Partida Rol por web

Mulindersgolithryn III de Antanaria seguía en su nave, la Utopía, en Agosto de 2010, orbitando el tercer planeta del sistema solar. Había llegado hasta allí tras tratar de regresar a su casa infructuosamente en dos ocasiones. La nave había sido alterada y no retenía muchas de las características originales de su diseño, pero a ojos ajenos seguía siendo una visión portentosa... si es que llegaban a verla. La nave, entre otras capacidades, es invisible a simple vista y casi ningún sensor es capaz de detectarla si no se desea. Eso y su medio millón de robots permitiría alcanzar a la nave una edad venerable, simplemente manteniendo los comandos de su diseñador, pero éste estaba un tanto desesperanzado. Aunque Mulin está completamente decidido a seguir intentando volver a su hogar y pese a ser una de las mentes más brillantes de su planeta natal y tal vez incluso del universo, incluso él necesitaba descansar, desconectar y entretener la mente en otros asuntos. Ese era el cometido de Radamante.

Cada vez que lo necesitaba, Mulin se dirigía a su nicho de transferencia, una pequeña cama habilitada en enfermería donde un robot le monitoreaba y se encargaba de atender sus necesidades fisiológicas. Allí Mulin traspasaba su consciencia a su "avatar", una especie de clon para invocar el cual no necesitaba en realidad ningún aparato, pues suponía una suerte de alter ego clónico, con la comodidad de no caer rendido al suelo, golpeándolo inutilmente con su débil cuerpecillo.

Radamante es un nihilista. Sólo es levemente consciente de estar viviendo más allá de un sueño y está poco interesado en posicionarse filosóficamente sobre su existencia, su derecho a la misma o sobre la existencia de Mulindersgolithryn. Apenas puede sentir la presencia de su creador, sólo como una mera sombra cuando duerme su sueño de un sueño... La mayor parte de las veces se centra en experimentar, disfrutar y aprender, tal vez como una forma de evadirse de la cruel realidad. Tiene conciencia, pero más que de sí sí mismo, de lo que debe hacerse y, aunque es dado a buscar el simple placer, sabe que la injusticia debe combatirse, que el mal no debe triunfar. Y lo ha hecho, parando a delincuentes de poca monta, salvando a algunas personas de muertes accidentales o violentas. Tal vez sus concepciones sean un tanto estereotipadas, pero son más instintos que reglas y, de hecho, éstas últimas y él no se acaban de combinar demasiado bien. Ha delinquido. Robado pequeñas cantidades, bueno, pequeñas fortunas, para invertirlo en caprichos para él y para otros (juego, fiestas, atracciones, regalos, caprichos). Toma lo que quiere en sólo un pestañeo, pero su instinto de supervivencia innato le ha obligado a apartarse de caminos demasiado peligrosos (como las drogas) y su conciencia a no cometer actos malvados o injustos (bueno, al menos no muy injustos).

Sin embargo, su gran debilidad es otro vicio: las mujeres. Por ellas ha adoptado diversas apariencias. Por ellas ha gastado pequeñas fortunas. Para ellas ha posado, cantado, bailado... Con ellas ha disfrutado numerosas noches... Y sin embargo una pequeña punzada de malestar le asalta cuando piensa en cuántas mujeres ha abandonado, cuántas parejas no ha tenido y cuántas mujeres no ha podido acariciar al despertar en la misma cama a la mañana siguiente. Tal vez eso le ha empujado hoy a resistirse a dormir, a resistirse a despertar de su sueño de avatar... Hoy es un nuevo día, ha amanecido al lado de la hermosísima Francine Chifflet y es feliz a la luz del amanecer en París, en una opulenta habitación de un hotel con vistas al Panteón parisino.

10 de Agosto.

Llaman a tu habitación. No tienes ningún motivo para pensar que no son del servicio de habitaciones, así que abres y encuentras a un hombre sonriendo:

- ¿El señor Radamante, verdad? -te mira no muy convencido.- ¡Hola! Me llamo Vincent Fox. Dirijo la creación de un nuevo equipo de superhéroes y usted esta muy bien valorado en los informes de los que dispongo, así que es uno de mis primeros candidatos. ¿Estaría interesado? Intento establecer una reunión para...

Francine aparece envuelta en la sábana.

- ... ¿Hola?

No parece haber escuchado el principio de la conversación.

-Emmm, ¿me disculpa un momento? Gracias... -no he acabado de decir esto cuando ya estoy cerrando la puerta en las narices al pobre ¿agente?, cosa que sucede realmente rápido, evitándose milagrosamente el portazo.

