Partida Rol por web

Diego sale del bar, se despide de ti y te deja camino a casa. Es un barrio relativamente tranquilo hasta que escuchas en un ruido que te deja congelado..

Alguien pide ayuda...al parecer de uno de los callejones

César caminaba pensando en su posible vuelta a México y en el reencuentro con su pasado, cuando un grito que rasgó la noche le dejó petrificado. ¿Qué ha sido eso? Sin moverse de donde está, mira a su alrededor, buscando a quien pudiera estar en problemas. Parecía alguien en apuros... la gente no chilla así por gusto. Duda por unos isntantes entre seguir andando o no, pero su conciencia le insta a ayudarse a esa pobre persona. ¡Aguanta!

Mientras busca al pobre desdichado, saca su celular y marca el número de la policía, contándoles lo que ha sucedido. 

Encuentras a un hombre tirado en la ascera, me han atacado... me ha robado... Ves una figura que corre  no muy lejos de ti. Por favor, alcancelo, es todo lo que tengo.

César atiende y escucha por unos instantes al pobre hombre que yace en el suelo. Parece no estar herido... menos mal. Más por miedo que por ganas de auxiliarle, se fija en el ladrón que se marcha corriendo a toda velocidad. Podría salir detrás de él, pero... ¿y si va armado? Ante esta posibilidad, César descarta esa idea, centrándose en el asaltado.

- Tranquilo, he avisado a la policía. Seguro que están en camino. Ellos le atraparán... no estas has herido, ¿verdad?

Aunque llamas nadie constesta el 123 de la policia. La incompetencia es evidente. Debo Buscar a ese hombre, tiene todo... todo... dice el fulano quien un poco tambaleante  comienza a andar... justo pasando una calle.

César se sorprende al ver que el hombre se levanta y se pone a andar hacia donde el ladrón se fue, tambaleante. Mierda... ¿qué hago? Este hombre necesita ayuda... y la policía de este puto país debe de estar comiendo donuts... Las dudas le asaltan, per oal final se decide: echará una mano al pobre atracado.

- ¡Espera! - dice saliendo detrás suya. - Intentaré recuperar tu... lo que sea. - César se encoe de hombros, no sabe lo que han robado al hombre. Pero sin tiempo de preguntar, sale corriendo en la dirección por la que vió marcharse al ladrón.

El hombre sale corriendo y tu tras el y en ese momento pareciera como si la tragedia te sonriera nuevamente. Un auto oscuro cruza rápidamente la calle,  y lo último que vez es como  el frente abalanza hacia ti y no para. Un golpe  en el medio de las costillas  te hace bolar por los aires y estrellarte con la pared. El carro para un segundo, pero luego arranca y te deja el  piso, sangras por la boca  y sientes que te ha destrozado internamente...

Todas las fuerzas que tenias se están extinguiendo, estas muriendo... lo sabes...  La sangre casi te ahoga, no puedes casi respirar, ni moverte, estas en un callejón, solo, nadie se ha dado cuenta de tu desgracia.

Sabes que morirás... y tienes mucho miedo.

César yace en el piso, temblando en su propio charco de sangre. Todo ha sido muy rápido. Y letal. Un auto salido de la nada le ha golpeado y estampado contra una pared, reventándole por dentro.

A.. ayuda...

Intenta hablar pero no puede, sólo sale sangre de su boca. Sangre acompañada del dolor más intenso que jamás haya vivido.

A... ayu...

Es imposible, es malgastar su último aliento: está muerto. Una lágrima se desliza por su rostro amoratanado, la única reacción que puede hacer en esta situación. Como un muñeco de trapo roto, César agoniza en su propio charco de sangre.

¿Por qué?... ¿Por qué?... Más lágrimas acompañan a la primera. Por la mente de César desfila toda su vida, todos y cada uno de sus recuerdos. Y se da cuenta de que todos tienen algo en común: la desgracia. Desgracia en su México natal, de donde tuvo que marcharse para trabajar como esclavo en los Estados Unidos. Desgracia al llegar a este país por el maltrato recibido. Desgracia por la pérdida de sus dos hermanos. Por la pérdida de su familia en Guadalajara. Por la pérdida de su familia en América. ¿Por qué?... Toda su vida había sido una lucha contra el mundo, contra el destino. Y cada vez que algo parecía que marchaba bien éste se encargaba de joderle. Y ahora había decidido acabar con él de una vez por todas. ¿Por... qué?...

