Partida Rol por web

Náhoda či Dopuštění

Bukavu

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06/05/2008, 17:05
Obed Semanza

Entiendo.

Miro al cielo y arrugo la nariz y el ceño. La tormenta no cesa. En realidad, no ha hecho más que comenzar.

Haría lo mismo en tu situación...si estos dos últimos años no hubiesen pasado.- digo condescendiente, mirando a Arsene. - Sé de lo que hablas y sé también cuánto vale.

No tengo más que hablar con él. A pesar de que el plan se acaba de desmoronar incluso antes de su comienzo, no voy a intentar persuadirle: no tengo derecho. Quizá, cuando Bukavu estalle, recordará esta noche de tormenta. Quizá,...cuando le falten brazos para proteger a su familia.

Volver la cara hacia Jacques me anima. No hay rastro de miedo en sus ojos. Hay determinación..., lo cual me llena de orgullo, pero también de responsabilidad. Algo parecido a lo que me inspira el otro guardia, Sylvain, con esa sangre joven que aún no conoce las fauces de la vida. Las que te devoran y escupen pedazos de tí en el mejor de los casos.

En cuanto a tí...- digo dándo a Gisenyi una palmada en el hombro. ...no vendrás con nosotros. Necesitaba a dos hombres, a vosotros dos en concreto. No me vale ningún otro. Nadie más debe saber de esto.

Nadie.- repito, mirando ceñudo a los ojos de todos. No quiero verme en esa taberna con Sylvain loco por llevarse unos dólares trayéndose a su primo o a cualquier otro desgraciado que pasaba por allí. Sería un problema, no una solución: para mí...y para ellos.
Aún así, si sacamos de esto algo en limpio, habrá una parte para vosotros.- con lo que gano tiempo y compro silencio.

A veces me pregunto por qué sigo teniendo Fé en el Señor. Por qué permite que todo esto ocurra. Por qué me obligó a escuchar los gritos de Samuel mientras le cortaban los brazos. Por qué me abrió los ojos para que viese a mi familia descuartizada...

No tengo respuesta. No sé por qué creo aún en Él.

Sólo espero que Dios me perdone por lo que voy a hacer esta noche.

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07/05/2008, 16:23
Sylvain Gisenyi

No es justo, yo quiero ir, no necesitas a ese cobarde para nada dice alterándose un poco, quizás piense que no estás considerando su valía, o se siente ansioso por hacer algo diferente, el caso es que no le ha hecho mucha gracia el dentro fuera que parece acabas de hacerle.

Nadie más sabrá por mi lado, y no quiero una parte sin ganármela, no quiero tu caridad, escupe al suelo mientras te mira, valgo tanto como cualquiera de vosotros, dice mientras señala al resto con el dedo.

Saró mantiene su mirada fija en su compañero, alerta y vigilante, lo último que interesa es desde luego una posible pelea, la lluvia sigue golpeando en el rostro de ambos hombre que ahora quedan enfrentados al moverse Saró, la tensión es evidente, en este lugar, cualquier cosa que signifique dinero o respeto, está muy por encima del resto.

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07/05/2008, 16:57
Obed Semanza

Con un rápido paso al frente, me interpongo entre los dos hombres encarando a Sylvain.
Tu compañero no es un cobarde.- digo mirándole a los ojos, imponiendo mi más de metro ochenta. Simplemente no tiene prisa por morir.

Le agarro fuertemente de la muñeca, dando un paso más, intentando hacerle retroceder.

¿Tanto lo deseas?- cierro la mano sobre su muñeca húmeda, huesuda. ¿ TANTO...lo deseas ?- un paso más, trayendo su mano hacia mí de un tirón.
Lo verdaderamente curioso de todo esto es cómo todos..., TODOS,...nos creemos el centro del universo..., hasta que miramos un poco hacia abajo y nos vemos un par de agujeros en el vientre, o un machete cayendo sobre nuestra cabeza, o un doctor dedicándonos palabras que siempre les dicen a otros. Es entonces cuando por fin nos damos cuenta de nuestra insignificacia, de que esto se acaba..., de que vamos a morir.
Sylvain aún cree en su "inmortalidad". El remedio hubiese sido peor que la enfermedad: él sabía la hora y el lugar. No hay duda de que, de una forma u otra, acabaría presentándose a la cita, con o sin invitación.

