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Muerte en la Nieve

Cantar de la Gran Compañía (prólogo): La primera aventura

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07/11/2016, 21:14
Luelar Tyrundlin
Sólo para el director

Los lugartenientes de Nules se hicieron a un lado, obligándome a esconder una sonrisa de satisfacción, pues su afrenta a buen seguro les costaría un castigo con el que mi diosa disfrutaría; al mismo tiempo que el elfo se hacía a un lado para permitirme caminar junto a él mientras hablábamos.

Tras mis palabras, volvió a pronunciarse bajo aquella tela que cubría su rostro casi por entero. Comenzó haciendo una interesante apreciación, coincidiendo también en que lo que se me había encomendado no era nada habitual. Era algo que ya sabía, pero escucharlo por parte de alguien que se encontraba no sólo fuera del ambiente de la Iglesia de Izz, sino que conocía mucho mejor el exterior que cualquier habitante de la capital, me producía sentimientos encontrados. Por una parte no dejaba de pensar en lo injusto de aquel hecho, que una vez más se me estuviera tratando de forma diferente al resto, como si al ser un ser inferior tuviera que demostrar mucho más que el resto; pero por otro, aquello era algo que le Dama de la Oscuridad agradecería, y en su regocijo estaba mi dicha.

Mientras avanzábamos hacia aquella luz que se colaba de la superficie, el líder de aquel grupo me explicó algunos detalles del exterior, hasta que de pronto me miró de arriba abajo, apuntando que mi atuendo no era el más idóneo para la guerra. Estaba en lo cierto, no era así, y es que no era una guerrera; o hasta entonces no lo había sido. Con firmeza me concedió su ayuda y cuanta información pudiera ofrecerme, pero nada más, pues su vida no era la que se encontraba dedicada a Izz, sino la mía; o así lo entendí.

Me preguntó entonces por los detalles de mi labor, invitándome a preguntar lo que deseara y anunciando que el paseo sería largo. Habíamos llegado hasta aquella cámara circular que acogía la claridad del mundo de luz, un mundo que nos había sido vetado y en el que ahora tendría que desenvolverme. Miré hacia arriba, alzando mi mano para tapar la luz que alcanzaba mis ojos, y fijándome en la gran altura que me separaba aún de la superficie.

- Debo buscar a un hombre. – expliqué al piel negra, sin dar mucho detalle. – Un hombre del mundo de luz. – añadí aún mirando aquellas paredes, antes de bajar la mirada y volver a posarla en Nules. – Toda ayuda será bien recibida y agradecida. – le informé, antes de mostrarme pensativa. - ¿Cuánto tiempo se tarda en alcanzar el exterior? – pregunté mirando hacia arriba, no tardando en volver a mirarle. - ¿Y cuánto queda para el anochecer? Me planteé salir por la noche, pero no puedo esperar más, y cuanto antes me habitúe a esa irritante claridad, mejor. – expliqué con un deje de desprecio. – Respecto a mi atuendo no sé qué decirle, no cuento con otra cosa, ¿Sabe de algún lugar cercano a la salida en el que abastecerme? Puede frenarme cuando guste, no paro de preguntar, pero me resulta valiosa toda información que pueda recabar.

Volví a mirar hacia arriba, necesitando de nuevo dar sombra a mis ojos para poder abrirlos por completo. El final del camino estaba lejos, pero al mismo tiempo tan cerca… Aunque más que el final del camino, era el principio de este.

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07/11/2016, 21:41
x Nules Ar-Assan

Luelar no pudo comprobar el cambio en la expresión de aquel elfo al hablar de su sagrada misión. Una de las cejas de éste se elevó, suspicaz, dejando que la mujer hablase. Guardaba silencio con soltura, pues era de esos hombres que gustaban de escuchar y aprender, de los que sólo hablan si es importante lo que tienen que decir.

Un hombre... -Repitió, sabedor de que faltaba mucha información en la respuesta de la clériga de Izz- Pobre desdichado... -Añadió entrecerrando los ojos, con malicioso humor- ¿Os vale uno cualquiera? Puedo deciros dónde encontrar hombres en cantidad. Humanos, hombres del norte en su inmensa mayoría. Es raro ver gentes de otras tierras por estas latitudes, y no consideraría "hombres" a esos gigantes azules... -Explicó con un deje de desprecio, elevando la mirada a través del pozo hacia la luz exterior- Leñadores, cazadores... Poco más hay por aquí que valga la pena. -Dijo con desgana, volviendo a mirar a la elfa- El ascenso se hace por un sendero excavado en las paredes del pozo. Es un camino largo y tortuoso, se tarda aproximadamente una hora si no se está acostumbrando. Para el anochecer queda bastante más, sin embargo. Puedo ofreceros un lugar donde descansar hasta entonces, si lo preferís. El calor de un fuego y algo de comida. No acostumbro a ser hospitalario, pero puedo hacer una excepción con una futura Señora Negra. -El líder bandido se encogió de hombros- "El agradecimiento vale lo que vale el agradecido". -Recitó, un antiguo refrán que ya habías oído alguna vez. Acerca del abastecimiento, sin embargo, agachó la mirada, pensativo, y se cruzó de brazos- Hay... un lugar. Pero, si os lo cuento, necesito vuestra palabra de que ese bastardo no perderá la vida. -Dijo con seriedad, mirando a Luelar con determinación, casi como una advertencia. Como si su cargo y su poder no fueran suponer impedimento alguno para vengar una afrenta como aquella- Hay una taberna, no muy lejos. Hacemos negocios con el tabernero, nos sirve para conseguir ciertas cosas que nos es imposible obtener por otros medios. El muy hijo de una puerca impone precios abusivos, pero es el único que conozco que negocia con nuestra raza. En su taberna de mala muerte todo el mundo es bien recibido. Es una posibilidad que no nos ofrecen en ningún otro sitio por aquí, así que necesitamos que siga ahí. -Advirtió a Luelar.

