Partida Rol por web

El grupo tomó una decisión: no atacarían a los elfos oscuros que les esperaban apostados en el torreón. Algunos -Johann-, con bastante buen criterio dadas las circunstancias no se fiaban del todo de aquel misterioso ciego que les había dado el soplo. En aquél mundo y en aquella época, un principio siempre estaba vigente: nada era gratis.

No tomaron la vía principal hasta su objetivo, la presencia, hipotética o no, de los "desolladores" les hizo dar un breve rodeo. Se internaron por callejuelas llenas de escombros, basura y charcos de agua. Un breve paseo que les hizo llegar hasta el barrio de los mercaderes.

En ningún momento bajaron la guardia, toda la ciudad era territorio enemigo. Hombres bestia, necrófagos, alimañas, otras bandas de mercenarios y demás peligros acechaban por doquier.

De tanto en tanto, oían ladridos y algún que otro grito lejano.

En cuanto entraron en el barrio de los mercaderes pudieron comprobar que la inmensa mayoría de los edificios se mantenían en pie, aquello denotaba que sus anteriores ocupantes habían invertido bien sus ahorros a la hora de buscar una sede a sus negocios. Sólidos cimientos, buenas paredes construídas por maestros canteros y techos de teja o pizarra. Aquí y allá se veían algún que otro agujero en las fachadas, donde habían impactado restos del cometa que se desprendieron al chocar contra la ciudad. Pero, en general, el aspecto no era tan terrible como el del barrio pobre.

De todos modos, ahí no había ni un alma.

Cerca de una plazoleta encontraron su objetivo: la fragua.

Al acercarse los vieron. Un puñado de lo que antaño fueron hombres, se arremolinaban en torno a un yunque o buscaban entre los restos ennegrecidos del horno; al parecer, aquellos inmundos seres se habían refugiado allí e iba a ser difíciles convencerles de que se marcharan. Ahora eran mutantes; los malsanos poderes del Caos los habían corrompido y sus cuerpos habían sufrido una asquerosa transformación, algunos llevaban un hocico más propio de un perro que de cualquier otro ser, otros, escamas por todas las partes de su cuerpo o incluso un tercer ojo en medio de la frente.

Uno de ellos, el del tercer ojo, quizá por su especial capacidad para advertir presencias extrañas, soltó un chillido, poniendo alerta a sus compañeros, que dejaron de rebuscar entre las cenizas.

Aún así, los aventureros se les echaron encima con rapidez, no iban a permitir que un puñado de malnacidos les robara el plomo que necesitaban.

Entre chillidos, balbuceos incomprensibles y gruñidos de todo tipo, comenzó un violento combate entre los aventureros y los antiguos ciudadanos de Mordheim.

Todos sabían lo que se jugaban, no habría cuartel.

Al parecer el ciego les había dicho la verdad, cosa que tampoco podían comprobar hasta que no revisaran la torre; si es que decidían hacerlo…

Aquellas bestias se encontraban cerca de su objetivo y obviamente nadie tenía la intención de razonar, por lo que sin mediar palabra, Johann y el resto, cargaron contra aquellos seres.

¡Aaahhg! – Gritó Krauser al tiempo que corría en dirección del mutante de tres ojos con la intención de asestarle un golpe mortal.

Con un gesto Rolde intentó parar a la comitiva que le acompañaba. Desenvainó su espada (ya que la daga la llevaba en la mano) y se preparó para el combate.

Cuando los seres les vieron, soltó una rápida plegaria a Morr para que los acogiese en su seno si caían y a Ranald para evitar que eso pasase.

-¡Kolek a muerte! - gritó a pleno pulmón.

Ataco al  primer  mutante  que se cruza en mi camino  pero  cuando levanto el martillo para   dejarlo caer sobre el hocico de perro golpeo  el tejadillo de la fragua   y  a poco  dejo caer el arma  .

Krauser fue el primero en atacar, lanzó un certero mandoble con su alfanje al brazo del mutante que tenía más cerca. El filo sajó la carne y mandó sangre disparada en todas direcciones, había seccionado alguna vena, seguro.

El mutante que se oponía a Mordekai vio pasar lejos el ataque del norteño, para su alivio. Luego, gruñendo como un animal salvaje, lanzó una puñalada con un viejo cincel de metal que portaba en su mano.

El rudimentario elemento metálico fue a herir al berserker en el brazo izquierdo, frecuente blanco de los ataques de sus enemigos, como pudo comprobarse con los hombres bestia.

Volvio a salir más sangre. Aunque esta vez, no tan salvajemente como en las anteriores.

Aghhhhhhh, pero es que  me habéis tomado  por un muñeco de entrenamiento.?.Balanceo el martillo  y lanzo un golpe desde abajo dirigido a la entrepierna del mutante.Espero  que sigas siendo lo bastante humano para que te duela engendro

Al ver el impacto de su primer ataque y el posterior golpe de Corvus, Johann se vino arriba. Sabía que tenían posibilidades de acabar aquello rápido y sin sufrir heridas graves.

