Partida Rol por web

Así que allí estaban, formando un extraño grupo en aquella calle apartada, parados delante del bar 'La Tertulia'. El local llevaba cerrado varios años por defunción de la dueña. El motivo del deceso: suicidio. Se había ahorcado en el almacén de aquel mismo inmueble. Todo apuntaba a que no había podido soportar la idea de hacer frente a las deudas acumuladas durante los años bajos de la crisis. 

Los allí reunidos conocían a Gloria de su época como habituales del local. Era la típica hostelera que creía en la cultura del bar, en la vida bohemia, en la calidad. Conciertos, representaciones de teatro, recitales de poesía. El propio Teo había tocado allí más de una vez. Por desgracia Gloria era una mujer excesivamente aprensiva y con muchas manías. La peor de ellas, al parecer, colgarse de vigas con una cuerda de cáñamo cuando las deudas la superaban.

Habían llegado cada uno por su cuenta pero puntuales. Todos recordaban que Teo era un maniático de la puntualidad y se enfadaba mucho si alguien se retrasaba, lo cual no dejaba de ser absurdo porque no era Teo quien les había convocado. ¿O sí? Aquello era todo muy extraño, desde luego. ¿Alguien más, aparte de los presentes, habría recibido aquel email? ¿Se retrasaba alguien? ¿Había más amigos de Teo en Coruña en ese momento que hubieran decidido obviar el contenido de aquella petición?

De entre los presentes el que tenía la llave era Ricardo. Se la habían entregado por mensajería y aunque intentó rastrear el origen - deformación profesional - la pista moría en la propia empresa de mensajería donde había sido depositada de forma personal por un joven con pinta de estudiante que había firmado con el nombre de Santiago Romero. Tras unas cuantas llamadas Ricardo catalogó el nombre como una pista falsa, una invención. Aquello parecía una novelucha de serie B.

Pero allí estaban todos. Ricardo con su llave y los demás alrededor, mirando aquella puerta que al parecer llevaba años cerrada, cubierta de forma inmisericorde por carteles de publicidad variada: desde 'comparto piso' hasta conciertos en locales cercanos. 

Sabía que el email debía de haber llegado a más gente porque el autor se había dirigido a ella en plural, no obstante el resto de remitentes estaban en copia oculta. Por eso solo le sorprendió en parte el encontrar otros amigos de Teo ¿Sería que eran lo suficientemente ingenuos como para haberse tragado aquello? ¿O al igual que ella sentían curiosidad?

De entre los presentes con Mario es con quien sentía más confianza, no obstante no había hablado sobre el email con él, quizás porque sentía algo de vergüenza por haberse presentado allí, por mostrarse como una mujer crédula.

-Buenas noches- dijo cortésmente a todos los presentes como si aquella noche fuese como cualquier otra de las que antaño habían compartido tomando algo en aquel bar. –¿Alguno sabe cómo vamos a entrar dentro?.

No hizo ninguna referencia al email, sentía como si fuese a abrir la caja de Pandora.

Desde que recibió el correo Mario había estado dando vueltas a quienes podían ser los receptores del mismo. Imaginaba que Ricardo sería uno de ellos así que no le sorprendió verle. Le dio un abrazo. A Ana no se la esperaba pero igualmente se alegró de verla, habían pasado bastantes meses. Se acercó y le dio dos besos. 

Al tercero le costó reconocerle inicialmente. Según se acercó a él tendiéndole la mano cayó en quién era - Chapineski ¿verdad? Cierto, yo te presenté a Teo hace años, ahora lo recuerdo... En fin ¿Qué os parece esta locura? En cuanto sepa quién ha mandado este correo, como sea una broma se va a enterar

Kamil estrechó la mano de Mario con cara un poco estrañada, para el, Mario, era un rostro familiar de sus andanzas en España. Uno de los pocos rostros que conformaban su circulo social español y la falta de familiaridad de este, refiriendose a Kamil incluso por el apellido, le resulto chocante. Sin embargo lo atribuyo a la miriada de rostros que el diletante tendria que ver y tratar, seguro que Kamil, para Mario, no era mas que otro interesado en el arte que habia contratado sus servicios.

Sin embargo lo que mas le habia chocado era que Mario hablara del extravagante email que el tambien habia recibido. Algo inusual estaba atrayendo a los conocidos de Teo a ese bar. Una perdida tragica que les llamaba, como un canto de sirena, a otro tragico teatro.

- Proszę, llamame Kamil. Segun parese aqui estamos por el mismo motivo. Si?

Su acento era leve, aunque se notaba especialmente en las zetas pronunciadas eses y en las uves, muy marcadas, casi efes.

Saludó a los otros dos miembros de la reunion con una sonrisa en los labios, sin soltar el paraguas de su mano izquierda.

