Partida Rol por web

El Sheraton Hotel New York and Towers te parece una acertada elección pues apenas a unas manzanas de distancia, es elegante y confortable, tanto Travis como el agente de la científica se despiden de ti con cordialidad.

Spellman te devuelve la sonrisa y añade que lo llames para cualquier cosa que necesites, parece algo circunspecto por como se han ido desarrollando las circunstancias, pero no parece que pueda hacer mucho más sin tu consentimiento, así que mira con cara de resignación a Travis, el cual te asegura que lo dejarán todo perfectamente cerrado cuando terminen su trabajo, no es que te haga demasiada gracia dejar tu casa en manos de unos desconocidos, pero tampoco el ambiente en ella es demasiado propicio.

Montáis en el coche del agente Smith y en apenas diez minutos llegáis al hotel…

El vestíbulo está bastante concurrido y vuestra presencia se pierde entre la multitud, debe haber algún tipo de congreso, pues varios grupos de japoneses pululan con un una especie de tarjeta identificativa en la solapa de sus chaquetas.

Una amable recepcionista os atiende y os da la llave de la suite que habéis solicitado, a la que os conduce un botones llevando la maleta de la joven Solaine, sin ningún percance llegáis a la habitación, que se encuentra al principio de un pasillo justo a la derecha de los ascensores, el número de habitación es las cuatrocientos cincuenta y tres, justo en la planta cuarenta del rascacielos.

Un salón de mediano tamaño y un dormitorio bastante amplio separados por una puerta de doble hoja, la habitación consta también de dos baños, el principal en el dormitorio y un pequeño aseo en el pasillo de entrada.

La joven llegó y colocó su maleta sobre su cama, suspirando y echándose el cabello hacia atrás, algo cansada...

- Voy a... hacer una llamada, ¿deacuerdo? - comentó al agente que la acompañaba, asomándose a su zona - A mi marido. Para avisarlo y decirle que no se preocupe... - sonrió y se dirigió al balcón, de nuevo llamando a su marido...

Asomada al balcón tienes una preciosa vista de Manhattan, el trasiego del tráfico queda silenciado por la altura, Solaine siempre ha visto el mundo desde arriba, no conoce el mundanal ruido que azota a las plantas bajas, pero parece que hay alguien que ha decidido llamar a la puerta de su elevada posición, y no tiene muy buenas intenciones...

El sonido de los tonos del teléfono se oye lejano, como siempre pasa en las llamadas internacionales, la voz de tu marido responde al segundo tono, se la nota angustiada y aliviada, ¿Solaine?, ¿como te encuentras?, ¿qué ha pasado? pregunta de forma atropellada.

Hay bastante jaleo y te cuesta entenderlo, parece como si estuviera en un lugar público, y hay sonidos de altavoces que consigues identificar.

- Estoy bien, estoy bien... - anunció a primeras, notablemente más tranquila que la última llamada... - Spellman vino a casa y también la policía. Estaré en un hotel el tiempo que dure la investigación... Me han puesto escolta, no te preocupes... - sonrió, aliviada, aunque se la notaba cansada... Observaba el tráfico apoyando los codos en la barandilla mientras atendía a la llamada... - ¿Dónde estas? ¿En el aeropuerto o...?

Me alegro cariño, dice con ternura, hacia tiempo que no escuchabas ese matiz de manera tan marcada en su voz, pero desaparece tan pronto como llega, ¿Hugh sigue contigo?, pregunta antes de contestar a tu última pregunta.

Si, llegaré de madrugada, tuve suerte y conseguí encontrar un billete de avión, me tienes que decir en que hotel estas,

La barandilla estaba fría a pesar de estar expuesta al sol de la mañana, su tacto te resulta desagradable, quizás sea por el color, pero la imagen de la bala regresa a tu memoria, ¿Cómo llegaría a para allí?, por más que lo intentas, no logras recordar.

Una leve sonrisa se dibujó en la joven educadora al volver a notar, tras mucho tiempo, aquella ternura en las palabras de su marido... Pero al igual que éste, desapareció cuando preguntó por Spellman, mientras se apartaba de la barandilla...:

- No, se ha quedado hablando con uno de los agentes... Estoy en el Sheraton Hotel New York and Towers, en la habitación cuatrocientos cincuentra y tres... Comparto habitación con mi escolta - rió en un inciso - Tengo tantas ganas de verte... Ten buen viaje, ¿eh? Y come algo antes de subir al avión... El servicio de cocina siempre deja un poco que desear, ya sabes... - volvió a reir por lo bajo.

Lo se Sol, yo también tengo muchas ganas de verte parece sincero, no tiene porque ser de otra manera, ríe cuando dices lo del escolta, espero que sea femenino o muy, muy feo, bromear por teléfono nunca fue la mayor virtud de Mikael, pero por lo menos lo intenta.

De acuerdo cariño, tengo que colgar, me están llamado para el vuelo, comeré algo, no te preocupes, un instante de silencio te quiero dice justo antes de colgar.

El sonido del silencio, el vacío de tu situación, la amnesia de la noche anterior, un ligero dolor de cabeza.

- Y yo a tí, Mikael...

Con aquella última frase la francesa colgaba la llamada. Aquel "te quiero" sonaba tan cercano como lejano, y parecía perderse en la distancia. Siempre en la distancia...