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08/11/2016, 18:49
[Abandono] Shiral de Litdanast

 Bildari cree que puede ser un caballero de Stumlad accidentado o atacado por los orcos y da por hecho que ya estará muerto, mientras que Eriel parece tener un problema que no explica. Reconozco que la presencia de orcos podría ser un problema, pero no estoy de acuerdo con marcharnos sin más.

 No puedes hacer nada por él. Otra vez. ¿No puedo? Posiblemente sea verdad, pero esa afirmación se me clava hondo, y su mirada y la de la elfa me hacen sentir culpable. Podría estar poniéndolos en peligro por un desconocido que tal vez ya esté muerto, un humano, un caballero de Stumlad. Pero si me he ido de Litdanast es para, entre otras cosas, intentar dejar atrás los rencores heredados de mi pueblo, y son estos los que me causan dudas sobre las intenciones de los dos elfos. ¿Realmente creen lo que me dicen, o es que ni siquiera les interesa y pretenden convencerme de que nos marchemos cuanto antes?

  - El caballo aun está vivo. Puede que el hombre tampoco haya muerto, pero si no lo ha hecho todavía no creo que aguante mucho más como para esperar a nadie. No puedo irme y dejarlo ahí sin más. - No puedo pedirles que me ayuden, y difícilmente me entenderán aunque les exponga mi punto de vista. Ni siquiera yo estoy segura de que bajar ahí vaya a servir de algo, pero tengo que intentarlo...

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08/11/2016, 21:38
* Juglar *

Las palabras de Shiral provocaron una reacción en Bildari que la exploradora no esperaría. Cerró los ojos, desahogando su frustración en un suave suspiro, y volvió a mirar a Eriel. La elfa le dedicó una tenue sonrisa, pues conocía la respuesta de su compañero. Y éste, al verla, fue plenamente consciente de que ella ya sabía que iba a claudicar.

Está bien... -Admitió finalmente, apartándose de Eriel para ir hacia el carromato y coger algunas cosas. Regresó casi al momento con un rollo de cuerda y un arnés de cuero reforzado que comenzó a colocarse alrededor de la cintura- Te ayudaré a bajar. La pendiente no es pronunciada, pero puede haber hielo y una caída no sería buena. -Propuso, pasando la soga por varios mosquetes adheridos al arnés, el último de los cuales estaba justo frente a él. Se puso unos guantes de piel y arrojó un extremo de la cuerda terraplén abajo. En ese momento, Eriel le rodeó el cuello momentáneamente con los brazos, susurrándole algo al oído y dándole un suave beso en los labios, antes de apartarse.

El descenso fue relativamente sencillo. Shiral había trepado y descendido por árboles y rocas de los montes de Shalanest infinidad de veces, y aunque el riesgo de un resbalón por culpa de las inclemencias del clima helado de la zona existían, la ayuda de la cuerda sostenida por Bildari fue más que suficiente para ella. La montaraz puso los pies sobre el suelo nevado, descubriendo que la capa de nieve era bastante espesa, y que sus pasos se hundían profundamente en ella. Eso le hizo caminar más despacio de lo que la hubiera gustado, tomando dirección al cuerpo que descansaba inerte bajo la capa de nieve que se iba acumulando sobre él. La exploradora tardo unos largos minutos, durante los cuales se detuvo en varias ocasiones para echar la vista atrás, a lo alto del barranco desde donde le observaban Bildari y Eriel. La elfa mantenía las manos unidas, como si estuviera rezando.

Sin embargo, al alcanzar el cuerpo tendido el resto importó poco. Shiral apartó parte de la nieve acumulada sobre él, despejando el espaldar de la pesada armadura de ese hombre. En efecto, tenía toda la pinta de ser un caballero, y encontrándose donde se encontraba era de suponer que sería un hombre del norte, un miembro de la orden de Stumlad. La nieve alrededor de su cabeza estaba teñida de rojo, así como cerca del muslo derecho. El brazo derecho estaba colocado en una postura imposible, dislocado o fracturado, la elfa no podía estar segura en un principio sin examinar más concienzudamente. Pero antes, debía saber lo principal, si estaba vivo o no. Para ello, alzó su rostro, apartándolo de la nieve, para poder comprobar si respiraba. Se sorprendió al descubrir un rostro joven, carente de barba y con rasgos aniñados, rodeado de un cabello rubio y rizado.