Hágase tu voluntad...- y suelto su muñeca, cambiándola inmediatamente por un rudo y vigoroso apretón de manos. Mi mirada no transmite rabia ni odio. Quizá pesar...y culpabilidad.
23:30, en la barra. Tú llegarás por un lado. Jaques y yo lo haremos por otro. Pide una copa. No hables con nadie, no digas nada. Los ojos bien abiertos, las manos lejos del arma.

...Y no vuelvas a escupir al suelo. Es de mala educación.

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08/05/2008, 10:58
Director

Tras un primer amago de rebelión por parte del muchacho cuando le agarras de la muñeca, está queda sofocada por tus palabras, la mirada de desprecio que tenía aquel hombre, ahora se ha convertido en algo parecido a la admiración cuando le das la mano.

La falta de voluntad, la necesidad de encontrar alguien más fuerte al que seguir u obedecer, eso siempre ha sido una gran ventaja cuando se buscan soldados, promesas de gloria y riqueza, pero sobre todo, la sensación de sentirse parte de algo, mucha gente se ha aprovechado de eso, durante toda la historia.

Sylvain parecía satisfecho, asustado y fascinado, pero no dice ni una palabra, simplemente asiente y se da media vuelta para largarse en dirección al cuartel.

No me fío demasiado murmura entre dientes Saró, puede que no sea el más indicado para hablar de eso, así que también echa a andar sin mirarte, con paso decidido.

Arsene niega con la cabeza, Ten cuidado Obed, ten cuidado una advertencia parecida a la que te daría un hermano, pero sin su misma convicción, el hombre espera a tu lado para seguir el camino.

Notas de juego

Ahora podemos acelerar si quieres, me explicas que vas a hacer con Emil y puedes postear hasta el bar, incluyendo descripción y situación que adoptas, o podemos rolear lo que sucede con tu hijo.

Lo que prefieras.

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08/05/2008, 20:15
Obed Semanza

Las 23:30. Esa hora marcaba el reloj del cuartel cuando salimos camino de la cita. El lugar no queda lejos, y si no hay contratiempos, llegaré con Saró "elegantemente tarde": no demasiado, para que nadie (Sylvain especialmente) se ponga nervioso..., y lo suficiente como para que todos se percaten de mi entrada. Espero que el tabernero cumpla con su palabra, al menos con la primera parte del "trato".

Caminamos en silencio, bajo la tormenta. Aún le doy vueltas a la respuesta del Señor Ngeze:

tal como acabó el turno, dejé a Jaques en el cuartel con un par de indicaciones: ropa civil y nada de armas.
Espérame en la garita de la puerta pricipal. No tardaré.- le dije nada más presentarnos ante Nsabimana, y corrí hasta la oficina de Laurent. Allí estaba mi hijo, y suspiré aliviado. Le dí un beso, me agaché un poco y le cogí las manos.

Tengo que hablar con el Señor Ngeze, Emil. Espera aquí.- me levanté haciendo una señal respetuosa que pedía la aprobación de mi mentor, y salí al pequeño porche exterior. Esperé al "El Manco".

No sé si era vergüeza, ansiedad o preocupación lo que sentía. Quizá todo ello a la vez: todo el autocontrol y la seguridad en mí mismo que había demostrado durante todo el día se desmoronaba ante la presencia de ese hombre. Era una..."inteligencia superior". Una fuente de sabiduría y sensatez que a veces asustaba.

Si usted se...viese obligado a elegir entre...

...vivir encarcelado, pero fiel a sus principios...

...o ser un hombre libre traicionándolos...

...¿qué haría, Señor Ngeze?.

Aquella pregunta me mortificaba. ¿Quién mejor que el Maestro para responderla?. Y respondió. Ya lo creo. Ahora no puedo dejar de darle vueltas a aquello. Justo ahora, que camino en silencio junto a Saró bajo el aguacero, ambos con ropas civiles y el arma reglamentaria bajo mi camisa. Así, mientras nos dirigimos al bar, puedo notar que la tensión crece en el interior de mi joven compañero...y pienso...

...en la expresión confundida de Emil cuando le dije que pasaría la noche en casa de Laurent...

