Partida Rol por web

Njarda, ciudad corrupta

Njarda, la gran ciudad

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18/01/2017, 22:54
Galdor

Mi pregunta caló en seguida entre los presentes. Ragaard dejó patente para el resto lo que yo ya conocía, el hecho de haber servido en varios ejércitos a lo largo de su vida. Si bien, también era conocedor del modo en que lo había hecho, y de la distancia que separaba su espíritu, y por qué no decirlo, el mío también, del que se respiraba dentro de una ordenada y jerarquizada institución militar.

La devoción a Kord me impedía servir en un ejército; mi espíritu bárbaro, en cambio, sólo lo desaconsejaba.

El calvo guardaba silencio. Bermong, en cambio, en seguida explicó sus motivos para declinar la oferta militar. El encargo, no obstante, parecía interesarle tanto como a Ragaard y a mí, aunque por motivos algo distintos. Al parecer, le movía especialmente la recompensa de ganarse el favor de aquellos que se encontraban en puestos de poder. Logró arrancarme una sonrisa llena de comprensión y complicidad, al ejemplificar esa necesidad. Escándalo, tumulto, destrucción... Todo eso me sonaba, aunque nunca he tratado de escapar a mis propios problemas a través de otros. Uno debe luchar sus propias batallas.

Candela tardó un poco más en responder. Antes de ello, hizo un comentario acerca de mi bebida. Aunque en un principio pensé que se trataría de algún tipo de chanza, algo a lo que estaba habituado al beber tal manjar en lugares donde todo lo que no llevase alcohol era denostado de inmediato. Pero no fue tal cosa, más bien todo lo contrario.

¿Artículo de lujo?

En mi tierra, se saca de una vaca. -Respondí secamente, tomando su vaso sin miramiento alguno y arrojando su contenido a mi espalda, lo que creó un charco de agua en el suelo- No es tan difícil, hay vacas por todas partes. -Gruñí, malhumorado ante la perspectiva de pueblos enteros que carezcan de lo más básico para subsistir. Derramé parte del contenido de mi jarra en su vaso, hasta llenarlo, y lo dejé delante de ella.

En seguida mostró sus cartas acerca de la oferta del gobernador, si bien no dio razones para rechazar su inclusión en el ejército. En cambio, el encargo parecía atraerla, especialmente por la necesidad de oro para financiar su estilo de vida errante. Di un buen trago a mi jarra, oyendo la conclusión de Candela.

Tendremos que ir, sí. Algunos, al menos. -Dije entre dientes, lanzando una mirada de soslayo al tipo de la cara de rata, que seguía por allí cerca de la mesa, y cruzando mi mirada justo después con el calvo, brevemente- Al menos, para escuchar lo que tenga que decir. ¿Os alojáis aquí, o sólo habéis venido por la cena? Podemos compartir el camino... -Propuse antes de dar otro trago de leche.

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19/01/2017, 01:40

La anodina y falsa -que no fingida- sonrisa que afloró a su rostro cuando finalmente Galdor le prestó atención fue la principal muestra de que agradecía aquél ínfimo y fugaz intercambio de miradas, que no era otra cosa que una muestra de que iba confiando en él. Estaba seguro de que era el principio de una unión ganada mediante su amabilidad; el gesto anterior, aquél en el que había imitado el roce de Candela, era seguramente el que había logrado dar el paso. Lo que aún no sabía es que había hecho Bermong para ganarse también ese pequeño toque de amistad. Tendría que estudiar más a aquél hombre..., o recordar aquella vida que en la infraoscuridad había decidido olvidar por completo.

Eran recuerdos, sensaciones e incluso conocimientos que habían sido eliminados, bloqueados, por él mismo mediante poderosas técnicas mentales que los ilícidos habían tenido a bien de enseñarle. En su momento había sido lo mejor, poder a cambio de una vida que no iba a recuperar. Ahora que estaba de nuevo en la superficie, en el mundo real, no estaba tan seguro de que el trueque valiera la pena. Sonrió. Poco importaba ya, no era reversible.

- Yo me alojo aquí también, tengo mi habitación desde hace unos días. - Dijo unos segundos después de que el clérigo de Kord hiciera su pregunta. Luego asintió, y se llevó otra vez su bebida a los labios - Pero mañana podremos caminar juntos, claro.