Partida Rol por web

Muerte en la Nieve

Cantar de la Gran Compañía (prólogo): La primera aventura

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21/02/2017, 22:24
Luelar Tyrundlin
Sólo para el director

No pude dilucidar si mis últimas palabras y gestos tuvieron o no algún efecto sobre el elfo. Se mantuvo impasible como por lo general se había mostrado, y tras darme las indicaciones pertinentes hacia la taberna de la que me había hablado, Nules simplemente hizo una ligera reverencia y se giró. Miré brevemente como el líder bandido se dirigía nuevamente hacia la oscuridad a la que pertenecíamos, antes de volverme a la lejana luz que me aguardaba.

Ha llegado la hora…

Mientras avanzaba hacia la luz, cubriendo las partes de mi piel al descubierto y calándome aún más la capucha, me preguntaba en lo que estaría por venir; en el modo en que podría encontrar a aquel hombre y cumplir mi objetivo. Pero en primera instancia decidí dirigirme a aquella posada, donde podría meditar mejor mis próximos pasos y con suerte obtener algo de información.

Mis ojos se entrecerraron al adentrarme en la claridad, caminando aquellos pocos metros hasta dar con el camino. Una vez en él y tomé la senda hacia la derecha, dispuesta a abandonar el bosque; mientras recordaba que debía tener cuidado con las cabañas de los cazadores, tal y como me había dejado caer el elfo.

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22/02/2017, 01:26
* Juglar *

Dejando a Eriel al cuidado del herido y de las labores de su traslado hasta la carreta, Shiral corrió como pudo sobre la nieve, alzando las rodillas cuanto podía y apoyando sus pies con fuerza para asentarlos antes de que el suelo cediera bajo su peso. Era un trayecto recto, relativamente sencillo a pesar del terreno y la climatología, estando levantándose un fuerte viento que azotaba con frío y nieve y cortaba la piel.

La montaraz alcanzó aquella espada, una de tamaño desproporcionado para usarse a una mano, y se inclinó cerca de ella en busca de aquel bulto enterrado en la nieve. Era, en efecto, una mochila, y parecía contener equipamiento de campaña suficiente para las maniobras que estuviera desarrollando aquel caballero. Cerca de su posición, el cuerpo de la montura no se movía. Por el tono pálido de su piel, debía llevar bastante tiempo muerto.

Sin embargo, no fue eso lo que atrajo toda la atención de Shiral. Un nuevo aullido se alzó sobre el sonido del viento, peto cuando la elfa miró hacia los árboles mas cercanos, no fue un animal lo que vio.

Era... otra cosa.

Estaba a cierta distancia, bastante, y con el viento azotando su rostro no pudo fijarse bien, pero aquello era una figura humanoide, semidesnuda, con la piel mortecina y oscurecida, agrietada y a merced de los elementos. Largo cabello canoso y reseco caía de una cabeza en que lo que hubiera sido un rostro más parecía una calavera de ojos hundidos en las sombras, símbolo de la misma muerte.

Pues aquel ser que la observaba, más parecía muerto que vivo.

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22/02/2017, 01:52
* Juglar *

Las instrucciones del líder de los salteadores de caminos habían sido bastante exactas. Efectivamente, en cuanto Luelar salió al exterior, el terreno descendió bruscamente a través de rocas y promontorios de tierra reseca. Todo ello, además, estaba salpicado de nieve y hielo, azotado por un viento cruel que helaba la piel, como nunca había sentido la servidora de Izz. Al igual que tampoco había sufrido la luz del sol sobre su rostro. El astro ni siquiera era reconocible en el cielo, oculto tras espesas nubes que menguaban su poder, y aún así resultaba molesta la luminosidad para sus sensibles ojos. La aspirante a Señora Negra no pudo sino preguntarse que tortura supondría un día despejado de verano.

Tardó más de lo que esperaba en alcanzar aquel camino, pero cuando al fin lo hizo todo fue bastante más sencillo. Pudiendo caminar sin precisar de las manos para aferrarse a salientes y aguantar el equilibrio, la elfa oscura pudo envolverse en su capa y resguardarse mejor del glacial viento. Siguió el sendero en la dirección indicada por Nules, y avanzó tan veloz como pudo. En el camino pudo ver telas de araña espesas y pegajosas en algunas arboledas y arbustos, salpicadas en ocasiones de trozos de piel o equipo ensangrentado. Aquellas muestras de la presencia de las arañas horrendas, único vestigio de las mismas pues no llegó a ver a ninguna, fueron haciéndose cada vez mas escasas, hasta que desaparecieron del todo.

Fue cuando divisó varias casas en la lejanía, entre los árboles, que se detuvo a tomar aire. Debía tratarse de las cabañas de los cazadores de las que le habían hablado. Aquella gente que era mejor evitar. Quizás lo mejor era dar un rodeo, pero la elfa oscura se fijó mejor en aquellas edificaciones, pues había algo en el lugar que no encajaba, algo que sentía debía ser importante.

Notas de juego

Tirada de Atención (oculta) a CD 10.

