Partida Rol por web

Ainara se estaba aburriendo un poco con la conversación de Sol, pero no dijo nada... se dedicó a intentar escuchar la retahíla de sus viajes.

Le caía bien Sol, pero a veces era demasiado pesada, tanto hablar, tanto hablar...

Ainara sonríe.

No dice nada, sólo observa el pedrusco que lleva la Camacho en el dedo, sin aportar nada más. 

Treinta y... pico. Casi cuarenta entonces. Sol arquea una ceja y esboza una media sonrisa. Treinta y... tantos, claro. Bueno... ahora me queda la duda si le gustan los viejos o la guita.

Entonces, Sol le sonríe a Sara.Yo elijo cada bodrio insufrible. ¿No te acordás de esa película francesa? Nos dormimos a la mitad. Por lo menos con la tuya nos reimos toda la noche.

Se cruza de brazos y vuelve la mirada hacia Lucía y Vanessa que se alejan. ¿En qué andan esas dos?

Responsabilidades... La chica baja la vista y sonríe ensimismada. Luego de un rato, se vuelve hacia Sara. Si a mi edad pienso en eso, ¿qué me queda para los 'treinta y pico'? Hace una mueca y sonríe con resignación. Pero qué vida de mierda, che...

Agita los brazos y suspira. Bue, eso... Tanta 'responsabilidad' me dio sed. Pasame un poco de eso que tomás, plis. Contempla a Sara. ¿Porqué chicas como ella tienen que vivir como adultos? Ocupándose de las necesidades de los otros y así... Sol toma el vaso de gaseosa y agradece con una sonrisa.

-Bah, la verdad es que es una pasada salir con alguien así, más maduro. Vamos, más serio. POrque los niñatos de aquí sólo piensan en una cosa o dos. En verano por ejemplo nos vamos a Cancún, a un todo incluido. Una maravilla. Yo que vosotras me espabilaba porque como esperéis que uno de estos pavisosos os saque de Oviedo vais listas.- sonríe Irene, sorbiendo de su bebida y mirando distraida y despreciativamente alrededor, como si no apreciase a este tipo de gente.

Sara mira fijamente a la Camacho mientras habla. Se queda en silencio, pensando. Le parecía completamente ridículo que esperara que su novio le sacara de esta vida... ¡ella misma lo haría! No necesitaba un hombre para conseguir lo que quería...

Mira a Sol con ojos de incredulidad. Qué guay, a Cancún... dice, por decir algo agradable. Se traga la perorata feminista con un sorbo de gaseosa.

Ainara escucha a sus compañeras, mientras piensa en cada una de las palabras que éstas pronuncian.

La Camacho tiene bastante razón, El Richard no me va a sacar a mi las castañas del fuego nunca... en todo caso, lo haré yo siempre a él.- piensa Ainara algo desilusionada.

No dice nada, pero su rostro puede expresar mucho más que unas palabras. 

-¿Ves? Ainara sabe lo que quiero decir, ¿verdad? Yo casi me quedo enganchada a.. a, bueno, a un idiota.-

Ninguna sabía que Irene tuviera novio antes de esto, así que no sabéis a quién se refiere, pero está claro que es un tema delicado que a la vez quería y no quería sacar y que la hace reaccionar con sentimientos ambivalentes.

Sol apura el vaso de gaseosa, saltando con los ojos de una a otra interlocutora sin acotar nada.

¿Y a estas ahora qué les pasa? ¿Calladitas y conformes, eso es lo que aprendieron de la vida? Están jodidas...

- Eso está buenísimo, toda la cosa de no quedarse enganchada a nadie. Si hay cadenas, la vida no se disfruta, ¡y menos estos años, que están para eso! Pero, ¿qué onda? - mira a Camacho arqueando las cejas - ¿Todo está bien mientras te quedes enganchada con un tipo como tu futuro marido? No sé - se encoje de hombros, dejando el vaso encima de la mesa, y abriendo los brazos de nuevo en gesto de pontificia resignación - A mí la cosa no me va ni un poco. De las cosas hay que salir solito. Al menos, eso es lo que pienso hacer yo, sin deberle nada a nadie y hacer la mía.

Se detiene un momento a mirar a sus interlocutoras y de pronto sonríe, mitad abierta, mitad de costado.