Con rapidez lanzó un ataque descendente contra aquella criatura. Una vez la hoja había terminado el recorrido, aún sin saber si había alcanzado a su oponente, Johann volvió a lanzar otro ataque contra aquella cosa; esta vez en dirección ascendente.

Rolde corrió gritando hacia el mutante más cercano. Lanzó una estocada al corazón del ser, pero este le esquivó sin mayor dicultad.
Cuando el mutante se estaba preparando para devolver el ataque a Kolek, este lanzó a fondo el arma, directo hacia la cara del bendecido (o maldecido, según se mire) por los poderes de la disformidad.

Mordekai actuó con presteza, sin dejarse amilanar por el rasguño del brazo, que seguiía sangrando -poco-. El norteño usó su martillo para empotrarlo contra la entrepierna del mutante con el que luchaba. Éste, asombrado, no pudo hacer nada por esquivar su bien dirigido ataque y recibió en las partes nobles un brutal golpe que lo mandó al suelo. Allí, tumbado, entró en estado de shock y murió a los pocos segundos.

Por su parte, Johann lanzó dos mandobles con su acero; el primero amputó un brazo al mutante y el segundo lo partió por la mitad. Un montón de pedazos de carne cayeron al suelo. Definitivamente, aquel antiguo ciudadano de Mordheim estaba muerto y veinte veces muerto.

Rolde atinó a herir a su contrincante, pero éste siguió luchando, de hecho, lanzó un certero ataque con furia a la cabeza del noble ¿lo conseguiría esquivar?. Habría que verlo, de no tener éxito, iba a haber sangre...

De todas maneras, el saldo era muy favorable a los aventureros, aquellos mutantes tenían las horas contadas.

Con habilidad Rolde desvió el arma del contrincante, evitando que el temible golpe que había lanzado le diese en la cara.

Conforme paró lanzó otra vez la punta de su arma hacia el rostro del mutante, pero la precipitación le hizo errar el ataque.

Vuelve a empezar el combate, no te dejes llevar. Prepara, apunta y golpea, no lances ataques a lo loco. Joder, has entrenado demasiados años como para fallar ahora.

Con una rapidez endiablada Oskar atacó con su espada a uno de los mutantes produciéndole a este un corte en el torso, que casi seccionó en dos a la criatura. Con la sangre hirviendo en su cuerpo Oskar buscaba con la mirada más criaturas a las que enfrentarse.

Oskar, con gran profesionalidad, lanzó un tajo descendente que seccionó al mutante desde el hombro derecho hasta el costado izquierdo, dividiendo su cuerpo en dos mitades que cayeron al suelo con un sonido bastante asqueroso.

El nuevo acababa de demostrar su valía. Un golpe, un muerto.

Por su parte, el mutante que se enfrentaba al noble volvió a las andadas, sacudiéndo un golpe a von Kolek, con pocas consecuencias negativas para él.

Al ver que uno de los mutantes estaba atacando a Rolde, Oskar, apunto con su pistola y disparó al mutante; este grito como la vil criatura que era al sentir la bala caliente entrar en su cuerpo.

Oskar había eliminado a su oponente y tuvo tiempo de desenfundar su pistola de duelo. El arma, finamente trabajada, tenía una gran estabilidad y precisión, estaba fabricada para combates de honor entre nobles y en las distancias cortas era letal.

El mercenario preparó la llave, extendió su brazo y tomó puntería.

Acto seguido, apretó el gatillo.

Un fogonazo y un estampido seco seguido de una nubecilla de humo, junto con un olor a pólvora quemada que invadió las fosas nasales de los aventureros y los mutantes.

En cuanto se disipó la pequeña humareda, Oskar comprobó que el mutante que luchaba con Rolde había recibido un impacto. La bala de plomo entró en su brazo y se expandió al chocar contra el hueso, cortándolo de cuajo. El miembro amputado cayó al suelo junto con el arma que portaba.

El mutante lanzó un profundo chillido de dolor y pánico: estaba a merced del noble.

De un espadazo Rolde hundió su arma en la axila del mutante. Esperaba que eso fuese suficiente para acabar con él.

Con la daga se preparó para parar lo que fuese que hiciese el mutante a continuación, pero de pronto cayó en la cuenta de que le faltaba el brazo del arma.

-¡Jajajajaja!¡Gracias, Oskar!

Al ver cómo aquel engendro perdía el último aliento, Johann se dio la vuelta para observar la situación. Por lo que parecía el único oponente que podía presentar combate era el emparejado con la joven.

Con fuerza se lanzó a acabar con la vida del mutante que quedaba en pie.- ¡Uuaahh!- Gritó al abalanzarse sobre él.

El acero de von Kolek entró por la axila del mutante y atravesó su negro corazón. Al retirar el arma, un potente chorro de sangre salió despedido de la herida mientras el cuerpo inerte del enemigo caía al suelo.

Solo quedaba uno.

El último mutante se afanaba por eliminar a Ekhaterina, no obstante, Johann se le echó encima con gran salvajismo.