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22/02/2017, 03:11
Luelar Tyrundlin
Sólo para el director

Tardé más de lo esperado en avanzar el primer tramo del camino. Resultó ser más escarpado de lo que me esperaba, y el hielo y la nieve no ayudaban en mi avance; del mismo modo que no lo hacía ese gélido viento que me helaba hasta los huesos. Al alcanzar el camino del bosque este pasó a ser mi mayor impedimento, envolviéndome en mi capa cuanto pude. Sin embargo, pronto divisé algo que me heló aún mas.

Las telarañas de las arañas gigantes de las que me había hablado Nules podían verse en arboles y arbustos, siendo lo más espeluznante de esto los vestigios que habían quedado de sus víctimas. Aceleré el paso, luchando con aquella claridad que podría haber sido aún mayor de encontrarse el gran astro en el cielo.

Maldije la nieve circundante, que no hacía más que ayudar a aumentar aquella sensación de luminosidad, mientras me detenía a tomarme un respiro. Lo hice entre algunos árboles, divisando a lo lejos algunas casas, probablemente las de los cazadores. Dediqué unos segundo para observar estas, intuyendo que había algo en ellas que no encajaba, pero sin adivinar de qué se trataba.

- Tiradas (1)
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22/02/2017, 03:17
* Juglar *

La distancia, aquel frío que le helaba cada parte de su cuerpo, el entorno extraño y difícil... todo jugaba en contra de Luelar. Observó aquellas casas con detenimiento, pero sólo logró sacar dos conclusiones acerca de lo que le resultaba tan extraño.

La primera fue que no veía movimiento alguno. No había humo saliendo de las chimeneas, ni luz alguna en el interior, filtrándose por las ventanas. No vio a nadie.

Y lo segundo, no por ello menos raro... era que las puertas de todas las casas estaban abiertas.

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22/02/2017, 11:24
Luelar Tyrundlin
Sólo para el director

Desde donde me encontraba y con el entorno en contra, no pude dilucidar qué sucedía exactamente en aquel lugar. Sin embargo, hubo dos cosas que llamaron mi atención. Por un lado, aquellas casas parecían estar inhabitadas o al menos vacías en ese momento. No se veía luz salir de dentro, lo cual no era una señal muy clarificadora, pero ni se advertía movimiento alguno ni se veía humo salir de las chimeneas; lo cual sí resultaba muy significativo dada la temperatura en el exterior. Por el mismo motivo, me resultó chocante comprobar que la puerta abierta vista en una de las cabañas no era un caso aislado, sino que todas parecían estar abiertas.

¿Saqueadores? ¿Qué puede estar pasando?

Con el objetivo de descubrir qué sucedía, decidí acercarme a la casa más cercana de forma cautelosa, por si el responsable o responsables de aquel hipotético saqueo continuaban cerca, o por si los propios cazadores me veían. Me resultaba bastante rocambolesco pensar en que aquello fuera una especie de trampa, pero no podía descartar nada. Desconocía aquellas inhóspitas tierras y los usos y costumbres de sus habitantes.

- Tiradas (1)
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13/03/2017, 17:16
* Juglar *

Luelar no se encontraba en su elemento, caminando sobre la fría nieve y con la luminosidad del mundo exterior azotando sus ojos. Pero si algo caracteriza a los elfos oscuros, ha sido desde siempre la cautela y habilidad de sus movimientos. Todos conocemos y tememos su habilidad para el asesinato, ¿no es así? De modo que la clériga avanzó cautelosamente, aprovechando la vegetación para ocultarse tras arbustos cubiertos de prístina nieve y gruesos troncos de árboles que no podían protegerla del brillante cielo por carecer de hojas suficientes. Era silenciosa, pese a que las artes que tanto se adjudican a su raza no fueran su verdadero oficio, y alcanzó el muro trasero de una de las casas, de madera y con una portezuela abierta de par en par, sin atisbar movimiento alguno que mostrara que había delatado su presencia.

¿A quién, se preguntarán ustedes, podría delatarla? Porque, de un simple vistazo a través de la puerta, en seguida pudo atestiguar que la casa estaba, efectivamente, vacía. Pero no ordenada, precisamente, no, más bien todo lo contrario. Había muebles volcados cerca de la puerta, objetos de todo tipo desperdigados por el suelo, varias antorchas apagadas con sus extremos ennegrecidos por el uso...

Y sangre. Había sangre en el suelo.

Notas de juego

Haz una tirada de Atención (CD 15) y, si la pasas, espera antes de poner turno.

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13/03/2017, 20:16
Luelar Tyrundlin
Sólo para el director

Me calé la capucha cuanto pude y avancé sigilosa, tratando de que la inmaculada nieve que reflejaba la luz del gran astro no me afectara en demasía. Pasé tras arbustos y troncos, hasta dar con un muro tras una de las casas, también de madera y con su puerta abierta.

Aunque con suma cautela, pronto vi que la vivienda se encontraba vacía, lo cual no me resultó extraño; no así el estado en el que esta se encontraba. La casa carecía de cualquier tipo de orden, pero no se trataba de que correspondiera a una muy poco cuidadosa familia, sino que poseía muebles volcados y objetos tirados por el suelo, como si alguien hubiera estado buscando algo. También me percaté de las antorchas apagadas, lo cual hacía que me reafirmara en mis sospechas, pero eso no era todo…

¿Sangre?

