Partida Rol por web

El Doctor se atusó los bigotes y ajustó sus lentes sobre los ojos. - Hmmm. Tendré que dejar unas cosas arregladas en la clínica antes de empezar el trabajo, pero estoy de acuerdo con usted, señor William. Parece que ese trabajo ofrece el mejor equilibrio entre riesgo y beneficio.

 -¿Que dices tú grandullón?-añade, dando una palmada en la ancha espalda de "Pat". -

El hombre se encogió de hombros, y luego enjuagó con el dedo una gota de transpiración que asomó por debajo del sombrero.

- Pues, lamentablemente necesito el dinero... y tampoco parecen ustedes personas sin honor como para semejante tarea.

Parece considerarlo un momento, y luego agrega, con una sonrisa: Sea! Veamos de qué se trata... y si de dejar escapar algún tosido se trata, Cristina puede encargarse también! dice palmeando el rifle.

 -Antes la disposición de todos menos uno, Bibi retira de el tablón el anuncio del segundo trabajo, la escolta. Lo revisa una vez más mientras mientra mueve sus labios a modo de lectura, pero con un sonido mudo. Con su cuello en posición de leer, gira sus ojos hacia John McGrady.- Solo faltas tú. Necesitamos ser cinco. Puedo añadir que aunque solo necesitásemos ser cuatro, no te dejaríamos fuera por ningún motivo, ¿Que nos dices?-

-Casi al instante de preguntar a Grady, Bibi sacude la cabeza ligeramente en señal de confusión y mira a "Pat"-¿Cristina? Claro, no hablamos de si habías llegado aquí acompañado.-

- Eh... finalmente Pat creyó entender lo que Billy decía. He he he! Me declaro culpable... tantas noches solitarias a la intemperie, a veces uno necesita hablar con alguien... aunque ese alguien sea un viejo rifle Henry.

-Ante la respuesta de su ahora compañero, asintió con la cabeza, inexpresivo, sin entender nada de lo que le había dicho. Volvió a fijar su mirada Grady.-

A Abby se le escapó una amplia sonrisa, que apresuró a disimular tapándose con la mano. No había podido evitar imaginarse a un tal Henry, vestido con enaguas y faldones, haciéndose pasar por Cristina. 

Cuanto más lo pensaba, más gracia le hacía. Hasta que no pudo aguantar más, y explotó en una sonora y jovial carcajada en medio de la calle.

Con ademán avergonzado, la chica intentó reprimir la inocente risa. Respiró profundamente e intentó guardar la compostura, aun con la sonrisa en los labios. - Cada vez me caen mejor estos tipos, no creo que tenga ocasión de aburrirme con ellos. Pensó mientras se arreglaba la blusa e intentaba poner pose de mujer digna.

- Disculpad... Dijo mirando a sus compañeros.  

John Grady se mantuvo pensativo unos instantes mientras aquel hombre ancho y curtido trataba de explicarle al viejo que había puesto nombre femenino a su rifle, y bromeaba con las noches de soledad en la llanura. Aquel momento le dio tiempo para pensarselo bien.

Cinco mil dólares eran mucho dinero, aunque la empresa era muy peligrosa. Suponía que ninguno de ellos estaría dispuesto a correr semejante riesgo. Dos mil, por otro lado, a repartir entre cinco, no estaba mal, y podría ser lo que necesitaba para comenzar sus planes. Miró a aquel grupo y pensó que tal vez le vendría bien conocer mejor a aquella gente, tal vez pudieran formar parte de aquellos planes que tanto estudiaba en su cabeza una y otra vez. Su mirada se detuvo en la joven y alegre mejicana y sonrió con picardia.

Sí, por que no. Dijo sin dejar de mirarla. Pero... Su rostro reflejo entonces una expresión más seria y concentrada volviendo la vista al viejo. Tal vez exista algún peligro del que no informan, tando dinero por una escolta... ¿A quien hay que escoltar? Pensó que tal vez el alcalde o los dueños de esas minas que había visto al llegar necesitaran seguridad. A mi me da igual, solo espero que no nos tengan demasiado tiempo esperando antes de aflojar el dinero.

Al salir del bar se había colocado el sobrero superficialmente en la cabeza, apenas presentado y levantado de manera que la totalidad de su cara y parte de su flequillo quedaban al descubierto. Disfrutó del leve calor del sol matutino en su cara mientras charlaba con los demás.