-Buenos días -digo con una sonrisa "Profident" mientras me acerco con toda la seguridad y cotidianidad del mundoa a la bella francesita, salpicando mi movimiento de mi profunda capacidad de resultar sexy, y le planto un suave y rápido beso en los labios- No te preocupes, vuelve a la cama, estaba encargando el desayuno, es lo mínimo que puedo hacer...

De nuevo, sin dar tiempo a reaccionar a la persona con la que estoy hablando, dejo con la palabra en la boca a la adormecida Francine, recorro en dos zancadas la distancia que me separa de la puerta esforzándome conscientemente por no llegar ahí en un parpadeo o atravesar la puerta. Abro la puerta y la cierro tras de mi, asegurándome que el cartel de "no molestar" está colgado del picaporte exterior de la puerta.

-¡Hable en voz baja, demonios! -digo en un susurro de curiosa intensidad- Sabía que tarde o temprano pasaría esto... deme una tarjetita o algo con la hora y lugar y hágame el favor de encargar un desayuno continental para esta habitación, ¿de acuerdo? -estoy contrariado, pero doy por hecho mi asistencia, espero que con eso le baste. Al fin y al cabo ¿qué puede hacer si me niego?

- Eso es magnífico. Pero... -pausa durante un instante, como dándole teatralidad- no me gustaría que perdiera la tarjetita, que por otra parte no tengo, y el equipo quedara incompleto porque se ha olvidado o este con la señorita. ¿Como podría contactar con usted, por si eso ocurre? Mire, ¿que tal si le pido el desayuno y dentro de 2 horas nos vemos en la cafetería de la esquina?

Vincent parece el tipo de persona que pueda alargar una conversación sin llegar a ningún sitio.

-Dos horas, cafetería de la esquina. Correcto. Pida ese desayuno completo... -digo a la vez que examino la hora directamente del reloj de la muñeca del agente. Importunarme por la mañana no parece mejorar mi humor y soy dado a la acción, no a la planificación, así que si en algo ha contribuido esta breve reunión ha sido a molestarme. Sin pérdida de tiempo vuelvo a introducirme en la habitación cerrando tras de mi con cuidado.

-Desayuno encargado. Buenos días, Francine. Aprovechando que estás despierta ¿se te ocurre algo que hacer mientras esperamos a que nos lo suban? -digo con una amplia, sincera y pícara sonrisa.

- Si, se me ocurre algo -contesta Francine con una sonrisa pícara.

...

- ... Y por eso no hay que dar crédito a la publicidad de insecticidas -concluye Vincent después de un largo monólogo, mientras os sirven vuestros pedidos-. Bueno, señor Radamante, a lo que íbamos: la reunión es el 24 de agosto en Viena, en la entrada del museo nacional a las 09:00 horas. Dígame, ¿cuento con su asistencia asegurada? ¿Tiene algo que preguntarme antes de conocer al resto?

-Ummm, por partes:

a) ¿Quién es usted? ¿Trabaja para alguien? ¿Para quién?

b) Ha dicho superhéroes... así que es para luchar contra "el mal"... ¿en general o tienen algo en mente?

c) ¿Hay patrocinador? ¿Quién paga las facturas y porqué?

d) ¿Cómo demonios se las ha ingeniado para localizarme y saber quién era? ¿Qué sabe de mi y cómo lo ha averiguado?

La ráfaga de preguntas queda en el aire mientras Radamante se cruza de brazos en su versión viril y bien plantada de un francés cualquiera. Si fuera azul en estos momentos la conversación sería probablemente de otra clase.

- Vale, contestaré por partes. Yo soy Vincent Fox. Si, trabajo para una autoridad superior. He dicho superhéroes para luchar contra el mal en general, pero normalmente se le asignarán objetivos; mientras yo dirija el equipo, hay al menos un objetivo. El patrocinador es la autoridad superior; ¿por qué las paga? Bueno, si la Agencia esta por encima de los políticos, y ya SE SUPONE que los políticos tienen el deber de trabajar para el pueblo con los recursos que ellos les proporcionan, digamos que la autoridad superior tiene aún más obligaciones. Y por último, como le he localizado... tengo pequeños informes de usted, y personalmente le he seguido durante unos días.
Debo añadir además que usted ha sido muy difícil de seguir. No solo le he perdido cuando aumentaba su velocidad, lo cual debo añadir que ha ocurrido asiduamente, sino también me ha parecido perderlo completamente alguna vez. Por lo que debo sospechar que a veces, por mero gusto, se va a otra parte del mundo, ¿no?

Después de soltar la charla, se bebe el café de un sorbo. Vincent se muestra como un tipo difícil de sorprender, así que no parece cohibido delante de alguien tan, como mínimo, sorprendente y excepcional.

