Partida Rol por web

Michael pudo notar que el libro comenzaba a calentarse un poco a medida que el enlace mágico se mantenía constante, como si este estuviera sobre-cargandose de alguna manera con aquella magia que emanaba de la runa. Sin duda algo estaba pasando pero pronto, se dio cuenta que también él estaba siendo afectado. Su visión se vio borrosa levemente, algo que si bien se podía atribuir al intenso brillo que tenía delante, se fue sumando a un pequeño susurro tenebroso que empezaba a escuchar, como si alguien estuviera soltando palabras extrañas justo sobre su oído.

Las palabras parecían ser parcel, uno tan tenebroso como si tuviera a un basilisco hablandole frente a frente. El bibliotecario tenía la experiencia suficiente como para entender este lenguaje popularmente utilizado por magos tenebrosos, sin embargo seguramente nunca había escuchado este lenguaje en una forma tan pura como lo estaba haciendo en esos instantes…

No saldrán… morirán… los susurros se repetían una y otra vez, aquellas palabras eran las únicas que podía entender claramente. Allí fue cuando se dio cuenta que era con toda seguridad, obra de ese libro. Podía sentir, dentro de él, que la conexión pronto cumpliría con su labor, a cambio de aquella experiencia tan temible como la propia Azkaban en toda su extensió, tan solo tenía que aguantar un poco más... sus sentidos debían ser superiores a aquellas fuerzas tenebrosas.

El plan había funcionado, el graphorn escuchó los gritos de Tiberius y no tardó en cargar hacia él con saña. El abogado notó una oleada de miedo al ver venir aquella mole en su dirección, y preparó la varita... pero entonces recordó que la bestia era resistente a los hechizos y quizá aquella no fuera una buena idea.

Aquél instante de duda le costó unos segundos preciosos para esquivar la embestida del graphorn, y aunque finalmente saltó a un lado no pudo evitar que el monstruo le golpease. Cayó al suelo, aturdido, e instintivamente trató de arrastrarse para esconderse tras una columna y comprobar qué daños había sufrido por el golpe.

Al observar cómo el Graphorn destrozaba aquella capa, Michael supo que no tenía mucho tiempo. Si no resolvía pronto lo de ese libro, tal vez aquella criatura terminara por hacerle pedazos a él o a cualquiera de sus compañeros. Sabía que, fuera lo que fuera que estaba haciendo, estaba funcionando. Sin embargo, estaba aterrado y no podía dejar de pensar en la posibilidad de que ese monstruo fuera a hacerle trizas de un momento a otro.

De pronto, notó cómo el libro había comenzado a calentarse mientras tenía lugar aquel vínculo. Su visión comenzó a notarse más borrosa, poco a poco, y el susurro de aquellas palabras a su oído no hizo sino aterrarle aún más. ¿Era... era lengua pársel? No iba a poder escapar de allí, ni él ni sus compañeros. Todos morirían en Azkaban.

-No... no... No puedo morir... -balbuceó, presa del pánico-. ¡Contenedlo! ¡Solo un poco más! El libro... el libro... -Intentó dirigirse a sus compañeros, viéndose sobrevenido por un claro balbuceo.

Erick salió de su escondite y pateó los restos de su capa. ¿Tantos dientes tenía esa cosa?

—¡Bombarda!apuntó con su varita junto al graphorn, hacia la columna opuesta a dónde estaba Tiberius, pretendiendo distraer al monstruo el tiempo suficiente.

El bibliotecario, aún teniendo el libro abierto entre sus manos, sintió como si aquella luz con tonalidades verdes penetraba en su cuerpo, los susurros en pársel solo se intensificaron cuando este sentimiento le invadió. Su cabeza comenzó a dar vueltas, sus sentidos se ofuscaron y por un momento, sintio que el libro le trataba de atraer a algo tan oscuro, que incluso podía entender el porqué de la locura que parecía destilar cada palabra del arlequín feliz, tal vez este libro le había conducido a la locura, la magia que parecía contener era sin duda tenebrosa. 