La mente de César se apaga mientras sus párpados se cierran, acabando con su llanto. Está muerto. Muerto.

 En ese momento sientes unos pasos y ves una mujer que se te acerca, y te toca el rostro. Lo vi todo.. toca la sangre que sale de tu boca y la huele. Puede hablar?. Como se llama?.

Es una mujer joven, hermosa, y algo pálida, te da la impresión que camina  muy rápido.

Escuchas claramente a la mujer y al verla se te dibuja una
mirada de esperanza.

Una voz que oye débilmente le habla: alguien ha venido y puede salvarle. César abre los ojos preso del dolor, jamás algo le había costado tanto de hacer como aquello. Delante de él, una joven bellísima le mira.

Cé... César...

A... ayu... yuda...

Intenta hablar pero le es imposible. Demasiado dolor. Demasiada sangre perdida. Demsiada desgracia.

Soy Amber... dice muentras te revisa medicamente y de repente hace cara de preocupación.

Cesar, escuchame con atención, estas sangrando mucho, es muy posible que mueras en menos de 5 minutos si no se hace algo. Dice la mujer mirándote a los ojos mientras te consciente la frente y ve en tus ojos el miedo a la muerte, el miedo a desaparecer. Yo puedo salvarte, puedo ofrecerte vivir, curarte de estas heridas.  le brillan los ojos. Puedo ofrecerte otra oportunidad para vivir, pero... te acaricia el rostro... en parte tendrás que renunciar un poco a tu vida anterior, y aprender cosas nuevas.... puedo salvarte la vida, pero solo, si tu lo deseas.

César está en sus últimos minutos, la muerte le empieza a envolver lentamente. La vista se le ha nublado y sólo es capaz de oir muy levemente la voz de la mujer que está con él. De lo poco que entiende, distingue un "puedo ayudarte" que le da un poco de fuerzas.

- Ayúdame... ayú... dame...

- De... de...deseo... lo... des..eo...

Entonces la mujer sonríe secándote las lágrimas de tu rostro y dice de manera casi melodiosa. Has aceptado cambiar tu vida y te daré lo que pides a cambio de que renuncies a la luz del día.

Y en ese momento ves como  de su boca crecen unos colmillos que se acercan a tu cuello  y te aferran. Abrazándote en el suelo frio de las calles solitarias de Houston.

Sientes una sensación de placer, si placer extremo, como un puñado de orgasmos juntos, y de la misma forma sientes como ella te absorbe tu vida, recuerdas a tu ex esposa, a tu hija, a tus amigos, a todos aquellos que amaste mientras poco a poco te vas quedando sin fuerzas, sin nada...

Sin embargo cuando sientes que todo ha terminado, de repente ella se aparta de ti con sus labios untados de sangre de su dedo índice derecho, la uña crece como un puñal y con ese mismo instrumento se corta la muñeca del brazo izquierdo de la cual sale sangre... 

Y en ese momento te ofrece la muñeca mientras dentro de ti algo ocurre, necesitas beber de aquello, necesitas beber de esa sangre, lo requieres, lo necesitas...

No piensas en ese momento en lo asqueroso que puede resultar, solo esa sangre te llama... debes beber.

César se deshace en placer cuando la mujer le "muerde" el cuello. Es como si sintiese mil orgasmos. Felicidad en estado puro. Y, a la vez, al igual que cuando antes de morirse toda la desgracia se pasó por su mente, ahora todos los momentos felices y agradables de su vida desfilan por su cabeza.

En pleno éxtasis, la mujer se suelta de él y de repente se siente débil. Muy débil. Como si el mundo desapareciese bajo sus pies y cayese a un pozo eterno. No... Por un instante sus ojos se abren como platos, asustado. Hasta que la mujer le tiende su mano. Mano que en vez de agarrar, César muerde instintivamente como antes le hiciese ella a él. Y el éxtasis vuelve a sus labios. Gracias...

Bebe de la sangre de aquella misteriosa mujer hasta saciarse. Cuando termina, sufre en gran estertor, como si muriese, pero al terminar sigue vivo. Más vivo que nunca. Las fuerzas comienzan a volver a él y el dolor va desapareciendo. Contento, César se relame la sangre y sonríe.

- Gracias...

Cuando pruebas esa sangre el sabor es tan maravilloso,  es como un néctar delicioso nunca antes probado, te sientes extraño, ves que la mujer retira el brazo de tu boca y te mira, mientras en un momento sientes un dolor terrible a nivel abdominal, es tan fuerte que  cierras los ojos y todo se pone realmente negro...