Y acercando su oído al rostro del humano... le pareció que respiraba. De un modo tan débil, que perfectamente podría estar despidiéndose de la vida ante los ojos de la exploradora.

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09/11/2016, 21:02
Luelar Tyrundlin
Sólo para el director

Al hablarle a Nules de forma tan sumamente escueta del hombre que debía buscar, me preguntó si se trataba de alguno en particular, tras hacerme mostrar una maliciosa sonrisa ante su jocoso comentario. No respondí a su pregunta, dejando que me hablara más sobre los hombres de la superficie, ofreciéndome en el proceso interesante información.

- Digamos que busco una ofrenda digna. Los gigantes azules están descartados. – miré al elfo de soslayo, dedicándole media sonrisa. - ¿Qué hay de esos hombres del norte? ¿De cuánto al norte? ¿Y dónde puedo encontrarlos? – pregunté con interés. – Disculpe, ya estoy haciéndolo otra vez…

Atendí con atención las explicaciones acerca del modo en que se llegaba a la superficie. Se trataba de un largo y tortuoso camino según sus palabras, que llevaba aproximadamente una hora recorrer. Me ofreció entonces un lugar donde descansar, provisto de fuego y algo de comida, admitiendo que ser hospitalario no era una de sus virtudes.

- "El agradecimiento vale lo que vale el agradecido" – repetí en voz baja, recordando con cierta tristeza a mi padre, de cuyos labios había escuchado aquel viejo refrán, pero también lo hice con orgullo, siendo el primero de mi familia en ofrecerse a Izz. – Me temo que debo rechazar la oferta, quisiera llegar a la superficie cuanto antes. Mi deber no va a ser cosa de dos días, pero… Salir ahí fuera es como el primer gran paso. – me expliqué, aunque no había necesidad de ello, pero puesto que aquel hombre iba a ayudarme, que menos que eso.

El  líder del grupo de bandidos se mostró pensativo cuando mencioné el abastecimiento, agachando la mirada y cruzándose de brazos. Había un lugar, pero Nules temía quedarse sin proveedor, por lo que me advirtió seriamente de que este no debía perder la vida. Me explicó los pormenores de aquel lugar y el hombre que lo regentaba, un tipo de moral laxa que gustaba del dinero; nada que no pudiera manejar.

- Comprendo… - dije acariciando mi mentón con los dedos índice y pulgar, en un gesto pensativo. – Entonces basta con que no muera, ¿No? – pregunté mirando a Nules con una sonrisa socarrona. – No se preocupe, no le haré gran daño.  - prometí con seriedad. - ¿Dónde se encuentra esa taberna? Quizás sea un buen sitio por el que comenzar…

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10/11/2016, 08:16
x Nules Ar-Assan

El líder saqueador enarcó una ceja ante las primeras palabras de Luelar. Una ofrenda digna era un concepto que se le hacía difícil de digerir en aquel lugar, donde al menos él no veía candidatos a la altura de su diosa. Sin embargo, tampoco era un elfo oscuro demasiado beato y conocedor de las insidiosas necesidades de Izz, de modo que ¿quién era él para opinar al respecto.

No, guardó silencio y continuó escuchando, hasta que una duda de la clériga le llevó a abrir los ojos como platos, fruto de la sorpresa.

¿Cuánto al norte? Ésto es el norte... -Explicó no sin cierta ironía, aunque en su tono de voz también había incredulidad- No tenéis de idea de a dónde os dirigís, ¿no es cierto? Estamos en la frontera entre Terasdur y las montañas Kehalas. Los llamados hombres del norte consideran suyo todo este territorio hasta el extremo norte, hasta el mar en el oeste, y bastante más al sur hasta las Llanuras Grises y los reinos de los elfos del bosque. Son la gran plaga del mundo de la superficie, más resistentes que nosotros, aunque no tan diestros. Los desgastamos, les hacemos daño y desaparecemos, pero no les plantamos batalla abiertamente. Eso ya lo hacen los estúpidos orkos, y así les va. -Indicó con cierto desdén- Esas bestias frecuentan esta zona en busca de refugio, y nos aliamos con ellos de vez en cuando, aunque sus principales asentamientos están más al norte, en las altas Kehalas. Más al sudeste hay clanes bárbaros, también, aunque esa gente es salvaje y peligrosa, y mantenemos las distancias con ellos. Nuestros botines proceden sobre todo de los hombres del norte, siempre que no haya caballeros de Stumlad cerca, claro. Demasiado riesgo, enfrentarse a esas robustas armaduras.

La exposición había sido bastante completa. Quizás no exhaustiva, posiblemente a Luelar aún le quedasen dudas acerca de lo que podía esperar de su periplo exterior, pero era suficiente para hacerse una construcción mental. No obstante, estaba aún muy lejos de saber cómo cumplir su misión y dar con el hombre cuya vida debía reclamar para mayor gloria de Izz.

