Partida Rol por web

Atravesáis la jungla hacia el oeste en busca de la nave estrellada de Renci Tosh con la esperanza de evadir a posibles perseguidores. La humana parece más animada que cuando se presentó en la cantina de Nadie. Tranquila y serena, se muestra segura de sí misma, pero también agotada. Profundas ojeras, párpados pesados... le cuesta hablar y jadea durante el trayecto. Lleva días sin dormir y la espesa humedad de la jungla no ayuda a que se sienta mejor. Sin embargo, insiste en seguir adelante.

- Falta poco para que anochezca. Ya descansaremos cuando nos quedemos a oscuras.

Adelantado, el rodiano explora el área en busca de algún indicio que le muestre un camino, una dirección, un rastro a seguir.

Renci Tosh lo observa en la distancia, apenas visible entre la maleza.

- Espero que sepa lo que se hace. - comenta al resto entre jadeos.

Gluz se encontraba confuso. La selva increíblemente intrincada, con pocos espacios abiertos. Encontrar un rastro era muy difícil. Pero lo peor es que la clase de vegetación que había le resultaba desconocida. No se parecía a la que conocía de Rodia. Y buscar un rastro en unas plantas con características extrañas le costaba mucho. No era capaz de determinar cuándo se había producido cada huella o rotura que veía. Aferraba con frustración el equipo sensor con luces parpadeantes y tenues pitidos. Tendré que seguir buscando el rastro. Y lo peor es que la noche se nos echa encima. Inhaló profundamente y se concentró en seguir rastreando. Los demás estaban pendientes de él, y no podía fallarles.

No pasa nada, estaba complicado dadas las circunstancias. Por la mañana volverás a probar y resultará un poco más fácil.

Durante el trayecto, Renci advierte sobre los matones de la ciudad.

- No son imperiales. Responden al gobernador del planeta, un señor del crimen que sabe muy bien cómo lamerle las botas al Imperio. Ja! Mientras siga haciéndolo seguirá controlando el sistema, al Imperio no le preocupa nada más que sus beneficios y cuotas de poder, aunque acabe gobernando sobre las cenizas de la galaxia.

Alana miraba a la contrabandista de soslayo. Estaba claro que se había metido en un problema con el imperio o con el gobernados de ese planta pero no sabía hasta que punto. Todo el mundo sabía que Ord Mantell era un nido de sabandijas, un lugar en la que imperaba la ley del más fuerte o del más hábil. Por eso le extrañaba que llevando cualquier carga, ya sea algo ilícito como lícito, le hubieran dado caza.

-Bueno, eso ahora no importa. Ya veremos cuando estemos en su nave. Ahora solo tenemos que llegar vivos hasta ella -se autocontestó la soldado mientras caminaba al final del grupo para cubrir la retaguradía.

-Será mejor que encontremos un lugar dónde resguardarnos -avisó a los demás pese a las palabras de Renci que quería seguir a toda costa-. No nos servirá de nada que andemos de noche, pues hay más peligros, estaremos más expuestos y no descansaremos -sentenció la chiss sin dejar lugar a otra posibilidad.

-Gluzz, mira a ver si encuentras una cueva... que no esté habitada por ninguna criatura, donde podamos descansar y hacer un fuego sin que se vea desde el exterior -pidió Alana a su compañero.

No es una cueva de piedra, pero encuentras un amplio agujero rodeado de matas y arbustos tan densos que ofrecerán un buen cobijo para pasar la noche.

El rodiano, todavía rumiando su incapacidad para encontrar el rastro hacia la nave de Renci, deja la búsqueda del mismo hasta la mañana. Con la luz del día será más sencillo. Y ahora necesitamos recuperarnos y descansar por la noche. Así que hay que hallar un buen refugio. Gluz echa un vistazo a la humana que les ha contratado. Parece muy cansada, aunque se empeña en proseguir. Eso es mala idea. La chiss tiene razón en esto, hay que buscar refugio. Ahora que una cueva... Gluz imagina que encontrar una cueva normal lejos de las montañas será casi imposible. Pero algo se podrá improvisar en esta jungla. Después de un rato buscando, conduce a sus compañeros a un amplio agujero rodeado de matas y arbustos tan densos que parece un buen refugio. Es más acogedor de lo que parece. Teniendo en cuenta las circunstancias. Mañana será otro día.