-Cuanto tiempo, mis colegas.- Se congratuló- Siertamente es una situasion inusual. Que lastima lo de Gloria, Si? Una gran perdida para la hosteleria de A Coruña y un inconveniente para nuestra reunion, ya que, como la profesora Bernal hase ver, el local esta serrado.

—¿Qué tal Mario? —dijo al finalizar el caluroso abrazo que le había dado—. ¿Viste el vídeo que te envié hace unos días? ¡Cómo toca ese tío!

Ricardo buscaba algo entre los numerosos bolsillos de su empapada gabardina. Una noche más el cielo descargaba su furia sobre la ciudad gallega. Las gotas de agua resbalaban sobre la gabardina pero Ricardo no parecía incómodo por ello, la costumbre le había hecho convivir con la lluvia.

—Ana, Kamil, ¿cómo estáis? Me alegro mucho de veros. ¿Sigues escuchando aquellos CDs, Ana? ¿Qué tal con tu asunto Kamil? —dijo mientras les saludaba calurosamente—. ¿Dónde carajo habré metido esa llave?

Durante unos instantes más Ricardo estuvo buscando algo en los bolsillos.

—¡Aquí está! —dijo mostrando a los demás una llave—. Creí que no la iba a encontrar nunca.

Inmediatamente se dirigió a la puerta e introdujo la llave en la cerradura. Le costó un poco girar la llave. Aquella puerta parecía llevar cerrada desde el mismo día que la policía levantó el atestado.

La puerta crujió mientras se abría. Una mezcla del óxido que acumulaba en las bisagras y la humedad que había dilatado la madera. Y polvo, mucho polvo.

La única luz que iluminaba la entrada era la de la farola que brillaba justo en frente de la puerta. Esa luz revelaba lo que ya anticipaba el ruido de la puerta o el mecanismo de la cerradura: todo estaba tal cual estaba hacía años, pero con mucho más polvo. Demasiado polvo.

Justo a la derecha de la entrada había un pequeño cartel que anunciaba la última actuación de en "La Tertulia": The Forgotten Dream. Ricardo se encogió de hombros.

—Mirad... hace ya 6 años de esto. Parece que fue ayer cuando cerraron "La Tertulia" —dijo señalando el cartel iluminado en penumbra —. Esperad un instante, Gloria me dijo una vez donde estaba el cuadro de luces. Voy a ver si puedo encenderla.

Cuatro mesas todavía rodeaban el pequeño escenario sobre el que aún se encontraban un par de sillas altas. A la derecha la larga barra con su columna de cuatro grifos en el centro. Y en una esquina el acceso a la parte de detrás de la misma. Una cortina que se descolgó nada más tocarla reveló la entrada a la cocina y, justo a mano derecha el cuadro de luces.

Ricardo había hecho este camino muchas veces. Era un habitual de "La Tertulia" hasta que Gloria decidió "cerrarla". Un vistazo nostálgico precedió al momento en que Ricardo levantó la palanca del magnetotérmico.

Era extraño que un inmueble abandonado todavía tuviera la luz conectada pero cuando Ricardo levantó los diferenciales un parpadeo respondió desde los fluorescentes que estaban sobre la barra. El detective echó un vistazo y accionó la luz principal pero la suerte no daba para tanto. Al parecer la humedad había fundido los focos del techo.

Contra todo pronóstico con la luz de los fluorescentes el sitio tenía un aspecto todavía más fantasmal que con la iluminación de la farola. El polvo se elevaba por encima de la barra empujado por el viento que entraba desde fuera. 

Todo estaba silencioso. ¿Dónde estaba quien los había convocado? ¿No habría llegado todavía? Parecía lo lógico, ya que a Ricardo le había costado abrir la puerta oxidada, desgajando varios carteles pegados en el proceso. 

Pero en ese momento todos escucharon un ruido procedente del almacén, tras la puerta cerrada en la esquina. El ruido que podría hacer una silla al ser arrastrada sobre la tarima de madera del suelo. 

A Mario le hizo ilusión volver a ver "La Tertulia". Revisó cada rincón fugazmente recordando momentos, muchos de ellos con Teo.

¿Quién pagará la luz? Gloria estaba en números rojos.... - dijo justo antes de escuchar el ruido. Rápidamente se giró a sus acompañantes buscando en sus miradas aprobación para acercarse a preguntar. 

Entró detrás de Mario y al ver la fantasmal estancia, la nostalgia la inundó, habían compartido muy buenos momentos en aquel lugar.