Sin embargo, este precio que tuvo que pagar Michael se vio recompensado al momento en que la conexión llego a su fin, de golpe, el enlace se cortó haciendo que el hombre saliera expulsado hacía atrás. Parecía que había finalizado lo que fuera que estuviera haciendo, la runa había quedado carbonizada y el libro, parecía estar cargado con esta magia

Tan solo quedaba ver que ayuda les daría haber realizado esto, y por sobre todo, Michael debía comenzar a tomarselo todo con más calma, su mente comenzaba a sentir un peso que nunca antes había sentido, era como si aquellos susurros en lenguas tenebrosas hubieran quedado presentes en su alrededor, como almas en pena buscando atormentarle.

El enorme Graphorn que estaba atacando al grupo logró por fin conectar un golpe contra Tiberius, quién al no poder esquivarle correctamente, no le quedo más remedio que buscar cobertura para evaluar sus daños. Por suerte, Erick ayudó a distraer a la criatura con el "bombarda" bien ejecutado, la columna a la que había apuntado terminó cayendo y haciendo un enorme ruido que resonó y quedo presente en todo el piso, parecía que afortunadamente tumbar un par de columnas no afectaría la estructura en la que estaban parados, no fuera que rompieran todo el suelo. 

Casi al mismo tiempo, Michael también salió expulsado hacía atrás de donde se encontraba, como si lo hubieran empujado sin aviso. Por suerte esto había sido porque la conexión entre el libro y la runa había concluido correctamente, dejando un destello brillante que por unos segundos, iluminó por completo el piso con aquella luz de tonalidades verdes, hasta apagarse por completo y dejando la runa completamente carbonizada. El libro a comparación del bibliotecario, se encontraba flotando en el aire y abierto de par de par como si este hubiera sido cargado con más magia de la que ya contenía. Como si de un holograma se tratase, se comenzaron a iluminar un total de 5 columnas de un tono verde oscuro, gracias a pequeños rayos de luz que desprendía aquel libro, todo mientras unas palabras aparecían en el mismo poco a poco:

Las columnas deben perecer

Si lo que quieren es a la bestia vencer.

Aquella pequeña pista, asi como las columnas iluminadas era todo lo que el libro parecia haber hecho, antes de que este cayera sobre el suelo una vez más. Sin embargo la batalla contra la criatura seguía en pie, por lo que no debían bajar la guardia en ningún momento.

La bestia, después de haber alcanzado su objetivo, estaba lista para reanudar una vez más otro ataque. Pero tanto la acción de Erick como el destello del libro actuaron en su contra, el Graphorn parecía más enervado ahora, y tan pronto el brillo se apagó, concentró su atención en el bibliotecario, quién se encontraba en su rango de visión más próximo ahora que Tiberius se había resguardado con éxito. La bestia lanzó un sonido que retumbo en todos lados, antes de cargar contra el hombre. 

Afortunadamente, Tiberius no logró encontrar una herida de gravedad al momento de inspeccionar su propio cuerpo, aunque la zona alta de su cuerpo, especialmente uno de sus hombros había recibido un impacto bastante certero y que seguramente dejaría una magulladura severa más adelante. Nada que le impidiera al hombre seguir adelante con el objetivo de salir de esa prisión del demonio. Pero debía andar con cuidado, su cuerpo parecía estar un poco más débil físicamente, después de todo había recibido algunos golpes y ataques desde que despertó en Azkaban.

Michael había salido despedido hacia atrás, aunque la conexión entre el libro y la runa había concluido exitosamente, por lo que el bibliotecario se daba por satisfecho. Se incorporó como pudo, a duras penas, mientras sentía un extraño siseo resonando en su cabeza. Tenían que destruir las columnas y, por el momento, la presencia del Graphorn no hacía sino dificultar la situación.

Dirigió una mirada hacia Erick y Tiberius, notando que estaban teniendo problemas con el Graphorn. No sabía de cuánto tiempo disponía antes de que aquella bestia se centrase en él o pusiese a sus compañeros en mayores aprietos, por lo que apuntó con su varita en dirección a una de las columnas más cercanas, buscando hacerla caer:

-¡Bombarda! -exclamó, esperando que el encantamiento fuese lo bastante potente como para hacer caer al menos una de las columnas.

El dolor de su hombro y el aturdimiento que le había provocado la embestida del graphorn hicieron temer a Tiberius que aquél impacto hubiera sido fatal. Pero tras comprobarlo aterrado, se dio cuenta de que no había más que una magulladura. Esta vez se había librado...

