Partida Rol por web

Cuando mi madre pone la mano sobre su frente, la dejo hacer mientras bajo la mirada hacia el suelo, es complejo todo en verdad que sí. - No lo descarto, si quieres podemos ir las dos. - respondo sincera, ya buscando su mirada y cuando me abraza de aquella manera, no puedo evitar desarmarme allí mismo. Llorando por todo, por la confusión, la sensación agobiante de saber que he perdido gente en el camino y no sé cómo tomarlo. Me siento tan mal, tan rara que ya no sé que hacer y lo mejor es resolverlo, descubrir lo que hay detrás. 

Con todas lo que hay encima, estas medias verdades no sé cómo tomarlas sinceramente. No sé ya. - ¿Prefieres que vayamos ahora? - pregunto un tanto preocupada. 

Cada vez más fuera de sí, Shawn siguió golpeando la pared invisible, cosa que intercalaba entre rápidas miradas hacia atrás y los lados, dedicadas tanto a asegurarse de que nadie iba tras de él como de tratar de encontrar una salida a todo aquello.

El extintor lo agarraba con fuerza, como si de un salvavidas se tratase. El poder empuñarlo como arma lograba conferirle un pequeño ápice de seguridad que se diluía fácilmente entre tanta desesperación

Tu madre se acercó a ti y asintió con la cabeza, con el rostro cubierto por lágrimas y una sonrisa que agradecía tus palabras, tu propuesta y sobre todo, que estuvieses allí, con ella.

Después, no tardó demasiado en arreglarse, por lo que en menos de una hora estabais en el despacho del doctor. En lugar de ir al hospital, tu madre decidió acercarse directamente al despacho, que estaba en la ciudad.

Cuando llegasteis, el doctor Madsen estaba en esos momentos, hablando con su secretaria sobre unas notas. Al veros, sonrió y se dirigió hacia vosotras.

-Vaya, buenas tardes, señora Michels, señorita Michels. ¿A qué debo el placer de su visita?

Tu madre respondió rápidamente.

-Buenas tardes, doctor. Verá, yo... nosotras... ¿me preguntaba si no tendría un hueco para atendernos?

El doctor os observó un instante.

-Hummmm... sí, de hecho, lo tengo. Si quieren pasar, creo que podremos hablar tranquilamente.

El despacho no tenía nada qué ver con el resto del hospital. Era como si en sí mismo, fuese un universo completamente diferente a lo que esperabais. No por nada estaba en un ala diferente y aislado completamente de todo lo demás.

-Me gusta que mis pacientes encuentren la tranquilidad en este lugar -os explicó, mientras tomaba asiento - Y bien. Ustedes dirán. ¿En qué puedo ayudarles?

Tu madre te miró y entonces, se acomodó en su asiento.

-Pues... ambas lo estamos pasando bastante mal, tras la muerte de mi marido, pero hoy, mi hija me ha dicho algo... extraño. Dice que comenzó el día de una manera y que ahora marcha de otra diferente. Y-y preguntó por su padre... como si no supiera que estaba...

No pudo terminar de hablar, pero se giró hacia ti.

-Será mejor que se lo expliques tú, cariño.

Edward parecía cada vez más impaciente, más confundido y más molesto. —¿Que no podrás hacerme daño? ¿De qué... hablas? —preguntó Gaspar frunciendo el ceño y dando un paso hacia atrás, previendo lo que sucedería a continuación. —¡Esp—era lo que había alcanzado de decir antes de que el chico de cabello negro moviese rápidamente su brazo, clavándole una navaja en un lado a la altura del abdomen—. Dh... ¡DAAARGH! —gritó instantes después de que la navaja atravesase piel y músculo por igual, en cuanto la señal del dolor había llegado a su cerebro. Aquello no podía ser real, pero de alguna forma lo era; jamás había sentido dolor como tal en un sueño, y a este punto dudaba de que se tratase de una ilusión tan intensa. La sangre había comenzado a brotar y el dolor hacía difícil pensar con claridad. —¡¿Qué mierda haces?! —gritó con una dosis de miedo y rabia por igual a Edward mientras como podía se alejaba de él. Se presionó la herida y miro hacia abajo tan solo por unos instantes para no perder de vista al emo. La sangre salía a borbollones. «Esto no es real. Esto no es real. Esto no puede ser real. Esto no es real» se repetía a sí mismo mientras la velocidad con la que respiraba aumentaba más y más a cada segundo que pasaba. 

