Partida Rol por web

—¡No es suficiente! —brama Samantha a través de los comunicadores al ver que los haces concentrados no detienen a la criatura. Vuelve a abrir fuego, esta vez formando un arco a su alrededor, haciendo estallar las luminarias y las consolas en la esperanza de que se produzca un cortocircuito o un fuego, algo que la retrase (*).

Y continúa retrocediendo hacia la otra salida.

—¡Moveos, joder! Devra, sal con esa mierda de datos. Jessie, con ella —decide, tras comprobar que el armamento de la soldado es inefectivo.

—Viendo, que claramente no soy la persona más adecuada para portar está arma... —Le arrojo el arma a la Comandante, ya que es la mejor en lo que se refiere a armamento por aquí, después de Jessie—. Estaremos más seguras con eso en tus manos.

Después me coloco detrás de la Comandante.

—No muera tan pronto... —exclamo con preocupación.

«Atención, por favor, comandante Colmenárez y tripulación. Acabo de acceder a los sensores de larga distancia. Un fragmento de residuos espaciales de 3 toneladas de masa se aproxima a la nave a una velocidad de 65.230 kilómetros por hora. En diez minutos, aproximadamente, se producirá la colisión. La posibilidad de supervivencia es del 0%».

La comandante ha hecho explotar una serie de luces provocando una serie de cortocircuitos y pequeñas explosiones que han conducido a la aparición de un incendio en las computadoras cercanas a la criatura. Asustada por el fuego, la cosa retrocede por primera vez. Sus múltiples piernas caminan hacia atrás como si se tratase de una grabación que se reprodujese en sentido inverso. Puede que vuelva a avanzar otra vez, pero por el momento la líder del grupo de ha creado una brillante distracción útil.

Horrorizada por la orden de la Comandante y por la situación en sí, desvío la mirada hacia Jessie y le indico con un gesto que es hora de salir. No quiero dejar a Samantha allí, es importante que esté con nosotras y por ello no dudo en decir algo al respecto. 

—¡Como sea te vienes! 

Y parecía una orden, una que acorde a lo que está por suceder es lo indicado. No lo dudo, comienzo a correr y buscar la salida aprovechando la distracción y deseando que las chicas me sigan. Debemos abandonar esta nave, tenemos que salvarnos sea como sea. 

Una sonrisa aflora en el rostro ceñudo de Samantha.

—No pienso quedarme, pero voy detrás de vosotras —grita sin dejar de disparar a todo lo que pueda explotar.

En cuanto cruzan el umbral, aprieta el control de cierre y lo vuela con una descarga. La cosa destrozó la esclusa casi sin esfuerzo, pero esos pocos segundos pueden suponer la diferencia entre la vida y la muerte.

—¡A la Tears! —Hay que girar a la izquierda en la próxima intersección— ¡Aoi, usa tu holotableta (*) para comprobar el camino!

-¡En camino Comandante!... Hizo una pausa, no menor a dos segundos, antes de que tuviera el sensor y mapa de la nave directamente en la Holo-Tableta.

Esperemos que esto sea pronto. Verificaba las señales y se movió. -Por aquí. Exclamo mientras iba por un pasillo recto. Que pasa con este aparato. Lo volteo y presiono un botón de señal de largo alcance. Mejor para respuestas instantáneas de la Tears.

El recorrido marcado por la holotableta de Aoi Mei lleva al grupo de astronautas de la Eretria por una serie de pasillos que parecen ser todos iguales, si bien sus iluminaciones apuntan a que no es al caso. La criatura ha quedado temporalmente retenida por el fuego iniciado por la comandante Colmenárez, si bien es probable que no dure para siempre. Una de las salas, algo mejor iluminada que el resto, tiene mobiliario que se extiende de izquierda a derecha pegado a un lateral, recorriendo toda la sala hasta el final.

En el centro de esta hay varias isletas de metal a modo de mesas de trabajo donde se pueden apreciar equipos de laboratorio, alguna probeta y tubos de ensayo que hacen referencia a algún experimento llevado a cabo por los científicos de la nave. Todo el material se ha deteriorado por el tiempo y es inservible.

Apoyado en una esquina de la sala, las cuatro mujeres encuentran el cuerpo sin vida de una mujer. Una holoplaca la identifica como Helena Huftintong, jefa de grupo. Presenta una perforación en la cabeza y, a su lado, tiene una extraña máquina que la doctora Leclerc identifica perfectamente: se trata de una pistola de aire comprimido que sirve para inyectar viales y que posee un regulador. Con un rápido vistazo comprueba que se encuentra al máximo de su potencia.

Resulta obvio que la doctora Huftintong decidió acabar rápidamente con su vida por alguna razón que, a estas alturas de todo lo sucedido, es bastante comprensible.

En las pantallas que rodean toda la sala comienza a aparecer una única frase que se repite una y otra vez sin descanso:

«Fallo en todos los sistemas».

