Partida Rol por web

Durante un instante Jessie considera seriamente la posibilidad de saltarse la orden y presionar "por descuido" el botón de los torpedos fotónicos. La sensibilidad del mecanismo respondería inmediatamente lanzando un haz de luz invisible contra la puerta del hangar. La explosión sería de tal calibre que el objeto parecería volatilizarse ante sus ojos.

—De acuerdo, voy a aterrizar sobre el puente de mando de la Zelonia —accede la soldado a regañadientes—. Poneos los cinturones por si se produce algún impacto. Aquí dentro la gravedad artificial nos podría lanzar contra el cristal.

Pero no es así. La habilidad como piloto de Jessie Van Damme es magnífica y la nave se desliza suavemente sobre los diez metros de puente de mando. El tamaño de Zelonia en comparación a la H1-Tears recuerda a un águila sobrevolando un avión comercial... con la posible diferencia de que la Zelonia está completamente cubierta de esa verdina extraña a la vista y que se mueve como si en el espacio hubiese un viento que no existe.

—Voy a girar 180 grados la nave —informa Jessie con voz casi maquinal—. La Tears se quedará mirando en dirección a la Eretria. Comienzo en tres, dos, uno...

Suavemente, la nave de exploración se gira y, tal y como ha dicho, el morro de la H1-Tears apunta directamente a la Eretria que, en la distancia, parece más magnífica aún.

—Utilizo el acoplamiento electromagnético en tres, dos, uno...

Se escucha el sonido del metal al chocar con el metal y la nave queda totalmente parada. Ambas astronaves están unidas mediante un enlace magnético que sólo podría deshacer la total falta de energía en la pequeña nave de exploración, algo que no debería ocurrir en condiciones normales.

«La nave ha quedado acoplada con un índice de fortaleza del 90%», informa la IA de la Eretria a través de los altavoces. «Se recuerda el uso de los trajes espaciales. Una vez puestos, informaré de su índice de seguridad. Cojan las herramientas de exploración y trabajo bioquímico así como el armamento de mano, siendo este último un mero protocolo».

—¿Se mueven? Voy a enfocar bien esas plantas —dice Samantha manipulando los controles de la terminal de sensores. En unos momentos, la imagen aparece en todo su esplendor ante ellas.

(***)

—No me gusta —concluye la co-comandante—. Jessie, ¿podrías barrer la superficie con un láser de baja potencia y dejar el camino libre hasta la Zelonia? Doctora, hay muestras suficientes para saciar la curiosidad de un ejército de investigadores, pero prefiero decidir nosotras cuándo cogerlas, ¿le parece?

—No puedo creer esa mierda, ¿qué os parece? —pregunta la soldado mientras ven aparecer una imagen en alta resolución en la pantalla HUD proyectada en el vidriacero.

La vegetación sobre la nave se mueve como mecida por el viento, suave y lentamente, y parecen verse unos pequeños puntos saliendo de la planta hacia el espacio exterior. Parece estar intentando colonizar todo su entorno de manera constante. Una planta hecha para la invasión completa de cualquier lugar donde alcance y, por lo que puede verse, pocos sitios debe haber en los que no pueda desarrollarse.

—Puedo utilizar un láser de baja intensidad para quemar eso, sí —afirma la soldado—. Pero si es cierto que están cubriendo agujeros al exterior, la nave podría descomprimirse completamente, ¿no?

Como si le hubieran realizado la pregunta a ella, la IA de la Eretria comienza a hablar a través de los altavoces de la Tears. Su tono y timbre de voz parecen mostrar cierta preocupación.

«En efecto, la posibilidades de descomprensión de la nave eliminando la vegetación que la cubre es del 100%. No se recomienda seguir ese curso de acción».

—Creo que la oficial científica de la nave es la que debería tomar esa decisión, comandante Colmenárez —afirma Jessie con gesto serio—. Este marrón es su campo de actuación y el resolverlo es su obligación.

Samantha mira de reojo a la soldado. No hacía falta que lo dijeras, Jessie.

—Personalmente, estoy dispuesta a arriesgarme a dañar lo que hay dentro. Además, esas plantas, al perforar el casco pudieron producir ya una descompresión... No obstante, la prioridad es científica —aunque no lo pronuncia, el "de momento" flota en el aire—. Doctora, usted decide.

Mientras espera que se pronuncie Leclerc, Samantha lanza toda la batería de sensores, densímetría, calor, amplificación visual, emisión de ondas, etc. para obtener la mayor información que pueda de las plantas y del camino que tengan que seguir. Trata de averiguar cómo están ancladas, qué produce la oscilación, además del aspecto que tienen, etc (*).