...en el rostro del viejo maestro cuando salí, de nuevo, a la carrera...

...en el muchacho del teléfono móvil, el Rey de la Montaña, eperando la mínima excusa para cargarse a un miembro de la Guardia...

...en mis pricipios...

Desde aquí empiezo a escuchar el bullicio de la sórdida taberna. Guardias y Civiles bajo el mismo techo. Todos buscándonos la vida. Aún es pronto.

Nunca entrararía ahí si no confiase en tí, Jaques.- confieso, deteniéndome a escasos 50 metros del bar.
Ahora dime: ¿qué asunto tratabas con aquellos hombres?

Notas de juego

Venga, master!! Dale con la respuesta de Ngeze! (Me gusta la movida ésta de que la partida suponga un reto para ambos)XDD

Aceleré un poco el tema, como dijiste. Si hay (o hubo) algún contratiempo...no tengo problemas en reescribir el post.

P.D: bonita foto...XDDDD

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09/05/2008, 10:16
Director

Saró se vuelve hacia ti, la oscuridad y la lluvia hace que apenas seáis visibles a unos metros de distancia, sus músculos están tensos y es un motivo de alegría para él que no puedas ver la ansiedad de su rostro al hacerle esa pregunta.

Armas, ese el motivo, querían información sobre el lugar desde el cual nos son proporcionadas las armas, parece que necesitan una gran cantidad se detiene unos instantes, pero no tengo ni idea de quien, ni para qué termina algo abatido. No parece poseer más información, al fin y al cabo, lo interrumpiste, puede que lo salvaras, así por lo menos, es como lo ve él, respeto, siempre es lo mismo, alguien más fuerte en quien fijarse, mejor tú que otros ¿no?.

Abres la puerta de la taberna, lo peor de Bukavu se encuentra allí dentro, bueno, eso no es del todo cierto, más bien se encuentra lo peor conocido del lugar, lo que hace que sea incluso más inquietante, algunas miradas se fijan en los recién llegados, otras siguen con lo suyo, y el resto ni siquiera mira, la respuesta dada por “el manco” cobra fuerza en estos instantes.

Si usted se...viese obligado a elegir entre...

...vivir encarcelado, pero fiel a sus principios...

...o ser un hombre libre traicionándolos...

...¿qué haría, Señor Ngeze?.

El rostro pensativo de Ngeze antes de contestar, su sonrisa justo en el instante antes de hacerlo, melancólica, Hace tiempo me hice una pregunta parecida a esa Obed, y he tardado muchos años en darle respuesta, no existe tal elección, en tu interior, en el fondo de tu corazón, la decisión ya está tomada su mirada clara, unos ojos que desmienten su edad, él sigue en Bukavu, es lo único que tiene.

El tabernero se acerca a ti con una solícita sonrisa.

Notas de juego

La foto es tremenda, mi colega está impagable.

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10/05/2008, 18:09
Obed Semanza

Es el instinto de conservación, en estado puro, lo que me hace tragar saliva al entrar. Aún así, trato de mantener la pose: no hablo con Jaques, ni siquiera le dirijo la mirada. Evito también, de momento, parecer un palurdo en ambiente extraño - justo lo que soy aquí y ahora - intentando no pasear la vista por el local. Con el olor me sobra para hacerme una idea: el humo del tabaco, la madera mojada a mis pies,...incluso los billetes y los naipes ajados huelen a corrupción. Whiskey derramado y prostutitas sifilíticas. Música extranjera en aquel radio casette. Sylvain debe haber llegado ya.

Olvídate de "mis hombres".- susurro al odído de Bekele tal como se acerca. Y lo hago con descaro, para que todos lo que quieran verlo no se pierdan detalle..., excepto del contenido del mensaje. Eso me lo guardo para ese tabernero que, a juzgar por la horrible cicatriz que le cruza el cuello de parte a parte, debería estar a la derecha de Jesucristo. O en el infierno,...lo cual sería más lógico en los tiempos que corren.
Nadie "espera mis órdenes", ¿entendido?.

Le doy una palmada en el hombro, teatral y falsa, y doy un paso hacia atrás, separándome.

Mi mesa, Bekele. Que no esté lejos de la barra.

