sería muy rico y las mujeres de su familia no pasarían penas. Mejor, porque ella no se iba a quedar allí para verlo.

Sarah se preguntó si realmente valía tanto aquello como para haberse perdido las vidas que se habían perdido y no es que contara las vidas de aquellos desgraciados como algo útil pero si las de sus compañeros los vaqueros. Deseó nunca más volver a tener que enfrentar algo así, deseó una vida tranquila, cuidando vacas y gallinas pero propias y se maldijo a sí misma por haber expuesto de esa manera. Aunque lo hubiera querido no se bajó de aquella mesa, estaba sopesando lo que sucedería a partir de ese momento y sopesando si él aún estaría dispuesto a venir con ella. Miró a Josie, sin duda mucho más afortunada que ella y le sonrió, también a la señora, le quedaba muy poco tiempo junto a esas personas y aún así, les deseaba lo mejor.

-¿Zack?-apremió.

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04/02/2010, 10:11
Zacharias Buckner

Su sentido del deber le decía que debía haber acompañado a Miles y Bonito, ayudarlos a terminar lo que habían empezado en el rancho, pero no había sido capaz de disparar al ayudante, ni siquiera estaba seguro de si habría actuado de la imprudente manera que lo hizo si no llegan a herir a Sarah y nublar su juicio. Así que, por una vez, no hizo caso a su deber, sino a su corazón, y este le decía que se quedara junto a ella, protegiéndola por si las cosas volvían a torcerse, no deseaba tampoco dejar desguarnecido el rancho, pues Priamo no estaba en demasiadas buenas condiciones, lo que dejaba a Josie como única defensora.

Junto a la joven mujer, escuchó las palabras del pequeño, y aunque no terminó de captar del todo el significado de lo que decía, pudo intuir de lo que se trataba, algo que no le incumbía ni le importaba, todo lo que necesitaba para ser feliz, lo tenía justo al lado, y fue hacia ella, apretando su mano al escucharla nombrarlo.

Casi todos sobrevivieron, Garrison y sus hombres, los que no han muerto, han huído no era el momento de darle más explicaciones, esperaba tener mucho tiempo para ello en los días venideros, para eso y para otras cosas. Le sorprendió su pensamiento, optimista, por primera vez desde que la sangre de Sarah manchara el suelo del rancho.

Acarició el cabello de Sarah con sus manazas, y le devolvió la sonrisa, breve y afectiva, para mirar a la patrona a continuación Señora Wales, ¿no cree que sería prudente abandonar este lugar?, no sabemos que pasará, ni siquiera sabemos si Garrison volverá con más hombres lo que él realmente quería era ensillar su caballo y cabalgar con Sarah hacia un lugar desconocido, pero sentía ese impulso de lealtad hacia la persona que confió en él a pesar de quien era.

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04/02/2010, 19:50
Catherine Wales.

-¿Abandonar… el rancho? –repitió Catherine, aturdida. –Pero, ¿adónde iremos? –De súbito, la ausencia de un personaje se hizo flagrante: -¡Potter! ¡Él sabrá que hacer!

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04/02/2010, 19:53
Carlos Príamo.

Entonces, Príamo, en torno de cuyo via crucis se habían congregado por unos momentos, se mojó sonoramente los labios y comunicó, sin tacto:

-Potter está ahí afuera muerto, señora.

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04/02/2010, 19:54
Josephine "Josie" Wales

Y Josie, que había acudido casi de inmediato para asistir al sudista (arrepentida, puesto que ella, tomándolo por un bandido, era quien lo había herido aquella otra noche aciaga), zanjó los incipientes lamentos de su madre:

-¡No! ¡No huiremos! ¡Esta es la casa de mi padre, es nuestro hogar!

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04/02/2010, 21:01
Sarah Hudson-Parker

Sarah escuchó a Zack decir que quizás lo mejor era abandonar el rancho y ella estaba muy de acuerdo, en realidad estaba más que de acuerdo. No quería pasar más tiempo allí, desde que entrara a trabajar, las cosas no habían sido sencillas pero los últimos tiempos habían sido simplemente peores. Lo único bueno es que gracias a ello, se había reencontrado con Buckner. Sintió su mano delizarse por su cabello, tenía un nudo en la garganta y los ojos llorosos como una niña pequeña a la que han emocionado con algo. La joven bajó la vista ante la noticia de la muerte de Potter, no era nada sencillo entender aquello, resignarse a eso y saber además, que podría haber sido cualquiera de ellos. Apretó los puños con cierta insolencia, con rabia y las lágrimas escaparon de sus ojos tras levantar la cabeza.

