Partida Rol por web

Grüber estaba parcialmente contento. Un comedor de servicio indicaba que seguramente la cocina de la casa estaría cerca. Y era presumible que hubiera una chimenea y eso resolvería sus problemas para hacer fuego y eliminar el humo que los intoxicaría si lo hiciera en cualquier otra habitación.

Una ráfaga de disparos le saco de sus cábalas. Los compañeros estaban combatiendo al enemigo. Pero tras escuchar las palabras de sus camaradas se dio cuenta de que los enemigos una vez más, eran aquellos absurdos espectros o algo peor. Así que salió al paso tras Hans asintiendo con la cabeza.

Fuera lo que fuera lo que verían dentro, primero dispararía y luego se preguntaría si era real o no.
Golpeo un par de veces el arma mientras salía hacia afuera del edificio. Era una manera de intentar que el arma no se encasquillara.

Odiaba las armas, las muertes que producían. En la universidad no soportaba la idea de la guerra, aunque entendía en cierta medida la necesidad de ella. Pero al llegar al frente, entendió porque muchos de los que iban se volvían asesinos y tomaban cariño a las armas. La respuesta era tremendamente fría y natural. Si no disparabas tú, te mataban.

Así que procuro que el arma estuviera a punto cuando salió al exterior nuevamente. Se uniría a sus compañeros y daría muerte a cualquier ser, de este o otro mundo con toda su rabia.

¡Llegan los refuerzos!

Los dos hombres se lanzaron hacia la puerta abierta, que al parecer daba a un pasillo en el interior de la casa. Las armas prestas y los corazones latiendo a una velocidad endiablada, dispuestos a ayudar a sus compañeros y en caso de ser necesario vender muy cara el alma... porque la vida ya era solo una parte de lo que se podía perder en el interior de aquella casa.

Al salir del comedor se encontraron en un pasillo que formaba una L en el lugar en el que se encontraban. Había varias puertas, pero al fondo del todo podía verse una abierta. En el umbral de la misma se encontraba Pieter, que mostraba un rostro desconcertado mientras gritaba:

- Señor, señor, creo que ahor apuede ser un buen momento para continuar con nuestra mision de exploracion...necesitaremos mas balas mas adelante.

Entre Pieter y los refuerzos se encontraban Octavius y Karl. Ambos estaban ametrallando una puerta que tenían ante ellos, pero la cosa parecía estar fuera de control. El teniente estaba ametrallando la pared con los ojos casi fuera de sus órbitas, mientras que Octavius no parecía estar igual de descontrolado.

Por fin el ruído de la metralla cesó en el piso inferior... Se escuchó algo más, como algo pesado y metálico cayendo al suelo. Y varias voces... Alexeva prestó atención: parecía que abajo se habían reunido todos los alemanes. O al menos creía distinguir más de dos voces distintas.

En ese momento tanto ella como Grigori oyeron algo: una nota musical. Miraron a su alrededor algo confusos. Luego la vista se fijó en el gran piano que presidía la sala... Sus teclas bajaban una tras otra. Primero poco a poco, luego poco a poco con más velocidad... hasta tocar una sonata...

Ya hacía un tiempo que los acontecimientos habían superado al veterano ruso, pues, pese a ser persona de recursos, nada podía hacer cuando lo que ocurría a su alrededor eran cosas inexplicables.

Por un momento, tras haber perdido de vista a los alemanes, y estar relativamente cómodo en compañía de la campesina, Grigori había pensado que a lo mejor lo que estaba ocurriendo en la casa no iba con ellos dos...

Pero ahora, el piano que estaba frente a ellos comenzaba a sonar, sólo, sin nadie que lo tocare...

Y Grigori intuía que aquello que sonaba era un piano y no se trataba de una pianola de las que funcionan mecanicamente... O al menos él no se iba a acercar a comprobarlo.

Con un matiz más que nervioso en su voz, se dirigió a Alexeva.

