Partida Rol por web

Sorprendentemente, el contemplar de nuevo a una criatura semejante no le causó demasiada impresión, lo que le provocó lo que parecía una risa algo perturbadora. Me debo haber acostumbrado, o quizás es que ahora pertenecemos al infierno... ¿será eso?

Aquella reflexión le sacó algunas carcajadas, si bien logró contenerse, sabiéndose en completo peligro.

-Tenemos que salir del infierno antes de que nos encuentre el Diablo...-le extendió la mano a Teresa, que para ser una fémina estaba aguantando el tipo de manera increible. ¡Qué mujer!- Vamos, vayamos al templo. Quizá sea cierto que allí encontremos la salida... Antes de que me encuentre...-Pese a mantener una aparente calma, parecía especialmente preocupado por que le encontrase, fuese quién fuese aquel al que se refería.

Entrasteis en la construcción y seguisteis el mismo camino que antes, descendiendo por aquellas escaleras hasta el sótano, en donde esperabais encontrar la piedra. El lugar no estaba a oscuras, sino iluminado completamente, como si el lugar fuese, no un sótano oculto de todas las miradas, sino un lugar de regocijo.

Afortunadamente, no había nadie, así que aún podíais seguir con lo vuestro. La criatura debía andar cerca, porque había entrado en vuestros sueños. Solo necesitabais tiempo para no ser atrapados.

— ¡Vamos! — Exclamó en un murmullo el inspector. — ¡Vamos a picar donde antes! 

Si todo era similar en aquella realidad a la suyaenana propia, la roca debía de estar por pura simetría en el mismo punto donde habían cavado antes. Marrose acercó con el pico y se dispuso a golpear sobre el firme, con la esperanza de llegar rápidamente hasta la roca y sin hacer demasiado ruido. 

Tras un par de golpes logró perforar la baldosa y hacer un buen agujero. Esperaba que fuera suficiente para acceder a la roca mágica que buscaban. 

Al poco de picar, apareció, efectivamente, otra piedra, o la misma, con idéntico aspecto a la que habíais dejado en el "otro lado", roja, sangrando o liberando algo parecido a la sangre, solo que en este caso, no era roja sino negra.

El agujero tampoco era demasiado profundo, así que no había que esforzarse mucho para cogerla o hacer cualquier cosa con ella.

Sin embargo, no estabais solos. Un ruido despertó vuestros peores temores; un sonido de algo que se arrastraba y acercaba por las mismas escaleras que habíais llegado hasta allí.

El tiempo se les acababa. De nuevo, otro ser de aspecto demencial se les acercaba y ahora se encontraba en su propio lado de la realidad, por lo que tenía todas las de ganar. Por suerte ya habían hecho gran parte del trabajo. En esa ocasión iban a tiro fijo y Marro sabía muy bien lo que tenía que hacer. 

De hecho ya tenía aquella extraña roca a tiro de pico y no lo dudó un solo instante. Debían destruirla y eso haría. Agarró el pico con ambas manos, lo sujetó por encima de su cabeza y entonces lo lanzó con todas sus fuerzas contra la piedra sangrante, mientras gritaba cona todas sus fuerzas.

— ¡Aaaaaaaaaaaaaah! — Descargó con su grito toda la tensión acumula.

El impacto fue directo a la piedra. Si aquel golpe no la rompía nada lo haría. Tras el impacto miró hacia la piedra. ¿Lo habría conseguido?

El golpe de Marro fue directo a la piedra, y justo en el preciso momento en que contactó con ella, se partió en dos, acompañad de un estallido que iluminó todo el lugar y una especie de chillido desgarrador que casi os rompió los tímpanos.

Acto seguido, la roca, que pareció brillar un instante, se apagó, para a continuación empezar a encogerse hasta que finalmente, desapareció completamente, dejando el hueco en el que se encontraba vacío, ocupado únicamente por un hilillo de humo.

La piedra... había sido destruida...

... pero vosotros os habíais quedado en el lado equivocado.

-Pero.... ¿qué cojones hacemos ahora?

... Eso es lo que se pregunta Zapata... lo que tenían que hacer hasta este momento estaba claro... o eso parecía: ahí fuera, donde no se veía más que la oscuridad, no podían quedarse... era como un limbo; la puerta les llevó a aquí, y ahora... por un lado, algo viene, por otro... no cabe hacer otra sino... sino ¿Qué?