-Es muy fácil decir que no se irán cuando se ha tenido todo, señorita Josie...-la voz de Sarah demostraba un cierto dejo de frustración que muy pocos creyeron ver alguna vez en la joven.-Nos quedamos y defendemos el rancho y morimos como Potter o como los demás... ¿A cambio de qué?

Se sostuvo de la mesa y de un salto se bajó de ella, aún cuando le dolió y le costó mucho mantener en pie, lo logró. Echó una mirad a Buckner, no estaba segura de que él estaría de acuerdo con ella pero esperaba en lo más profundo de su ser que si, se plantó frente a doña Catherine y la miró fijamente a los ojos; si algo había que caracterizara a la pequeña HUdson-Parker, era su sinceridad y su tesón. Hizo un gesto con la cabeza y luego, prosiguió con esa voz pastosa y ronca que salía de su boca.

-Señora, ¿usted dejaría que sus hijos dieran su vida por la granja de alguien más?

Sarah no necesitaba una respuesta y fue entonces cuando se volvió hacia Buckner y le dijo, haciendo un último esfuerzo:

-Si quieres quedarte lo entiendo pero yo lo único que quiero es irme ahora mismo, nada me detiene a este lugar, excepto tú.

Se había terminado, Sarah simplemente quería un poco de paz.

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09/02/2010, 19:33
Lee Miles

 No hubo tiempo para arrepentimientos ni reprimendas, las balas volaron en ambas direcciones, los cañones escupieron plomo sobre ambos. 

En el caso de Miles, ya viejo amigo de la Parca permaneció en su posición apenas moviéndose más allá de unos pasos pero contra toda predicción, acercándose cada vez más a Garrison: No porque pensara que a esa distancia fallaría los disparos, no, su pasado le había dado la experiencia suficiente para salir de más de un duelo. Hacer que cada bala contara era una de sus mejores habilidades, y también la que más le había asqueado siempre usar. La venganza que había cobrado le había mostrado cuán vacío podía quedarse el corazón de un hombre que se dedicaba a enviar almas al purgatorio.

Lo hacía porque quería que lo último que viera ese malnacido fuera la boca de su revolver apuntándole.

Un pequeño deseo que no pudo cumplir tras ser herido en el muslo. Así y todo, permaneció firme, en donde se había arrodillado y disparó sobre Buentino sin prisa pero sin pausa, vaciando la recamara de su rife con una estudiada y taimada parsimonia.

Y por un momento,una vez el pistolero cayó al suelo y finalmente su odiado némesis mordió el polvo, y se dio cuenta que él aún seguía vivo, y a punto se encontraba de levantarse... una bala le atravesó de parte a parte.  Todo alrededor le pareció que iba a cámara lenta. Admiró por un momento el vuelo de los proyectiles, los casquillos volaban pareciendo gráciles y elegantes, y caían al suelo con un estrépito inaudible. Su sangre manchaba el pantalón avanzando inexorable hacia el suelo  y la camisa se emborronaba de granate y sus manos llenas de pólvora temblaban y perdían la fuerza dejando escapar su fiel winchester, con el cual había segado incontables vidas... incluso en el suelo el sudor resbalaba por su mejilla lentamente y sus ojos parecían cada vez más fríos mientras su alma volvía a vaciarse de todo sentimiento de calor.

 

Una de sus manos echaba mano al revólver, mecánicamente, preparada para dar muerte a cuantos pudieran encontrarse allí, a su alrededor... disparándole. Mientras tanto, la otra intentaba infructuosamente apoyar su peso y volver a erguirse mientras más y más tiros resonaban con estruendo alrededor, repiqueteando como en una noche lluviosa sobre el suelo.

Se sabía herido, quizás moriría pronto... no, de hecho ya estaba muerto. Era un muerto en vida, había muerto hacía algunos años cuando consumó su venganza, y tan sólo había estado viviendo una vida prestada. Día y noche había trabajado en lo que sabía hacer, nunca más hasta hace unos meses que empezó a trabajar en el rancho de la señora Wales había sentido una llama, un ardor que le hiciera pensar que seguía vivo, que podía volver a tener una vida... y quizás una familia. Todo eso se lo había permitido pensar, creyendo que el sueño nunca terminaría.