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12/05/2008, 10:30
Mentzele

Bekele asiente a lo que le dices un tanto confuso al principio, la mirada que te dedica está lejana del servilismo que te muestra mientras te acompaña a una vacía no demasiado lejos de la barra, “tú” mesa.

Te sirve algo de bebida, no es de demasiada calidad, pero tampoco es para vomitarla, por lo menos no la primera, apenas te la han servido cuando de una de las esquinas más oscuras de la barra, una figura vestida con unos pantalones vaqueros, una camisa, y una chaqueta elegante, demasiado para Bukavu, se acerca a tu mesa, aparentemente está solo, pelo canoso, alto, en buen estado físico a pesar de que debe estar cerca de los sesenta, ningún arma aparente y una mirada fría.

Sin preguntar se sienta en tu mesa, justo en frente de ti, a la izquierda de Saró, al que no dedica ni siquiera una mirada, pues sus oscuros y escrutadores ojos no pierden detalle de los tuyos.

Veo que tiene las suficientes agallas para buscarme, soy Mentzele se presenta con una voz mucho más cordial de lo que su aspecto parecía indicar.

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13/05/2008, 11:13
Obed Semanza

La vestimenta. La mirada. La presencia. Y, sobre todo, la edad.
No hay duda: es el Gran Hombre. Bukavu aún es capaz de sorprenderme.

Esperaba a un grupo de no menos tres jovenzuelos sobrados haciendo gala de hierros y Kalashnikovs, un cacheo y algunas preguntas antes de conocer al Big Boss. En vez de eso, Mentzele se presenta a pecho descubierto: sus hombres están aquí, por supuesto, pero él ha preferido que yo no los vea por ahora.
Eso sólo significa una cosa, algo que me preocupa y me desarma: no tiene miedo. Y, aunque intento evitarlo, doy muestras de inquietud. Me cuesta mantenerle la mirada: se me va al local, de soslayo, buscando sicarios...y a Sylvain. Bajo la camisa, noto el arma fría.

Obed Semanza.- asiento, llenando uno de los vasos mientras rezo para mantener firme el pulso. Le alargo la bebida sobre la mesa. Aunque supongo que eso usted ya lo sabe. Trago saliva. Sus ojos me traspasan. Sabe quién soy. Sabe lo que pienso. Sabe que esas "agallas" tienen límites: casi con toda seguridad, sabe de Emil.

Aún así, no verá en mí a un hombre dócil y desesperado. Quizá yo también pueda sorprenderle.

No soy ningún...valiente..., Señor Mentzele.- digo llenando otro vaso para mi compañero, sin servir nada para mí.- Simplemente no veo gigantes porque me niego a vivir de rodillas.- y alzo el mentón, casi contando los segundos que puedo aguantar aquella mirada fría y penetrante.

Al grano, Obed. A él no le gustan los rodeos. Detesta perder el tiempo...¿ Vas a dejar de mencionar a Emil? ¿Por qué? Él ya sabe de su existencia, de tu punto débil. Esa batalla está perdida...y mostrárselo abiertamente te hará ganar un punto de su confianza....
Vamos, Obed. Sinceridad brutal.

Soy padre de un niño. Un padre que está dispuesto a lo que sea por su hijo: "esas"" son mis agallas, Señor. Puede que sepa a lo que me refiero.

Las muñecas sobre la mesa. Mis modales, exquisitos. Postura erguida. Temple..., el que puedo mantener.

Voy a salir de Bukavu. De una forma u otra....y de usted espero que me facilite las cosas y acorte los plazos. Por eso estoy aquí.

¿Por qué está usted aquí, Señor Mentzele?

Notas de juego

¿ Conoce Obed a Mentzele ? ¿Tengo que hacer alguna tirada para ello?

(Me encanta la elección del amigo Morgan para el personaje de Mentzele. El avatar que le has elegido va perfecto con la escena).

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14/05/2008, 11:43
Mentzele

Todos son sospechosos, cualquiera de los allí presentes podría ser uno de los hombres de Mentzele, y cualquiera podría estar encantado de matarlo, o las dos cosas, siempre es complicado mantenerse en lo alto de la pirámide, Sylvain, no muy lejos ni muy cerca, sino en el lugar adecuado, aunque, ¿adecuado para qué?, esa es la pregunta.