Decidí saltar el pequeño muro y adentrarme con cuidado en la casa, no sin mirar antes en todas direcciones para cerciorarme de que nadie me veía. Una vez dentro cerré la puerta, queriendo inspeccionar mejor el lugar con calma. Lo primero que hice fue agacharme junto a la mancha granate, pasando dos dedos por la misma. Miré el rojizo líquido de cerca y me lo llevé a la boca, comprobando que efectivamente se trataba de sangre.

Me puse en pie y busqué en el interior, por si podía ver algo más que me diera alguna pista. Si había algún tipo de grupo de asaltantes ahí fuera, más valía que estuviera prevenida.

- Tiradas (1)
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20/03/2017, 01:49
[Abandono] Shiral de Litdanast

 Me aproximo a lo que parecen las pertenencias del muchacho al mejor ritmo que el terreno me permite. No entraña dificultad, ni peligro, mas las circunstancias y el frío exigen premura a nuestra marcha, pronto mucha más. 

 Alcanzo la mochila del muchacho, cargada con su equipaje, cerca de su gran espada. Me agacho para agarrar su mochila y su espada y volver al carro, pues parece que no hay nada más que pueda salvar, pero de nuevo un aullido llama mi atención y alzo la mirada para buscar su origen en la dirección de la que proviene el sonido, y cuando lo encuentro me quedo quieta durante un segundo mientras lo miro con miedo y dudas por los demás. No sé qué es eso, pero ahora desearía que el aullido sí que hubiera sido de un lobo. El terreno no nos favorece para luchar, no sabemos si rondan más de esas criaturas, y mis compañeros son una sacerdotisa de Rael, un comerciante y un herido. Si los elfos tienen que cuidar del humano no pueden apoyarme, si lucho me quedaré atrás y me arriesgaré a ralentizar a los demás y a que puedan llegar más de estos monstruos y, ¿Estarán bien más adelante si surge algún peligro y no puedo ayudarles? Finalmente decido que mi mejor apuesta, de momento y teniendo en cuenta la distancia a la que se encuentra esa aberración, está en la retirada. - ¡Vamos, vamos! ¡Subidlo! - Grito a los elfos, alarmada.

 Me apresuro a cargar a mi espalda las pertenencias del caballero para volver sobre mis pasos hacia el carro lo más rápido que puedo y largarnos de aquí cuanto antes. También intento llevar la espada arrastrándola, ayudándome de la nieve para deslizarla por esta y que su peso no me ralentice más de lo que ya lo hace el terreno.

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31/03/2017, 15:15
* Juglar *

¿Ha oído hablar alguno de los presentes de un elfo oscuro que acceda a un lugar por la puerta, habiendo una ventana disponible? Jajaja. ¡Este humilde juglar tampoco! Está en la naturaleza sibilina de ese pueblo, he de suponer, aunque también es muy probable que todo sean habladurías debido al tipo de ocupaciones a que dedican su tiempo fuera de su reino. Sin embargo, se cumplió con Luelar, al menos en aquella ocasión.

La clériga accedió a la cabaña por una ventana, aterrizando sigilosamente en su interior entre un silencio sólo roto por la brisa que se filtraba entre las ramas desnudas de los árboles del exterior. Al menos, de ese modo me lo contaron. Un detalle sin importancia, si me permiten. El caso es que accedió y cerró la puerta desde el interior, con sumo cuidado de no alertar a quienquiera que pudiera estar fuera. Pero no vio a nadie, no parecía haber un alma con vida en aquel lugar.

Con el cerrojo echado, consistente en un tablón cruzado, la elfa oscura comenzó a inspeccionar el lugar, comenzando con las manchas del suelo. Era sangre, no cabía duda alguna, lo supo incluso antes de llevarse una pequeña muestra a los labios para saborearla. En efecto, era una mancha de sangre en el suelo, y no era la única. Aquí y allá, pudo ver salpicaduras y marcas de haber sido arrastrado algo desperdigando manchas diversas de la misma sustancia de la vida. Ahora, aquella sangre estaba coagulada y espesa, aunque no era precisamente antigua.

Al ponerse en pie, trató de hacerse una composición de lo sucedido, aunque era ciertamente complicado porque la casa, que no pasaba de ser un humilde y miserable hogar de cazadores o leñadores, estaba patas arriba. Las escasas pertenencias que pudiera acumular alguien así, estaban desperdigadas por el suelo, en un absoluto caos. En un rincón vio que descansaba un hacha de mano bastante usada, así como una daga y un arco corto que, curiosamente, parecía compuesto y en buen estado. De hecho, se trataba de una obra de buena manufactura, en cuya empuñadura se veían las iniciales BK.

¿Quién asaltaría una casa como aquella, se preguntarán, sabiendo que pocas pertenencias decentes era posible encontrar, y dejaría un arco como aquel?

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31/03/2017, 15:50
* Juglar *

El tiempo parecía confabularse en contra de la exploradora. Shiral corrió como alma que llevaba un demonio, sabedora de que tenía las de perder en aquellas circunstancias. Si algo ha caracterizado desde siempre a los elfos del bosque es su habilidad para elegir sus campos de batalla. Y no únicamente sus ejércitos, sino muy especialmente los montaraces que protegen los bosques alrededor de su reino.