Entrecerró los ojos, llevándose una mano a la sién. De nuevo la sensación de mareo y de pérdida absoluta, como si cayera al interior de un agujero negro... ¿Volvería a verlo? ¿Despertaría a la mañana siguiente...?
Se dió la vuelta y volvió al interior de la habitación, echándose sobre la cama, fatigada...

De acuerdo, señora. La espero mientras contemplo en todo su esplendor las instalaciones del hotel sin perder de vista a la señora Cavalie (No la puedo cagar).Joder qué lujo. El baño debe ser casi tan grande como mi piso. La verdad es que desentono bastante en este sitio. No sé por qué aún no ha venido algún encargado a echarme... pero debo concentrarme en lo mío. He venido para proteger a esa señora y nadie va a hacer que la cague en uno de mis primeros encargos serios...

La hermosa joven desaparece en el dormitorio cerrando la puerta a sus espaldas, el sonido de su ininteligible voz charlando con alguien llega muy atenuado a tus oídos, todo parece en calma.

La sala es grande, consta de un mesa pequeña con tres sillas a su alrededor, una televisión plana acoplada a una de las paredes, y un par de butacones de estilo moderno enfrente de la misma con una mesita baja delante, todo está alfombrado y perfectamente iluminado.

Las únicas posibles entradas para la habitación serían el balcón y la puerta por la que habéis entrado, no estaría nada mal que planificaras tu estancia, ya que por lo menos, unas veinticuatro horas pasarás en este lugar.

Tras un par de minutos, la mujer volvió a entrar, echándose sobre la cama a descansar con la ropa puesta... Se frotó la frente con una mano, y parecía dispuestísima a no moverse...

- Voy a descansar un rato, si no le importa... Me duele un poco la cabeza.

No se preocupe. ya me encargo yo de todo La verdad es que me lo tengo que organizar un poco...

Te encierras en la habitación, te apetece estar sola, tu llamada al colegio transcurre con normalidad, ya que no eres de las que se ausente sin ningún motivo justificado, Smith no es muy conversador, pero parece eficiente en su trabajo, solicitas un libro de cocina para evadirte un poco, ya que la televisión te cansa tras un ratillo, los empleados del hotel son eficientes, especialmente con quienes ocupan la suite.

Así que ocupada en diversos menesteres y con la sensación de estar viviendo una parte de tu vida que no es real transcurre el día y tras una ligera cena, el sueño te llama ávidamente, aunque temes que no sea todo lo plácido que te gustaría, consigues luchar contra él durante un rato mirando alguna película, pero tus pensamientos se pierden en lo sucedido en tu apartamento, la policía aún no te había dicho nada, solo que como mínimo veinticuatro horas, así que no hay más remedio que esperar.

Un inquieto sueño se apodera de Solaine, confusas imágenes asalta su mente, hasta que finalmente, una voz familiar te reclama del mundo onírico.

Sol, despierta, una mano en tu hombro y un aliento cálido cerca de tu rostro, abres los ojos y tu azul se pierden en el negro que los recibe ansioso, una sonrisa de alivio y una suave beso en los labios, el cansancio se refleja en su cara cuando se aleja un poco.

Coge tu mano y la aprieta mientras acaricia el dorso de la misma, ¿Cómo te encuentras?, parece un poco arrepentido por haberte arrancando del sueño, pero no tenía más remedio, necesitaba hablar con su esposa.

La joven despierta algo alterada al notar a alguien sobre ella, pero aquel sobresalto se pierde como lo hace su mirada en aquella espesa negrura en la que se veía reflejada, ahora con cierto brillo, como ocurría antaño...

Le acarició delicadamente el rostro cuando su marido la besó, dulcificando el gesto y sonriendole, igualmente agotada...:

- Estoy un poco cansada... Sólo eso... - le acarició la mano que sostenía la suya... - ¿Y tú? ¿Has cenado? Pareces cansado... - le hizo espacio en su propia cama, echándose a un lado...

Te miró ligeramente asombrado de que fueras capaz de preocuparte por él en cosas tan nimias como la cena, después de lo que habías pasado durante el día de hoy, se sienta en la cama, Comí algo antes de coger el vuelo, te hice caso sonríe como antes, a veces las situaciones complicadas ayudaban a recuperar sensaciones que parecían haberse perdido en la monotonía del tiempo.

Sin soltar tu mano, acaricia con la otra un mechón de pelo que ocultaba tu rostro, apartándolo a un lado para poder mirarte a los ojos, ¿Qué ha pasado esta mañana?, el poli de fuera me ha explicado algo, pero muy por encima, temí por ti Sol, su voz tiembla un poco al pronunciar esto último.

Ella entornó los ojos, negando ligeramente con la cabeza... - No lo sé... No sé qué me pasa, ni quién me ha seguido... Tengo dolores de cabeza repentinos, me entran mareos, recuerdo cosas... Pero no sé a ciencia cierta qué ocurre... - tragó saliva, amedrentada... Entonces esbozó una sonrisa comprometida, con las cejas enarcadas - Siento que tengamos que quedarnos unos días aquí... Aunque al menos no habrá que cocinar ni limpiar... - rió un poco, cansada.

Mikael acerca su cabeza a la tuya, buscando tus labios, un beso que comienza lento para apasionarse poco a poco, recreándose con cada sensación que le produce el contacto con tu boca, es intenso, una oleada de energía que se pierde dejando a su paso una tremenda sensación de vacío…

Lo siento, Sol, demasiadas cosas…debes despertar, para luego descansar… un tremendo dolor de cabeza te asalta, la oscuridad se apodera de ti.