Mentzele, un nombre, un rumor, una leyenda, hutu, nunca se supo de sus convicciones políticas, peligrosamente neutral, y peligrosamente desconocido, algunos asuntos delictivos del campo llevan asociados su nombre, pero nada que se pueda demostrar.

Escucha tus palabras sin desviar la mirada, si cambiar su gesto, sólo cuando formulas tu pregunta su mirada parece afilarse aún más, las pupilas se contraen cuando mueve los labios, Quiero seguir siendo alguien sin apellido, aquí y en Kigali, no soy demasiado ambicioso pretensiones complejas de compaginar con la falta de ambición que pregona.

Yo tenia cuatro hijos una ligera muestra de calidez en sus palabras pero todos están muertos, muertos Semanza, sé que usted sabe bien lo que significa esa palabra apoya los codos sobre la mesa cruza sus manos delante de su boca.

Si usted quiere algo, tiene que pedirlo, si yo quiero algo, lo tomo, esa es la gran diferencia entre nosotros, nunca lo olvide se incorpora apoyando la espalda en la silla sobre la que descansa, Yo no negocio sentencia sin perder nunca tu mirada.

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15/05/2008, 19:06
Obed Semanza

Usted no negocia...- digo bajando la cabeza, perdiéndome en la madera de la mesa, dejando caer los bazos sobre los muslos. Mentzele es duro, demasiado para mí. Sólo le ha hecho falta su presencia y dejar claras un par de cosas para demostrar que conoce mi pasado y controla mi presente, aquí y ahora. Fuera de la pecera hay tiburones, Obed: esto te viene grande.

...pero lo hará conmigo y le diré por qué.

Alargo la mano hasta la botella y lleno dos dedos de un vaso.

Porque yo sé lo que usted necesita, dónde está y cómo puede conseguirlo. Eso, Señor Mentezele, no es algo que pueda usted "coger", sino que tiene que "pedir". Y si me lo pide a mí, lo tendrá.

Más que beber, trago: es dulzón y quema la garganta a su paso. Me hace arrugar el entrecejo, al tiempo que dejo caer el vaso vacío sobre la mesa.

Y ruego no se confunda conmigo. Prefiero ver morir a mi hijo que seguir un día más encerrados como ratas en este agujero. No tengo nada que perder, Mentzele...

Deslizo, rápido y suave, la mano bajo la camisa y pongo la pistola encima de la mesa, empujándola hacia aquel hombre de mirada mordaz. Me juego con esto la vida, pero no hay otra forma: la inteligencia y las agallas no abundan. Este arma, cargada, más cerca ahora de él que de mí, es mi carta de presentación. Ya no hay miedo. Sólo determinación. Le clavo los ojos.

Y ahora acabe con esto o negocie. De cualquier manera, mi boca estará siempe cerrada.

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16/05/2008, 09:44
Mentzele

Mentzele mira el arma, no parece haberse alterado por tu movimiento, después busca de nuevo tus ojos, algo que hace con frecuencia, no son muchas las personas aquí en Bukavu que hacen eso, sus ojos implacables, desmienten la edad que parece tener, pero sobre todo son fríos, como si nada le afectara ya.

Agarra la pistola, con seguridad, es evidente que ya la ha usado antes, lo contrario si que habría sido una sorpresa, te apunta, sin aspavientos, sin perderte, el sonido del seguro al abrirse, su dedo apretando el gatillo, el estruendo del disparo silencia el local, o has sido tu el que ha dejado de oír, pero sigues vivo, no sientes ningún dolor, sólo algo caliente y viscoso que resbala por tu mejilla, el olor de la sangre, demasiado familiar para haberlo olvidado.

A tu derecha, el cuerpo de Saró yace flácido sobre la silla que se apoyaba, sus ojos sin vida muestra una expresión de sorpresa, un agujero de bala le ha destrozado parcialmente el cráneo, la gente de local mira la escena, sólo el sonido de la música del viejo casete se atreve a alzarse por encima del silencio, pero el efecto sólo dura hasta que el arma que sostenía Mentzele vuelve a ser depositada sobre la mesa, la señal para que la vida continúe, Bukavu tiene la capacidad de olvidad aquello que no le interesa.

