Partida Rol por web

El joven entró en las peculiares cuadras ocupadas por aquellos inciertos aventureros, le llamó la atención que fuese una mujer la que le diese paso al cubículo y no pudo disimular su más que interesada mirada. Tal vez no hubiese muchas mujeres en la colonia, o puede que las que quedasen fuesen de la primera generación de supervivientes de aquella luna.

Una vez que recordó a qué venía, y recordando que debía varias respuestas a aquellos osados personajes, optó por dejar parte de sus explicaciones a un pequeño dispositivo de grabación y reproducción de audio que dejó sobre la única mesa de la sala. Era sencillo reconocer el tipo de aparato por su diseño, pero era más complicado intuir cómo funcionaba, ya que parecía emplear una carcasa transparente de plástico, rellena con una bobina de algún tipo de plástico marrón muy fino a modo de soporte de memoria. 

Dean presionó un botón desgastado que hizo correr la cinta rápidamente en una dirección, antes de que este proceso hiciese que ese mismo botón saltase, momento en que presionó un hueco entre los botones del aparato con la punta de un lápiz, haciendo que aquello comenzase a emitir un distorsionado mensaje de voz, lleno de errores de audio y con varias canciones sonando por debajo, como si se hubiese usado aquello para grabar mensajes unos sobre otros, deteriorando el soporte analógico.

Una voz femenina desgranaba información, nerviosa.

- (...) tras el choque de la Desafiante, Reina Omni Suprema 9-4-9-0, Yanqui Helios Foxtrot. Aquí la cabo Victoria Bradlee, repito, Reina Omni Suprema 9-4-9-0. Nadie va a oír esto, he de hacer una confesión: Tras lo que hicimos en aquel bosque, esto casi parece placentero y relajante... Sin gritos, sin disputas, solo rocas y el tener que terminar con toda el agua. El capitán está convencido de que conseguiremos algo valioso aquí, una bomba de algún tipo... Tal vez algunos artefactos que podamos saquear, con los que desvalijar a algún anticuario.

La tal Victoria cayó por unos segundos, dejando escuchar la música grabada en el aparato con anterioridad, carraspeó y siguió.

- Aun así, será todo chatarra, dependemos de nuestra buena suerte. Al menos este lugar está desierto y no habrá hostilidades. El capitán sigue vigilando el páramo. ¿Cuál es ese dicho que tanto repite? Cuanta más dureza mejor, al menos hace buen tiempo, y más vale que esta dureza valga la pena, porque no me metí en esto para terminar naufragando en medio de ninguna parte. Como yo digo, Heureux comme un poisson sur la paille, pero la mitad de la tropa ha olvidado qué significan esas cosas. Otra misión excitante. Yanqui Helios Foxtrot 9-4-9-0.

Era difícil saber qué significaba gran parte de aquel galimatías, pero Dean presionó el botón de apagado de su aparato, eliminando el sonido de estática que comenzaba a reinar en el cubículo. Ante las caras de incomprensión de us interlocutores, continuó: - Este es un mensaje que recibimos hace unos días desde la superficie del planeta en torno al que orbitamos, es tanto la demostración de que hay más gente allí abajo como de que... Hay agua potable... Y puede que peces... Veréis, yo me he criado en esta colonia y estoy hasta los modrogos de estar aquí encerrado, sin espacio, sin intimidad, compartiendo mi oxígeno con el enfermo aliento de los viejos y enfermos. Si realmente se puede bajar al planeta, yo y los Lost Boys os ayudaremos a poner en movimiento vuestra nave, siempre que prometáis llevarnos allí. Soy amigo de Brekt y tengo mis propias herramientas, os garantizo que podemos conseguir los recambios necesarios.

RA extiende su mano hacia el dispositivo de grabación y reproducción que porta Dean. El sonido no es el aceptable, así que se plantea intentar arreglar el aparato. Suena extraño, la probabilidad de que haya sido alterado o falten partes es una noción que nace en la mente del androide.

- Disculpe, caballero -comenta RA con su modo de voz “caballero educado”-. Creo que ese aparato no funciona de forma correcta. ¿Le parece bien que le eche un vistazo?

La programación de RA le fuerza a revisar y reparar todo material que use la tripulación, así que de momento se ofrece a ayudar a Dean salvo que sus compañeros se opongan y lo consideren un enemigo.

- Si puedes arréglalo, entre cacharros os entendéis bien.

Me acerco al tipo que acaba de entrar y le dirijo una mirada severa, para que vea que no tengo ganas de perder el tiempo.

-Esa que habla en la grabación ¿es vuestra líder? la que va en ruedas.