 -Dobló el papel y se dirigió a Grady- Bueno, puede que escoltemos oro a otra parte del estado, mercancías varias, prisioneros... . Puede que lo hagamos en carreta, carruaje o por ferrocarril incluso. Puede que formemos parte de un convoy o sea algo más discreto como una diligencia. Supongo que los peligros no son otros que los forajidos, bandidos y desperados, aunque no tienen porqué aparecer. Pero si lo hacen, allí estaremos nosotros -Toma aire - Pero todo esto son conjeturas, lo mejor será hablar con el alcalde o con la persona que lleve este tema, seguro nos resolverá cualquier duda y, si no estamos conformes, aún podemos echarnos atrás.-

-Miró a sus compañeros uno por uno- Bien, me alegro que estemos de acuerdo.- Tras sus palabras dio media vuelta y, sin más dilación, se apresuró a los dos pistoleros que custodiaban la puerta tan alegremente. Como acostumbra, a paso lento.-

Al llegar, no les pregunto, simplemente les avisó- Yo y ellos cuatro venimos para aceptar este encargo, díganme con quién hemos de hablar.-

Pat respondió a la carcajada de la mujer con una sonrisa... triste, pero sonrisa. Hacía mucho que no se sonreía con ganas. Gracias, le susurró, aunque seguramente ella no tendría la más mínima idea del por qué. 

Abby devolvió la sonrisa a Jhon Grady. - Un tipo guapo, sin duda. Esto hará más interesante el trabajo.

La joven siguió a Bronco Billy, había crecido el interés por conocer al alcalde.

Cuando "Pat" le susurró algo con una sonrisa el los labios. - No hay de que... La joven no parecía entender por que le daba las gracias. - Pero si puede repetirlo, lo haré con mucho gusto. Abby miraba a aquel hombretón con cierta complicidad. Algo le decía que aquel tipo era un buen hombre. No como la mayoría que ella había conocido.

John Grady esperaba la contestación de los dos hombres a los que Bronco Billy se había referido. Mientras echaba un vistazo al pueblo y lo estudiaba con sus brillantes ojos azules. Parecía que todo aquel tema de la mina les venía grande. No sabran como administrarse. Pensó John Grady.

Tenía curiosidad por el trabajo, quería saber de que se trataría exactamente aunque dejó de pensar en ello, hacer conjeturas no serviría de nada, y no podría saber más hasta que se lo contaran, por ello no volvió a pensar en el tema.

El Doctor Ackley estaba empezando a impacientarse con los matones del alcalde. Hacía tres minutos que tenía que estar de vuelta en la consulta, para como mínimo dejarle instrucciones a Shannon de qué debería hacer en su ausencia. Era buena mujer y posiblemente acabaría siendo mejor doctora que él. Quizá un par de semanas en solitario le vendrían bien a la joven para ir practicando. Se ajustó de nuevo las lentes sobre la nariz con el dedo corazón y siguió esperando, con la espalda recta.

-"Bibi" mira a los porteros de forma inquisitiva, parece que estos solo prestan atención a sus asuntos, quizá sea su trabajo, quizá sea lo que el alcalde les ha mandado. De todas formas son unos cretinos, por muchas órdenes que hubiesen recibido, un simple "por ahí" no cuesta nada. Puso las manos en las caderas y miró para otro lado, un chasquido surgió de su boca indicando su descontento.- Tsik - Dobló el panfleto del trabajo de escolta y lo guardó en el bolsillo trasero, se acercó a la doble puerta de la gran casa del alcalde, estaba cerrada; O eso le pareció a "Bibi", quizá no imprimió fuerza suficiente en el pomo para abrirlo, pero le dió igual y se desentendió.-

-Miró hacia el otro lado, no miró hacia donde estaban sentados los pistoleros, sino que miró hacia el otro lado, donde reposaba otra mesa, un par de sillas y un barrilete. Ante la mirada de sus compañeros, rebuscó algo en su bolsillo interior, al encontrar lo que buscaba se detuvo y miró a sus compañeros.- Vaya, que sorpresa, pensé que me lo había dejado en casa.-Dijo, mientras acompañaba sus palabras sacando del bolsillo interior de la chaqueta encuerada un dado tradicional blanco de seis caras. Dejó su pesada chaqueta en el respaldo de la silla y se sentó en esta, se remangó su camisa blanca que parecía brillar con luz propia, reflejando los rayos de luz que en ese momento caían sobre ellos. Dejó sus sombrero en el barrilete y comenzó a juguetear con el dado. Sacó 1$ y lo dejó encima de la mesa. Se acomodó y miró a sus compañeros- ¿Echamos un BlackJack? - Dijo sonriente, mientras esperaba que alguno de sus compañeros se animase.-

 Empazamos:

Ronda 1 (apuestas)

Apuesto 1$ (los que quieran entrar han de apoquinar 1$)

Los hombres que se encontraban en la puerta de la casa del alcalde apenas reaccionaron ante las palabras de Bronco Billy y contuniaron hablando de sus cosas durante un par de minutos mas hasta que al final se giraron hacia vosotros.

Podeis pasar, pero antes debeis entregarnos vuestras armas, el alcalde se encuentra en la primera planta, en cuanto abra la puerta caminad hasta el escritorio que se encuentra en frente de la misma tras el cual permanece el alcalde.

No quiero lios asi que dadme todas vuestras armas sin rechistar. Dice uno de los guardias.