No lo ha entendido, yo tomo las cosas, de una manera o de otra, pídame aquello que tanto desea, aquello por lo que está dispuesto a sacrificar a su hijo, ahora el desprecio se adueña de sus palabras, o péguese un tiro y termine con su miserable existencia de una vez dice mientras se levanta de la silla dispuesto a marcharse.

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18/05/2008, 21:59
Obed Semanza

Mis ojos se cierran, por lo inesperado, ruidoso y demecial de aquel sonido. Al abrirlos, miro a la derecha e inmediatamente me doy cuenta de tres cosas, la primera de ellas consecuencia de las otras dos: Saró está muerto porque soy un estúpido y un ingénuo.

Ingénuo, porque pensé que una pose decidida, valiente, dura...funcionaría. Porque imaginaba a Humphrey Bogart en el "Halcón Maltés", una película que he visto media docena de veces junto con Laurent en su pequeño proyector, y creí que la ficción no era más que un reflejo de la realidad.

Y Estúpido, porque a pesar de haber estado cara a cara con el mal absoluto en tantas ocasiones, ahora no he sido capaz de reconocerlo en Mentzele. El cráneo destrozado de Jacques, el niño-hombre que me prometí - y al que prometí - proteger, me demuestra que estaba equivocado: no le ha importado en absoluto asesinar a un Guardia delante de otro, con decenas de testigos.

Saró !!...- grito instintivamente, poniendo de forma inútil la mano en su nunca para sostenerle la cabeza. Puedo notar el tacto punzante de los pequeños trozos de cráneo astillado en la palma..., y los restos de masa encefálica escapándose por entre mis dedos. Un niño. Un niño muerto. Eso has conseguido, Obed: matar a un niño. Arderás en el infierno.

La sangre se me agolpa en la cara y todo la prudencia y la cordura se me derrama junto con los sesos de Jacques. La pistola en la mesa. Mentzele se levanta de la silla. Todo el garito nos observa.

¿Matarás también a tu hijo, Obed?. No lo hagas. Dále a Emil una oportunidad. ¿Cuánto tiempo crees que sobrevivirá cuando todos sepan que su padre asesinó a mismísimo Mentzele? ¿Un día? ¿Unas horas?... Tú ya estarás cosido a balazos...

No lo hagas, Obed. No cojas esa pistola. No lo condenes...

Está bien.- digo con los ojos inyectados en sangre.Le diré lo que quiero.

Con la misma mano que sostuvo la cabeza inerte de un chiquillo, manchada de su sangre..., con esa misma mano, cojo la pistola y apunto a Mentzele. ESA es la fuerza de la rabia: la que convierte a un hombre en un animal. En un animal rodeado, pero extrañamente sereno. Se acabó el juego, Obed.

Quiero que te sientes, hijo de puta.

Notas de juego

Lo pensé mucho, pero el personaje creo que hubiese actuado así. Cuando imaginé a Obed lo ví como un hombre astuto, calculador...pero visceral si se toca su punto débil: los niños. Y Mentzele no es que haya tocado ese punto, sino que lo ha reventado de un balazo.

En fin, juguemos y... a ver qué pasa.

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19/05/2008, 11:04
Mentzele

El sonido de tu voz se mezcla con el de los percutores al colocarse a un solo paso de disparar, casi de forma inmediata, dos tipos armados te apuntan a la vez que tu lo haces con Mentzele, ¿podrías dispararles antes de que ellos lo hagan contigo?, es probable que así sea, todo el mundo apuntando a todo el mundo y de nuevo el silencio, una falta de ruido que hace más tangibles los olores que percibiste a la entrada, aderezados ahora con el de la sangre.

Mentzele se queda de pie, mirándote a los ojos una vez más, parece percibir que el nerviosismo ha desaparecido, pero aún así sigue de pie, sopesando todas las opciones, morir asesinado por un loco dispuesto a sacrificar a su propio hijo, rebajarse a hacerle caso delante de toda esta gente, es una decisión difícil de asumir.

Yo no obedezco órdenes de nadie, ¿quieres matarme?, adelante, tengo sesenta y un año, no me queda demasiado, cuantos tiene él, ¿nueve?, ¿diez?, ¿Cuántos tienes tú, Semanza? el desafío en su voz, el odio de una persona que no ha conocido otra cosa en su vida, de una persona que jamás se ha plegado ante nadie, Dispara, o pídeme lo que realmente quieres no hay miedo, pero si una duda, una petición para que aceptes sus condiciones, una pacífica solución se antoja complicada, hay que obrar con cautela, ni siquiera ha mirado a sus hombres.

