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Nos Vamos de Pesca

[RESUMEN] El Diario de Bardev

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19/11/2021, 17:39
Bardev

Día 1. La pesca del siluro lucio.

Un grupo de cuatro extraños compañeros capitaneados por mí, un galante bardo llamado Bardev, junto a su mando derecha, un conejo antropomórfico llamado Honey, clérigo de Celestar, una furibunda semiorca que sabe meterse en líos de nombre impronunciable y que no será pronunciado en el presente resumen y una genasí de agua amante de los peces y de nombre Oona acuden a Vado del Monasterio a las órdenes del conejito con tal de comprobar si los rumores de que un enorme siluro lucio de río se había comido a un tipo, eran ciertos y por supuesto, para cobrar su peso en plata por cortesía del gobernador del lugar un conde.

A nuestra llegada al pueblo del Vado del Monasterio comprobamos atónitos como el nombre de dicho pueblo, pues al parecer es llamado así porque en el río hay un vado y en el vado hay un monasterio, pero en el monasterio no hay un río. (Quizás pueda hacer alguna canción sobre esto). Pero del marqués no hay ni rastro y lo cierto es que nuestra acogida en el lugar no es de lo más acogedora, valga la redundancia.

Enseguida la mestiza de nombre impronunciable se mete en el primer lío y es que inoportuna a un chevalier y este, guantazo mediante, le reta a un duelo. (Puede que fuera mi conejito Honey quien importunara a un noble, no recuerdo bien esa parte)... pero al final lo que sucedió es que la semiorca  fue elegida como su campeona y el noble eligió a otro tipo, el cual fue muerte de un solo golpetazo, electrocución mediante... Ahí quedó todo solucionado y nos dirigimos al río, pues nadie parecía saber nada sobre merluzos siluros lucios gigantes come hombres. 

Ahora que lo recuerdo aquella gentuza quería comprar a Honey y aunque les propuse sabiamente un trato a cambio de 2.000 piezas de oro y un bote, Honey se opuso y bueno... pasó lo que pasó.

Así fue como llegamos al río, el cual estaba lleno de gente buscando al pez enorme, que era un lucio. Tanto en tierra como en el rio subidos a botes estaba abarrotado de curiosos que se creían capaces de la hazaña de pescar a aquella bestia. Lo cierto es que tras mucho preguntar y poca respuesta hallar, (eso rima, debo anotarlo aparte), nos decidimos a buscar un bote, lo cual no conseguimos. Parece que todos los estúpidos vadomonasterienses están acaparando los botes...

Resulta entonces que nos topamos con un imbécil que cargando una carreta de pescados atropella a la mujer verde ¿o fue a Honey? No lo recuerdo, pero sé que una de las dos acabó en el suelo cubierta de pescados malolientes. El energúmeno era tan antipático como el resto de los aldeanos y de no ser porque me impuse a sus insultos con una verborrea digna de un cortesano, la cosa habría acabado bastante mal. Al final el tipo era hasta simpático y a cambio de diez piezas de oro nos prometió que su primo... o su tío... alguien de su familia nos construiría un bote que estaría listo al atardecer.

Quedamos al atardecer en la posada, que se llamaba creo recordar: "La Gaviota Feliz", aunque puede que fuera otra. Allí estaba cantando una bella mujer con una dulce voz. Enseguida se fijó en mi y me reconoció por mi nombre, y es que la fama me precede allá a donde voy. No tuvo más remedio que pedirme entonar una canción conjunta y desde luego que la dejé aún más impresionada con mi ritmo frenético, mis maracas y mi voz armoniosa.