Aquel ser no se movía, aunque eso no tranquilizaba a la elfa. ¿Quién podía saber qué oscuros designios acompañaban a su presencia? Podía haber más de ellos, o comandar a otros horribles seres que se abalanzarían sobre ella a la carrera. Con la respiración al límite, corrió con la carga entre sus brazos, arrastrando la pesada hoja de aquella espada hasta alcanzar el linde de aquel desfiladero, momento en que alzó la mirada con gesto suplicante y desesperado.

La cuerda cayó sobre ella casi al instante. Bildari, que ya había logrado izar al caballero, lo dejó en manos de Eriel, también ascendida hasta el camino, y mientras ella trataba de subirlo con dificultad al carromato, su compañero alargaba la cuerda para que la exploradora pudiera subir. Shiral echó la vista atrás tan sólo un breve instante, mientras se sujetaba a la soga. Aquel ser no se había movido de su posición entre los árboles, pero ya no estaba sólo. Otras siluetas oscuras aparecían a su espalda, uniéndose a él, un siniestro grupo que avanzaba deteniéndose antes de superarle, observando a la mujer que huía de ellos.

¡Vamos! ¡Vamos! -Gritaba el comerciante desde las alturas, consciente de lo que estaba sucediendo, aunque sin comprender la naturaleza de ese mal que les acechaba.

Con ayuda de Bildari, Shiral no tuvo mayores problemas en alcanzar la posición elevada, el camino. El elfo, lanzando furtivas y rápidas miradas a aquel grupo que se mantenía bajo la sombra de los árboles, recogió la cuerda y el aparejo, comprobando que Eriel estaba ya en la parte trasera del carromato, tratando de soltar los amarres y correajes de la armadura del caballero para poder cubrir su cuerpo con una manta.

¿Qué son esos seres? -Preguntó a la exploradora, quizás con la esperanza de que tuviera un mayor conocimiento del mundo, quizás sabedora de algo que pudiera tranquilizarle- N-no son orcos, ¡yo he visto orcos! ¿Q-qué son? ¿Qué hacemos, Shiral?

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11/04/2017, 18:15
[Abandono] Shiral de Litdanast

 Durante un momento me planteo el soltar el equipo del caballero para huir más rápido, pero confío en que la distancia que hay entre ese monstruo y yo es suficiente como para que la huida, o incluso un posible enfrentamiento, no me resulten especialmente complicados. No es hasta que me giro un instante para volver a mirarlo cuando de dudo de verdad si aligerarme o no de peso, al ver la multitud de seres similares que se congregan tras él, aunque sin avanzar, pero gracias a las rápidas intervenciones de Bildari que me ayuda a subir al carromato en un instante no tardo en alejarme de ellos y poder descargar al fin el equipo del humano. 

 ¿Qué hacemos? 

 Encontrarme acompañada y en una posición más elevada no me hacen sentir mucho más confiada, no puedo ser tan estúpida. Estoy en la situación contraria a la que acostumbro. No conozco los números enemigos, sus estrategias, sus armas, el entorno. Ellos podrían controlar todo lo que desconozco y cosas que ni pueda imaginar o preveer. Tal vez tengan refuerzos. Por otro lado Bildari es tan sólo un comerciante, y Eriel no puede luchar. No podemos enfrentarnos a ellos, y aunque así fuera y saliéramos victoriosos, algo así podría significar represalias más adelante, y con este carro y un herido no podríamos escondernos apropiadamente si quisiéramos ser sigilosos, aunque fuéramos más rápidos que ellos. Irse de aquí es lo más prudente. Además no veo en qué podría beneficiarme una lucha ahora mismo.

 - No sé qué es eso, pero hay que irse YA. ¡Vamos! Si necesitas que compruebe el camino dímelo ya, pero entonces alguien tiene que vigilar el otro lado. - Termino mirando a Eriel. No es que haya muchas más opciones. 

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15/04/2017, 12:42
Luelar Tyrundlin
Sólo para el director

La presencia de sangre en el lugar era mayor de la que había advertido en un primer momento. No fue algo que me inquietara, acostumbrada a verla brotar de entre la piel, pero sí hizo que me preguntara qué había sucedido exactamente en aquel lugar. El rojo líquido ya no brillaba, era espeso y había comenzado a perder su belleza; y formaba algunas marcas que parecían apuntar a que alguien había sido arrastrado en el lugar.

Además de salpicaduras de sangre, lo que salpicaba todo eran las escasas pertenencias de quien reposara en aquel lugar. Me puse en pie y giré sobre mi misa un par de veces, observando todo con detenimiento, hasta que algo llamó mi atención y provocó que me acercara.

