Partida Rol por web

La chica esta especialmente pálida, efectivamente, y no, sus síntomas no se parecen en nada a una reacción al alcohol. Nadie hace mucho caso a las palabras de Krauser, pues no entienden por qué deberían ir a por nadie. La mayoría de jóvenes se dispersa, una vez que el "espectáculo" ha acabado.

Nedara en concreto observa cómo un joven intenta escabullirse entre el gentío hacia la salida, mirando de reojo a vuestra posición.
 

El hombre te mira fijamente durante unos instantes, luego se alza de hombros.

- Pase, entonces. - Cierra la puerta tras de ti. - Pero debo llevarle hasta el jefe. Al fin y al cabo, no esperábamos a nadie. Al menos no se me ha avisado.

Parece buen tipo, después de todo. Da media vuelta y te guía por unos estrechos pasillos blancos, bien iluminados. Acerca una mano a la hora y te parece escuchar que habla por un walkie. "Llevo a alguien" es lo único que llegas a percibir.

Mathías entra en el lugar y la puerta se cierra tras él. No hay rastro de los otros dos, y la fría vida del ocio nocturno sigue su curso. Y es en ese momento cuando Hackett repara en un periódico abandonado en un banco. Una sensación extraña le recorre el cuerpo, sin saber bien por qué...

Camino siguíendole e intentándo quedárme con todo lo que veo en mi memoria, inténto parecer un serio trabajador de la policia de la ciudad y a la vez un buen chico, se me hace casi interminable el camino.

-Pe perdone y su jefe...¿es? Es que de eso no me han informado en el cuerpo.-

- Si, después te lo compro. - 

Los cambios drásticos de actitud de la pequeña me tenían algo desquiciado. Intento tranquilizarme, pero una sensación extraña me invade al reparar en un periódico abandonado. Sin saber bien que me pasaba, y mirando a mi alrededor con preocupación, me acerc hasta el banco para recoger el periódico. ¿Era mi nueva condición alertándome de algún peligro? Por si acaso me mantengo alerta.

- ¿Has notado algo? 

Ella mira para abajo y asiente

- Zi, que no me haz comprado un helado - te hace notar, y luego busca a su alrededor con carita sonriente con gran énfasis, y sin saber todavía porque estaba ahi y porqué su querido Jonás no estaba con ella.

Dando saltitos sobre los hombros busca hacia donde mira su recien estrenado nuevo papi (a saber cuanto le durará)

Tras preguntar a Darla, el hombre pasa la vista con cierta indiferencia por el periódico, hasta que lee uno de los titulares en la portada. No puede evitar mirar las primeras líneas para asegurarse de que aquello es cierto...

Taxista muere en accidente

Hackett Manutf, de 40 años, falleció ayer por la noche en un accidente de coche mientras trabajaba. Todavía se desconoce la causa del accidente, pero todo apunta a un mal movimiento causado por el cansancio. El hombre trabajaba durante la noche y...

El periódico sigue, hablando sobre la esposa y las hijas, pero cuesta seguir leyendo por ahí. 

Darla ignora completamente la situación de Hackett, pues su atención está fija en varios hombres que se han puesto en movimiento segundos después de la entrada de Mathías por la puerta. Uno de ellos entra por la puerta en un piso superior, a juzgar por los pasos y el ruido de la misma. Otros dos se acercan con cierto "sigilo" al mismo pasillo por el que se movió el vástago.

Frunciendo el ceño, le toco el hombro a Krauser para que se fije en mí y avanzo entre la multitud hacia el extraño joven, que al parecer quiere marcharse, de seguro abrumado por el gentío.

<<No me pierdas de vista, Ser caballero, no vaya a ser que me meta en un lío...>> pienso mientras dejo a Wilhem atrás y me acerco a la salida.

La nina empieza a pegar freneticamente en el hombro de Hackett.

D: Papi papi.... mira alli - le dice agachandose hasta su oido y susurrándole algo totalmente entusiasmada - Mira ezoz hombrez, mira - y le senala con cuidadito, con ese dedito regordete e infantil, como los hombres entran detrás de donde ha ido Matthias - Oh, oh, yo creo que no ez nada buenitoooo - canturrea.

Agarro el periódico con manos temblorosas mientras mis ojos no cesan de releer la noticia. No podía evitar pensar en lo que estaría pasando en mi casa, en lo que estarían sufriendo. Y no me costaba imaginarlo, pues yo mismo lo sufría con creces. Los tenía tan cerca y a la vez tan lejos. Podría acercarme a calmar su dolor, a decirles que estoy bien, que sigo vivo... Aunque fuera mentira. Podría tenerlas por las noches... ellas comprenderían lo que me ha pasado... Pero quienes me han hecho esto no lo permitirían... No podía ponerlas en peligro. Solo velar por ellas y esperar que superen mi perdida mientras yo aun lloro por no poder estar a su lado...