Sin perder tiempo, se levantó y preparó su varita, listo para emular a sus compañeros y empezar a derribar aquellas columnas. Si eso era lo que debían hacer, eso harían.

—¡Bombarda!

Sin embargo, el dolor de su hombro hizo que no pudiera concentrarse adecuadamente y los hechizos fallaron...

¿Romper las columnas? A él le parecía una locura. Pero si los que saben lo hacen...

—¡Bombarda! —La explosión resquebrajó una columna.— ¡Bombarda! —gritó otra vez, pero al disparse el brillo sólo una mancha oscura había quedado en el pilar.

Entonces se plantó frente a esa mancha y saltando y sacudiendo los brazos sobre su cabeza.

—¡Eh! Monstruo feo. Por aquí —gritaba esperando distraer al Graphorn antes de que se comiera al bibliotecario.

El enorme Graphorn paso su vista de Michael hacía Erick, quién estaba comenzando un intento de llamar su atención, agitando su cabeza un par de veces y estando algo eufórico después de que todos los que estaban allí presentes comenzaran a lanzar hechizos por aquí y por allá, por supuesto la bestia lo veria como una clara amenaza y de esta manera, no tardó en empezar la carrera contra Erick, buscando embestirle como ya lo había hecho anteriormente con Tiberius. Ahora quedaban tres de los cinco pilares en pie, los cuales seguían iluminados, sirviendo de guía para que todos en el grupo supieran hacía donde apuntar.

Erick esperó al Graphorn con un pie apoyado en la columna, y a último momento se impulsó para evitar quedar atrapado entre la bestia y la piedra. Pero calculó mal y no pudo evitar ser embestido en una pierna.

La caída fue mucho más espectacular que el daño que realmente le produjo. Aprovechando a confusión del graphorn al haberse dado de frente contra una columna el comerciante lanzó otro hechizo bombarda que, en lugar de dar contra la columna iluminada, explotó en el piso, y se dirigió renqueando hacia otra columna.

Únicamente quedaban tres columnas en resultar destruidas. No obstante, cuando el bibliotecario apuntó a una de ellas con su varita, no alcanzó a que un hechizo brotara de ellas y las hiciera estallar. Había fallado, cosa que a Michael le llenó de rabia, ya que sus compañeros aún estaban intentando darle tiempo mientras trataban de sortear al Graphorn.

-¡Tiberius! -llamó a su compañero, sin importarle que la bestia pudiera fijarse ahora en él. Carragher era quien se encontraba en mejor situación de los dos magos que lidiaban contra el Graphorn-. ¡Vamos, puedes lograrlo! ¡Ya solo quedan tres!

Si bien aquello podía sonar como unos ánimos para el asistente legal, Michael estaba intentando que el Graphorn volviera la atención hacia él. Confiaba en que alguna de las columnas podría ser derribada antes de que el Graphorn continuase hiriendo a alguien. Solo quedaban tres columnas. Merecía la pena intentar correr el riesgo.

El dolor por la embestida del graphorn todavía hacía apretar los dientes a Tiberius, pero no había tiempo para pensar en eso. El grito de Michael le hizo volver a la situación en la que se encontraban, y una vez más alzó la varita para seguir derribando aquellas columnas que se interponían entre ellos y la libertad. O eso esperaban...

—¡Bombarda!

El mal cálculo de Erick al momento de querer evitar la embestida de la bestia causó que sufriera un pequeño daño y al mismo tiempo, que el Graphorn no logrará embestir la columna como el comerciante hubiera querido. Aun asi, dejó levemente dañada la misma y posiblemente ahora sería más sencillo poder destruirla con un buen encantamiento. Erick se encontraba algo tullido y desorientado después de aquella embestida, pero por suerte su daño real había sido mínimo.

Entre las acciones de Tiberius y Michael, lograron tumbar una columna más, aprovechando a que también el Graphorn había ido tras Erick. Ahora solo quedaban dos columnas en pie y la esperanza de poder salir vivos (Si es que aquel libro extraño estaba realmente ayudando) se hacía mas visible para todos, al menos salir de las garras de aquella enorme y peligrosa criatura mágica... Pues Azkaban parecía ser un laberinto mortal en esos instantes antes que una prisión.