Más que algo, fueron varias cosas, armas, que reposaban en un rincón de la estancia. Me acerqué a paso inaudible, viendo un hacha más que usada, que quizás ni siguiera fuera calificada como arma en manos de su dueño; más bien parecía haber sido usada como herramienta. También vi una daga, objeto que me resultaba más familiar. La tomé entre mis dos manos, observándola unos segundos antes de empuñarla y rozar la punta y el filo con uno de mis dedos, comprobando su estado. Me la guardé y tomé entonces el último de los objetos, un arco corto compuesto, de demasiada buena calidad para encontrarse en aquel lugar. Al tomarlo, comprobé que efectivamente era buena manufactura, pero también observé algo más.

¿BK?

No dejaba de resultarme extraño el hecho de que hubieran abandonado allí ese arco, pero aun así decidí llevarlo conmigo, quizás en aquella taberna alguien estuviera dispuesto a comprármelo. Eché otro rápido vistazo y decidí abandonar el lugar, dejando la puerta cerrada y saliendo de forma sigilosa por una de las ventanas, no sin antes observar si algo acontecía fuera. Me dejé caer sobre la esponjosa nieve desde la pequeña altura que separaba la ventana del suelo, y calando aún más si cabía mi capucha, me dispuse a retomar con sumo cuidado el camino indicado por Nules.

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15/04/2017, 16:57
* Juglar *

A Bildari no le costó en absoluto obedecer las indicaciones de Shiral. Estaba sobrepasado, no era un hombre de acción, sino un viajero y un hombre de negocios, aquello era demasiado para él y, como todos sabemos, en tales situaciones un hombre sólo quiere saber qué es lo que tiene que hacer. Es la parte más difícil, sin duda, por eso tienen tanto valor los hombres arrojados que asumen responsabilidades y toman decisiones. El elfo prácticamente saltó sobre la bancada del carromato, tomando las riendas y retomando la marcha tras cruzar unas pocas palabras apresuradas con Eriel.

La elfa, que se encontraba tratando de desabrochar la armadura del caballero, alzó la mirada con consternación. Había miedo en sus brillantes ojos, en la expresión de su rostro que volteó para observar durante un instante la retaguardia antes de retomar su tarea con el herido. Si bien es cierto que Shiral pudo comprobar cómo la sacerdotisa de Rael alzaba la mirada cada poco tiempo para comprobar el camino tras ellos.

Así avanzaron, con la exploradora encabezando la marcha a varias decenas de pasos por delante del carro, mientras continuó el camino serpenteante por aquellos desfiladeros montañosos. Y a pesar de la premura, los nervios y el temor a ser emboscados, lo cierto es que el camino discurrió sin incidentes hasta que abandonaron aquella senda y tomaron un camino de montaña más espacioso, entre vegetación y colinas altas llenas de nieve. Llegados a ese punto, la propia Shiral pudo montar sobre el carruaje, y la marcha se agilizó un poco más. Además, haber dejado atrás aquella senda tortuosa calmó los ánimos en el grupo.

Tras una larga hora de marcha, Bildari se puso en pie sobre la bancada, oteando el paisaje ante el carruaje. Se giró, sonriente y esperanzado, y avisó a las elfas de que había visto algo.

¡La posada! -Indicó, señalando un punto más adelante en el camino. En la intersección entre varias elevaciones del terreno, un camino discurría pasando junto a una especie de gran cabaña, con un cercado en el exterior y un cobertizo a un lado. La construcción era tosca, apenas troncos superpuestos y entrelazados sin tratamiento ni cuidado alguno, pero lo primero en que destacaba era el humo que surgía de su chimenea, advertencia de un fuego y un calor que haría las delicias de cualquier extraviado en aquel paraje inhóspito- Recordaba que había una por aquí, aunque no su nombre.

Ahí este hombre podrá entrar en calor. -Indicó, llena de esperanza, Eriel- Necesita una cama y reposo.

Pues ahí le dejaremos. -Sentenció bruscamente el comerciante, volviendo a sentarse y agitando las riendas. Al darse cuenta de la expresión en el rostro de Eriel, trató de explicarse- No podemos quedarnos en estas montañas durante tanto tiempo, Eriel. Nos esperan en Eras Har. Con gusto pagaré la manutención y cuidados de este pobre hombre durante ese tiempo, pero nosotros seguiremos ruta.

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15/04/2017, 17:45
* Juglar *

Las pistas que la oscura elfa había contemplado en aquella cabaña no dejaban entrever demasiado de lo allí acontecido. Sin embargo, estaba claro que había sido algo grave, aunque era más la curiosidad que la preocupación lo que acuciaba a Luelar. La sangre, la violencia, nada de eso era nuevo para la clériga, lo único que cambiaba era el entorno. Y no conocer los detalles. Por ese motivo, abandonó aquella cabaña para continuar su camino, calando su capucha para cubrirse y con una nueva adquisición entre sus pertenencias. Dos, en realidad. Una daga, y un arco de buena factura con unas iniciales talladas. De tal guisa decidió continuar el camino que Nules le había indicado, caminando sobre la prístina nieve con la que contrastaba su oscuridad de piel, atuendo y alma.

Hasta que lo vio.