-Parece sincero. Tiene mi interés. Cuente conmigo para la reunión del 24 en Viena ante el museo nacional. A las 9h, ¿verdad? Emmmm, ¿puede recordarme qué día es hoy? -digo con una sincerísima expresión de inocencia, apenas aderezada con un mínimo de vergüenza por reconocer que no sabe qué día del mes es.

- Tenemos un acuerdo entonces. Hoy es 10 de agosto. A los que se mueven de forma normal tengo pensado darles un billete de avión. ¿Debo suponer que usted ira corriendo, o quiere uno?

Se levanta de la mesa, paga la cuenta y se va.

- ¡Buena suerte con la señorita! -te grita desde lejos antes de desaparecer.

-No me apetece pasarme varias horas encerrado para llegar a un lugar donde tardaría segundos en estar, pero tal vez a alguien sí le apetezca...

Así es, un viaje gratis a Viena para Francine no parece estar mal del todo, teniendo en cuenta que me "obligan" a ir. Que menos que invitarla a Viena unos cuantos días. Lo cierto es que nos acabamos de conocer, pero nunca se sabe cómo van a ir estas cosas... Y si ella no puede, bueno, tal vez alguna otra pueda... Unos cuantos días por París no me harían daño, ¿verdad?

Vincent aparece en el hotel cada pocas horas normalmente. A la semana os marcháis camino a la siguiente misión, pero antes tiene una curiosa charla contigo:

- ¿Sabes, Radamante? En el expediente que tiene la Agencia sobre ti aparece una nave, que al parecer orbita sobre la Tierra, con la que intentan relacionarte de alguna manera. No sé si realmente estás conectada a ella, pero si así fuera, permíteme teorizar sobre ese lazo: tú serías una especie de soldado que esta evaluando la Tierra, transmitiendo información sobre ella a un grupo militar y científico, con los posibles fines de evaluar la humanidad como un peligro para tu civilización o corregir un avance evolutivo no correcto, o sea, guiarnos al paraíso del que vosotros gozáis. Obviamente tu no me lo vas a contar -ensancha aún más su sonrisa habitual-, y de hecho tampoco me es necesario saberlo. El caso es que si así fuera, ¿no te sientes en cierta forma prisionero de tus superiores? Puede ser que sus opiniones respecto a la Tierra no coincidan con las tuyas, y tú tendrías tu forma diferente de proceder; por otra parte, si fuera el segundo caso, ¿acaso no plantea un problema ético esta vigilancia superior?
¿No ansías, Radamante, la absoluta libertad tanto para ti como los humanos la ansían para si mismos? -pregunta finalmente para acabar con su monólogo.

-Si lo de la nave fuera cierto y fuera un soldado evaluando las fuerzas de la Tierra, tras esta conversación no tendría más remedio que hacerte desaparecer para no ser detectado y que no obstruyeras nuestros planes de conquista... ¿Los humanos sois siempre tan paranoicos? Fascinante. Una simple, satisfactoria y divertida existencia no puede ser un fin en si mismo, ¿verdad? Dado que nadie le ha pedido consejo sobre la metafísica de su existencia, le recomiendo que deje de incordiar o se encontrará con que estará hablando con el aire, ¿entendido? -Radamante cabreado, vaya, esto era nuevo... ¿Estarían hablando por él, como si fuera un robot teledirigido o sería algo más? ¿Se le puede aplicar la psicología humana a un alienígena humanoide? Ummmmm.

Parece que Vincent va a contestarte, pero entonces huele tus feromonas...

- Um, señor Radamante... dígame, seguro que su cambio de forma no esta limitado a varones, ¿verdad? -dice mientras pone una cara que intenta ser insinuante, como de película.- Yo también deseo compartir esa existencia simple y divertida, pero sobretodo satisfactoria, que usted pregona.

Una amplia sonrisa aparece en el rostro de Radamante.

-Por supuesto que no, señor Vincent, por supuesto que no... -dice insinuante el progresivamente menos masculino Radamante- Esta es la primera vez que cambio de un sexo a otro delante de alguien. ¿Te gusta? -añade el alienígena mientras le acaricia el pecho con sus suaves manos femeninas. A continuación se frota contra el reclutador, dándole una muestra del tacto que ofrecen sus recien surgidos turgentes y esculturales pechos femeninos- Diría que sí...

Radamante "embistió" contra Vincent casi violentamente, comiéndole a besos y empujándolo hasta la mullida cama. Era todo excitación, impetuosidad y lujuria desenfrenada. Y le gustaba jugar, como podría comprobar durante horas el, ahora, único varón de la sala.

[fundido en negro]

A la mañana siguiente Vincent se despierta y tarda un rato en asimilar lo ocurrido:

- Fue... increíble. ¡Pero eres un hombre! Bueno, no, pero si un varón en tu raza... -dice mientras te mira con cara de circunstancia.