Claro... mejor a ellos que a nosotros... pero fíjate en el piano... La casa no hace distinción alguna... Nos quiere a todos...

Alexeva se esforzaba por tratar de discernir que ocurría en el piso inferior. El ruido de las balas ceso y algo pesado y metálico cayo, ¿que seria?, luego distinguió las voces de varios alemanes. Siguen vivos, y están juntos Aquel momento seria el mejor para escapar si no fuera por aquella maldita tormenta que lo asolaba todo fuera. En ese instante el piano empezó a sonar unas ligeras notas musicales al principio hasta acabar tocando una preciosa sonata. Miro a Grigori.

Cita:

Prefiero esto a aquello que hubiera abajo Mientras abría la puerta dudo un instante y luego hablo con voz temblorosa
Nosotros no queriamos molestar... nos obligaron a entrar..¿ hay... hay algo que podamos hacer para que nos dejeis irnos en cuanto podamos?...

Observando lo arriesgado de la decisión que había tomado la campesina al intentar entablar conversaciones con lo que fuera que gobernare la casa, pero sabiendo que nada tenían que perder, pues la situación era ya de lo más desesperada, Grigori se recompuso lentamente y fue acercándose tambien a la puerta.

El ruso no quería permanecer sólo, y si Alexeva encontrab una forma de salir de aquel lugar, él quería estar cerca para aprovecharse de la ocasión.

El piano dejó de sonar repentinamente cuando Alexeva hizo la pregunta. La partitura que estaba sobre el atril movió sus hojas como si una invisible ráfaga de viento las animase. Luego se oyeron unos golpes en el piso superior, como si alguien llamase golpeando el suelo. ¿O era solo una casualidad? A esas alturas lo que tenían claro ambos rusos era que aquello no era para nada natural, y dudaban totalmente que fuera un efecto de la lluvia o la tormenta...

Al abrir la puerta negra Alexeva vio lo que parecía un viejo despacho. Las estanterías estaban nuevamente repletas de libros y había una enorme mesa de madera de caoba presidiendo la pequeña estancia, con un lujoso sillón rococó tras ella. Sobre la mesa había un lapicero lleno de plumas y lápices, aunque una cosa destacó ante las demás a los ojos de la rusa: un cortaplumas plateado cuyo filo parecía llamar a quien quisiera cogerlo.

Un cuadro colgaba de una de las paredes: se veía en él a una pareja joven y saludable, de aspecto noble, con dos niños: un niño y una niña de unos seis años, de belleza y salud envidiable. Alexeva tragó saliva al darse cuenta de que la niña era la misma que había visto hacía un rato en el salón de baile, aunque con un aspecto mucho peor...

Aparte de la puerta por la que estaba entrando había otra puerta que conducía a una nueva sala, aunque parecía estar cerrada.

La muchacha rusa estaba todavía sopesando la idea de cruzar la habitación para comprobar si la nueva puerta estaba cerrada con llave o no cuando una voz la sorprendió:

- No quería... Me engañó... Yo solo los quería a ellos...

Era una voz de mujer, al borde del llanto. Alexeva miró a su alrededor con el corazón palpitante... No había nadie. Pero ¿acaso el rostro de la mujer del cuadro no tenía ahora un surco de lágrimas dibujado?

Grigori apenas entendía la situación, pero no podía perder la ocasión de seguir hablando con quien fuere, pues desconocía de donde provenía la voz... O prefería no suponer que el cuadro estuviese hablando, cosa que yo no le extrañaba después de todo lo que estaba pasando.

El ruso dirigió sus preguntas a quien les estuviese hablando:

¿qué es lo que no querías?

¿quién te engañó?

¿a quién querías tanto?

Mientras, se había acercado al escritorio para examinarlo más de cerca, pero sin tocar nada de momento.

Mientras hablaba Grigori examinó la mesa con más detalle. Todo estaba cubierto de polvo, como si llevase así mucho, mucho tiempo... Un lapicero, un montón de resmas de papel amarillentas y llenas de humedad... Nada anómalo salvo quizás la pulcritud con la que estaba todo dispuesto, como si el dueño de la mesa fuera a volver en cualquier momento a seguir su trabajo. Rodeándola ligeramente descubrió que contaba con dos cajones, aparentemente cerrados con llave.