A través del cristal continuabas viendo aquella escena que rayaba en la locura más absoluta. Ed terminó por clavarle la navaja a Gaspar en el vientre, y este se tambaleó, incrédulo ante lo que había ocurrido. 

Tú, mientras tanto, parecía que no podías hacer nada para evitarlo. Aquel cristal... estaba allí, existía, pero de alguna era irrompible. ¿O no?

Cuando Gaspar recibió la puñalada, su cuerpo terminó cayendo al suelo, solo que en lugar de quedarse allí, se desvaneció, como si jamás hubiera existido.

Ed se quedó absorto un instante, mirando lo que acababa de ocurrir.

Ss había dejado llevar por sus instintos y la parte más emocional, aquella que acababa de sufrir el golpe más duro de su vida, había vencido, pero ahora... ahora no comprendía nada. Simplemente, estaba allí, contemplando un suelo vacío y no había ni una sola gota de sangre.

Gaspar despertó entre gritos, abriendo los ojos como platos pero sobre todo, apoyando su mano en el lugar en donde le había herido. Todo había sido un sueño, una pesadilla, pero por otro lado, al mirarse la mano, vio que estaba manchada de sangre.

Lentamente, se levantó la camisa... y vio que estaba herido. La navaja no estaba, pero sí la herida, de donde fluía una buena cantidad de sangre. 

Puede que se hubiese dormido y que todo hubiera sido una pesadilla, pero la herida era real, dolía y además, cada vez se sentía más débil. La herida era real.

Era real.

Estabas herido y parecía grave.

Pero al menos, estabas despierto y con vida, por el momento, por supuesto, porque si esa hemorragia no se detenía, quizás no aguantaras demasiado.

Un ruido detrás de Ed atrajo su atención. Era como si algo estuviese arrastrándose por el suelo, aunque todavía no podía verlo. Pero estaba llegando. Cada vez se oía con más fuerza.

Y entonces, la vio.

Su madre.

Venía arrastrándose por el suelo, herida, con los tres cuchillos en su espalda, sangre saliendo por su boca y un rostro cubierto de sudor tanto por el esfuerzo como por el dolor.

-¡A-yu-da-me! ¡A-yu-da-me!

El cuerpo terminó de coger la esquina y viste el rastro de sangre que iba dejando a su paso. Sus brazos se esforzaban por tirar de sí misma, pero era evidente que le resultaba muy difícil y doloroso hacerlo.

Entonces, otra figura apareció por detrás, una que ya conocías. Llevaba ambas manos a su espalda, como si sostuviese algo.

-Hummm. Es enternecedor ver como una madre es capaz de hacer cualquier cosa por su hijo. Incluso perder la cabeza.

Freddy mostró por fin sus brazos, en uno de los cuales llevaba un hacha. Entonces se acercó a tu madre, levantó el arma y de un solo tajo, cortó su cabeza. El cuerpo de tu madre se detuvo y Freddy cogió la cabeza por los cabellos, la contempló un rato, se encogió de hombros y después te la lanzó a las manos.

-¡Tú la llevaaaas!

Después de lanzársela, miró hacia un lateral, como si estuviese viendo algo. 

-Vaya, veo que no estás solo. ¡Showtime!

Tras decir esto, golpeó el aire con el hacha, y un cristal que antes no estaba ahí, se rompió en añicos. DeShawn apareció al otro lado.

El último golpe de Shawn había tenido fatales consecuencias. Su dedo se había doblado de manera involuntaria y al golpear el cristal, se lo había al menos torcido, si no, roto. Pero el dolor no fue suficiente para hacerte ignorar lo que estabas viendo. De pronto, Gaspar desapareció, se desvaneció completamente, como si nunca hubiera estado allí, y otra terrible escena tuvo lugar.