Respeto por encima de vida, ¿Qué tipo de respeto?.

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19/05/2008, 20:36
Obed Semanza

Eres un viejo..., pero mientes: en el fondo, crees que vivirás siempre.

El ruido de los percutores y el del, momentos antes, disparo de Mentzele son tan distintos...: por lo previsible de estos y lo inesperado del otro. Por la intención también. Quizá por ello sigo sosteniendo el arma, apuntando al asesino de Saró.
Ha hecho falta sangre para que, por fin, pueda sostenerle la mirada.

Dos huecos en el primer avión que viaje lejos de aquí. Salvoconductos tutsis y un fajo que cierre algunas bocas.- digo sin apenas mover los labios, sabiéndome a un paso del todo o nada.

A cambio...- propongo, sin mirar a Sylvain, rezando porque sepa mantener la calma que no he sabido manejar....pongo mi palabra y mis huevos a tu servicio. Y, tal como digo esto último, pienso en Emil escuchándome hablar así.

Puede que nunca vuelva a ver un día nuevo. Puede que nunca vuelva a ver amainar una tormenta.
Pero, si lo hago, si la vida me dá otra oportunidad,...si Mentzele cree que puedo serle útil,...jamás me perdonaré mis palabras y mis actos durante esta noche. El fantasma de un chiquillo con la cabeza destrozada se encargará de recordármelo.

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20/05/2008, 10:19
Mentzele

No había la típica sonrisa de alguien que se cree vencedor, o esa que suele mostrarse en algunas películas cuando ambos negociadores empiezan a especular sobre la vida de su adversario, aquí sólo había tensión y miradas frías, era una guerra de pura determinación, donde todo lo demás, armas, gente, era ignorado en su totalidad.

Una gota de sudor se desliza por la frente de Mentzele, el agobiante ambiente también afecta a la gente como él, durante un eterno momento de evaluación, habla, Suelta el arma, sentémonos de nuevo, y te daré eso que me pides, y yo usaré esa palabra y esos huevos cuando lo crea conveniente dice con voz firme, haciendo un gesto hacia sus hombres, los cuales bajan las armas.

La expectación disminuye en cuanto la probabilidad de ver más muertes disminuye, aquí en Bukavu, ver a gente a las que las cosas les pueden salir bien, no interesa lo más mínimo.

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20/05/2008, 16:41
Obed Semanza

Hace calor en este antro. Siento pegajosa la camisa contra el pecho: la humedad es infernal. A pesar de ello, la mirada de Mentzele está a bajo cero, muda: esa gota de sudor que se desliza por su frente habla más que sus ojos. Más que sus palabras incluso..., lo que me hace sospechar de su verdadero punto débil: la reputación.

Sólo por ella, por mantenerla, no se ha plegado ante un arma que le apunta al estómago. Así, está demostrando a todos su poder: una mirada, una palabra, puede más que una pistola. No necesita la ayuda de ningún esbirro para, desarmado, vencer mis intenciones...lo cual me resulta perversamente extraordinario: un hombre capaz de convertir debilidades en virtud.
En cierto sentido, oscuro y siniestro, me recuerda a "El Manco" Ngeze.

Bekele. Agua.- digo en voz alta llamando la atención del tabernero, ladeando un poco la cabeza sin dejar de mirar a Mentzele. Aquella bebida extranjera me ha dejado la boca seca y pastosa. ¿Aquella bebida? ¿Estás seguro, Obed?.

Marcha atrás. Bajo el arma y la pongo sobre la mesa. Un pequeño charquito de sangre se forma bajo el hierro. Empezamos de nuevo, pero con una salvedad: Jaques está muerto. No tengo valor para mirarlo: negociar mi salvación en presencia de su cadáver me resulta repugnante.