- Lo que me parece bárbaro es que no te hayas quedado estancada en una vida que no te gustaba. Te lo respeto - le guiña un ojo - Siempre hay que experimentar. Disfrutalo. Vos sabrás.

-Ya te digo si sabré.- responde Irene algo brusca, de repente a la defensiva. -Y de enganchada nada, guapa. Que hay que buscarse la vida, eso es lo que pasa. Y si algunas os conformáis con una mierda de trabajo o con iros a meditar a la montaña, pues muy bien, pero cuando tengáis cuarenta años ya me diréis. Porque como no espabiléis os quedáis en casa de los viejos hasta el día del juicio final.-

Sara mira a Sol expresivamente, ¿pero a esta tía qué le ha dado...?. Deja el triste vaso sobre la mesa y mira al fondo, buscando algo que rompa esta conversación con la mirada. Lo único que ve son patéticos tíos hablando de sus patéticas vidas... quizás la Camacho se crea que por haber pillado a un tío rico todos sus problemas se han resuelto, pero su problema es que piensa eso... hay que ser inocente...

Se muerde el labio, ligeramente enfadada... Cada una se busca la vida de la forma que le da la gana, ¿no?, murmura de forma casi imperceptible. No es muy dada a esos comentarios, no le gustan las peleas, ni discutir, ni... pero es que... ¡maldita sea! ¿quién se creía que era para venir a dar consejos?

Ainara mira a Sara sorprendida.

No esperaba su reacción. Normalmente Sara nunca discutía y siempre se mantenía en su lugar, pero parecía que le había molestado que "La Camacho" le diera consejos.

Ainara le puso su mano encima del hombro, intentando tranquilizarla. 

Las cejas de Sol se arquean a un punto sin retorno. Su reacción no está más provocada por el comentario de Camacho que por la mirada que le ha dedicado Sara. La mano de Ainara sobre el hombro de aquella podría significar la necesidad de decir algo, o de saltar a la defensiva, pero para Sol significa otra cosa. Muchas otras cosas. Y de su gran agrado.

Así me gusta, pibas. Si agachan la cabeza ahora, ¿qué viene después?

- Bueno, bueno. Eso es irse bastante de tema, querida Irene, ¿no te parece? - pronuncia, tranquila y cansinamente, dejando que la falta de tonada de su acento rioplantense anule la advertencia vedada de sus palabras - Si querés compartir tu forma de ganarte la vida, dale, yo te comparto la mía, y no jodemos con eso. Porque para mí si algunas mujeres se conforman con ser la "esposa de" y no hacer nada más de su vida, en sus veinte, ya me dirán a sus cuarenta. Yo les diría que se espabilen, o se van a quedar en la casa de sus maridos hasta el día del juicio final - Sol se encoge de hombros, como si diera por terminado algo que jamás empezó - Pero claro, no se los diría. No es asunto mío. Cada uno hace de su vida lo que quiere...

La repentina sonrisa de Sol dejó flotando las siguientes palabras de su frase en el aire.

O lo que puede.

- Lo que sí, si no espabilamos, nos vamos a quedar acá hasta el día de la escarapela - comenta, cortando de cuajo todo el cotilleo anterior - Esto no parece ir a empezar nunca. ¿Alguna vio algún intento de comienzo? - se encoge de hombros una vez más, y con una sonrisita divertida e irónica da vuelta con la mirada al gimnasio - Porque yo no veo nada de nada.

-¿En los cuarenta? Pero tía, tú que..- pero el cambio de tema y cierto pasmo emocional callan a Irene, quien se queda mirando con la boca abierta a Sol y a las demás, como si buscase el apoyo del resto del grupo. No espera sin embargo a que esto ocurra. -Mira, me voy a por una copa, que tengo mucha gente que saludar y a otras ni me importa volver a verlas.- y se marcha de allí.

Veis que ya están casi listos para empezar. Estas cosas siempre se retrasan, pero está claro que era Jose Luis el que mejor sabía organizar estos eventos y sin él, la subdirectora parece una gallina descabezada. En cualquier caso, la gente empieza a acercarse al escenario donde ya están subidos los profesores hablando entre ellos.