Otra vez será, entonces. -Nules le restó importancia a la negativa de la clériga, encogiéndose de hombros en un movimiento que hizo agitarse su capa como la honda que recorre la superficie de un estanque al tirar una piedra- Os acompañaré hasta arriba, y podréis continuar con vuestra sagrada misión. -Se ofreció, indicando con un gesto el lugar por donde comenzaba el camino y comenzando a caminar con toda la intención de ser seguido- Bastará con que ese hombre no muera ni tema tanto permanecer en estas tierras que cierre su negocio. Como he dicho, necesitamos hacer negocios con él. -Respondió con sequedad- Sin embargo, sí que es un buen lugar por el que comenzar, supongo. La taberna está frecuentada por leñadores del campamento de Malere, así como por cazadores y los pocos hombres que visitan este lugar. Os indicaré la dirección cuando lleguemos arriba...

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17/11/2016, 15:48
[Abandono] Shiral de Litdanast

- Gracias. - Contesto sorprendida por el repentino cambio de actitud de los elfos tras unas pocas palabras. Viendo como se habían negado en un principio, pensaba que sería mucho más difícil convencerlos y que acabarían prefiriendo marcharse antes que pararse a ayudarme. Espero que merezca la pena.

 Gracias a la ayuda de Bildari con el apoyo de la cuerda puedo descender fácilmente por la pendiente sin temer algún resbalón por el hielo. Aun así un descenso como ese me ralentiza bastante, así como la espesa capa de nieve en la que se hunden mis pies cuando piso el suelo. No es fácil moverse en este terreno, nada parece fácil en este terreno. Vuelvo la mirada atrás durante un momento. Volver a subir será más complicado que bajar, mucho más si por gracia de Rael el humano siguiera vivo.

 Finalmente alcanzo al caballero y comienzo a apartar la nieve que hay sobre él, que se vuelve mucho menos importante cuando veo el color de la que le rodea la cabeza y la pierna, así como la posición de su brazo. Su estado en general, si no está ya deshauciado, parece muy grave, pero cuando me acerco a examinarlo creo percibir como se aferra a la vida con sus últimas fuerzas, cómo aun queda un atisbo de esperanza.

 - Chico. - Lo llamo, apretando con mi mano su hombro sano sin atreverme a moverlo bruscamente, mientras que con la otra mano empiezo a apartar más nieve de su alrededor. - ¡Chico! - Lo llamo de nuevo, antes de girar el cuello para volver a mirar a los elfos. - ¡¡Está vivo!! - Exclamo preocupada desde la lejanía, y una vez más vuelvo mi atención al caballero. Tengo que llevarlo al carro cuanto antes. 

 Intento darle media vuelta poco a poco, dejando que sea su brazo sano el que sirva de apoyo en el suelo durante el giro. Lo miro de arriba a abajo, examinándolo y estudiando cómo moverlo hasta ahí arriba ahorrándole más daño de ser posible, y sin acabar hundida en la nieve hasta el cuello por el peso extra. ¿Las heridas siguen sangrando? ¿Puedo inmovilizarle el brazo? Tal vez quitarle la armadura me ayudaría a trasladarlo más fácilmente.

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19/11/2016, 03:28
* Juglar *

Al girarse e informar a los otros dos elfos de la buena nueva, la vida que aún conservaba a duras penas aquel hombre, Shiral pudo ver cómo la primera reacción de Eriel fue coger aquella cuerda que sujetaba Bildari, con toda la intención de descender hasta donde la exploradora se encontraba. El elfo pareció decirle algo, quizás reticente a que su compañera corriera peligro, pero finalmente la decisión de ella pudo más que el temor de él. En poco tiempo, la frágil y delicada Eriel se encontraba caminando con gran dificultad y haciendo acopio de grandes dosis de moral sobre la nieve, luchando por envolverse como buenamente podía en sus ropas de abrigo.

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19/11/2016, 04:47
x Eriel

Eriel alcanzó a Shiral con gran dificultad, arrodillándose junto a aquel cuerpo en que apenas quedaba vida. En su rostro se percibía una severa preocupación, algo que le tocaba de un modo muy personal en lo profundo de su alma. ¿A qué podía deberse? Aquel hombre era un absoluto desconocido...

Ayúdame, por favor... -Imploró a la montaraz, indicándole cómo sujetar su brazo dislocado mientras examinaba las otras heridas palpando en su muslo y el su cabeza. Entonces alzó su rostro hacia el cielo, con los ojos cerrados, y comenzó a mover sus dos manos con el dedo índice y corazón extendidos, dibujando en el aire formas que a la exploradora se le escapaban, pero le resultaban familiares al mismo tiempo- Atiende mi súplica, madre de todo lo bello. Te lo ruego, permíteme en tu nombre restablecer lo dañado y velar por la vida que tú nos ofreces. -Murmuro de forma perfectamente audible para Shiral. Las palabras no le eran ajenas, las había oído antes en los templos de Shalanest, donde las sanadoras de Rael ofrecían los benditos poderes sanadores de su diosa. Por ese motivo no se sorprendió al ver que Eriel apoyaba sus dos manos sobre el pectoral de la armadura de aquel caballero, y notó el calor que recorría el brazo de éste mientras lo sujetaba. Un leve atisbo de color regresó a la tez macilenta del humano, que en un momento dado boqueó con fuerza, como quien surge de las aguas tras estar a punto de ahogarse, buscando el aire de la vida. El caballero no recuperó la consciencia, pero gozaba de un mejor aspecto dentro de su deplorable estado- He logrado estabilizarlo, pero precisa cuidado y reposo... -Explicó Eriel agachando la mirada, con las mejillas encendidas, temiendo mirar a Shiral directamente- Y-yo... soy sacerdotisa sanadora de Rael. -Reconoció, para conmoción de la montaraz. Las sanadoras de la madre de la naturaleza nunca abandonaban el Reino de los elfos, vivían permanentemente en los templos dedicados a la diosa. ¿Qué hacía una tan lejos del lugar que le correspondía?- T-te ruego que guardes mi secreto... N-no puedo regresar...