La situación avanza sin más y yo me siento ajena a todo, de alguna manera me he perdido en ese momento donde parece ir todo más rápido de lo que puedo captar. No obstante, una vez allí con las naves acopladas puedo ver esta planta como hace de las suyas y no me agrada en demasía. Es muy peligroso y de verdad valdría la pena saciar la curiosidad científica por un momento de peligro. 

—No, no nos arriesgaremos. Si es necesario desacoplar lo haremos, aunque me gustaría estudiar esto prefiero no ponernos en peligro. Así que quiero saber si tengo un tiempo prudencial para bajar, tomar la muestra y regresar sin que surjan daños mayores. ¿Puede ser? ¿Es factible?

Visto y considerando como está todo es mejor pensarlo bien. 

Jessie se da cuenta de que Colmenárez parece haber desplazado a todas las demás. A ella no le viene mal, porque odia tener que tomar decisiones y procura estar escuchando música clásica cuando intuye que va a comenzar a estresarse. Quizá ese momento no sea el idóneo para reproducir de nuevo "Las cuatro estaciones".

—Creo que Mei sería la más adecuada para resolver ese punto, Leclerc —responde Jessi anticipándose a todas las demás compañeras e incluso a la IA—. De lo que de mí depende, podemos estar aquí hasta el Big-Crunch. Vamos, que no tengo prisa por entrar en ese ataúd con verdina. Lo del laser lo consensuáis entre las dos y me dais la orden, que ya me han llevado a aislamiento varias veces por pasarme de lista.

Comprueba sus pantalla antes de volver a hablar.

—Ah, y como ha dicho Eretria, el anclaje magnético es perfecto —asegura mirando a la doctora—. Puedes salir, coger un poquito de esa asquerosidad y volver a entrar aquí sin ningún problema. Te podemos tener atada para que no corras peligro. Mi sobrina de cuatro años sabría hacerlo fenomenal. Desgraciadamente está en Gaia jugando en el jardín...

«Según un análisis más cercano de la planta, a la bautizaremos como Rk48 en honor al satélite donde estaba siendo investigada, su densidad y la forma de la planta tiene una gran similitud con la tracheobinta de la división manoliophyta, clase magnoliopsida, subclase asteridae, orden asterales, familia astearaceae, subfamilia asteoideae, tribu senecioneae, género jacobaea y especie jacobaea vulgaris.

La Rk48 emite una ligera aura de calor que desaparece a dos centímetros de su salida de la nave, aunque esto no indica que la planta esté muerta. Su movimiento se debe al impulso de fluidos internos, probablemente savia, a través de los vasos liberianos. Su eventual bombeo produce la ilusión óptica de movimiento al aire libre, siendo éste a todas luces imposible en el espacio exterior.

La Rk48, que rodea completamente la nave Zelonia, se introduce en su interior a través de una serie de microperforaciones realizadas desde dentro hacia fuera de la nave y causadas, según todos los indicios, por alguna sustancia segregada por la propia planta. Se ignora la composición de esta sustancia, pero todo hace pensar en algún tipo de ácido especialmente corrosivo usado para tal fin».

No puedo creer esto. Me descuido volteando como unos cinco minutos buscando que hacer, ¿y ahora está planta?, pero...

—Ciertamente está planta será un problema, en nombre de la ciencia, y con el debido permiso a la Doctora Leclerc, solicito que me dejen hacer una precisión de esto, aunque a primera vista, este organismo biológico es una obvia amenaza, aunque, ¿cómo hará fotosíntesis sin oxigeno?

Aoi-san, se puso a debatir dentro de si misma luego de sus palabras, el entender, el funcionamiento de este organismo, incluso estando consciente de que este no era su campo. Y luego de un tiempo, lo que parecía que eran las acciones de una joven inmadura, en realidad eran una mezcla de complicadas maquinaciones mentales.

—Puede ser riesgoso, pero, ¿no hay un punto exacto en la planta, para que podamos acceder, sin causar daños a la nave, y a la planta? —la pregunta iba dirigida a la Doctora Leclerc.

«Recibe la suficiente energía lumínica por parte del sol de este sistema, Ingeniera Mei. De hecho, al no existir atmósfera que sirva de filtro y rechace la mayor parte de las radiaciones solares, dispone de mayor cantidad de luz que ninguna planta de Gaia. Es un ejemplo a seguir para el desarrollo de cualquier entidad vegetal. Un superviviente nato. Un organismo perfecto». La IA hace una pausa procesando la siguiente pregunta a responder. «Es imposible acceder a la Zelonia sin causar daño al fuselaje de la nave o a la planta que la recubre, Ingeniera Mei».

*Suspirar*

—Vaya.

Esperaba que hubiera alguna alternativa, es bastante directo nuestro destino.

La Ingeniera no se desanimo, pensando en que sus compañeras entenderían su intento de alternativa, fue cuando con bastante energía, señalando a la Planta en la Pantalla del Terminal del mando soltó su monologo.