Es justo entonces cuando se abre una de las puertas laterales y veis entrar a Israel, aquel que intentó en su momento daros el fallido cursillo de vocación profesional. Le acompaña un chico de su edad, vestido con traje sin corbata que camina con leve torpeza y sostiene una sonrisa un poco boba. Israel empieza a mirar a un lado y otro buscando a alguien.

- Chau, que te vaya bien - saluda Sol con naturalidad.

Una vez que Irene ha empezado a alejarse, se da vuelta hacia Sara y Ainara, y se encoge de hombros. Parece que no va a hacer ningún comentario al respecto, como si el tema ya hubiera pasado para ella. En ese momento, ve la aglomeración que se está juntando, como ganado, cerca del escenario. Mueve la cabeza negativamente, sonriendo a medias, como si aquello le pareciera ridículo. Pero después, acto seguido, ve aparecer a Israel por la puerta lateral, y sus cejas se arquean de nuevo.

- ¿Alguna de ustedes conoce al tipo que viene con Israel? - lo mira de arriba abajo a la distancia - Mmm... parece que está buscando a Lucía. Bah, me imagino. Hablando de eso, ¿dónde están Vanessa y ella? Se fueron de acá pitando y no aparecieron más.

Tras haberse ido Irene, Ainara mira hacia el escenario. Parece que se están concentrando todos los profesores allí.

De repente ven aparecer a Israel, junto con otro chico.

-Pues...yo no lo conozco de nada ¿Y tú, Sara?.- dice Ainara sin quitar ojo del escenario.

Ainara, tras escuchar a Sol, repara en su compañera Vanessa.

-Es verdad, hace mucho que salieron ¿y si vamos a buscarlas?.- dice esbozando una sonrisita.

No, ni idea, Sara contesta sin prestar demasiada atención, mirando cómo se va la Camacho. De verdad, les ponen un lazo y se creen que son un regalo..., masculla.

Se queda unos segundos mirando al vacío, o quizás a Israel y al chico que viene con él. Al segundo, dándose cuenta de su vahído, gira leve y rápidamente la cabeza, volviendo en sí. Sí, claro, vamos a ver dónde anda..., echa un vistazo a la sala para comprobar que no están allí y sale a buen paso, tomando aire.

De vuelta de la calle, a Lucía y a ti os recibe el golpe de calor de la sala. Es curioso, jurarías que iba a haber maś ruido. Casi parece que se hubiera callado la gente por vuestra llegada. Pero no. En realidad es que Israel, que es quien está hablando en este momento, se ha quedado parado un momento mirando hacia una entrada lateral. Allí de pié acaba de abrir la puerta.. el Rulo, ni más ni menos. Bastante más delgado que antes, con el pelo al cero pero con un estilo similar de vestir, pasa a la sala casi a la vez que vosotras desde la calle. ¿Cómo no le visteis fuera? Ha debido intentar esquivaros. En cualquier caso, Israel reanuda su discurso y la gente deja de prestar atención al recién llegado, aparte de algunas miradas de reojo de quien conozca la historia de principios de curso. Parece que lo de los dos años de cárcel era un poco exagerado..

-Como decía, es un honor que le agradezco desde aquí a Jose Luis. En cualquier caso, seré breve. Estos meses en los que os habéis dedicado a aprender un oficio en el sentido más productivo y práctico de la palabra...-

Blablablabla.. parece que aquí viene la consabida charla sobre futuro, responsabilidad, oportunidades, etc.

Para cuando entráis en el auditorio habéis perdido de vista a Arturo, que se habrá mezclado con la multitud. Allí cerca veis a Ainara. Al principio creéis que está mirando la representación, la subdirectora del centro entregando los diplomas nombrando a la gente, tan deprisa que os sorprende que esté dando a cada uno el correcto. Por el apellido por el que van, parece que el nombre de Sol ya lo deben haber dicho, pero no aún el de Sara. En el estrado, sentado, está también Israel, como si fuera a hablar o hubiera hablado. Curioso.

Sin embargo, no es hacia allí a donde Ainara tiene fija la vista, sino en una entrada lateral. Allí de pié con la puerta entreabierta.. el Rulo, ni más ni menos. Bastante más delgado que antes, con el pelo al cero pero con un estilo similar de vestir, pasa a la sala casi a la vez que vosotras desde la calle. ¿Cómo no le visteis fuera? Ha debido intentar esquivaros.