*************

Abres los ojos. Miras de un lugar a otro, estas en un cuarto con poca decoración, definitivamente no es ni tu casa, ni un hospital, ni el cielo, respiras por tu nariz y de repente sientes miles de sensaciones que antes no sentías, sabes que el piso es de madera por el olor, sientes el olor de algún tipo de animal en las cercanías, puedes ver los colores más vivos y escuchar mejor que antes..

Te levantas confundido, y te miras en el espejo... sí definitivamente eres tú, solo que estas un poco más pálido que lo normal, y ya no sientes ese terrible dolor en las costillas, ese dolor interno que te avisaba que estabas muriendo... Solo queda el rastro de sangre en tu ropa.

Las heridas no están, la sangre en tu boca se ha ido... y curiosamente, tampoco sientes el latir de tu corazón...

Escuchas unos pasos que vienen y como perfectamente alguien abre la puerta. La mujer que te mordió te mira con una sonrisa, y te dice mientras se acerca hacia ti sin miedo...

Caesar, desde hoy y para siempre no serás el mismo,

serás un ser de la noche, un vampiro, un ser superior a los humanos,

pero noble como un animal.

Yo seré tu Sire,

Tu madre, tu guía, y te enseñare todo lo de nuestra naturaleza,

y más, porque desde hoy, eres mi chiquillo, mi responsabilidad, mi sangre...

Desde hoy y para siempre serás un Gangrel... un vampiro bendecido por la naturaleza,

Un ser distinto, per extraordinario...

Aceptaste rechazar la muerte y por eso te has convertido en uno de nosotros...

Sonríe mientras te toma la mano

Acompáñame... tienes mucho que aprender.

Y te lleva hacia la puerta.

César se queda completamente sorprendido al escuchar las palabras de aquella mujer. No puede dar crédito a lo que ha oído. ¿Un vampiro? ¿Una Sire? ¿Qué es lo que dice? Está loca... César se sonríe y se pasa una mano por la frente, moviendo la cabeza. Increíble... como en las películas... Pero en vez de soltar cualquier respuesta o broma sin pensar, algo dentro de él le hace guardar silencio. Un momento... ¿y si tuviese razón?

Con dudas, se vuelve hacia el espejo, fijándose mejor en el rostro que allí se dibuja. Lo mira por unos segundos, hasta que asiente. Defintivamente soy yo... pero es como si no me reconociese. Parece que estoy más pálido. César se lleva una mano inconscientemente a la cara, como gesto de reflexión. Entonces nota que no emite calor, qu está completamente frío. No puede ser... mi piel es como la de un muerto... Se pasa la mano por todo el cuerpo, viendo que el frío es general... hasta que llega al pecho. No... Lo que allí isente le muestra la realidad tal y como es, su corazón no late. Es un muerto entre los vivos. No...

Los ojos de César se abren de par en par, mirando suplicantes a la mujer que está con él. Pero en vez de derrumbarse ante la idea de que es un vampiro chupasangre, condenado a vagar de cuello en cuello como Drácula o cualquier otro monstruo del cine, respira hondo y digiere la situación. Las sensaciones que podrían haberle asaltado siendo humano, como el miedo o el ansia, ahora son muchos más débiles.

Tras un rato de silencio y de reflexión, se dirige a la mujer. - Entiendo. Ya entiendo.

- Me salvaste de la muerte y ahora me brindas esta nueva "vida". Y te estoy muy agradecido. Pero... ¿por qué? - La razón de todo esto es la pieza que no le encaja a César. Puedo entender lo que ha ocurrido... de hecho me siento completamente diferente. Más sereno, más seguro,... más extraordinario. Y me gusta.

- Por cierto... Sire. Llámame César. Si tengo que empezar de cero una nueva existencia no quiero arrastar ese estúpido nombre norteamericano.

No me lo agradezcas Cesar.. sonrie la mujer... puede que luego me odies por esto que hice. Camina de manera tranquila y va a una especie de nevera que esta ahi y saca una bolsa de sangre de la cruz roja, la abre, y al hacerlo sientes ese delicioso olor.

La bolsa de sangre reluce al salir de la nevera y activa un potente instinto en césar. Por un momento, desea saltar encima de la mujer y arrebatársela de las manos para beber hasta saciarse.

Te controlas, pero levemente. Cuando la mujer te da la bolsa le clavas los colmillos desesperado. Calma... calma.. toma lento, tendremos problemas cuando te alimentes de un humano directamente.