Pero nada dura eternamente. Esos perros habían amenazado a la señora -de quien comenzaba a enamorarse, habían matado a compañeros en los que había comenzado a pensar como amigos, y por último habían osado asaltar Ithaqua, el rancho que por tantos meses había comenzado a aseverar como su hogar. Y para defenderlo había tenido que volver a matar.

Y para cazar al culpable de todo sabía que tenía que recurrir a su viejo yo. Se habría reído de haber podido, pero estaba empezando a escupir sangre, y le faltaba el resuello. Su viejo yo era todo lo que necesitaba. Era el inmutable asesino despiadado que había guardado la calma y con toda serenidad había abierto fuego sobre el sheriff sin importar las consecuencias. Su viejo yo tan solo buscaba matar y morir.

Y quizá aquella bala que le había agujerado lo había matado. Lejos de quedarse tendido en el suelo, desangrándose, intentaba volver a ponerse en pie, o al menos arrastrarse hasta una cobertura. No entendía porqué quería seguir viviendo,  - "Quédate quieto y muere de una vez, sólo y en silencio... tal y como viviste. No quieras volver a ese infierno que tu llamas vida. " - su viejo yo le recriminaba gritándole desde lo más profundo pero no podía hacer otra cosa que desoírla. Aún creía poder redimirse, formar una familia, alcanzar el sueño que estaba por terminar.

 

 

 

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12/02/2010, 09:39
Zacharias Buckner

Buckner sintió que todo esto le sobrepasaba, él era el hijo de un bandido críado a mitad de camino entre una sencilla granja y el desierto, huyendo de la ley, bebiendo en destartalados salones, y conviviendo con la muerte. Por eso fue al este, por eso quiso salir de todo esto, pero tuvo que volver, tuvo que intentar convertirse en un hombre honrado, en un apellido respetado. En su momento le pareció una loable idea, pero había resultado ser una terrible decisión, con la única excepción del inesperado reencuentro con la niña con la que a ratos creció.

Zacharias cruzó la estancia, asomándose por la ventana, deseaba ver aparecer a Miles, o a Bonito, ellos sabrían que hacer, sabrían que es lo más correcto, pero no estaba, habían ido en busca de ese malnacido del sheriff, y había que contemplar la posibilidad de que no volvieran, por mucho que no le gustara esa idea. Pero el joven vaquero no era estúpido, así que tenía que hacer algo. Se giró hacia las dos mujeres Wales, sabía que iba a encontrar resistencia, pero tendría que mostrarse firme.

Podrían ir a buscar el supuesto tesoro, y empezar de nuevo con él en otro lado esa fue la primera sugerencia, quedarse en un lugar donde se supone que se esconde una buena fortuna, es un imán para ladrones y gentes de mala fe como Garrison, a ellos no les importa si realmente tienen o no ese oro, son gente que no tienen nada que perder, solo que la posibilidad de que exista ya les es suficiente ahora si sabía bien de lo que hablaba, y sus ojos no le dejaban lugar a dudas de ello, pues recorrió con lentitud los de todos los presentes, y ese momento, ni siquiera fue capaz de brindar un poco de calidez a Sarah.

Aquí siempre estaran expuestas, y es cierto que siempre podrán contratar pistoleros que las defiendan, pero habrá algún día en que alguien pague más a esos matones, y se vuelvan contra ustedes sentía los hombros muy cargados, y le dolía la cabeza le debo mucho señora Wales, nadie habría contratado a alguien como yo, y no puedo abandonarla pronunciar aquellas palabras le produjo un intenso dolor, no estaba seguro de lo que sentía por Sarah, pero si estaba seguro de que quería descubrirlo, era bastante torpe en cuestión de mujeres, pero era consciente de que sus palabras podían ser malinterpretadas pero por favor, escuche lo que le he dicho, no hay nada más valioso que una vida de paz junto a los tuyos él no había conocido esa vida, pero sentía que la tenía cerca, desvió la mirada fugazmente hacia Sarah, con una leve sonrisa.