Una mujer apareció de repente arrastrándose por el suelo. Estaba herida, porque tenía tres cuchillos en su espalda, y parecía costarle mucho moverse. Estaba acercándose a Ed, pero no le resultaba nada fácil.

Entonces apareció... él, Freddy.  Llevaba ambas manos a su espalda, como si sostuviese algo.

-Hummm. Es enternecedor ver como una madre es capaz de hacer cualquier cosa por su hijo. Incluso perder la cabeza.

Freddy mostró por fin sus brazos, en uno de los cuales llevaba un hacha. Entonces se acercó a la mujer, levantó el arma y de un solo tajo, cortó su cabeza. El cuerpo de la mujer se detuvo y Freddy cogió la cabeza por los cabellos, la contempló un rato, se encogió de hombros y después se la lanzó a Ed a las manos, entre risas.

Después de lanzársela, se giró hacia donde tú estabas, agitó el hacha en el aire y golpeó el cristal. Éste se hizo añicos por fin, dejándote justo delante de Freddy, totalmente expuesto, con Ed ocupado con la cabeza de aquella pobre mujer.

Sentí como el frío metal se clavaba en el cuerpo de Gaspar. - ¿Qué? ¿Soy real o no? - Le pregunté al tiempo que retorcía la navaja en su interior. Pude sentir su sangre cálida comenzar a mojar mi mano y sonreí. - Mira, don Perfecto, si hasta a ti te pasan cosas malas. - Le dije mientras sacaba la navaja de su cuerpo y le miraba orgulloso por lo que había hecho.

Di un par de pasos hacia atrás, viendo como Gaspar caía al suelo y sus manos se llenaban de sangre. Era una sensación extraña la que recorría mi cuerpo y sonreía... mientras le veía morir, yo sonreía complacido con aquello.

Lejos de ayudarle, apreté la navaja en mi mano, dispuesto a cortarle el cuello. Me había cansado de oírle quejarse y hablar pero de golpe, el cuerpo de don perfecto, la sangre y todo... desaparecieron delante de mis ojos. - ¿Pero qué...?

Al final si estaba en un sueño, pero quien no era real en él era Gaspar.

Pero ahí no acababa todo y enseguida llegó a mí un extraño ruido. Me giré al tiempo que veía a alguien venir arrastras hacia mí. Entonces escuché su voz. - ¿Madre? - Pregunté incrédulo. Ya no sabía que creer, que pensar. No sabía si mi cabeza estaba bien o si me estaba volviendo loco, pero nuevamente la visión de mi madre, en el suelo tirada, con aquellos tres cuchillos en la espalda, vino a mí.

Uno de los dos sitios debía ser real y en los dos mi madre estaba... - ¡Viva! ¡Aún vive!- Me dije a mi mismo y arranqué a correr hasta que vi aparecer aquella sombra tras el cuerpo de mi madre. - Tú... tú... pedazo de cabrón... ¡aléjate de ella! - Le grité quedándome clavado en el sitio.

Mi mano temblaba, aquel tipo me daba miedo, demasiado quizás... pero tenía la navaja aún en ella. Podía herirle, matarle incluso... pero él sacó un hacha y... caí de rodillas al suelo cuando vi lo que hizo al alzarlo junto al cuerpo de mi madre. - ¡¡¡NNNOOOOOOOOO!!! - Exclamé al ver aquella horrenda escena ante mis ojos.

Ya era duro encontrarse a tu madre muerta a puñaladas en un charco de sangre en tu propia casa, convertirte en el único sospechoso de todo aquello, pero verla morir por segunda vez... en esta ocasión decapitada... esta vez no pude contenerme y me eché a un lado para vomitar, sobretodo cuando la cabeza de mi madre apareció casi rodando en mis manos después de que aquel perturbado me la lanzase con su cruel broma.

Mientras vomitaba, pude escuchar como se rompía cristal cerca mío. No lo entendía porque solo había una mampara de cristal en la sala de interrogatorios donde me encontraba... no en el pasillo del instituto, donde estaba. Me llevé ambas manos a mi cabeza, no entendía nada y solo sabía una cosa: mi madre había muerto. Lo mirase por donde lo mirase, estaba muerta.