No confiaba en que Ricardo consiguiera encender las luces si el sitio llevaba cerrado varios años y se sorprendió al ver aparecer el tenue parpadeo de los fluorescentes de la barra. Sin duda, pensó, era muy probable que la persona que los había convocado fuese la responsable del pago de la luz. Aunque de ser así, podría haber adecentado el lugar, que se encontraba tal y como Gloria lo dejó solo que con un metro más de polvo.

Se giro en dirección a la puerta cerrada –Si, yo también lo he oído. Miró a Mario- Seguramente sea la persona que nos ha convocado aquí.

Ricardo miró al resto con un gesto de alerta. Un movimiento de su mano les invitó a entrar y a colocarse en un lado mientras él se adentraba más en la cocina en dirección al almacén.

—¿Hay alguien ahí? —preguntó mientras se acercaba despacio hacia la puerta—. ¡Eh amigo, soy Ricardo! ¿Estás ahí?

Las palabras de Ricardo eran conciliadoras. Sospechaba que ese ruido era aquella persona que les había citado pero nada le apartaba del tacto de su vieja pistola en el bolsillo derecho de la gabardina.

Empujó la puerta del almacén levemente y miró por el tragaluz. Estaba oscuro.

—¿Hola?

El ruido del almacen sorprendio a Kamil por lo inesperado. En el estado en el que estaba el local y las condiciones que se habian encontrado para entrar, lo que menos se imaginaba es que alguien estuviera dentro.

Sin embargo, la teatralizacion de la reunion le estaba resultando un tanto irritante. El valoraba el drama como el que mas, pero habia que mantener unas formas, unos modales minimos. Si invitabas a alguien habias de ejercer de anfitrion y, hasta ese momento, lo que se habian encontrado era un email con vaguedades, un local que parecia abandonado pero que el ruido del almacen apuntaba a que no lo estaba y nada de cerveza. Esto ultimo era, probablemente, lo que mas incomodaba a Kamil a esas horas del dia.

-Espero que sea la persona que nos ha convocado, no conosco muy bien la legislacion española, pero...No estamos hasiendo allanamiento de morada?- Le susurro a Ana. De repente la perspectiva de estar haciendo algo prohibido se sumo a lo extraño del asunto y a lo lugubre del local, dandole una ilusion de aventura que a Kamil le empiezaba a excitar. 

Mientras Kamil hacía su pregunta Mario ya se habían adelantado hacia la puerta. Antes de que la alcanzase la mano de Ricardo se apoyó en su hombro y fue el detective quien la empujó. Probablemente tanta precaución era innecesaria pero nuevamente la deformación profesional de Ricardo le hacía ser prudente al máximo.

La única bombilla de aquel cuartucho iluminaba con luz amarillenta el sitio que en otra época había almacenado infinidad de cajas. Los estantes habían sido retirados pero aún se intuía donde habían estados por las marcas de humedad de la pared. Ahora toda la decoración consistía en una de las mesas del bar que ocupaba el centro de la habitación con cinco sillas a su alrededor. Sobre ella, en el techo, varios ganchos de los que en su momento probablemente habían colgado embutidos y, en sus últimos momentos, una soga corrediza. 

Una de las sillas estaba ocupada por una mujer de mediana edad vestida con camisa blanca y pantalones vaqueros. Llevaba el pelo rapado y tenía un aspecto enfermizo. La mortecina luz no dejaba atender a los detalles pero era imposible no percatarse del enorme parecido que tenía aquella desconocida con Gloria, la antigua dueña del local. Pero Gloria estaba muerta. Aunque también habían dado por muerto a Teo ¿no? 

- Gracias por venir. Teo estaba seguro de que acudiríais. Por favor, sentaos.

No sólo era el aspecto físico. La voz, aunque ahora quebrada, sonaba excesivamente parecida a la de la difunta Gloria. ¿Una hermana quizás? Pero aún así: ¿por qué jugar una broma macabra de tan mal gusto?

Ricardo miró al resto del grupo. Por su mirada confirmó que a ellos también les había parecido que esa extraña mujer tenía demasiado parecido con Gloria.

—¿Gloria? —preguntó más extrañado que otra cosa—. ¡No puede ser!

Ricardo se acercó a la mujer y cogió una silla junto a ella.

—Vamos a tranquilizarnos —se dijo a si mismo—. ¿Quién es usted y que hace aquí? ¿Por donde ha entrado?

El detective estaba visiblemente nervioso y no paraba de mirar fijamente a los ojos de la mujer. Él conocía muy bien a Gloria y esta extraña mujer le recordaba demasiado a ella. Pero no podía ser, él había estado en el entierro de Gloria.

Ana iba a contestar a Kamil cuando Ricardo abrió la puerta

La primera imagen que se le vino a la mente fue la de una versión de Gloria demacrada, bastante acorde con el lugar.