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19/11/2016, 14:23
Luelar Tyrundlin
Sólo para el director

Nules se mostró sorprendido ante mi ignorancia sobre el lugar exacto en el que nos encontrábamos, pero en seguida se dispuso a darme tal información, así como a informarme sobre lo que podía encontrar fuera; ya no sólo en lo relativo al terreno, sino también respecto a los seres que lo habitaban. Sus últimas palabras no resultaron muy alentadoras, pero me esforcé por disimular esto.

Demasiado riesgo enfrentarse a esas armaduras… Por qué será que no me extraña.

Traté de espantar esos fantasmas, el por qué de encomendarme precisamente a mi aquella misión, y continué hablando con el líder de los bandidos, el cual respondió con amabilidad mi negativa a quedarme más tiempo allí, indicándome que me acompañaría al exterior.

Me dio entonces más indicaciones sobre el hombre que regentaba la taberna. No podía ser muy dura con él, y apunté mentalmente esto. Si necesitaba conseguir algo de aquel hombre debía ser por las buenas. Así mismo, me informó del tipo de personas que podría encontrar en el lugar, nada demasiado arriesgado a primera vista. Nules me indicaría la dirección al llegar arriba, lo cual era tranquilizador.

- Se lo agradezco enormemente, Nules Ar-Assan, si hay algo que yo pueda hacer por usted, no tiene más que pedírmelo. – le ofrecí al misterioso hombre, mirando aquel único lugar de su rostro que no cubría. - ¿Hay algo más que crea que me puede ser de utilidad? – insistí, no queriendo que se me escapara nada.

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19/11/2016, 21:04
x Nules Ar-Assan

El cabecilla bandido indicó a la joven Luelar el inicio del sendero de ascenso, avisándole con gestos de que debía agacharse para evitar los riscos rocosos que podría encontrarse por el camino. Sin duda el camino era enrevesado, un suelo excavado en la pared del foso con el techo demasiado bajo para un elfo adulto. Incluso la clériga tubo que preguntarse cómo lograría el fornido lugarteniente de Nules para caminar por ahí sin correr el riesgo de precipitarse al vacío.

¿Algo que pueda hacer? Hm... -Nules pareció encontrar divertido el ofrecimiento, aunque tardó unos instantes en responder al mismo- Vivimos en los límites exteriores del Inframundo, mi señora, sobreviviendo con lo que logramos rapiñar. Cualquier cosa que las ricas gentes de la capital tuvieran a bien hacernos llegar sería bien recibido. A fin de cuentas, también custodiamos un acceso al Reino de la Oscuridad, aunque no tengamos tratamiento de guardias. -Dijo no sin cierto aire de resentimiento.

Al alcanzar un recodo, el cabecilla tuvo que situarse de espaldas para librar casi tumbado boca arriba una roca suspendida del techo, presumiblemente demasiado resistente para haberla simplemente picado y eliminado del camino. Al tumbarse, la capa se desplegó y su cuerpo estilizado quedó al descubierto, protegido por una armadura de cuero tachonado con dos hileras de dagas a los costados, diez o doce en total.

De utilidad, para seguir viva... Evitad las arañas horrendas, tienen un nido en el centro del bosque, en un gran olmo, y se pasean por los caminos del bosque en busca de comida. -Explicó mientras aguardaba a que la clériga cruzase el escollo- Comen cualquier cosa, a cualquiera. Con los orcos también debéis tener cuidado, estamos medio aliados con ellos, pero siguen siendo orcos, ya me entendéis...

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25/11/2016, 02:46
Luelar Tyrundlin
Sólo para el director

No tardé en comprobar que el sendero que debía recorrer no era nada sencillo. Excavado en la pared del foso, debía agacharme para evitar los riscos, y eso que mi envergadura era bastante menor que la del líder bandido. ¿Cómo se las apañaría él para recorrerlo? Incluso parecía sencillo precipitarse al vacío en el intento.

Mientras comenzábamos a ascender, escuché como Nules respondió a mi ofrecimiento de peculiar manera, haciéndome enarcar una ceja, pensativa. Sin embargo, la petición del elfo no resultó nada fuera de lo habitual, ni siquiera pidió nada concreto. Cualquier cosa que pudiera serles de utilidad le valía, y es que parecían llevar un modo de vida bastante precario al no contar con el tratamiento de guardias, a pesar de que en cierto sentido también lo eran.