- ¿Malta? No, en absoluto, esta grabación la escuchamos ayer y proviene del planeta, Malta no podría transmitir desde allí, aparte esa voz suena más joven, yo diría... Diría sexy ¿Si? Yeah.- El joven túzaro hizo un movimiento similar a un baile seguido de movimiento de vaivén pélvico antes de continuar, posiblemente imitando algún comportamiento que había visto en un vídeo o le habían comentado, pero que desentonaba con la triste realidad de la colonia lunar, como si imitase a un buen bailarín en una pista de discoteca de cercanías. - Esto viene del planeta, y seguro que es un puto paradise, ¿Sabéis? Yo creo que allí hay comida de verdad, y agua a espuertas y... Y chicas... Esta es una chica... Hay chicas y no nos quieren dejar bajar, porque cuando seamos padres comeremos huevos y otras mierdras que se dicen los viejos, Uh uh, los momios, y sus jodías reglas y todo por el satélite y córtate otro dedo Dean.- Las dudas de Claudia le habían hecho entrar en un bucle defensivo de sandeces y palabras en jerga que parecían formar parte de alguna lengua muerta. No tuvo ningún problema en alargar su casete a Ra y dejarle trastear con el mismo. - Míralo, míralo, ironside, je, seguro que sabes hacer que suene como los ángeles y eche chispas.

Me contengo para no darle un "golpecito en las pelotas" mientras farfulla sin parar.

RA no entiende las tonterías que dice el muchacho, así que se limita a intentar arreglar la grabadora y el audio. El androide se entendía mejor con las máquinas. Ellas no eran un conjunto de algoritmos aleatorios y caóticos como los seres humanos. Examinó el aparato para entender su funcionamiento antes de desmontarlo. Observó que su compañera fruncía el ceño, como si quisiera agredir al tipo que les hablaba. No entendía el por qué.

La mirada perdida de Ewan indicaba que estaba rumiando algo en su sesera.

Antropología y perspectiva….

La perspectiva es la columna vertebral de la antropología, o algo así decían aquella tesis, ¿qué era el mundo para alguien nacido en una colonia como esta? ¿qué era el exterior?

Independientemente de dónde estuviera, el ser humano siempre creaba un lugar al que llegar, y un lugar que evitar. Siempre.

No le explicaría aquel chico que la causa de que estuvieran atrapados allí estaba en que plantea, ni que sería cualquier cosa menos un paraíso.

Cuando estuvieran solos hablaría con sus compañeros, la necesidad de piezas era prioritaria, la forma de conseguirlas secundaria… ir al maldito planeta, si el rayo tractor no les dejaba abandonar la órbita, sería un mal necesario.

De momento, parecía ventajoso colaborar, si dejaba de serlo, siempre podían hacer de agente doble, darles el golpe a los chatarreros y entregárselos a Malta.

—¿TEINES CONTACTO CON TUS AMIGOS? ...NECESITAMOS ASEGURAR QUE NO SAQUEARAN LOS RESTOS DE NUESTRA NAVE…

- Uh... No tenemos walkies ni nada así, pero si voy con vosotros a la base de los breakers, puedo convencerles de que sois legales.- Dijo esto último cruzando lo dedos de una mano que había puesto en alto y cerrando los ojos, como imitando una pose de juramento más propia entre niños pequeños que prometen guardar un secreto que entre adultos hablando de temas más serios. Estaba claro que la vida en la colonia había dejado tocado a aquel joven. - Peor me temo que Malta no me dejará salir con vosotros. Diablos, si se entera de que estoy aquí con vosotros, me corta las joyas.- Tras decir aquello hizo un gesto con ambas manos, en forma de triángulo hacia su entrepierna. - Pero puedo alcanzaros una vez que estéis fuera, saldré por la esclusa posterior del bunker, siempre que logre que alguien me cubra desde dentro. ¿Hay trato? ¿Voy con vosotros?

- Que demonios... puedes venir con nosotros.

La verdad es que lo veo más como un escudo humano, que como alguien que puede ser valioso para nuestra tarea, pero no pienso decírselo. Si tenemos suerte, le coserán a tiros y saldremos vivos.

- Esta tecnología está obsoleta, no hay arreglo -comentó RA con un tono que podría entenderse como un leve desprecio si no se tratase de un androide. 

Se la devolvió a Dean intentando esbozar una sonrisa amable, todo lo amable que un ser de metal frío puede ser.

- Bienvenido al equipo, Dean -le dice con voz suave y los ojos cerrados, mientras saluda con la otra mano.

Ewan asintió.

—NOSOTROS SALIMOS MAÑANA, BUSCATE LA VIDA Y ENCUENTRANOS FUERA…

Si no descansaban después de la paliza que había supuesto llegar hasta aquí, mañana no llegarían muy lejos en esta roca desértica.

Dean asintió, emocionado, peor tratando de contener su ímpetu para no quedar en ridículo ante sus nuevos socios. 

- Gracias, hombre de hojalata.- Respondió a Ra, agradeciéndole el que echase un ojo a su desvencijado casete. Puede que no hubiese podido conseguir que aquel cacharro sonase mejor, peor había reparado el botón de rebobinado, que no hacía contacto con su mecanismo interno.

Se colgó el aparato de vuelta sobre su claveteada hombrera y se despidió con un alzamiento de cabeza.