—Bueno, se hizo el intento, ¡destruidla!

Una innovación para la ciencia, un peligro inminente para la nave y nuestra supervivencia. Claramente no se puede jugar con fuego a riesgo de quemarte y como me conozco demasiado, sé que ahora lo mejor es sacrificar este instante meramente científico con tal de que la nave no se dañe más. 

—¿Tenemos alguna forma de hacerla reaccionar? Me refiero a dispararle con algo, me gustaría saber como se muestra ante un estímulo—digo y miro a Aoi—. La vamos a destruir, así quede la duda más grande en mi vida. Prefiero que salgamos de esta antes que arruinar una oportunidad de supervivencia, ya demasiados inconvenientes tenemos por otro lado. 

La soldado parece cansada de tanta charla y tan poco acción, y su rostro refleja parte de este hastío con el que parece convivir. La Revuelta delos Anillos de Saturno es el tipo de sitio donde está acostumbrada a estar, manejando explosivos y rifles láser, no discutiendo con maquinitas sobre la conveniencia o no de cortar un césped alienígena. Sin pensarlo dos veces, lanza un laser de baja potencia contra el casco de la nave para probar el efecto sobre las vegetación que rodea la Zelonia.

—Aquí tienes tu prueba, doctora... ¿qué te parece?

La parte de la nave que ha sido golpeada por el láser se encuentra libre de vegetación y, lo más curioso de todo, no existen microperforaciones que hayan quedado al vacío. Una especie de emplasto tapona los pequeños agujeros. Sea del tipo que sea la sustancia que segregan las plantas, funciona como un aislante de primera calidad.

—Eso sí que no me lo esperaba —murmura Jessie y vuelve a alzar la voz dirigiéndose a Devra con tono de sorpresa—. ¿Tú sabías que iba a pasar eso?

Ante lo que La soldado Van Damme hizo, la confusión se apodero de Aoi.

Eso, si que no me la esperaba, ¿Que tanta suerte hay que tener para que cosas como estas ocurran?

Aoi, parecía que tartamudeaba, la IA dijo una cosa, y no contrasta con lo que la soldado hizo.

—Co,co, como. *Tartamudear* intentando aceptar lo ocurrido, después de estar atónita por unos segundos, se lleva los dedos (medio y anular) a la frente, como si fuera un personaje de anime cargando Chakara o Ki—. No importa, ¿me informarían por favor, como procederemos a continuación?

La planta alcanzada por el láser disparado por la soldado Jessie Van Damme ha sido completamente atomizada. Una pequeña parte del fuselaje de la nave Zelonia ha quedado al fin al descubierto. La pintura ha sido eliminada de su superficie por el impacto de meteoritos de pequeño tamaño, totalmente imperceptibles desde la distancia. Desde la cercanía, y gracias a la luz del sol de ese sistema, pueden verse los pequeños boquetes como agujeros de viruela en la piel. El borde de la superficie ocupada por la planta parece comenzar un violento movimiento.

«Se está regenerando», advierte la IA con su meloso timbre de voz. «Pero el ritmo es lo suficientemente lento como para que transcurran más de dos horas antes de que la superficie quede de nuevo cubierta. En caso de abordaje, y una vez despejada la zona del pecio espacial por donde quieren entrar, habría tiempo suficiente para salir. En caso contrario, yo misma podría quemar la zona por la que precisasen huir».

Estar encima de la nave espacial abandonada tanto tiempo atrás produce la misma sensación que estar posadas sobre un cementerio espacial o una estación orbital abandonada. El silencio del espacio es atronador y la sensación de vacío sobrecogedora. No existe nada vivo, que se sepa, a millones de megapársecs de Gaia. Si algo ocurriese, se tardarían meses en enviar una operación de rescate... para la operación de rescate de la información de la Zelonia.

«Por favor, ruego a mis compañeras biológicas que comiencen las operaciones precisas para el rescate de la información científica y, en el hipotético caso de que fuera posible, cualquier superviviente».

«Interesante...»

Es lo que pienso al ver cómo impacta aquello sobre la planta y su reacción a esto. Es increíble cómo resiste al daño, tomándose su proceso de regeneración sin extinguirse en absoluto. Sin dudas sus propiedades son muy interesantes, considerando que puede usar como una armadura dependiendo de su influencia con otros elementos. No me atrevería a que hiciera contacto con la piel humana, podría ser demasiado peligroso. 

—Tomaré la muestra ahora mismo, considerando que le has dado un bonito toque.

Es lo que digo y me preparo a ello, tengo el traje puesto y el maletín en la mano. No necesito nada más, además considerando la forma en que está ubicada la nave, no debería ser un problema. Aunque ya en la enfermería debería aislar esto por si comienza a tomar forma o buscar un elemento al cual adherirse. Es un peligro, pero por el bien de la ciencia lo amerita. 