- Si eso es todo lo que queréis… Creo que puedo concedéroslo. – respondí con picardía, tratando de mitigar ese malestar que había advertido en su voz.

Llegamos a un tramo del camino en el que una piedra sobresalía demasiado del pedregoso techo, una roca que intuí no habrían sido capaces de picar, y vi como Nules se tumbó se espaldas para pasar bajo ella. Vi entonces su silueta por primera vez, cubierto por la capa como había estado hasta entonces; pero su estilizado cuerpo no fue lo único que vi, y es que bajo la capa escondía dos hileras de dagas que me impresionó ver. No es que se tratara de nada extraño, dada la condición del hombre, pero no estaba acostumbrada a ver algo así tan de cerca, y aquello me hizo preguntarme si realmente estaba preparada para lo que me esperaba.

Al terminar de pasar el escollo, el lugarteniente continuó ofreciéndome información, hablándome de las arañas que habitaban el bosque y de los orcos. Mientras tanto, yo había imitado sus movimientos, pegándome al suelo boca arriba para reptar por debajo de aquel pedrusco. Al ponerme en pie sacudí mi capa, antes de volver a mirarle.

- Tendré cuidado en esos caminos, no me apetece que me confundan con comida. Sería un funesto final, creo que uno de los peores que podría sucederme. – dije pensando en voz alta, aunque en seguida vinieron a mi cabeza otras opciones mucho más terribles, pero no por el dolor que podían suponer en sí, sino por a manos de quién podía caer. Sin duda, perecer de la mano de un elfo del bosque era el peor de los finales. - ¿Y cómo acaba uno realizando estas labores? - pregunté de pronto, con curiosidad. - Lo habitual es no salir nunca a la superficie, ya sabe...

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26/11/2016, 00:54
[Abandono] Shiral de Litdanast

 Frunzo el ceño, sorprendida cuando veo a Eriel dispuesta a bajar para llegar también hasta el hombre que al principio se negaba a ayudar. ¿A qué viene este cambio repentino de actitud? Se escapa a mi entendimiento, pero no lo cuestiono ni rechazo su ayuda.

 Aun así al principio sigo sin entender por qué baja ella, que ha estado más débil que Bildari o que yo durante todo el viaje. Si trae algo para estabilizar al humano o ayudarle de alguna forma tal vez sería mejor que se moviera el elfo en su lugar. Pronto despeja todas mis dudas. Ayudo a Eriel con el hombre tal y como pide y observo, maravillándome con su magia, con la oportunidad para el caballero que Rael le regala a través de las manos de la elfa, que entonces reconoce su oficio. Su confesión me impacta en un principio, a pesar de que he dejado atrás a mi pueblo para juzgar el mundo por mí misma, no puedo arrancar de golpe tantas ideas arraigadas que su legado y cultura han dejado en mí, ¿Pero quien soy yo para juzgar a nadie en tal situación? También estoy donde no debería, y por un motivo que la mayoría consideraría desacertado.

 - Si Rael te ha dejado hacer esto no soy quien para contradecirla. No diré nada, te doy mi palabra. - Confirmo, agradecida por su ayuda.

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14/01/2017, 07:56
x Nules Ar-Assan

El cabecilla de los saqueadores aguardó paciente a que la aspirante a señora oscura superase el obstáculo. Observaba sus movimientos de costado, clavando en ella una murada sibilina de soslayo. Cuando Luelar hubo terminado y se sacudió el polvo de su capa, bajo su máscara se oyó un resoplido en reacción a las palabras de la elfa oscura.

Hay finales peores, en mi opinión. -Dijo finalmente, con cierto aire de desagrado- Pudrirse en una mazmorra del fuerte de los caballeros de Stumlad en Eras-Har. Prefiero que me devore una maldita araña, al menos tendría la deferencia de otorgarme una muerte relativamente rápida.

Dejaba claro ese hombre lo que opinaba acerca del confinamiento forzoso. No en vano era un elfo oscuro de vida aún más libre que la mayoría, tanto como para permitirse salir al exterior además de fuera de la gran ciudad. Para él, estar encerrado sería un tipo especialmente cruel de tortura, una agónica muerte en vida. Y esos caballeros, que representaban la ley del mundo exterior, eran al parecer los más crueles torturadores.

Quizás, en el fondo, Luelar podía respetar eso.

¿Estas... labores? -Se sorprendió Nules por la pregunta, frunciendo el ceño y retomando el ascenso- Uno no elige hacer esto, es lo que le toca cuando no hay nada más, ¿entendéis? De algún modo hay que sobrevivir... -Argumentó el bandido, aunque en su tono no había excusa alguna. No tenía motivos para no sentirse orgulloso de lo que hacía- Se presentó la oportunidad y me uní a una banda. Se me dio bien, escalé posiciones, y monté mi propio grupo. Y hasta hoy. Tampoco hay mucho más que contar. -Nules se mostraba realmente esquivo en ese tema, algo que no pasaba desapercibido. Quizás incluso quería dejarlo claro, evitar más preguntas sobre ello- Bueno, estamos llegando...