La vista se me nubla y me llevo una mano para enjugarme las lagrimas. Suelto el periódico de nuevo en el banco para darme cuenta de la sangre que mancha mis dedos. Repaso mi cuerpo, en busca de una herida que no había sentido, y al final me percato de la procedencia de la sangre, por lo que obligo a mi mente a distraerse en otros asuntos para olvidar mi dolor de manera temporal. 

La voz de la niña llega en buen momento. No escucho sus palabras pero su voz me hace regresar al asunto que nos había traído al centro comercial. Y me giro hacia ella aun con gesto compungido.

- ¿Qué quieres? - pregunto con voz tierna, viendo ahora más que nunca a una de mis hijas en su rostro. 

- Ezoz hombrez entran traz el tito - le señalo discretamente a la zona donde ha entrado Matthias.

Le hago cosquillitas en la oreja mientras me agacho y mis coletas le hacen cosquillas en la nariz.

Miro en la dirección señalada mientras aparto con suavidad las coletas de la niña de mi cara. Necesitaba actuar rápido, por lo que empiezo a avanzar hacia aquellos hombres sin tener claro como afrontar la situación. Lo único que tenía en mente era asegurarme de no sangrar por los ojos ante ellos y lo compruebo antes de alcanzarlos.

- Perdonen.- Espero a que me atiendan antes de continuar, aprovechando para pensar mis próximas palabras. - No... ¿no habrán visto a un niño pequeño, verdad? Me despiste atendiendo a mi hija y no se donde se ha metido...- finjo preocupación y nerviosismo, que al sentirlo realmente por Mathias quedaba algo más real. - Tiene 10 años, así de alto, moreno... - 

La necesidad por convencerlos provoca que haga uso de los dones que aquella nueva naturaleza me había proporcionado y que yo aun desconocía... 

El hombre mantiene una sonrisa fría, observando sin disimulo a través de sus negras gafas.

- Tranquilo, amigo, pronto podrá presentarse usted mismo.

Finalmente termináis de caminar por el blanco y limpio pasillo hasta llegar a una simple puerta de madera. El hombre gira la cerradura suavemente y entreabre la puerta, apartándose al momento.

- Adelante, usted primero.

El hombre se detiene al momento y te mira con cara de real consternación, como si de repente aquello fuera lo más importante para él.

- Vaya... Pues es muy peligroso dejar a un niño suelte a estas horas de la noche, ¿no lo ha pensado? - Hace una señas hacia su compañero y le susurra unas palabras al oído. El otro asiente y el vigilante vuelve a dirigirse a ti.  - Esta bien, vayamos a buscar a ese niño antes de que le pase nada.

- Estaba aquí hace un momento....

Señalo hacia un punto cualquiera a mi espalda.

- Igual hay algún escaparate que le haya llamado la atención... - Rebusco con la mirada por los alrededores. - Muchas gracias por ayudarme, no se que haría si no doy con él... - 

Empiezo a caminar hacia alguno de los pasillos.

- Vamos a buscar a tu hermanito. - 

- Zi papi - dice obediente tirándose de las coletas en una dirección que parece aleatoria - Vamos, vamos que el hermanito ze pierde. ?Y zi alguien le quiere hazer danyo?

Mueve los piececitos sonriendo a los guardias con la más beatífica de las sonrisas y luego mira al hombre

- !Quiero a mi hermanito! - grita caprichosa e insiste con los pies a su recién adquirido papi para que vaya tras tito Matthias.

Dais un par de vueltas por la planta, obviamente sin éxito alguno. Finalmente los guardias se miran algo preocupados, con algún gesto nervioso. Uno de ellos se pasa la manos por el cuello de la camisa y activa su walkie.

- Hola... Decidle al jefe que un niño se ha perdido y... Esto... Vale, si, esta bien. Ok. Lo encontraremos. - Suelta un largo suspiro y os mira. - De verdad, es que debería usted... En fin. Lo voy a buscar por la planta de arriba y mi compañero bajará por si acaso. Vosotros quedaos aquí por si el chico volviera, ¿entendido?

Y se alejan, cumpliendo lo dicho.
 

Camino llegándo hasta el centro de la sala y miro a los allí presentes.

-Ho hola mi nombre es Mathias Frink, trabajo para el cuerpo de policia de Munich.-

En cuanto se pierden de vista me voy en dirección contraria.

- Espero que Mathias sepa lo que hace... 

Estaba nervioso. No solía mentir, y menos preocupando de aquella manera a otras personas. Esta nueva vida no era para mi y cada vez me quedaba más claro. Se suponía que era una misión sencilla para los novatos, localizar a una persona llamativa en un centro comercial. Pero al implicar a los guardias estábamos complicando nuestro cometido y empezábamos a llamar la atención.