Pero no podía ser ella, Gloria estaba muerta asi que era imposible. Pensó que debía ser un familiar con toda seguridad, pero todo aquello la inquietaba. Sin saber muy bien por qué su lado menos lógico afloro y por un momento pensó que aquello no se trataba realmente de una broma.

Miró a Ricardo cuando este habló y después miro a la mujer que les había ofrecido asiento. No se movió, se quedo junto a la puerta esperando una respuesta.

Kamil, al igual que Ana no tomo asiento. La manera en que esa extraña mujer se parecia a Gloria le repelia mas que le atraia, como si estuviera en el valle inquietante. Casi un rostro conocido, pero ahi estaba, ese indicio de artificio, quiza por la situacion, tan teatralizada, quiza por el hecho de que Gloria estuviera muerta. Fuera por lo que fuera, Kamil no se sentia seguro traspasando el umbral de la puerta que daba al almacen donde ella les esperaba.

Se le acumularon las preguntas, pero esperaba que pronto serian respondidas.

Mario sintió un escalofrío. Si esa mujer era Gloria, y todo parecía apuntar a ello, podía significar que Teo también podría estar vivo. Y eso que tantas veces deseó fuese una realidad, le generaba una sensación de angustia que hacía años que no notaba. 

¿Por qué este engaño? ¿Fueron contra una mentira las lágrimas que derramé por estos dos? - pensaba mientras cogía una silla limpia.  

Desconfiado, sin mediar palabra, se acercó a Ricardo y se sentó junto a él manteniendo la mirada fija hacia la mujer. 

- Sabes las respuestas a ambas preguntas Ricardo, aunque no quieres asumirlas.Y lo entiendo. Será muy difícil para vosotros asumir esto.- el rostro de la mujer esbozo una comprensiva sonrisa - El negocio que nos ocupa incluye a vivos, muertos... e intermedios.

Aquello resultaba absurdo. Pero cuando la mujer - ¿Gloria? - se giró para contestar a Ricardo todos pudieron ver unas oscuras marcas en su cuello. 

- Yo sólo estoy aquí como intermediaria.- prosiguió la mujer antes de que nadie pudiera salir de su estupor  - Nuestro común amigo no podía venir hasta aquí, no le está permitido. Por eso recurrieron a mí. La cuestión es que ha de cumplir un contrato para sus nuevos mecenas y no ha cumplido su parte todavía. Necesita inspiración, dice, más tiempo... - movió la cabeza negando - Ha solicitado vuestra ayuda, vuestra compañía, para intentar recuperar a sus musas. Sus mecenas están descontentos pero le han concedido una última oportunidad. Están dispuestos a dejaros ir en su ayuda... si vosotros accedéis, por supuesto.

Ana no quería entender que decía aquella mujer cuando respondió a Ricardo y menos aun cuando verbalizó que aquello tenía algo que ver con los muertos. Por lo que sabía Teo había desaparecido y Ana tenía la esperanza de que no estuviese muerto y las palabras de aquel email solo fueran una broma. Vio la marca de su cuello, quizás solo fuese una ilusión pero le pareció que era la marca de una soga. Tragó saliva, aquello no podia ser verdad.

-¿Quieres decir que Teo está realmente muerto? –Ana miró fijamente a la mujer, escrutando su rostro en busca de signos de verdad.

Ana estaba acostumbrada a tratar con mucha gente: alumnos, padres, compañeros. Tenía un don especial para ver las motivaciones de la gente. En el caso de Gloria, pese a la escasa luz y la tensión palpable en el ambiente, estaba segura de que no mentía. Le estaba diciendo la verdad. Su parte lógica, cerebral, se negaba todavía a considerar la opción de que la mujer allí sentada estaba muerta. ¿Qué era? No se parecía a los espíritus fantasmales que aparecían en las películas. Sin darse cuenta su pregunta estaba afirmando la propia irrealidad de la situación. 

- Digamos que está entre ambos reinos.- contestó Gloria - Tiene una deuda que pagar... Si la salda podrá regresar con los vivos, de lo contrario debe pagar los intereses del contrato.

No había ningún tipo de pasión en lo que decía. Parecía, realmente, ser una mensajera desapasionada. 

Ricardo palpaba su gabardina. Dioses, hacía meses que no fumaba y todavía seguía buscando un pitillo cuando la situación se le escapaba.

Tomó aire profundamente. Había visto muchas cosas en su carrera de detective, mucha gente que creía que hablaba con los muertos pero al final todo acababa teniendo una explicación lógica y racional del asunto. Pero esta vez la cosa se planteaba distinta.

—Veamos... Gloria —dijo tras valorar mucho llamarla por ese nombre—. Cuéntanos más sobre Teo.

Ricardo señaló a Ana como invitando a Gloria a que le respondiera.