En la intersección entre varias elevaciones del terreno, el camino discurría pasando junto a una especie de gran cabaña, con un cercado en el exterior y un cobertizo a un lado. La construcción era tosca, apenas troncos superpuestos y entrelazados sin tratamiento ni cuidado alguno, pero lo primero en que Luelar se fijó fue en el humo que surgía de su chimenea, advertencia de un fuego y un calor que haría las delicias de cualquier extraviado en aquel paraje inhóspito. Aquel debía ser el lugar. Un letrero colgaba sobre la puerta, pero estaba tan desgastado por los elementos que no se leía nada. En cualquier caso, no podía haber muchas posadas por allí.

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25/04/2017, 12:39
[Abandono] Shiral de Litdanast

 Huimos sin problemas de esas cosas, que afortunadamente no se molestan en perseguirnos. ¿Qué eran? ¿Serían ellos los que atacaron al humano? Aunque los deje atrás la escena y las dudas provocadas por esta aun permanecen en mi mente conforme avanzo frente al carruaje. 

 Llegamos a un camino más ancho y seguro en el que puedo permitirme subir también al carro. Quiero seguir mirando hacia atrás, ya que aun no me siento segura, pero la espada y la armadura del caballero me traen recuerdos de otros tiempos que me distraen más de lo que me gustaría. Miro al humano, apenada. Huyendo de mi gente y mi pasado me he dado de bruces con los sentimientos que quería dejar atrás. ¿Qué esperabas? No es que él fuera el único caballero de Stumlad, y alejándome de Litdanast, entre la gente distinta que encuentre, también habrá otros caballeros. 

 Alzo la mirada discretamente hacia Eriel, despertando levemente así de mi pensamientos. Al menos esta vez ha acabado de forma distinta. Sinceramente me alegro por el muchacho, y por haber conocido a Eriel y a Bildari. No nos debían nada, y a pesar de eso se han arriesgado para ayudar. 

 Tras un rato de viaje Bildari divisa una posada, que en ese instante se me antoja casi como un sueño, como encontrar un oasis en mitad del desierto... Pero al revés, claro. - Menos mal . - Gracias, Rael. Es justo lo que el humano necesita, y por otro lado a nosotros también nos vendría bien entrar en calor. 

 Bildari no piensa seguir cargando con el humano, a quien se ofrece a pagar la estancia, mostrando así de nuevo su bondad. Es comprensible, él tiene que continuar su viaje para atender su negocio, y el caballero necesita reposo. 

 - No os preocupéis, yo no tengo prisa, puedo quedarme con él. Además ya os he causado bastantes problemas. - 

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12/09/2017, 09:36
* Juglar *

Nayí, se llamaba, y había nacido y crecido en las duras calles de los bajos fondos de Stumlad. Pocos, sin embargo, la llamaban así, por su nombre real, al menos cuando se ocultaba bajo tan oscura indumentaria y afrontaba su oficio. Entonces se hacía llamar simplemente Sombra.

No, estoy seguro de que a pocos de ustedes, buenas y honradas gentes, le agradará conocer del oficio de la joven Nayí. Era... ¿cómo definirlo? Una fuera de la ley. Sustraer lo que no le pertenecía, así como acabar con la vida de quien tuviera un precio sobre su cabeza, eran la forma en que se ganaba la vida. No, no era una labor que diríamos honrada, pero ¡denle tiempo a esta historia! Muchos de los más brillantes héroes de la historia han surgido de la más absoluta oscuridad.

Su esposo no gustaba de sus actividades, desde luego. ¡Oh, por supuesto, estaba casada! Felizmente casada, según tengo entendido. A pesar de todo, me atrevería a añadir. Su esposo, Mürwert, fue paladín de Korth hasta que su mutuo amor le llevó a abandonar la orden. Todos sabemos que los paladines no pueden tener esposa ni hijos, y aquel desdichado se enamoró de Nayí, no sólo una mujer, sino una delincuente. Abandonaron Stumlad juntos, y se asentaron en Teshaner, donde él ejerció la profesión de comerciante sin olvidar el camino de la espada. Ella aceptaba encargos menores en la ciudad, y de cuándo en cuándo algunos de mayor relevancia a pesar de las duras penas que se imponían por parte de la milicia. Un condenado por asesinato podía ser colgado en la Plaza del Pecado, o ser abandonado para morir en las celdas subterráneas del alcantarillado.

Precisamente por eso, Sombra había adquirido una rutina muy concreta. Tenía plazos entre un encargo importante y el siguiente, que respetaba escrupulosamente. Además, tras cada golpe desaparecía durante una temporada, hasta que las aguas se calmasen. Mürwert no necesitaba saber nada más. Cuando su esposa Nayí le avisaba de que se disponía a pasar unos días fuera de la ciudad, el comerciante guerrero era consciente de lo que significaba. Lamentaba tener que aceptarlo, pues amaba a Nayí completamente, con su lado más luminoso y el más oscuro. Sin embargo, mantenía la esperanza de que la luz venciera finalmente a la oscuridad, y su amada dejase aquel oficio algún día.