La voz desconocida contestó:

- Sigue aquí... y ahora tiene hambre...- dijo quedamente para añadir luego con urgencia:- ¡TIENE HAMBRE! ¡NO DEBE SALIR! ¡YA VIENE!

Como para remarcar esas palabras se escucharon unos crujidos. Procedían de la zona donde debían encontrarse las escaleras principales. El ruído era similar al que harían unos pasos bajando las escaleras y haciendo crujir la madera bajo ellos... solo que ese algo tendría que tener un tamaño considerable y un peso muy por encima del de una persona normal...

Alexeva observo el cuadro inquieta aquella voz derramaba tristeza, la tristeza de una mujer que perdio lo mas querido. Una tristeza que la conmovió en lo mas profundo. Miro a Girgori cuando asalto con sus preguntas, demasiadas, concretas y posiblemente dolorosas. Pero cuando la voz volvio a hablar la alarma que había en su mensaje acompañada por el ruido proveniente de las escaleras fue todo lo que necesito se lanzo sobre la puerta nueva para seguir huyendo y aunque no grito siguio hablando.
Ayúdanos por favor, guíanos, dinos que podemos hacer para salir de aquí y que podemos hacer para ayudarte debe haber algo que podamos hacer.

- ¡ARRIBA! ¡EN EL CUARTO DE LOS NIÑOS! ¡ALLÍ ESTÁ LA LLAVE QUE ABRE LAS DIMENSIONES Y LO DEVOLVERÁ A SU PLANO!

Las palabras acuciantes de la mujer resonaron en el cuarto... y los pasos de las escalinatas se detuvieron al llegar a la planta donde se encontraban los rusos. Luego se escuchó un ruido extraño, como si un enorme mastín estuviera olfateando el aire... Y los pasos se pusieron en marcha nuevamente ¡hacia el despacho donde estaban Alexeva y Grigori! ¡Venían hacia la puerta cerrada apuradamente!

Grigori había estado a punto de comprobar si se podían abrir los cajones cuando recibieron la indicación de que el fin de csus problemas podría encontrarse en el cuarto de los niños... pero no fue eso lo que le heló la sangre... era la sensación de que algo andaba tras ellos lo que lo paralizaba y no le permitía pensar rápido.

La voz acuciante de la mujer la hizo estremecerse, ¿que demonios seria aquello que estaba tras la puerta?. No tenia nada de ganas de saberlo así que prácticamente a la carrera regreso por donde habia entrado a aquella habitación pero no sin agarrar antes al ex-soldado por la manga y tirar de el para que la acompañara. Cerro las puertas tras de si. Miro a Grigori y con un susurro paenas audible le dijo:
Debemos encontrar la forma de subir pero esa cosa esta demasiado cerca de las escaleras, si entra en la habitación, siguiéndonos quizás podamos subir.

No sabia si aquella voz le había dicho la verdad y no comprendía mucho a que se refería con "llave" y "dimensiones" solo sabia que esa era el único camino que se les había abierto para poder salir de aquella casa maldita podría ser una trampa pero prefería no pensar en eso. Debía encontrar el momento oportuno para subir al piso superior y buscar el cuarto de los niños. Le importaba poco si Grigori la acompañaba o no, si ella lograba salir estaría bien, y si alguno de los alemanes también lo hacia... mas le valía no cruzarse jamas con la mirilla de su rifle.

En un momento dado, Grigori se dejó llevar por la campesina, pues sabía, más bien pensaba, que la única oportunidad que tenían de salir de allí con vida pasaba por encontrar el dichoso cuarto de los críos... aunque había algo que todavía no le acababa de cuadrar al ruso mientras subían en pos de la habitación.

¿tienes algo de idea de a lo que se referían con lo de la llave?