El caso es que la invité a comer y en efecto, aceptó. Se le caían las babas viendo mi hermoso rostro y sin duda podría haber acabado intimando con ella, pues prestarse se hubiera prestado. Pasó no obstante, que la mujer verde salió al exterior junto a Oona y al parecer se volvió a meter en problemas. Para cuando Honey y yo mismo salimos en su auxilio, estaban ya muy malheridas. De no ser por nosotros... Pero todo salió bien y después de acabar con cuatro chevaliers decidimos pasar el resto del día en el bosque, por no ser represaliados por los memos de los aldeanos, que sin duda tendrían razón en subirnos a la picota y es que el rudo carácter de la semiorca, siempre nos mete en líos.

Mientras todos dormían, yo vigilaba a la vez que componía mentalmente, pues un hombre como yo de una mente tan despierta, nunca puede estar sin nada que hacer. El caso es que al anochecer fuimos a por el bote y pagamos con el dinero robado de los cadáveres de los chevaliers. Al menos no tuvimos que apoquinar de nuestros ahorros.

El caso es que el bote era bueno y nos llevó río arriba o río abajo, no lo tengo muy claro, pero lejos de esos estúpidos aldeanos. Fuera como fuera nos topamos con un bote volado en medio del río. Deduje algo que el resto no pudo. Posiblemente un ser acuático de grandes dimensiones había hecho volcar el bote de un empujón y había roto parte de la barriga del bote. (¿Barriga? ¿Se dice así? Ni idea...). Oona como buena nadadora que és se tiró al agua y encontró lo que parecía un cadáver. Se asustó mucho e hizo pensar a Honey que estábamos en peligro y bueno... El conejito se puso a recitar extraños versos teológicos y luego nos fuimos.

En la orilla vislumbramos un molino y prestos fuimos hasta allí para desembarcar y tratar de pasar la noche. Otro bote se hallaba en el embarcadero y amarramos al lado. Una vez llegamos al molino, éste estaba repleto de heno y al subir al primer piso nuestra sorpresa fue encontrar a una familia de simpáticas y bienintencionadas polillas parlantes. Éstas no tuvieron objeción en que pasáramos allí la noche, pero a cambio debíamos acabar con una banda de peligrosos delincuentes que llevaban tiempo atormentándolas.

Les tendimos una emboscada y gracias a sus efectos sortílegos lo hicimos siendo invisibles por completo. Para cuando llegaron aquellos rufianes les saltamos encima asesinando  acabando con tres de ellos y dejando vivo a un tercero al cual interrogamos. No recuerdo que  os dijo, pero parecía evidente que sus intenciones para con nosotros eran perversas. Trató de escapar y parecía que quería hacerle algo malo a las polillas, así que tuve que actuar valerosamente para protegerlas y le arrebaté la vida en un duelo justo.

Pasamos la noche celebrando con las polillas pues tenían cerveza y festejamos hasta altas horas de la noche. Poco más recuerdo de lo sucedido, pero por suerte los cadáveres de los bandidos no atrajeron a ningún oso, pues nos hubiera cogido con la guardia baja...

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19/11/2021, 18:17
Bardev

Día 2. La pesca del lucio.

Desperté con algo de dolor de cabeza. Posiblemente causada porque pillé algo de frío al ceder mi manta a la piel verde, que tenía frío. Nada que ver con la bebida alcohólica que ingerí a mansalva, pues soy inmune a sus efectos. Finalmente nos pusimos en marcha esta vez en dos botes y comenzamos a remontar el río.

Nos topamos entonces con unos beodos enanos que portaban barriles de vino. Nos dijeron que perseguían a unos medianos, pues les habían robado su vino. Honey y las chicas dijeron recordar cánticos nocturnos que podían ser de dichos medianos, pero yo creo que alucinaban bastante. Los enanos decidieron seguir río abajo a ver si los alcanzaban. 

En esas que nos topamos con un grupo de tipejos malcarados. Al parecer los enanos les habían robado algo... el vino creo recordar. Y les dijimos que siguieran río abajo para darles caza. ¡Pero ahí no acabó el despropósito! Un grupo de temibles mujeres buscaban a esos hombres, pues en vez a de trabajar, habían ido a beber y estaban muy enfadadas. Luego fueron niños, patos, asnos y otros animales de corral, que hambrientos perseguían a los anteriores.