La noche cubre el cielo rosáceo de Ord Mantell y montáis un sencillo campamento para pasar la noche.

La comida compuesta de fibroproteínas adquiere un tamaño interesante tras calentar el sobre y resulta suficiente para alimentarse, aunque prácticamente carece de sabor y algunos lo acompañan con alguna fruta exótica mantelliana.

Como Renci. Además de cansada estaba hambrienta, y no tarda en acabar con su ración mientras el resto aún va por el primer bocado.

- Lo siento, han pasado varios días... - se excusa con la boca llena - Y gracias por ayudarme... no sé qué habría sido de mí si no llego a encontraros en esa cantina.

Fire miró a la contrabandista mientras daba cuenta de su ración. Comía rápido como le habían enseñado en el ejército, ya se sabe, mejor morir con la tripa llena que con la cuchara en la boca.

-Sobrevivir -contestó la mercenaria escuetamente mirando a su plato, para luego explicarse-. Cuando no te queda otra cosa te aferras a lo que te queda. Sobrevives.

Las palabras de la chiss sonaron como algo importante, arraigado al ser de aquella mujer, algo que seguramente hablabla por su propia experiencia.

Ashara estaba comiendo de pie, haciendo sus típicos aspavientos al hablar, tan dramatica siempre.

Se abrazo desde atrás a la humana, dejando su plato por encima de su cabeza.

-Nada, si te vamos a pillar cariño y todo .-Dijo animadamente. 

Miro a la Chiss cuando dijo aquello, sus ojos pesaron brevemente, recordando algo que le hacia daño, pero no duro mas que un instante.

-Menos mal que ahora nos tienes a nosotros, eh? Alana? - Dejó de abrazar a la humana, encendió un dispositivo de su muñeca, y una melodia comenzó a sonar, bajita, suficiente para que ellos pudieran escucharla, pero no nadie fuera de la cueva.- Al verde obseso de la supervivencia, al cientifico, a mi .- Con una voltereta al ritmo de la música se señalo como si fuera una gran estrella.- Ya no es solo sobrevivir .-Le dijo mirandola a los ojos, inclinandose antes ella y tendiendole la mano invitandole a unirse a ella. 

Comenzó a cantar animada.

La noche envolvía el campamento improvisado en la densa jungla de Ord Mantell. Mientras los demás disfrutaban de su ración de fibroproteínas, Sarek permanecía en silencio, observando el fuego crepitar y el humo elevarse en espirales hacia el cielo estrellado. Su mirada reflexiva se perdía en el horizonte lejano, mientras reflexionaba sobre la difícil situación en la que se encontraban.

-En medio de la adversidad, encontramos fuerza y compañerismo-, murmuró Sarek en tono suave y grave. -Cada uno de nosotros ha sido arrojado a esta peligrosa travesía por razones distintas, pero ahora estamos unidos por un objetivo común: sobrevivir y encontrar la nave estrellada.

Sarek se acercó al fuego, extendiendo sus manos hacia el calor reconfortante mientras pensaba en las palabras de Alana y Renci. El gobernador del planeta y su relación con el Imperio no eran asuntos triviales. Sabía que el poder y la corrupción podían tejer una red complicada, y aquellos que buscaban desafiarla se enfrentaban a consecuencias potencialmente mortales.

-Ord Mantell es un símbolo de la lucha y la supervivencia en una galaxia asolada por la guerra y la codicia, continuó Sarek, su voz resonando con solemnidad. -En esta jungla, nos encontramos con los peligros de la naturaleza y las sombras de los matones que acechan entre los árboles. Pero también nos enfrentamos a la oportunidad de superar nuestras propias limitaciones y descubrir la fuerza que reside en nosotros.

Sarek miró a cada miembro del grupo, reconociendo su determinación y la valentía que emanaba de ellos. -Mañana, al despertar, nos enfrentaremos a nuevos desafíos. Pero debemos recordar qué juntos somos más fuertes. Juntos, podemos superar cualquier obstáculo que se interponga en nuestro camino.