La bestia soltó un gruñido después de su exitosa embestida, agitando su cabeza de lado a lado y reajustando su posición para quedar frente Tiberius y Michael, sus ojos se clavaron en estos dos hombres, los cuales podían entender que se trataba de una clara amenaza, tan solo unos pocos segundos (Que se sintieron como minutos) pasaron antes de que el Graphorn cargara contra ambos hombres, buscando seguir una trayectora que asegurara una oportunidad para impactar contra los dos. 

El Graphorn había vuelto la mirada hacia Michael y Tiberius, lo que tal vez le diese a Erick una oportunidad de derribar las dos columnas faltantes mientras aquella criatura mágica se centraba en sus compañeros. El bibliotecario sabía que no era tan ágil como sus compañeros y no estaba tan acostumbrado al ejercicio físico.

No obstante, cuando el Graphorn cargó contra él, Michael rodó hacia un lado, esquivando la embestida de la criatura con una asombrosa rapidez, mucho mayor de la que hubiera esperado. Varita en mano, apuntó a una de las dos columnas que seguían en pie y pronunció las rápidas palabras de un hechizo para hacerla caer:

-¡Bombarda!

Tiberius vio con alivio cómo las columnas iban cayendo, aunque eran duras de derribar y no todos los hechizos que les lanzaban tenían resultado. Estaba tan concentrado en tratar de demoler los pilares que faltaban con su Bombarda, que no se dio cuenta de que el graphorn se lanzaba contra Michael y contra él mismo. El bibliotecario logró esquivar a la bestia cornuda, pero Tiberius no fue tan rápido y volvió a notar la enorme fuerza del animal contra sus huesos.

Aquello empezaba a ponerse realmente peligroso...

Todos los presentes pudieron ver como Tiberius salía volando sin poder evitarlo una vez más, al momento en que la enorme bestia que les estaba acechando logró embestirle exitosamente al ya mencionado hombre, el Graphorn se tomó un momento para sacudir su cabeza y golpear varias veces el suelo con sus dos enormes patas delanteras. Sin duda alguna aquella criatura estaba siendo la más peligrosa de todas las que se habían topado hasta el momento en Azkaban, y no era para menos, después de todo los Graphorns figuraban en los libros como una de las bestias más peligrosas según el ministerio de magia, ahora seguramente podían saber porqué los habían clasificado de esta manera...

Por suerte para el grupo, el bibliotecario había logrado tumbar una columna más, dejando solo una columna en pie que seguía siendo iluminada por el extraño libro que estaba en posesión de Michael precisamente, tenían que poner todo su empeño por destruir esta última y asi, esperar a que el esfuerzo valiera la pena. Afortunadamente el pilar que quedaba en pie era el mismo que Erick había logrado dañar anteriormente al tratar de utilizar las embestidas del Graphorn a su favor, podría ser que este fuera más fácil de tirar abajo gracias a esto y aunque el comerciante no había aprovechado esto aún, la ventaja seguía allí.

Aunque por supuesto el Graphorn seguía siendo el peligro latente, cazandoles en todo momento, en esos instantes, la criatura decidió crear un desequilibrio en todos al azotar con todo su peso el suelo, las vibraciones que esta acción causó se podían asemejar a las de un pequeño sismo, algo que por supuesto apuntaba a que perdieran el equilibrio.

Esta misma acción causó que algunas grietas en toda esa sección se abrieran, al parecer el piso en el que estaban se estaba debilitando gracias a las columnas que habían tirado.

Tiberius sintió que su cuerpo entero comenzaba a temblar después de la última embestida del Graphorn, indicando que el daño físico que había estado acumulando dentro de esa prisión del demonio le estaba pasando factura. No tardó mucho para sentir que un rastro pequeño de sangre se escapaba de su boca, las dos embestidas se habían combinado y muy seguramente su daño era interno.

Afortunadamente el hombre parecía sentir, ya sea por adrenalina o supervivencia, que tenía las energías necesarias para mantenerse en pie y acabar con eso de una buena vez, solo quedaba una columna después de todo. Aunque estaba claro que la urgencia de salir de ese piso era cada vez más necesaria, su cuerpo necesitaba un descanso