Frank miro otra vez las fotos y le dijo a su compañera. mmm es curioso es como si de cada año tuviera un recuerdo por foto aunque si nos fijamos un poco más no hay nada del año 43.
En que año internaron a la chica?
Sabemos cuantos años tiene "la loca" ?
-Ejem. De Eva aún sé menos. Buenas amigas. Inestable, según su padre. Posiblemente en riesgo de sufrir lesbianismo. Um. Ah, si me disculpa, realmente...-
Rose tiene 21 años y lleva ingresada 8 meses.
La gasolinera, como ha dicho la señora Herst, está a 100 metros bajando la calle.
-Oh, ya veo... Sí, claro. Gracias, Doctor. Seguiremos con lo nuestro, ya le informaremos.
No había nada más que hablar, o no había nada más que el psiquiatra quisiera decir, eso sería más correcto. Sanne miró a Frank antes de colgar, por si éste tenía algo que añadir, dispuesta ya a cortar la comunicación si no era así.
Antes que Sanne colgara cogio rapidamente el telefono y le dijo. Doctor? Soy Frank, una rapida pregunta podriamos tener mas fotos de esta chica? Sería posible que las mandara por correo? Estas fotos que tenemos da la sensación como si faltara alguna de ellas. Es posible?
Lo siento por la espera...
Miro con cara de estrañeza a Franck por la pregunta , habia visto varias veces las fotos y no me parecio que fuesen cada una de un año, pero puede que no me haya fijado bien.
Un escueto "no" es lo único que antecede al sonido de la linea al cortarse. Una persona de modales y caballerosa diría que al buen doctor la conexión le ha fallado debido al clima y la distancia. Vosotros tenéis claro que ha colgado con una voz llena de fastidio.
Frank se quedo unos segundos mirando el auricular esperando que no hubiera colgado pero al cabo de unos segundos penso que realmente habia colgado...
Bueno pienso que el Doctor no ve importante este tema. Bien pues empecemos por las pistas que tenemos palpables. Quizás es hora de ir a la gasolinera, quizas hayan recibido algo de correo que nos interese. Que pensais.
Frank acabo la frase con una fuerte respiracion para dentro y una mueca extraña en la cara, mientras se encendia otro cigarrillo.
-Bien, lo que está claro es que debemos movernos. A la gasolinera, o a hacer una visita de cortesía a los Carstersen. Me estaba usted diciendo cómo llegar a su casa, señor Herst, cuando ha sonado el teléfono. A la izquierda, no muy lejos...?
Sanne sonrió, casi tímida. Su acento extranjero le daba una nota de exotismo, pero su actitud reservada le quitaba el encanto que eso pudiera suponer.
Se acabaron las vacaciones, ya estoy aquí!
El Sr. Herst os dice cómo llegar a la cercana casa de los Carstersen, un poco más allá, una casa verde de dos plantas, no tiene pérdida.
Miro a Sanne cuando hablo- puede que la gasolinera sea una buena primera opción, tener alguna información aparte de su amistad con la muchacha que buscamos podria marcar la diferencia.
-Me parece bien. Vamos entonces. -Girándose hacia su hospedero.- Y muchas gracias, a usted y a su esposa.
No había más que hablar, ni que hacer de momento allí. De modo que fue a recoger su abrigo y su bolso, para disponerse a afrontar el frío del exterior en el paseo que les habría de llevar a la gasolinera primero, y luego al domicilio de Eva, la persona que, quizá, tuviera alguna clave de dónde se encontraba Rose.
Os obligáis a vosotros mismos a poneros varias capas de ropa mientras miráis recelosos la suave caida de la nieve en medio de este constante crepúsculo gris. El agradable calor de la casa de huéspedes se queda un rato con vosotros tras abandonar el edificio y mientras camináis por la calle desierta, apartando la nieve y sintiéndoos observados desde las pocas ventanas abiertas, a través de las cuales se promete luz y abrigo. Camináis junto a un parque silencioso y oscuro rodeado de una verja de hierro. Los árboles parecen saber que sois unos extraños en el pueblo.
La gasolinera aparece por fin, un edificio sencillo de madera anexo a un porche bajo el que se sirve la gasolina cuando eso es posible, claro. Un cartel en la puerta de la cabaña anuncia que es una tienda y la oficina de correos a la vez. Al intentar abrir la puerta la encontráis cerrada, pero hay luz dentro, por lo que se adivina a través de las rendijas de las contraventanas. Justo en ese momento el calor que traíais con vosotros empieza a ser vencido por las cuchilladas de viento y nieve.
La cara casi pegada al cristal, el cuerpo aguijoneado por miles de agujas de frío, Sanne repiquetea en las contraventanas para llamar la atención de quien esté dentro. Está tiritando, a pesar del grueso abrigo que la cubre.
-¡Eh! ¿Hola...? ¡Abra, por favor!!
Los pesados pasos hast la puerta por fin delantan la presencia de alguien en la casa; alguien bastante cercano que os debería haber escuchado. Quizá dormía.
Cuando la puerta se abre, aparece un hombre de rasgos mezclados entre blanco e indígena Kwadacha. Sus ojos están rojizos como de sueño, pero el olor almizclado del whisky al salir de su boca os resulta más revelador.
-Buenas noches. ¿Qué les trae por aquí?-
¿buenas noches? No soy consciente de que haya anochecido. Bueno, la verdad es que no tenía ni idea de la hora que es. No sé por qué imaginaba que habíamos llegado por la mañana. Por lo del cambio de sábanas, o algo así. ¿Qué hora es en realidad, Cala?
Adelantandome un poco y con una agradable aunque un poco helada sonrisa en la cara-Disculpenos señor pero nos han dicho que las cartas las reciben aquí- y frotandome las manos por el frio- ¿le importa si pasamos un momento para charlar con usted? aquí fuera hace un frio que congela incluso los huesos¿no le parece?.
Procurando refrenar la tiritona que el estarse parados le producía, Sanne esperó la respuesta del tipo, y deseó que, a pesar de lo poco hogareño que parecía ser el lugar, les hiciera pasar dentro. Más confortable que fuera sería, eso seguro.
El hombre os mira de arriba a abajo y se hace a un lado para permitiros entrar en la sala principal de una tiendecita de apenas cuatro baldas y dos estanterías donde se ofrece un poco de todo al comprador: sirope de arce, carne seca y en lata, alcohol, cebos, munición, gasolina en bidones, sacos de sal y harina... Parsimonioso, se coloca tras del mostrador y se sienta, agarrando una taza de café humeante y observando una radio encendida de la que sólo surge el sonido de la estática.
¿buenas noches? No soy consciente de que haya anochecido. Bueno, la verdad es que no tenía ni idea de la hora que es.
¡Perdón! Me confundió un comentario mio en la descripción del principio de la escena. Serán las 11 de la mañana.
Sin hacerse esperar ni un segundo, Sanne entra en la especie de tienda frotándose los brazos. Un pequeño tugurio para lo imprescindible, y un sinfín de cosas prescindibles para que, cuando buscas una, justo esa no la encuentres allí.
-Hola, muy buenas.
Mira a los demás, prefiere que otro tome la iniciativa con las preguntas, lo suyo no es la diplomacia.