Sarek se apartó del fuego y se acomodó en el suelo, listo para descansar bajo el manto estrellado de Ord Mantell.
-Descansemos ahora, en preparación para el día que vendrá, dijo en un tono sereno pero alentador. -Y cuando el sol vuelva a iluminar la jungla, nos levantaremos con determinación, recordando que estamos unidos en esta búsqueda y que nuestra fuerza radica en nuestra unidad.

Sarek observó la escena con curiosidad y serenidad, apreciando la energía y teatralidad de Ashara. Reconoció el mensaje de unión y apoyo en su abrazo y melodía. Acercándose con calma, aceptó la invitación de Ashara y extendió su mano hacia ella y Alana, destacando la importancia de la camaradería y fortaleza conjunta. Uniendo sus fuerzas, Sarek declaró que juntos superarían los desafíos con valentía y determinación, recordando que cada miembro aportaba algo único al grupo y juntos eran más fuertes.

Con esas palabras, Sarek se sumergió en un profundo sueño, listo para enfrentar los desafíos del mañana con la calma y la sabiduría que le eran características.

Gluz permaneció pensativo y en silencio durante toda la cena. La pasta de proteínas artificiales no le sabía a nada, aunque estaba claro que servía para acabar con el hambre. Las frutas que recogieron de los árboles de la jungla le parecieron un complemento estupendo para la comida que tenían. Quizá mañana tenga suerte y consiga cazar alguna pieza interesante. Proteínas de verdad. Eso le recordó que tenía que estudiar el terreno. Recogió el mapa y toda la información que habían reunido sobre la flora y fauna de esta jungla, desniveles del terreno y posibles rutas a seguir. Todo esto me será útil mañana para rastrear la ruta que necesitamos. 

Cuando se dio por satisfecho con los datos que había examinado, decidió dar una última batida para asegurarse de que no había peligros en los alrededores. Al salir del agujero, la suave música de Ashara dejaba de percibirse hasta desaparecer por completo, a pesar de los aguzados sentidos del rodiano, que asintió con un gesto complacido. No por dejar de oír música (la música siempre le había gustado), sino porque era preferible la discreción. Gluz se alejó sigiloso un trecho desandando el camino que habían seguido todos desde la ciudad, para averiguar si alguien iba tras ellos. Puede que los mercenarios no quieran soltar la presa de Renci, que les resultaba tan tentadora. 

Después regresó al campamento a descansar, se acomodó cerca de la salida, desde donde podía ver las estrellas y oír los sonidos del exterior con más facilidad, y se arropó con su capa aislante dejando pasar el tiempo hasta que se quedó dormido.  

La noche en la jungla de Ord Mantell es increíblemente oscura. Por entre las copas de los árboles que pueblan el bioma, se puede vislumbrar atisbos del cielo estrellado y una de las lunas orbitando alrededor del planeta. Pero la luz apenas alcanza para iluminar la frondosa jungla y dais gracias por haber encontrado ese agujero acolchado. 

La mañana no tarda en llegar y con el amanecer llegan los colores y el canto de algunas especies salvajes nativas. La noche ha sido tranquila y embriagadora, casi necesaria, para vuestra cliente, Renci Tosh. La exploradora se despierta con el alba y se aventura con Gluz en vanguardia de la expedición para echarle una mano con el trabajo ahora que se encuentra casi en plena forma. 

- Ya te dije que era exploradora. he estado algunos años en reconocimiento del terreno en una agencia...

Su voz se pierde entre la maleza mientras acompaña al rodiano. 

Renci, completamente descansada, se une a Gluz en la búsqueda de la pista. Y además lo hace hablando casi todo el rato, muy animada. Vaya. Esto es entusiasmo. El rodiano responde con frases cortas y monosílabos, pero intentando no ser maleducado (cosa harto difícil). No es nada personal, Gluz es así con todo el mundo. 

Lo cierto es que esta mañana encuentran el rastro con una facilidad sorprendente. Cuando el rodiano se agacha para examinar unas huellas y alza la vista hacia ella, allí está la humana mirando con una expresión de alegría.

- Zí, lo hemoz encontrado. Ahora a zeguirlo hazta tu nave.

Gluz emite un breve silbido en dirección a los demás que vienen detrás y levanta un brazo para hacerse más visible. Ya hemos dado el primer paso. Ahora cuidado de no tropezar.

Ashara se despereza mientras deja que esos dos se vayan de expedicion.