El escenario es cada vez más tétrico y hostil, pese a estar más o menos contenida la planta que nos puede con un solo movimiento arrebatarnos la vida. Aún así, siguiendo los pasos de mis compañeras damos con unos pasillos que me resultan todos iguales y al dar con otra sala más, compruebo todo el material médico que allí se encuentra. 

Con un suspiro que se escapa de mis labios, prefiero no detenerme demasiado en ello porque tenemos un tiempo gratis hasta que el fuego no coarte más el movimiento de la criatura. Por esa razón le indico a mis compañeras que sigamos avanzando, debemos encontrar la salida y una forma de eludir aquel enemigo potencial. 

—¿Hay alguna forma de ir cerrando puertas a medida que avanzamos?

—Veré que puedo hacer al respecto Doctora Leclerc.

Mientras avanzaban, Mei accedía a Control Maestro/Administrador a través de la Holo-Tableta para intentar satisfacer las preocupaciones de la Doctora. No sé cuánto podríamos tardar. Revisó todo lo que viera al alrededor, para intentar hacer algo improvisado pero era inútil.

Eureka, puede que salga mal, pero es lo único que se me ocurre. El típico bombillo de idea sobre la cabeza de Mei, sería ideal para el rostro de alegría que tenía.

—Tengo una idea, pero requiero armas y alguna que otro material útil, pero ya.

Hacer un Taladro Panzer improvisado, colocando a potencia máxima un arma común, era lo que Mei había pensado.

-Buena idea, Leclerc -dice Samantha mirando a su alrededor, pero procurando no fijarse demasiado en el cadáver. Le produce una sensación tremenda de desolación. Aquello parecía una amalgama de seres humanos... ¿sentirán algo? 

Son buenas, piensa para sí, cuando Aoi se pone a trabajar rápidamente.

-Veamos, venimos de la zona científica, hemos dado un pequeño rodeo por la sección hidropónica -no quiere molestar a Aoi, Samantha cree que puede orientarse bien en la Zelonia sin los datos de la holo de la ingeniera (*)-. Más adelante hay un cruce, sección de recreo y luego creo que debería estar la esclusa.

-Jessie, ¿ves algo adelante?

El invento improvisado por la ingeniera Aoi Mei gracias a la sugerencia de la doctora Leclerc es un éxito. La comandante Colmenárez se pone nuevamente al frente guiando al pequeño grupo por los interiores de la nave aunque ignorando deliberadamente las indicaciones de la holotableta de la ingeniera Aoi Mei que, e pesar de todo, había encontrado gracias al artefacto un camino hacia la nave de exploración. Una pequeña nave que ahora debe hacer las veces de bote salvavidas. El despegue debía producirse a la primera o no habría tiempo de un segundo intento dadas las actuales y apuradas circunstancias.

Convencida del camino correcto a seguir gracias a sus recuerdos del modelo de la Zelonia y a su propia intuición, la comandante dirige el camino del resto de las astronautas mientras se adentran por los pasillos a gran velocidad. Según van dejando atrás puertas de departamentos teóricamente estancos Mei va bloqueándolas al tiempo que detrás de ellas, a una distancia indeterminada, la criatura ruge. Su asonancia es tan salvaje y enloquecedora que pone los pelos de punta incluso a la curtida Jessie Van Damme, que se ha enfrentado a la muerte durante años.

—No hay ningún obstáculo más adelante —informa la soldado sin dejar de apuntar con su arma hacia delante y dejar traslucir su miedo—. De hecho, creo que tenemos el peligro por todas partes menos por delante.

Un par de segundos después, la computadora de la nave lanza otro aviso a través de los altavoces:

«Atención, por favor, comandante Colmenárez y tripulación. El bólido de escombros colisionará con la nave Zelonia en tres minutos. Ruego que abandonen la nave lo antes posible».

En ese momento el grupo ha alcanzado la sala de descomprensión que conduce al exterior de la nave Zelonia. La esclusa se encuentra allí, tan cerca y tan lejos, y al otro lado, tras unos cuantos metros de maniobras por el espacio se encuentra la H1-Tears, la única salvación existente. Al otro lado de la puerta, la atrocidad salida directamente del infierno derriba otra puerta y se aproxima a la posición de las cuatro astronautas con letales intenciones.

Unos cuantos metros que debían recorrerse en los próximos tres minutos antes de que el cuerpo estelar chocara con la nave o que la criatura alcanzara su puerta. Lo que ocurriera antes.

—Vamos, vamos —Samantha activa la secuencia de apertura de la esclusa al exterior sin dejar de zapatear levemente en el suelo y mirar por el cristal hacia el interior de la nave.

—No debería tardar más que unos pocos instantes. Que equilibre la presión con el exterior para no salir despedidas. Luego un saltito y a la Tears.

Atenta a cómo va escapando el aire de la sala de pronto piensa y lo dice:

—Deberíamos volar esta maldita nave. Aoi, Jessi, ¿podríamos hacer algo desde la Etreria? Somos una mosca en comparación, pero si disparamos todo lo que tenemos a la planta de potencia ahora que la hemos activado... Si los escombros no la destruyen, quiero decir.