Nuestra historia comienza precisamente tras uno de esos encargos importantes. ¡Y fue realmente importante! De hecho, fue tan sonado que es muy posible que algunos de ustedes sepan de él y recuerden aquel suceso. Este humilde juglar no es quién para lanzar acusaciones, sólo reproduce lo que en su día le contaron, por supuesto. Fue durante los Juegos de las Mil Rosas, la famosa competición de justas y tiro con arco que regularmente celebran los Lores de la ciudad. Lady Servil situaba junto a ella a un invitado cuya posición levantó demasiadas suspicacias, y la segunda noche durante las celebraciones en honor del vencedor de la justa, aquel joven bien parecido apareció asesinado. Sombra cobró el encargo inmediatamente y abandonó las murallas de la ciudad antes de que la milicia comenzase a investigar debidamente, dispuesta a pasar lejos de Teshaner el tiempo suficiente para que se calmasen los ánimos y se olvidase aquel incidente.

Para ello, como había convertido en costumbre, puso rumbo a lomos de su frisón negro, Thor, hacia las colinas de Terasdur. No era una tierra demasiado segura, pero era discreta. Muchos hombres del norte se dedicaban en aquellas montañas cubiertas de nieve a la caza y la tala de árboles de sus extensos bosques. Aunque los orkos acostumbraban a merodear y dedicarse como es habitual en su raza al saqueo, la orden de caballería de Stumlad poseía en la zona numerosos destacamentos destinados a mantener la paz. Por fortuna, los caballeros de Stumlad y la milicia de Teshaner no mantenían comunicación ni coordinación, por lo que nunca buscarían a sospechosos de actos fuera de la ley cometidos en la ciudad. Sus órdenes procedían de la lejana ciudad de Eras-Har. Nayí lo sabía, y por ello aquellas casi inhóspitas tierras le eran tan provechosas para mantenerse oculta. Conocía una posada, perdida en medio de ninguna parte, donde el frío de la nieve era combatido por un buen fuego y pucheros calientes que no estaban demasiado mal de sabor. Allí se refugiaban leñadores, cazadores, y muy de cuando en cuando algún pequeño grupo de caballeros durante sus patrullas. Se decía que cerca de allí había un templo de Korth, una especie de abadía dedicada al recogimiento, aunque a Nayí eso no le interesaba.

Y allí se encontraba, en el camino hacia aquella posada, a lomos de su caballo negro como la ropa que llevaba puesta, con los cascos de aquel fuerte frisón hundiéndose en la espesa nieve. No le quedaba mucho para llegar, estimaba, y el frío ya le calaba los huesos. Ya imaginaba aquella chimenea bien caldeada y un buen cuenco con el guiso que servía la esposa del posadero, aquella mujer delgada que no se cortaba a la hora de coquetear con cuanto hombre cruzaba las puertas de su establecimiento, incluso con su esposo delante. Aquellos días serían aburridos, sin nada que hacer, y añoraría a Mürwert, pero al menos no pasaría frío.

Sin embargo, aquellos pensamientos se desvanecieron al instante en cuanto Thor piafó nervioso, expulsando una bocanada de vaho por su hocico con violencia. Algo ponía nervioso al caballo, y aunque Sombra no supo inmediatamente de qué se trataba, en seguida se percató de que al norte, entre la floresta, había una sombra irreconocible que destacaba sobre un tronco cubierto de nieve, como si algo hubiera caído sobre él y aún no hubiera sido cubierto por el blanco manto. Sin embargo, permanecía inmóvil.

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12/09/2017, 18:06
[Abandono] "Sombra" (Nayí)
Sólo para el director

Salía de la ciudad bastante satisfecha con el trabajo. Fue algo rápido y limpio y el pago inmediato. Salí pronto de allí, junto con los primeros comerciantes, como si fuese parte de su escolta. Era la mejor manera de salir sin levantar sospechas. Las noticias de la muerte de aquel hombre aún no habían llegado a las puertas de la ciudad y tardarían en cerrarlas.

Llegado el momento, me fuí alejando del grupo con el cual salí de la ciudad para tomar mi propio camino. Thor era un caballo muy inteligente y seguramente se sabía la maniobra de memoria, pues no tuve que decirle nada para que frenase su paso. La gruesas capas de nieve comenzaron a verse enseguida, cubriendo gran parte del camino hasta la posada donde me solía ocultar durante un tiempo en las colinas de Terasdur, para luego regresar a casa junto a Mürwert.

Siempre que me iba de mi hogar dejaba parte de mí al separarme de él, y deseaba regresar cuanto antes para volver a sentirme completa a su lado. Pero sabía que debía moverme con cautela y paciencia, sobre todo cuando los trabajos que realizaba eran asesinatos de este calibre. El frío se calaba ya en la ropa húmeda y Thor no debía estar mejor que yo, pero esperaba llegar en breve y, después de dejar a Thor en una cálida cuadra, calentarme al fuego de la chimenea de la posada rememorando los buenos momentos que tendría con Mürwert en cuanto llegase a su lado.

Thor, nervioso por algo, elevó el cuerpo sobre sus patas traseras, acción que casi me hace caer de su lomo. Mi mano acarició su cuello y mi voz trató de calmarle mientras observaba aquello que había asustado de esa manera a mi montura. Fuese lo que fuese, llevaba poco tiempo allí. Descendí de la silla de montar y terminé de calmar a Thor antes de coger mi ballesta y apuntar hacia la mancha negra. Esas tierras eran peligrosas y no me apetecía caer en una trampa.