Zapata empieza a pensar, a recordar, y entonces finalmente le llega, como en un flash mágico, las palabras de López y aquel árabe loco cuando llegaron allí. ¿Cómo era... ? ¿Qué les decían... ?

¿Qué sería?

Tembloroso, Julián sacó su revolver y cargó el tambor con algunos cartuchos más. Sus manos temblaban tanto que se le cayeron algunos al suelo pero no le dió más importancia.

-¿Que... que vamos a hacer ahora? ¿Donde está...la salida?-pese a que lo verbalizaba, era bastante consciente de que ninguno iba a darle una respuesta satisfactoria.

Renqueante, se acercó al resto, trastabillando y sin soltar su revolver, el cual lo agarraba con fuerza, como si tuviese miedo de que este saliese huyendo. Paso a paso fue acercándose a una de las paredes, para poder apoyar su espalda en ella y, al menos, sentir esa parte del cuerpo aparéntemente a salvo. -¡¿Que vamos a hacer...?!-repitió

Aquel nuevo escenario que se abría ante él era terrible y extraño a partes iguales. Cualquiera en su sano juicio, lo perdería como parecía que lo había perdido el bueno de Julito. Empezaría a gritar, se angustiaría, lloraría o simplemente caería al suelo agarrándose las rodillas, como un ovillo y empezaría a balancearse adelante y atrás. Sin embargo, para Marro aquello había sido como una liberación. Si se quedaban allí atrapados, no tendría que escribir el informe de lo sucedido y eso si que era realmente un alivio.

Podía ser eso o que simplemente el inspector estuviera en estado de shock y por ello todo lo que sucedía a su alrededor le resbalaba. Si, José Alfonso Marro Gambin, parecía un hombre tranquilo. No parecía que aquella realidad extraña y extraterrestre le estuviera afectando de manera alguna. Era como si aquello fuera parte de su cotidianidad, aunque evidentemente que no lo era. Podía ser que, aunque no lo aparentara, Marro hubiera enloquecido más aún de lo que su buen amigo Balaguer lo había hecho. Por poder, podían ser tantas cosas...

- Tranquilo, Julito... - Le dijo a su viejo amigo. - Al menos aquí, no tendremos que darle explicaciones al comisario y podremos descansar de nuestras mujeres. - Y lo que normalmente se diría en tono de broma, parecía que José lo decía bien en serio. - Espero que tengan café en algún sitio. ¿Crees que debe haber un bar donde poder leer la prensa? - Le preguntó a Antonio. - Me apetece un buen café con churros, aunque... - Chasqueó la lengua. - Churros no creo que tengan... - Se encogió de hombros. - ¡En fin, vamos a ver que encontramos!

Novoa empieza a pensar, a recordar, y entonces finalmente le llega, como en un flash mágico, las palabras de López y aquel árabe loco cuando llegaron allí. ¿Cómo era... ? ¿Qué les decían... ?

¿Qué sería?

Desesperado, mira alrededor... falto de ideas... lo único que le viene a la memoria, son las palabras que el árabe y López dedían, como una letanía, cuando llegaron a este lugar maldito...

- AZAAAAD....KITOOOHN... AZAAAAD.... LAULAN. INTOMEP.... OLVADIOS... INTOMEP... INTOMEP... KLAATU BARADA NIKTOOO

¿querrían deciles algo con ello? ... ¿que serían? ¿Quito la azada del Laurel, y que a Intomep le den con el Barada?... no entendía... algo se le escapaba... tenía ue haber un modo de salir de ahí...

Fué hacia el punto en que estaba la piedra en este "lado", en busca de alguna iluminación... porque estaba en pleno apagón mental

La criatura apareció de repente a vuestra espalda, agitando su masa informe como si quisiera engulliros con ella, pero en cuanto Zapata abrió la boca y recitó aquellas palabras... todo a vuestro alrededor se desvaneció como en un sueño. Sentisteis que algo o alguien tiraba de vosotros hacia el infinito, igual que si fueseis absorbidos por un desagüe gigantesco, y en medio de un grito, todos desaparecisteis de allí...

Para volver a aparecer en el sótano de la iglesia, con los restos de López y el árabe al lado, el agujero en el que la piedra estaba enterrada... solo que ahora, vacío, y sin rastro del monstruo.

Todo estaba en calma... y en silencio.