-Tal para cual...

Y toma un paquete con especias y con calienta con agua. Toma una taza y se sirve un poco del liquido caliente.

-No puedo vivir sin esta mierda...

Alana se despertó y se desperezó con sus ejercicios físicos matutinos que hacía rutinariamente cada mañana. Necesitaba sentirse activa y en forma cada día, por lo que pudiera encontrarse. 

Cuando Gluz como Renci decidieron salir a explorar, la soldado les paro -No os alejéis mucho que si pasa algo estaremos demasiado lejos como para echaros una mano. Y cuando consigáis información volved y nos ponemos en marcha.

Os reunís en el lugar indicado por Gluz que señala varios puntos en silencio; en apariencia un montón de matojos a un lado del camino. Una mirada más exhaustiva revela que su posición no es natural, si no fruto del paso de montones de botas abriéndose camino. Renci asiente al rodiano.

- A partir de aquí debería ser más fácil.

Seguís el rastro a través de la densa y empalagosa jungla repleta de exóticos sonidos originados por la fauna salvaje. De vez en cuando os sobresaltan diversos y enérgicos rugidos provenientes sin duda de animales feroces que, por suerte, habéis conseguido evitar por el momento. Lo mejor de todo es que, hasta ahora, ni imperiales ni mercenarios parece seguiros el rastro. Alguna nave surca el cielo a cientos de metros sobre vuestras cabezas, pero apenas es visible más allá de las copas de los altos árboles.

Alana, Ashara y Sarek avanzan en retaguardia siguiendo los pasos de Gluz. Renci se aproxima a vosotros.

- Es bueno. - dice gesticulando hacia delante, donde se encuentra Gluz - El rodiano. Sabe lo que se hace. Hemos descubierto el rastro rápido. Si seguimos a este ritmo tal vez lleguemos antes del anochecer.

Alana, nuevamente en retaguardia, vio como se acercaba Renci y les hablaba del camino y de lo fácil que seria a partir de ahora. Luego ensalzó las habilidades de Gluz, cosa que no pasó desapercibida a la soldado.

-Sí, es bueno en lo suyo, confiamos en él como confiaría el arreglo de mi nave a Sarek o la venta u obtención de mercancías a Ashara -apostilló Alana sin mirar a la humana.- Pero es por eso por lo que sigue con nosotros, porque es bueno y lo da todo para conseguirlo, así todos formamos un buen equipo.

La chiss había dejado claro sin decirlo que en el grupo o se trabajaba bien o se iba además, por supuesto, de que había contratado a gente buena y profesional.

-Pero sin embargo, no estoy de acuerdo contigo. Creo que a partir de ahora vendrán los verdaderos problemas... ojalá me equivoque -profetizó Alana rifle en ristre por lo que pudiera pasar.

Renci asiente ante la revelación de la chiss. 

- Espero que esos problemas no incluyan imperiales. Esos representan un peligro incluso más allá de las fronteras de Ord Mantell... 

La humana avanza apartando de vez en cuando un retazo de la abundante flora de su camino. No porta arma alguna, pero lleva un palo largo de madera a modo de bastón.

Gluz sonríe para sus adentros porque está de acuerdo con Alana, y porque escucha la respuesta de Renci. Por supuesto que tendremos problemas. Siempre empiezan cuando no los quieres tener. 

También parece que estos pensamientos distraen al rodiano porque ha pasado algo por alto.

En la jungla opresiva de Ord Mantell, Sarek Gallo se movía junto al grupo, prestando atención a cada detalle del entorno. Aunque su objetivo principal era ayudar a Renci Tosh a encontrar su nave estrellada, su compromiso con la causa rebelde seguía siendo fuerte. Sabía que cada paso que daban en esta misión no solo acercaba a Renci a su objetivo, sino que también representaba un pequeño golpe contra el régimen opresivo del Imperio.

Con su destreza técnica, Sarek se aseguraba de que el equipo estuviera preparado para enfrentar cualquier desafío en el camino. Realizaba ajustes en las herramientas y el equipo de Renci, garantizando su funcionamiento óptimo en medio de la densa vegetación. Su presencia reconfortante y su conocimiento especializado inspiraban confianza en los demás, recordándoles que tenían un experto a su lado.