Partida Rol por web

El grupo estaba demasiado agitado como para conducir durante más tiempo. Tenían que parar, celebrar y, sobre todo, hablar. Linn encabezaba la marcha y escogió lo que parecía una cabaña amplia, con jardín hecho de caminos de piedra blanca que resaltaban sobre el césped verde de la entrada. Estaba rodeado de altas arboledas y tenía un amplio aparcamiento. Pese a su arquitectura, era un motel de carretara (el típico lugar de tranqui alemán).

-Esperad fuera- dijo Linn. No había motivos para que todos tuvieran que adoptar el rubor de la vida para no llamar la atención en recepción. Tras ello salió, repartió llaves a sus compañeros salvo a Øystein y a Billy. Con un gesto de cabeza les indicó que les acompañara a una de las habitaciones.

Escogió las tres más reservadas y sombrías que tenían. -El recepcionista me ha asegurado que no les da el sol. Tomaremos medidas y estaremos bien.- Añadió mientras habría. Era la habitación del centro, el resto de moteros estarían a ambos lados. Fue entonces cuando os disteis cuenta que, de los cinco moteros, tres eran humanos -tampoco faltará la sangre-.

La habitación era espaciosa. Escuchábais el alboroto de vuestros compañeros de cuarto pero Linn no estaba para celebraciones. Dispuso las únicas dos sillas que había y se sentó en la cama, con los codos apoyados sobre las rodillas y las manos entrelazadas delante de la boca, adoptando una actitud pensativa. -¿Qué cojones ha pasado en ese tren?-

Les dejaría dar su versión de los hechos y luego hablarían de planes futuros.

Me Cruze de brazos en mi silla ajustandome la corbata y el sombrero. El lugar no era de la mejor calidad existente, pero es lo que había. Escuche las palabras de Linn. Si hubiera estado vivo suspiraria.

Creo que esta claro. El Malkavian tenía algo en su almacén que fue robado cuando lo de Viena a los tremere. No se como lo consiguió pero tenía sus negocios ilegales el también.

Los otros se llevaron ese material esa gatita y el resto imagino. El sabbat  quería eso y venían a recuperarlo, como no tenían el material encima decidieron hacerlo infiltrados y con la jugada del arconte. Pero sin duda alguien sabía lo que pasó aquella noche cuando nos reunimos con el malkavian.Hubo además alguien infiltrado o un ataque, no se si cosa de los Banu haquim. Pero quizás el mismo sabbat buscaba lo robado de Viena aquella noche y justo cuando iban a tomarlo se lo quitaron de las manos Raider y compañía.

Seguramente todo tenga que ver con la faccion de tremere en el sabbat.

Todavía podía sentir el frenesí de la victoria. Sostenerse de la estrecha cintura de Linn en la moto era premio suficiente. Le apretó con las manos sugestivamente todo el camino, y, aunque no podía verle la cara, estaba seguro que la rubia sonreía.

Pero ahora estaban allí, en la habitación, y era momento de sacar conclusiones. El brujah asintió a medida que Billy daba explicaciones. Se sorprendió al comprobar que el Ventrue sabía más cosas que el mismo, pero agradeció su resumen. Todo comenzaba a cobrar sentido, excepto una cosa que parecía el sólo ignorar.

—¿Qué es lo que fue robado de Viena?— le sorprendía que los Tremere estuvieran también involucrados en los sucesos de aquella noche, pero pronto recordó. —Creo que un brujo asistió al tipo al que Gaia llamaba Ovillito en algún momento de la noche.— cerró los ojos intentando recordar —Nicholas. Nicholas, se llamaba.

Luego agregó, con una sonrisa soñadora.

—Por cierto, ¿han visto a esa Gaia? Creo que no me costaría trabajo convertirla a nuestra causa.

Una Gangrel salvaje y leal era un activo maravilloso para una banda como aquella.

-Aún no es independiente- niego con la cabeza ante la idea de adoptar a la Gangrel. Para que puediera formar coterie hay que pedirle permiso a Raider o éste debe darle la independencia reconociéndola como una igual.

-Billy. ¿Dónde vas a ir?- pregunto al ventrue por si tenemos que desviarnos para dejarlo antes de seguir nuestro camino.

Algún tipo de artefacto mágico de seguro, que puede ser no se algo que posea magia, algo que tenga en su interior algún demonio o ser que quieran liberar o destruir. No lo se.