- ¡¿Qué coño está pasando?! - Exclamé al aire, confuso, aturdido y muerto de dolor por dentro, sin entender realmente que era todo aquello y menos aún cuando vi aparecer a DeShawn en la escena.

La madre de Del colgó el teléfono y me dejó echa un lío.

Me metí en la bañera, mas por inercia de verla allí que porque quisiera bañarme. Quizá un poco de agua caliente me despejase y pudiera pensar con claridad. ¿Muerta? No! No podía ser. ¿Acaso estaba soñando? No podía ser! Pero era la único que se me ocurría.

Pero ni con esas conseguía entender lo que estaba pasando. Me sentí como si tuviera Alzheimer o algo así. O Hubiera estado en coma durante todo un año, al menos.

- Si es un sueño, tengo que despertar!- Me llevé la mano a las vendas de mi vientre y las destapé. Me había metido allí dentro y ni siquiera me había percatado de la vendas.

Tragué saliva y apreté ligeramente los arañazos hasta que empezaron a sangrar de nuevo, tiñendo el agua de rojo, poco a poco. Esperando que le dolor me despertase... si es que estaba dormida.

Pero no despertaste. El dolor te hizo llorar y ahogar un grito, mientras veías como la sangre se deslizaba por tu vientre hacia abajo, manchaba tu ropa y también el suelo.

Y allí seguiste, en el mismo sitio, rodeada de las mismas cosas, y sin entender una mierda de nada de lo que estaba ocurriendo. ¿Estabas soñando o no lo estabas? ¿Y si era antes cuando en realidad dormías, y no ahora? ¿Y si jamás despertaste?

Muchas dudas, poca información y mientras tanto, empezabas a sentir el cansancio en tu cuerpo, a medida que la noche iba cubriendo el día.

Si te dormías... ¿recuperarías a los que en teoría habías perdido?

Arggg, la calentura con que te había dejado Dave tampoco ayudaba a concentrarse.

DeShawn, espantado con la escena que acababa de contemplar retrocedió a trompicones sin perder de vista a aquel extraño personaje que acababa de decapitar a la señora. Tras haber dado unos cinco pasos, el afroamericano tratabilló y se cayó de culo, soltando un pequeño grito. 

El terror parecía funcionar a modo de anestésico puesto que pese a que el dedo dislocado de su mano no hacía más que enviar impuslsos nerviosos directos a su bulbo raquídeo, DeShawn ni siquiera era consciente del dolor.

-¿Pero que cojones, tio...?-parecía que su vocabulario se había reducido a aquellas cuatro palabras

Finalmente decidimos ir hacia el consultorio de aquel médico, está claro que es hora de hablar sobre mi extraña mañana y ver si encuentro un poco de claridad en esta situación que me mata. Así que tras prepararnos con mi Madre, ambas terminamos allí con un montón de preguntas en la mente y un no saber qué hacer al respecto, es muy fuerte lo que estoy viviendo. - Doctor, gracias por recibirnos. - digo a modo de saludo, ya adentrándome al lugar que me resulta sombrío pero tiene un toque especial o algo. No sabría explicarlo ciertamente. 

Una vez me siento junto a mi Madre, la observo por un breve instante y un suspiro se escapa de mis labios, reflejando mi pesar en el rostro cuando ella explica brevemente lo que me sucede. Ni sé cómo encarar el tema, pero toca ser sincera y encontrar respuestas o terminaré loca. - Verá... Hoy me he despertado normal, estaban mis Padres y desayunamos algo ligero. Fui al colegio, hice lo normal... Hasta que de repente algo cambia. - confieso mirando ya el suelo. - A partir de la tarde, comienzo a ver que la gente cercana a mi círculo está muerta y yo había estado por la mañana con ellos. No lo entiendo. 

Y mientras la angustia me invade, las lágrimas sutiles salen sin más e intento mantener la compostura. - Ha fallecido mi novio, mi Padre y ya no sé quién más. Cuando quiero acordar, perderé a mi Madre... No sé, siento que he perdido la cabeza, o algo. No me explico. - termino por decir muy triste. - No sé cómo de repente una situación puede darse tanto vuelta, no lo entiendo.