La pendiente en espiral terminaba en una pared de roca aparentemente cerrada. Parecía en fin de toda posibilidad de avanzar. Sin embargo, era un espejismo. Acercándose a la pared, se veía una apertura en el lateral, un estrecho pasillo alto por el que se podía pasar de pie, pero de costado. Nules se deslizó por él, desapareciendo de la vista de la clériga, que tuvo que seguir sus pasos. El corredor era tan estrecho que sus ropas rozaban las paredes en pecho y espalda, y avanzaba quizás unas quince varas antes de terminar entre un espeso zarzal que el cabecilla de los bandidos sujetaba mediante un juego de ramas anudadas para apartarlo de la salida y permitir el avance de Luelar. Salió así a una especie de cámara en el interior de una cueva, donde la luz del exterior se filtraba sólo tenuemente, aunque se veía al fondo la saluda al exterior.

Fin de la excursión, mi señora. -Anunció Nules con aire solemne- Bienvenida a la superficie.

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14/01/2017, 09:08
x Eriel

Shiral estaba confusa respecto a esa elfa. Eriel era una sacerdotisa, una sanadora de Rael, una de esas mujeres sagradas que servían a la diosa en sus templos de Shalannest ofreciendo la curación del mundo a todo necesitado. ¿Qué hacía allí, tan lejos de su tierra y de sus deberes? ¿Por qué no podía regresar? Se diría que temía ser obligada a hacerlo... ¿Acaso la perseguían para tal fin?

La sacerdotisa respiró aliviada al oír la palabra de Shiral. Se llevó una mano al pecho y sonrió. Sus mejillas se sonrojaron ligeramente, otorgándole un aspecto de pureza e inocencia. Estaba agradecida, mucho, pero no podía desatender otros asuntos.

Tenemos que trasladarle, llevarle hasta el carro. -Explicó, con evidente preocupación, mirando el terraplén que habían tenido que salvar para llegar hasta él- Será mejor no quitarle la armadura aún, tendremos que izarle por el desnivel y se podría golpear. -Al girarse y mirar en esa dirección, Shiral pudo ver a Bildari preparando cuerdas que descolgaba por el terraplén, y anclando a un lateral del carro mediante varios tornos lo que parecía un sistema de polea. La exploradora no tardó en darse cuenta de que el elfo se preparaba para izar al humano hasta su posición- Podemos quitársela en el carro, y luego habrá que tratar de hacer que entre en calor.

En ese momento, se escuchó el aullido de un lobo reverberando en las paredes de las montañas. Eriel dio un respingo y se quedó casi sin aliento. Bildari dejó lo que estaba haciendo durante un instante, mirándolas fijamente. Sonaba demasiado cerca.

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20/01/2017, 01:27
[Abandono] Shiral de Litdanast

 Siento curiosidad por los motivos que puedan alejar a la sacerdotisa de nuestros bosques, pero además de que no es asunto mío no es el mejor momento para entrometerme. 

 Asiento a Eriel en un gesto afirmativo de que he comprendido sus instrucciones. En realidad ha sido una suerte que esté aquí y no en Shalanest. Todavía es muy pronto para cantar victoria, pero sus conocimientos y habilidades en este momento resultan inestimables. Dudo que el muchacho hubiera tenido la posibilidad de disfrutar de una segunda oportunidad de no ser por la elfa. 

 Bildari también demuestra su valía. Rápidamente despliega recursos con los que forma un sistema para trasladar al caballero hasta el carro. 

 De repente un aullido nos alerta de que no estamos solos, y lo peor es que seguramente ese aviso no va dirigido únicamente para nosotros. Ahora no se trata solo de él, nosotros también podemos quedarnos sin tiempo. - Hay que darse prisa. - Y sin más dilación me movilizo para tratar de trasladar al humano al carro lo antes posible, atenta a los cambios que puedan suceder a mi alrededor.

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22/01/2017, 02:09
Luelar Tyrundlin
Sólo para el director

El final sugerido por Nules ciertamente no se quedaba atrás, una muerte lenta, agónica… Una muerte en vida, pues aunque aquella orden te permitiera seguir respirando, confinado en una celda poco se podía hacer ya a favor de la diosa. Concluí que algo así terminaría por consumirme en cuerpo y alma, seguramente cayendo en una locura de la que no lograría escapar ya.

Pero aquello no podía suceder. Mi relación con los caballeros de Stumlad debía ser muy diferente, debía ser yo quien condenara a aquel en concreto, quien le convirtiera en la llave de mi sacerdocio y en la mayor ofrenda proporcionada a la Dama de la Oscuridad.

En lo relativo a cómo había llegado a ejercer aquella profesión, si podía llamársele así, el elfo se explicó de forma muy vaga, haciéndose obvio que no era un tema del que le gustara hablar.

- Disculpe, no quería importunarle. – le dije justo cuando anunció que estábamos llegando, en un claro intento de cambiar de tema.