—Cuando lo dispongan, desciendo. 

Samantha enarca una ceja ante el ofrecimiento de Etreria. Siempre que te convenga parece decir. Su desconfianza empieza a alcanzar cotas intolerables. ¿Qué hubiera pasado de no escanear a fondo aquellas plantas?

-Nos podemos encontrar con el mismo problema en el interior. Jesse, coge el armamento y todo aquello que pueda incinerar completamente esas plantas. Vamos a salir, doctora, pero no se demore con las muestras. Puede que ya haya resultados en los computadores del laboratorio.

Viendo que todas ya aparentemente decidieron que harán, yo me preparé y antes de que se percatarán me puse un traje de polímeros experimental, que observe. Espero y no ocurran reacciones alérgicas. Tomando mi kit avanzado de herramientas y un detector de calor. Me pongo a la entrada esperando a la soldado y la Comandante, La Doctora Leclerc parecía tan animada, por la idea de salir, que estaba dos pasos delante de mis movimientos.

Muy motivada, no Oisha-sama.

Sonriendo, apunto a una compuerta señalando el destino.

Mientras se pone el traje, y con la excusa de chequear todo, ocultándose a Etreria, Samantha le dice a Aoi:

—Vamos a hacer una derivación de los sistemas de control de fuego a nuestros cascos MM. Por si Etreria decidiera que son más interesantes esas plantas que nosotras.

Después de las comprobaciones, se gira y ya en voz alta, con los brazos en jarras, hace repaso del material de que disponen. No saben lo que se van a encontrar (*). 

—A ver, Jessie... ¿qué nos has traído? El armamento balístico no será útil para abrirnos paso si hay más plantas de esas en el interior.

Jessie mira con una mueca humorística a su Colmenárez.

—¿Por quién me tomas, comandante? —pregunta de manera retórica—. El armamento de proyectil ya se consideró bastante inútil desde las revueltas de las colonias de Marte. No obstante, he traído algunas… Pero para vosotras tengo tres bláster láser de intensidad media. Destruyen cualquier cosa biológica y dañan bastantes armaduras, pero no destruyen la propiedad privada. Es el arma capitalista perfecta.

Y de debajo de su asiento saca un arma de asalto de mayor longitud que su brazo extendido. El diseño del arma tiene una innegable belleza, pero su poder de disparo parece que está muy por encima de los blásters que acaba de repartir a sus compañeras.

—Este es "Deckard" —presenta el rifle con una enorme sonrisa de satisfacción—. Deckard, no saludes a las señoras, que eres mío. Es un fusil de asalto. Dispara ráfagas de plasma en forma manual o semiautomática.

En ese momento se oye la voz de la IA de Eretria.

«Las armas de plasma están prohibidas en las misiones de rescate y exploración biológica según los acuerdos del Mar de la Serenidad de…»

La melodiosa voz de la IA fue interrumpida por la soldado.

—Tú di lo que te dé la gana: prefiero tener esta arma y no necesitarla, que necesitarla y no tenerla —replica con descaro—. Si no te parece bien, puedes enviar a otra soldado a la misión… ¡Ah, espera, que no hay otra!

Tras realizar un exhaustivo análisis de la vegetación que cubre la Zelonia y que es fácilmente barrida por un láser de baja potencia, la tripulación de la Eretria se siente más animada a iniciar el descenso sobre la nave varada. La doctora Lecrelc se dispone, con gran entusiasmo, a tomar unas muestras de la vegetación mientras sus compañeras se mentalizan del objetivo: la puerta de acceso manual al pecio. Afortunadamente los trajes disponen de un equipo pequeño de jetpac para realizar maniobras en el espacio. Su autonomía no es muy grande, pero lo suficiente para corregir malos movimientos.

Una vez puestos los trajes espaciales, se abre una pequeñísima sala previa a la apertura al espacio exterior. Eretria realiza una última comprobación de los trajes, que previamente ya han sido revisados por las propias astronautas, e ilumina una pequeña luz verde en el casco que indica presurización perfecta. La puerta a sus espaldas se cierra y, tras un minuto, se abre la que da al espacio exterior. Un espacio que parece menos oscuro en ese instante, dado que las luces de las estrellas iluminan su salida al vacío. A sus pies, la nave Zelonia se extiende a lo largo de lo que parecen kilómetros.

Leclerc es la primera en salir, descendiendo con pasos lentos hasta tocar el área del casco de la nave que no tiene vegetación. El resto del equipo, Van Damme, Colmenárez y Mei, orgullosa de llevar un traje experimental, van detrás de la doctora con movimientos lentos y precisos.