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21/05/2008, 09:30
Mentzele

El tabernero sirve el agua, no puede evitar mirar el cadáver que ahora yace sobre la silla de su propiedad, supones que incluso lo prefiere a tener que hacerlo con alguno de los dos hombres sentados a la mesa, un ligero temblor en sus manos y la ausencia total de conversación, desaparece lo más rápido que puede, puede que Bekele sólo sea duro a ratos.

Dos pasajes, dos servicios, comienza a hablar, como si nada de lo anterior hubiera sucedido, para él probablemente la muerte de ese chico no signifique nada, sólo otra batalla más, Quiero esas armas, y luego voy a requerir de usted durante una semana, sin preguntas, y sin condiciones, después de eso, les meteré en un avión con destino bien lejos de su país y de su gente esto último lo dice en tono de voz mucho más alto que lo anterior.

Recuerde, que salir de este lugar es caro, y va a precisar de todos sus huevos vuelve a apoyar los codos en la mesa, y esa mirada sigue sin variar, pero ahora si se le notan los sesenta y un años, por primera vez te da la impresión de parecer un anciano.

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21/05/2008, 18:59
Obed Semanza

Una semana. Desde luego, no me quiere como mayordomo. ¿Guardia personal? Tal vez. Aunque no apostaría por eso: pocos confían su vida a alguien que quiere verte muerto. ¿Carne de cañón? Eso me cuadra más. Primera linea en una contraofensiva. Un soldado que piensa: mal negocio cuando te llevan al matadero. De todas formas, si no lo hago yo cualquier otro lo hará. No tengo elección.

He visto cómo...negocias.- digo tras una larga pausa, tuteándole deliberadamente. La cabeza de Saró ha dejado de sangrar.Haré lo que me pides, pero ten en cuenta una cosa: Dios existe y te observa. Y cuando pisotees cadáveres hutus y tutsis camino de la Plaza Central de Kigali, sabrás que estás tan condenado como yo.

Un largo trago de agua, sucia, amarillenta. Cuando no te mata la malaria, lo hace el hambre, un machete o una bala...

Todos, incluso tú, Mentzele, moriremos jóvenes.

Cojo la pistola lentamente, levantando la mano libre, guardándola de nuevo bajo la camisa. Con la palma, intento secarme el sudor de la cara. Imposible.

Necesitarás cuatro hombres y un vehículo militar grande. Nada de coches o furgonetas civiles. Que venga gente capaz, no quiero una banda de chiquillos nerviosos o...ancianos de gatillo fácil.- me paso la lengua por los labios.
Me pondré en contacto contigo, tú me dirás cómo, con no menos de 8 horas de antelación al golpe. Aunque...si tienes gente dentro, la cosa sería mucho más fácil.

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22/05/2008, 11:38
Mentzele

Sonríe, se sabe ganador, pero ese gesto es de cara a la galería, sus ojos te dan la razón, sabe que todos moriréis, o que su condena ya es irremediable, aparta las manos de su rostro, apoyando ambos antebrazos en la mesa y levantado ligeramente el dedo en tu dirección.

¿Sabe Semanza?, no pienso visitar el infierno, eso es lo que voy a hacer, no visitarlo, ya vivimos en él, y aquí yo soy el diablo, delirios de alguien que se cree inmortal, a pesar de que te resulta imposible distinguir algún rastro de locura en la profundidad de sus oscuras pupilas.

Luego recupera esa porte de hombre de negocias, colocándose correctamente la chaqueta, como si el contrato ya se hubiera firmado y hay que estar presentable para la foto estrechándose las manos, Ya conoce a uno de mis hombres, él te pondrá en contacto conmigo, si tengo hombres dentro, no es algo que necesites saber se levanta de golpe, ágil, suelto, dispuesto a marcharse, pero cuando se cruza contigo de nuevo antes de salir, agacha la cabeza, para hablarte al oído, en susurros.

Cuando alguien te está dando por culo, no importan si hutu, tutsi, o el jodido papa de Roma, incluso aquí llegaban los misioneros de vez en cuando, te gustaría tener a un anciano de gatillo fácil colocándote un puto tapón en él y sin decir nada más, abandona el local seguido de sus hombres.

Aquí no ha pasado nada, esa es la sensación que te da al mirar a la gente a tu alrededor, no ves a Sylvain, no ves a nadie, sólo la voz de Bekele, Llévate eso de aquí, no era parte del trato señala el cuerpo de Saró.