Por algún motivo había pensado que llevando ese tipo de vida le apetecería charlar, pero no debía ser así. Nos topamos entonces con lo que parecía un callejón sin salida, pero no era más que un efecto óptico, habiendo en el lugar un estrecho pasillo por el que podía pasarse de lado. El elfo lo hizo en primer lugar, desapareciendo pronto de mi vista, y entonces le seguí. El lugar era muy estrecho, tanto que mi espalda y pecho rozaban contra la roca, pero pude pasar a pesar de ello. Nules me ayudó apartando de mi camino la espinosa maleza, terminando por dar a una cámara dentro de una cueva que se encontraba tenuemente iluminada.

Mientras mis ojos se quedaban mirando la salida al exterior como si no hubiera nada más en el mundo, el líder bandido me anunció de forma solemne que el camino había llegado a su fin, dándome además la bienvenida a la superficie.

Entonces le miré con un peculiar brillo en mis rosados ojos, apresurándome a sostener una de sus manos con las mías para besarla en el dorso a modo de agradecimiento.

- Muchas gracias, la Dama de la Oscuridad y yo se lo agradecemos. – dije tras separar mis labios de su mano, aún sin soltar esta. - Haré saber de su servicio y trataré de hacerles llegar algo desde la capital a mi regreso. - prometí mirándole a los ojos.

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05/02/2017, 07:53
* Juglar *

A las dos elfas les resultó más sencillo de lo esperado desplazar al joven caballero. Desde luego, pesaba demasiado para que le hubieran alzado en volandas, al menos con aquella armadura que, a buen seguro, debía haberle salvado la vida. Pero sujetándole entre ambas por los hombros, la propia armadura facilitaba el arrastrarle por la nieve, deslizándose sin un excesivo esfuerzo, el que las dos mujeres debían hacer para caminar por suelo nevado, agachadas y arrastrando aquel cuerpo.

Al alcanzar la pared del terraplén, Bildari ya había dejado caer un juego de cuerdas correctamente anudadas formando una suerte de arnés con el que sujetar el cuerpo.

¡Le harán falta sus cosas! -Gritó el elfo desde las alturas, señalando un punto que, en un principio, Shiral creyó identificar como el caballo. Sin embargo, el comerciante se refería a aquella gran espada clavada en la nieve. Y a un bulto casi enterrada bajo aquella capa blanca que, entornando los ojos, logró asumir que sería una gran alforja o una mochila. Seguramente con todo su equipo.

Eriel también se giró a ver de qué se trataba, aunque se dedicaba principalmente a colocar los correajes alrededor del cuerpo del caballero, y por su mirada no parecía muy convencida de la propuesta de Bildari.

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05/02/2017, 08:16
x Nules Ar-Assan

Si Luelar llegó a importunar o no a Nules con sus preguntas, es algo que nunca llegaría a saber. El bandido no mostró reacción alguna cuando la clériga se disculpó, y se limitó a continuar con su labor de guía. Tampoco hizo gesto alguno cuando la elfa oscura tomó su mano y la besó, aunque se percibió una cierta incomodidad, una ligera tensión. Especialmente cuando, al ser liberada su mano, la juntó con su igual durante un instante.

Al salir, hay una pequeña bajada. Son pocos metros, pero algo escarpado. Cuidado con las caídas. -Informó, señalando a la iluminada salida- A unos cincuenta metros en línea recta está el camino. A la izquierda se interna en el bosque de la araña, a la derecha se sale de él. Debería estar más despejado de día, creo que esas arañas son animales nocturnos... -Especuló, dejando claro que no contaba con una gran seguridad al respecto- Una vez fuera del bosque, el sendero lleva directo a la posada, aunque pasa cerca de algunas cabañas de cazadores. No nos tienen mucho aprecio. -Añadió, lanzando a la elfa oscura una mirada que parecía decir todo lo necesario. Un lugar a evitar- Creo que eso es todo. Espero que volvamos a vernos, Luelar Tyrundlin, fiel servidora de Izz, futura Señora Negra. -Se despidió, realizando una leve reverencia y, sin apenas modales, se giró y comenzó a alejarse hacia la oscuridad de su hogar subterráneo.

Luelar quedó sola ante su gran empresa, que apenas había comenzado.

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10/02/2017, 13:52
[Abandono] Shiral de Litdanast

 La nieve, con sus peligros y obstáculos, por fin nos facilita algo, pues es de ayuda para deslizar al caballero sobre esta hasta las cuerdas que Bildari prepara para la subida del chico al carro.

 Estoy centrada en ayudarle, salir de aquí y que se recupere. Ya debería quedar poco para acabar con esto y continuar el camino, pero entonces el elfo apunta a sus cosas. Es más importante que Eriel coloque las correas alrededor del cuerpo del caballero, pero una vez más, gracias a la escurridiza nieve, creo que no necesitará mi ayuda para ello. Lo importante es que no nos detengamos más tiempo del necesario. - ¡Yo me encargo! - Contesto al elfo, y me dirijo hacia la espada y aquel bulto que parece las pertenencias del caballero para recuperar lo que pueda antes de volver al carro, esperando subir en último lugar.