- Me las apañaré para unirme al pícnic, os lo aseguro.- Respondió a Ewan antes de hacer un ademán presuntamente seductor pero completamente fuera de lugar a Claudia.

Y así como había aparecido, se dejó devorar una vez más por el rectángulo de oscuridad que Ra había descubierto tras aquel panel caído, volviendo a lo que debía de ser el corazón de la vetada colonia, al que Malta no había dado acceso a sus nuevos empleados.

Tras la partida de Dean reinó el silencio durante cinco minutos en la estancia, momento en el que los invitados de la colonia escucharon los engranajes y goznes de la puerta del fondo sonar con cansancio. Verger portaba una bandeja sobredimensionada que tuvo que introducir de lado para caber por el hueco de la puerta, lo irónico era que en ella solo venían tres platos con unas pequeñas chuletas, una jarra con agua un poco turbia y un vaso para cada ocupante de la estancia. El inesperado camarero se las vio para explicar a los supervivientes de la Medellín que aquella no era carne humana, sino de los corderos que mantenían en la colonia, mediante signos de manos. Una pena que Kalm o alguno otro de los miembros de la comunidad no hubiese podido mediar por él, les habría ahorrado un buen tiempo y un poco de dolor de cabeza.

Una hora después una música ligera, sintética, llegó por el hilo musical de las instalaciones. No sabían si aquello era solo para ellos o si era una costumbre de toda la colonia, peor no era demasiado estridente.

Uno tras otro, todos terminaron cerrando el ojo durante más o menos tiempo.

Claudia estaba mirando el sol, en algún lugar plácido, pero una enrome mole se interpuso ante este, flotando, silente pero ominosa. El aire se corta para dejar paso a su distorsionada y desagradable respiración, mirándola directamente con sus centenares de ojos.

Ewan estaba nadando en una piscina. Por unos minutos todo parecía plácido, hasta que una masa de destellos plateados, pardos y verdosos comenzó a ascender desde las profundidades. Parecían peces, peces exóticos, pero... Eran... Demasiados... Y comenzaron a picotear y mordisquear sus piernas, que comenzaron a llenarse de cortes que Ewan podía sentir intensamente, como cuando uno se corta con cartón, decenas de veces por segundo. Trataba de zafarse, buscando una salida, pero no veía ninguna.

Ra, en su apagado diario para hacer limpieza de archivos e información residual, tampoco se podía librar de las imágenes y sensaciones producidas por glitches, fogonazos y paquetes de información defectuosa, traduciéndose en su inconsciencia en algo similar a una nueva pesadilla: Él (Como Ewan, pero eso no podía saberlo) también estaba nadando, peor no sabía en qué dirección. Nadaba en un líquido negro, espeso, que comenzó a llenarle la boca y los pulmones, causando una sensación de quemazón que nunca habría podido sentir, pero parecía tan real...

Todos estaban despsiertos más bien temprano, expectantes, cuando la nana del hilo musical cesó y volvieron a escuchar el inconfundible sonido de la puerta por la que solía llegar la gente de la colonia. Por ella entraron Verger, empujando la silla de ruedas de Malta, y el carnicero de la base, quien portaba bajo un brazo un hatillo en el que asomaban las empuñaduras de varios machetes que dejó sobre la mesa no sin dedicarles una última mirada de tristeza, como si se despidiese de unos buenos amigos.

Verger descolgó una mochila de su espalda y se la entregó a Ewan, quien, al abrirla, se encontró con unos cuantos sacos trasparentes de plástico llenos con algún tipo de consumible alimentario y dos pares de prismáticos que habían visto mejores días, peor parecían operativos. Un guardia que venía a la cola de la comitiva les entregó el resto de sus posesiones, que estaban distribuidas en un par de macutos roñosos.

La líder de la colonia había permanecido en silencio hasta que el guardia abrió la puerta por la que habían llegado, abriendo paso hacia el exterior, una vez que se pusieron sus trajes protectores. Malta simplemente les recordó que iban a echar un vistazo, pero que si se encontraban algo raro o tenían problemas, no le preocupaba prescindir de los servicios de aquellos carroñeros freelance. Ella no salió con ellos, se quedó en la sala donde habían descansado, cerrando la puerta mientras los aires tóxicos del exterior penetraban en el conducto que daba al exterior de la letal luna plateada.

Las pesadillas lo dejaron exhausto y con ganas de salir de allí cuanto antes, había algo que le revolvía el estómago en esa colonia, la idea del canibalismo se filtraba como el agua que resquebraja las piedras en su cerebro, aparecía en forma de imágenes turbias asociadas a cualquier cosa que intentas y pensar, era superior a cualquier intento de auto dominio, simplemente era asqueroso.

La idea de estar rodeado de nada en el desierto le parecía un alivio, así que que se apremió e invitó sus compañeros a seguirle… el extraño visitante nocturno tendría que espabilar si quería unirse a ellos.