Mientras caminaba en silencio hacia el arbol caído, no dejaba de apuntar con el arma a lo que fuese que estuviese allí tirado, y mis ojos y oídos permanecían alerta tanto de aquello como del entorno. No podía descartar que se tratase de una emboscada para asaltar y robar a viajeros desprevenidos. Además, el manto blanco que cubría la zona no me era de utilidad para utilizar mis habilidades de ocultación y menos aún con mis ropajes negros. Pero al menos si podía moverme en sigilo.

La nieve crujía casi insonora bajo mis pies, cuando alcanzaba aquel manto negro inmóvil sobre el tronco del arbol. Me detuve a unos dos metros de distancia, desde donde traté de averiguar de que o quien se trataba antes de acercarme más o disparar.

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17/09/2017, 17:04
* Juglar *

El caminar de Sombra sobre la nieve era tan sumamente silencioso, que ella misma podría haber dudado de su propia presencia en aquel paraje. Le era más sencillo sentir el palpitar de su corazón, o la suave respiración que controlaba al cruzar entre sus labios, que sus pies hundiéndose en la espesa nieve. No podía decir lo mismo, no obstante, de sus ropas oscuras al contraste con el níveo paraje. Se había convertido en muda sombra del medio día, una oscuridad fácilmente apreciable.

Pero aquello no importaría, a la postre. Aquel bulto, aquella silueta a la que se acercaba, se tornó prontamente en algo a lo que no había necesidad de temer, al menos de primeras. No se trataba de una figura acechante, y si se trataba de algún tipo de trampa, lo cierto era que habría sido bastante bien elaborada. Los primeros copos de nieve se comenzaban a posar sobre una capa de pieles sucia y desgastada, sobre los hombros de un hombre tendido sobre aquel tronco nevado. Parecía haber caído tal cual sobre el obstáculo del camino, con los brazos por delante que ahora colgaban hasta el suelo, amoratados por el frío. Una larga cabellera de un castaño oscuro, sucia y desordenada, caia sobre un rostro que la joven Nayí no alcanzaba a contemplar.

¿Qué hacía aquel hombre allí, en mitad de ninguna parte? ¿Y qué le había sucedido?

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17/09/2017, 17:04
* Juglar *

Nrog, se llamaba. Sólo Nrog. Ya saben ustedes, buenas gentes, la poca importancia que la repudiada raza de los gigantes azules le da a los nombres. Suenan como gruñidos para nosotros, y apenas si se molestan en nombrar a sus padres en lugar de contar con un auténtico apellido. Nrog, sin embargo, no podía emplear ni eso, había perdido el derecho. Había sido desterrado, y con ello era repudiado por su propia raza. La vida en las montañas de Terasdur era dura, siempre lo era. Asediados por los orkos, despreciados por los caballeros de Stumlad que vigilaban la región, con escasa caza y menos recursos, los gigantes azules continúan resistiendo. Nrog no tenía ni eso, ni a su propio pueblo, y por ello debía subsistir en solitario.

Hacía acopio de leña. No, el frío no era un problema para él, nunca lo es para esas aberraciones, creaciones del Rey Negro que por fortuna no existe ya sobre la faz de Valsorth. Pero, aún así, Nrog necesitaba aquella leña. La leña le daría fuego, y el fuego le ofrecería luz extra en la noche y comida que no estuviera completamente cruda. Era cuanto tenía, y se había convencido de que era cuanto necesitaba. Cazar, comer, dormir. Levantarse al día siguiente para volver a cazar, a comer, a dormir. No contaba con los mismos útiles que ustedes o yo emplearían en la laboriosa empresa de la caza, pero tampoco sus presas eran como serían las nuestras. Los grandes animales de la montaña no se cazaban con lanzas y flechas. Un impacto no bastante fuerte con la roca al extremo de un martillo era la práctica habitual.

Pero la caza comenzaba a escasear, en los territorios sin dueño. Aquellos que no eran coto privado de su pueblo, ni territorio de asalto habitual de las tribus orkas, ni se encontraban tan cerca del Bosque de la Araña como para estar siempre en el punto de mira de las monstruosidades de ocho patas y los elfos oscuros que habitaban aquel lugar. Las posibilidades se iban recudiendo a cada día que pasaba, y mientras recogía leña en los bosques nevados con la que prender un fuego en la cavidad de la montaña en que había construido su refugio, se repetía una y otra vez que no podría aguantar allí arriba mucho más tiempo. ¿Cómo sobreviviría en tierras con menos nieve, lejos de las cumbres? Había algunos asentamientos humanos, de hombres del norte. Se dedicaban a esquilmar la madera de los bosques, y algunos a la caza y recolección de pieles. ¿Aquellos eran oficios para Nrog?

No llegó a una conclusión, pues antes de hacerlo soltó la madera que llevaba entre sus manos, llevando éstas al gran martillo de piedra que empleaba como arma. El viento le había traído un sonido, un grito, el de un hombre. Pudo percibir el terror en aquel tono desgarrado. Ya era extraño cruzarse con hombres, por aquellas latitudes, pero ¿qué podía hacer gritar de aquel modo a alguien?