Pasamos de la búsqueda del siluro y dimos media vuelta. Llegamos de nuevo al molino y ahí se había generado una batalla campal a la cual nos unimos sin dudarlo. Niños, enanos, medianos, patos, mujeres, perros, vacas, hombres, asnos y nosotros nos dimos palos hasta que nadie quedó en pie y después de tal juerga, de la cual disfrutaron mucho las polillas que nos alentaban hasta la victoria mediante las consignas de : "violencia" y "cerveza", aquello acabó en un empate técnico.

Nos fuimos de nuevo entonces, a tratar de remontar de nuevo el río y dar con el maldito pez asesino, pero entonces nos topamos entonces con unos de esos molestos chevaliers, los cuales estaban importunando a unos castores antropomórficos. Por alguna razón lo siguiente que recuerdo es estar dándonos de hostias con ellos. ¡Y casi nos matan, pero logramos sobrevivir gracias a mi valentía, pues aunque fue Honey la que retó a un duelo a uno de ellos con un guante ficticio, ninguna de nuestras poco empáticas compañeras se interpuso para ayudarle cuando estaba en apuros. No se de que discutían con los castores... la verdad.

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16/06/2022, 13:35
Bardev

Día 3. El Sanguinariamiento. 

Mal que pese a algunos, seguimos remontando el río, tras despedirnos de los hospitalarios castores. Ellos nos informaron de que el siluro había seguido avanzando a través de un agujero de la presa.

No nos gustó que las arañas tendieran sus hilos sobre nuestras cabezas y por ello preferimos remar hacia ruidos de combate. 

Allí estaban esos honorables chevaliers, defendiéndose del ataque indiscriminado de unos apestosos hombres lagarto. Por supuesto colaboramos con los seres escamosos y cuando hubimos derrotado a dos de aquellos hombres con patatas en la boca, seguimos nuestro camino huyendo del escenario de la batalla. 

Otros dos arrogantes e insultantes sapos, se encontraban sobre una isla. Exigían ser rescatados pues su bote había sido hundido. Vi mi honor maltrecho, si, tengo honor aunque solo cuando conviene, y disparé mi ballesta dos y tres veces sin dar en el blanco y entonces esos cobardes de escondieron tras un árbol que empezaron a rodear para evitar las saetas. 

Decidimos Honey y un servidor descender a tierra firme mientras que nuestras siervas Oona y la mujer verde del nombre impronunciable y que no será transcrito en este texto, guardaban de los botes. Dimos muerte a uno y al otro le capturamos llevándolo con nosotros remontando el río. 

Se hizo el duro y no quiso hablar, por ello lo atamos a un árbol untado de sobrasada, mientras escalábamos a pie una cascada para seguir navegando. Yo mismo describí que el siluro podía haber remontado el río pese a la cascada, pues era un siluro mágico.

Llegado a un gran lago, el majestuoso siluro salió a nuestro encuentro y tras una pregunta filosófica, que Oona se encargó de responder de forma estúpida, le dimos muerte gracias a una soberana estocada de un servidor. 

Enganchado siluro al bote, emprendimos el camino de regreso a la paleta ciudad portuaria en busca de nuestra merecida recompensa, pero un grupo de cuatro rufianes que decían ser chevaliers nos cerraron el paso tratando de robarnos el botín. Dímosles muerte de forma honorable y sin las tretas características de los caballeros locales. 

Tras ésto, fuimos a liberar al chevalier atado al árbol, pero allí se encontraban dándose un festín nuestras amigas polillas. No pudimos enfadarnos con ellas y quedamos para cenar al anochecer del segundo día, una vez nos hubiéramos hecho con el botín y el reconocimiento eterno de las buenas gentes del lugar. 

- FIN -