La gangrel suerte con esa pesca, esta muy apegada a su sire. Aunque si buscas hay más peces en el mar. le digo a olstein

Volvere a mi ciudad a seguir con mis negocios. Este intento de expansión de ellos con el malkavian no salió bien. Por cierto ahora que lo pienso alguno de los dos dejo algo suyo en el vagón? Por si cuando llegue la camarilla o lo que sea os pueden culpar o situar en la escena del crimen.

Un virote ensangrentado, trozos de cristales ennegrecidos, una mochila azul vacía... la ballesta descansa sobre el escritorio, plegada por lo que no hay que preocuparse. Además, el tren ardió mientras os alejabais en las motos -quizá los Tzimisce tampoco querían dejar rastros-

Linn frunció el ceño cuando Billy habló de magia, demonios y demás parafernalia de fantasía. Pero se calló. Antes no creía que existieran los hombres lobo o los vampiros. -He visto a antiguos matarse por objetos viejos de épocas pasadas- asintió. Quizá se tratara de algo de eso. -Puedes quedarte con nosotros el tiempo que quieras, Billy. Nosotros iremos a Italia.- Linn miró a Øystein -Vamos a seguir los objetos que se llevaron- la Brujah sonrió -Y sé quién nos puede ayudar. Tenemos un nuevo mecenas- resolvió indicando que Alexandra ya no era una opción.

-Ya habrá tiempo de hablar mañana. Ahora cerremos estas ventanas antes de que amanezca-

Recordó el virote ensangrentado, pero ¿qué importancia tenía algo así, tras el incendio monumental que había afectado al tren al poco tiempo? Los Camarilla tenían varios asuntos que resolver, comenzando por la presunta muerte final del primogénito Malkavian.

Así se lo comunicó a Billy, antes de que este partiera. Pese a sus palabras y a las de Linn, no renunciaría en su empeño de conquistar a la Gangrel.

Lo último que vió fue la silueta sugerente de Linn mientras cerraba las ventanas.

Billy se marcha y Linn y tú quedáis a solas en la habitación. Terminas de tapar las ventanas y...

Pues Barcelona mismo.

¡Genial!

Barcelona. Como has sido uno de los primeros en decir ciudad la tomaré como referencia. Partiré del Barcelona Nocturno por si quieres echarle un ojo a acontecimientos anteriores.

No obstante, aunque tu Lore sea allí, primero debes salir de Alemania y regresar.

Pero paso a paso. Poco a poco iremos profundizando.

Billy pasará el día en este motel, en otra habitación, al no ser prudente viajar con el riesgo de que el día lo sorprenda en carretera. Sin embargo, mientras está saliendo dejando a Øystein y a Linn, ésta última recibe una llamada nada más colocar la tarjeta y encender el móvil...

-No me puedo creer que tengas los huevos de...- guardo silencio al escuchar-...sí. Fui yo, ya lo sabes.- Muestro un semblante serio, casi de alarma. -Pero eso es muy gordo. Es imposible que lo tuviera Hyde.- Guardo silencio mientras paseo por la estancia asintiendo. Me relamo ante la oportunidad pero no lo tomo a la ligera -¿por qué yo?- escucha la respuesta pero no me convence. Dudo -¿Øystein? No- silencio -Øystein y Billy Drago. Sí, está aquí pero ya se iba- vuelvo a asentir -No, no te va a ser tan fácil... No te creo... ¿a quién yo quiera? Sabes la respuesta: A Marcus.- Niego con la cabeza aunque aguardo -Es a Marcus o nada- sentencio -Nos vemos en Venecia entonces- cuelgo y quedo de pie, con el teléfono en la mano y la mirada perdida. Sonrío con los ojos pero tiemblo con el cuerpo. -Esto es grande-

-Øystein. Hay algo que tengo que contarte de mi pasado, antes de unirme al movimiento anarquista.- No sabía por dónde empezar así que resolví por los acontecimientos más cercanos -Me voy a Venecia-

El Brujah había permanecido sentado en la cama mientras observaba a su sire conversar por teléfono.

—Nos vamos a Venecia... ¿verdad?— enfatizó el "nos" —Siempre he querido llevarte en uno de esos botes con remos— agregó con un guiño.

—Oye, por cierto... ¿hablabas de nuestro Markus? ¿Me vas a contar de cuando eras morocha? Sí, sí, ya lo sé... ese dorado... no es natural, yo soy noruego, a mi no me engañas rubia.

Le encantaba exasperar a Linn, sin embargo algo en su mirada y el tono de voz empleado le indicó que la cosa iba en serio. Intento contenerse antes de agregar.

—Cuenta, cuenta... me encantaría conocer a la Linn del pasado.