Lentamente, la esclusa exterior empieza a abrirse...

Se pueden disparar los torpedos fotónicos aumentando su potencia puenteando el flujo de energía que va a a los motores hacia el sistema de armamento. Es arriesgado, pero podría conseguir que la nave Zelonia volase en mil pedazos.

A la doctora Leclerc no le queda claro que explotando la nave se acabe el problema debido a que la espora de la planta alienígena parece sobrevivir sin problemas al vacío. Comprende la medida, pero no la considera definitiva. No obstante, no hay otra opción posible en esas circunstancias, no se puede buscar otra opción.

Es una proeza y la idea había funcionado más que bien. Estoy orgullosa de ello, aún así el corazón lo tengo en la boca porque es una de correr y huir de aquella amenaza que en parte es culpa de nosotros, los humanos. Por esa razón mientras tenemos en vista la única posibilidad de sobrevivir, surge otra opción que me alerta en demasía y logra que desvíe la mirada hacia la Comandante. 

—No, esto sobrevive al espacio. Es mejor dejarla en la nave, encerrada y aislada porque seguirá siendo un peligro para todo aquel que se lo cruce. 

Es mejor dejar todo como está, pensando en los demás y en el futuro de la humanidad ante esto que nos supera. Es mejor salir de allí, dejar esto atrás y terminar con la misión. 

—Se pueden disparar los torpedos fotónicos aumentando su potencia puenteando el flujo de energía que va a a los motores hacia el sistema de armamento. Sus palabras aunque tardías se vieron iluminadas por el razonamiento y la desesperada manera de buscar una salida para este problema de magnitudes catastróficas. Aunque... Se llevo el dedo índice de la mano izquierda a los labios. Puede que estallemos en mil pedazos, como un átomo antes de la fusión nuclear, creo que el riesgo lo vale. Miró a todas esperando respuestas notorias o mejores soluciones.

—... Lo pensamos cuando estemos a salvo. Doctora, no me gustaría dejar eso en una nave.

La esclusa se abre.

—Jessie, encabeza la marcha, luego vosotras. Yo iré detrás por si alguien tiene problemas. En cuanto llegues a la Tears ponla en marcha, Jessie.

—Vamos, vamos.

La última esclusa que permite la salida al espacio exterior se abre una vez se ha cerrado la interior del habitáculo de descompresión y se ha vaciado el aire. La visión del espacio infinito lleno de estrellas resulta, de alguna manera, tan escalofriante como esperanzadora. No se escucha a la espantosa criatura surgida por accidente de una probeta humana avanzando lentamente hacia el grupo de astronautas del equipo de rescate, aunque la ausencia de aire bien podría ser la responsable de esa situación. Sea como fuera, la escasa ventaja que le han tomado parece ser suficiente para poder escapar. Pero ninguna de ellas olvida que la planta es capaz de sobrevivir al espacio y, por ende, una mejora genética en forma animal también debería serlo.

Jessie se coloca el arma a la espalda, donde queda anclada magnéticamente y comienza a dar los primeros pasos por el fuselaje de la nave. Algo intranquila, mira hacia el espacio como tratando de ver el bloque de materia que colisionará con la nave en escasos minutos. Obviamente no es capaz de alcanzarlo a simple vista. No por el momento. Tras ella, el resto de las astronautas la siguen en el paseo espacial más breve y al tiempo más angustioso que hayan podido realizar hasta ese momento. No sólo sus vidas están en juego, sino que arriesgan una muerte lenta y dolorosa a manos de ese ser que bien podría alcanzar Gaia. Una vez allí, resulta difícil saber si podría ser detenido con facilidad o se convertiría en un superdepredador natural para el ser humano.

Jessie es la primera en subir las escaleras del casco de la Zelonia y alcanzar la nave de exploración H1-Tears, cuya puerta abre gracias al sencillo mecanismo exterior.

—Id pasando —les dice a sus compañeras—. Yo seré la última en entrar en cuanto haya comprobado que esa cosa no sale…

Una a una, Colmenárez, Leclerc y Mei se van colocando en la relativamente pequeña nave de exploración. Jessi echa un último vistazo antes de cerrar la compuerta. Ocupa su sitio al frente de la nave, para pilotarla salvo que la Comandante tenga alguna otra idea en el último momento. Rápidamente, enciende los motores.

«Impacto inminente», dice la voz metálica de la Inteligencia Artificial a través de los cascos.

En ese momento se percibe una trepidación enorme en la nave, unida a una vibración que parece que va a desgarrar la H1-Tears y a las astronautas con ella. El fragmento espacial ha chocado con la nave Zelonia y la ha atravesado brutalmente. Llamaradas salen del interior y se extinguen a escasos metros del casco, cuando el oxígeno se agota. La nave científica comienza a despedazarse en miles de fragmentos que se separan con cierta velocidad unos de otros. Puede ser el fin.